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El viaje en limosina fue, entre todo, tranquilo y rápido.

Claro, sólo porque Aioria había logrado ignorar la mirada que tan insistentemente le daba el peli morado.

Pasaron unos...¿10 minutos? Antes de que el rubio lograra ver el lugar al que iban. Al pasar ese tiempo salieron de la parte pobre del bajo santuario, adentrándose en la parte rica.

Pues, aunque seguían siendo parte del bajo mundo en el santuario, estas tenían una vida llena de Lujos, pues eran donde vivían los mafiosos, dueños de líneas de burdeles, y toda la cabecilla de la escoria del santuario.

Al poco tiempo de haber ingresado a esa zona, se detuvieron frente a una mansión.

Ese era probablemente el edificio más grande que el rubio había visto en su vida.

Con toques de la antigua Grecia, decoraciones de oro, y un hermoso jardín, parecía un paraíso en el infierno.

Si tan sólo no fueran los mismos demonios quienes vivían ahí...

Salió de la limosina poco después que el mayor, admirando con bastante curiosidad aquel hermoso pero irónico edificio. Tan concentrado estaba en sus pensamientos, que apenas y noto el momento en el que Milo volvió a envolver su cuello con su brazo, para luego caminar con el hacia adentro.

Los nervios ya empezaban a asomar en el más joven, por más que se hiciera el fuerte, no podía negar que tenía algo de miedo.

Y es que ya había oído mucho de los gold Saint.

Sabía cosas leves, pero suficientes para tenerles pánico.

Conocía el como trataban a los "sirvientes" que no se comportaban, un conocido suyo ya había corrido la mala suerte de ser demasiado rebelde para el gusto del dorado.

Claro, porque todos tenían un apodo relacionado con ese color.

Y sabía que, para su mala suerte, quien le había echado el ojo encima era el mismísimo Escorpión dorado, uno de los más temperamentales.

Iluso su versión joven que creía que no podía correr peor suerte que quedar huérfano en el bajo mundo.

Entraron a la mansión, aún siendo prácticamente arrastrado por el peli morado.

Al entrar, pudo ver que la belleza de la mansión no era sólo exterior, por dentro era igual de refinada.

- ¿ Va enserio Milo? Es el tercero de este mes...

- Ay no seas así, te prometo que este si se quedará más que una o dos semanas...

Levanto la mirada para ver quien hablaba, topandose con un hombre de cabellos rosados claros.

"El borrego dorado"

Era famoso por ser el más "amable" de los gold Saint, pero sólo si no lo hacías enojar.

Aquel cuyo apodo venía de Aries le observo, como si lo escaneara, con un deje de pena.

- Eso espero, Milo.

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