19
Atravecé el edificio con una velocidad increíble. Sentía muchas ganas de desaparecer; había perdido mi primer empleo por un minúsculo error y ahora lo estaba pagando demasiado caro para lo que realmente era. Crucé las puertas y noté que la limusina de Papa aún se hallaba allí esperándome. Permití que la lluvia me empape completamente y cubrí mi rostro para continuar llorando.
Oigo una puerta abrirse y cerrarse con fuerza y unos pasos apresurados dirigiéndose a mi ubicación. Aquella persona me acurrucó en su cuello y sus brazos me rodearon alejándome de la lluvia. En un movimiento rápido, ingreso a la limusina y observo que Papa llevaba el pelo húmedo y el maquillaje un poco corrido. No se lo hice saber porque su mirada preocupada no dejaba de estudiar la mía.
—Eva ¿Qué ha pasado? Por favor ¿Por qué lloras?— hace una señal a su conductor y el motor de la limusina ruge para salir disparado de allí. —Estás temblando— dice y me ayuda a acurrucarme junto a él.
—Me ha despedido— sollozo. —He perdido mi trabajo, Papa.
—Maldita sea, ha sido mi culpa. Lo siento mucho, Eva. Sé lo importante que era para tí ese trabajo— dice mientras acaricia mi pelo. —De todas formas ya tienes un nuevo empleo— me incorporo un poco para observarlo, ya que estaba extrañada con lo que dijo.
—¿De qué hablas?— digo secando mis lágrimas.
—Vendrás conmigo a nuestro tour. Serás nuestra fotógrafa personal, Eva— su tono parecía autoritario y no me parecía mala idea. No podría negarme.
—Oh, yo... No me alcanzan las palabras para agradecerte— digo intentando calmar mis nervios. Él toma mi mentón con sus dedos y me observa fijamente.
—No hace falta que me lo agradezcas, bebé— al escucharlo pronunciar esa palabra sentí que había entrado en calor en menos de un segundo.
Sus labios se acercaron a los míos y para unirnos en un beso. Se notaba que era un beso de cariño y me llenaba el alma sentirlo de esa forma. Al separarse de mí, observé el hermoso detalle de su mirada que brillaba con algo especial que jamás había visto en él. Se sentía tan bien estar allí en ese momento y en ese lugar con él. Había olvidado por un rato todo el problema por el cual estábamos ambos empapados y yo con una crisis muy fuerte.
—Señor ¿A dónde los llevo?— pregunta su conductor interrumpiendo el momento.
—A la casa de Eva, ella tiene que descansar— pronuncia con calma sin quitar su mirada de la mía.
—De acuerdo, señor— responde aquel hombre.
—Mañana por la noche empezaremos la gira. Viajaremos a Los Ángeles, así que quiero que prepares tus cosas y descanses como una reina— dijo con suavidad. Asentí y emprendimos el viaje abrazados y en silencio.
☠
Ingresé a mi departamento dejando mi gabardina empapada a un lado y mi cartera en la mesa del living. Al parecer la casa estaba sola, únicamente contaba con mi pobre y aturdida alma y el sonido del reloj de pared.
Tomé mi celular y decidí escribirle a Tobias, ya que gracias a él pude ordenar mis pensamientos y arreglar las cosas con Papa.
—Hola Tobias, espero que no sea muy tarde para tí. Pero tenías razón en lo que habías dicho. He arreglado las cosas justo a tiempo— envío y recuerdo el tour de Ghost y en mi ausencia durante largo tiempo, así que escribo otro mensaje. —De todas formas, tengo algo que comentarte... Pero personalmente. Tal vez mañana si quieres— envío y en cuestión de segundos recibo una respuesta.
—Hola Eva, me alegra mucho saber que tuviste el coraje de enfrentarlo. Puedes venir ahora si quieres, te enviaré la dirección de casa a continuación— no me deja muchas opciones y me la envía. La anoto mentalmente y decido ir a pesar de la tormenta.
Busco en mi armario un piloto medianamente presentable y salgo de mi casa para tomarme el próximo taxi rumbo a su hogar.
☠
—Me sorprendió que vivimos cerca y nunca nos hemos cruzado antes— digo mientras él abre la puerta de su departamento. Era un lugar mucho más pequeño que el mío, pero era cómodo y todo estaba ordenado.
—Sí, tal vez es porque trabajo todo el día y cuando llego a mi casa lo último que haría sería salir por el barrio— camino hacia el living y dejo mis cosas en un sillón individual. —Sientete como en tu casa, Eva. Sin timidez— río bajo y él se aleja a la cocina. —¿Gustas una cerveza?
—Sí, gracias— grito.
Diviso a un lado un tocadiscos tornamesa que se encontraba cerca de un estante con una puerta de vidrio y dentro de él habían muchos vinilos. Algunos de bandas que conocía y otras que no. Pero parecían que era un coleccionista o algo así.
Siento la presencia de Tobias y se aclara la garganta al verme allí tan embobada observando su colección de vinilos.
—Oh, que chusma soy. Lo siento— él me sonríe y me ofrece la lata de cerveza. Asiento en agradecimiento.
—Descuida ¿Quieres probarlo?— me señala con la mirada el tocadiscos. Yo asiento energéticamente. —Bien ¿Qué quieres escuchar?
—¿Qué tienes?— pregunto y llevo la lata a mis labios.
—Pues, muchas bandas. Elegiría Ghost porque ese será el tema de conversación de hoy— asiento. —¿Algún álbum en especial?
—Wow, definitivamente los tienes todos. Mmm, Opus Eponymous— él asiente y comienza a hacerlo sonar.
—Buena elección— el album suena en todo el ambiente y él me invita a sentarme. —Bien, soy todo oídos.
—Bueno, seré breve. Iré con Ghost en su gira— Tobias me observa con los ojos muy abiertos.
—¿Por placer?— río ante su expresión.
—No, por trabajo. Me han despedido del mío por lo que ya te he contado y Papa me ofreció ser la fotógrafa de Ghost durante toda la gira— él asiente lentamente sin quitar su mirada de la mía.
—Me alegra oír que te despidieron y luego te surgió una excelente oportunidad— asiento emocionada. —Pero no me alegra del todo porque te extrañaré— mis mejillas no tardan en reaccionar.
—Tienes que estar bromeando— bebo el último sorbo de cerveza y me levanto a tirarlo.
Tobias me sigue y toma mi brazo volteandome para quedar nariz con nariz, sin notar que había arrojado la lata por ahí. Su mirada denotaba un color verde mucho más profundo y logró hipnotizarme.
—Te demostraré que no bromeo— sus labios se pegaron a los míos y me besó con pasión, como si estuviese sediento.
Sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a mi trasero y lo sujetó con fuerza ocasionando que emita un pequeño gemido. Siento que sonríe en el medio del beso por mi reacción y yo lo tomo del cuello. Me deshice de su chaqueta de cuero y acaricié con desesperación su pequeña espalda. Con una habilidad increíble, me alza haciendo que bordee sus caderas con mis piernas y, sin dejar de besar mi cuello, me dirige a su habitación.
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