12. Letting Go
Aquellas palabras me provocaron un grande terror. Yo sabía que ella no existía, yo sabía que era una simple ilusión que me había creado para soportar el dolor. Sin embargo, ella empezaba a cobrar vida, era una Lenna más amable conmigo, más hermosa, incluso se veía más grande. Yo sabía que era una fantasía, un sueño de mi prototipo ideal. Pero ella tenía pensamiento propio, y era claro que sus órdenes eran concisas.
—Tienes que matarla—volvió a insistir—. ¿No has escuchado? Lo tienes que hacer.
—No, de verdad no quisiera hacerlo—repuse, alejándome poco a poco de ella. Pero ella se acercaba gradualmente.
—¡No es una pregunta, Charles! —gritó harta— Es una orden y petición que debes hacer.
—¡No me puedes obligar!
—Ella es falsa, ella está sufriendo mucho con él. Lo que debes es parar su sufrimiento, tú puedes decidir a quién matar. Pero a uno de los dos, sólo a uno. Así, la profecía se habrá cumplido.
—¿Qué profecía?
—Tú lo sabes, yo te lo dije. Sabes muy bien a lo que me refiero.
—¡No!
—Pues bien—dijo aquella alucinación que cada vez se ponía más violenta—. No te dejaré de molestar hasta que yo obtenga lo que quiera. Y sabes cómo lograrlo.
—Nunca he matado a nadie—dije, lleno de miedo.
—Pero tienes el poder de hacerlo. Sabes muy bien que hace muchos años, tu padre te regaló un revólver que aún guardas por sí las dudas.
Cuando dice esto, yo me voy acercando poco a poco a ese cajón. Era verdad, lo tengo en mi ropa interior, hasta el fondo.
—Y está cargado, Charles. No tienes por qué dudar más.
—¿No?
—Irás a los estudios de Dark Tiles—pronuncia sus órdenes, mientras me acaricia el pecho e intenta convencer—, verás a los Quiroz, entrarás y la matarás a ella después de exclamar: "¡Señora Quiroz!"
—¿Lo haré? —pregunto al momento en que ya tengo el arma sobre mis manos.
—Lo harás—asegura.
En ese momento, el sonido de mi celular interrumpe mi fiel momento, me hace volver a la realidad. Pestañeo un poco y contesto.
—¿Hola? —es Denny.
—Eh, Charles. No te queríamos decir esto porque no teníamos ni idea de cómo podías reaccionar, pero creo que ya no hay otra opción.
—¿Qué pasa?
—Desde hace unas semanas o menos, las sesiones de grabación se volvieron tediosas y con alto enojo. La tensión creció hasta el punto de llegar a violencia física. Claro, todo protagonizado por Lenna y David.
—¿Qué? ¿A qué te refieres?
—Pues mira, las sesiones se volvieron muy horribles. Empezaban discutiendo, luego reían y volvían a su amor tóxico y enfermizo, hasta que empezaban a pegarse mutuamente. ¡Qué va! Él le pega a ella.
—Dios santo—mis dedos sueltan poco a poco el arma— ¿En serio?
—Ya lo sabias, Charles. ¿Dónde habías visto esto antes? Es muy obvio saber qué ocurrirá, y tú lo sabes—dice esa incorrecta alucinación.
No le hago caso y procuro seguir escuchando a Denny.
—¿Decías?
—Él le pega a ella. Todo se volvió una genuina repetición. Vuelven al día siguiente, como si nada hubiera pasado, se repite lo mismo y ¡Ya no lo soporto! Ahora mismo le está pegando, de nuevo.
—¿Y no han hecho algo?
—Lo intentamos, Charles. Desde los primeros días hemos intervenido en su favor, hasta los ingenieros de producción y otros allegados. Todos hemos hecho algo, pero Lenna nos grita y nos dice que no intervengamos. En pocas palabras, quiere que le siga pegando.
—Eso suena horrible, no puedo creerte.
—Charles, puede que pienses lo contrario, pero tú fuiste una persona muy importante para Lenna. Compartieron momentos buenos y malos durante cuatro años o más. Eres una figura presencial para ella y no te puede ignorar así sin más.
—Lo ha hecho—dije la vil realidad.
—Sí, pero eres el único que puede hacerla entrar en razón. ¡Escucha los gritos! Los estudios se volvieron un campo de boxeo.
—Iré para allá—cuelgo.
Vuelto a tomar el arma y la guardo con mucha precaución, sin que Jade se dé cuenta que la llevo conmigo. Salgo con rapidez y conduzco hasta los estudios de Dark Tiles Récords.
—¿Has visto? La pobre mujer ha enloquecido, de estar en la cima, se redujo a ser una vil y ordinaria mujer golpeada—dice la Lenna de mi mente.
—Oh, cállate. No te ofendas a ti misma—no despego mi vista del volante.
—Es que es más que obvio que ella no es yo. ¿No lo sabes? Me conociste en el 2015, y te cautivó mi forma de ser. Mi manera única de ver las cosas y la vida, la revolución que se armó en mi cabeza y te traspasó tu aburrida vida. Esa mujer no es la sombra de lo que alguna vez fue.
—¡Para!
—Hazle un gran favor a la humanidad, y mátala ya—finalizó.
Detengo el coche justo al ver que me he pasado de los estudios. Regreso con brusquedad, bajo de mi auto y entro sin permiso, traspasando la seguridad del edificio. Técnicamente, yo ya no tengo nada que hacer ahí.
Camino con rapidez, mi mirada y mis oídos buscaban a ese par. Las manos sujetaban el revólver al mismo tiempo en que lo mantenía escondido.
De pronto, llego a un pasillo oscuro, al final se ve una gran puerta. Las sombras pueden contemplarse, es un hombre que extiende sus brazos y le pega a una mujer que está arrodillada en el suelo, pidiendo disculpas, rogando por el perdón de un ser que no lo merece. Mis pasos son delicados, pequeños y muy uniformes. Observo antes de entrar y veo, con discreción, como ese hombre jala del poco cabello que Lenna tiene. Ella, con sus manos, se cubre el rostro y exclama por piedad. Pero el hombre sigue firme en su labor de seguir pegándole.
—Este es el momento que esperabas, Charles—dice la Lenna de mi mente. Pero no aparece, es apenas un susurro—. Entra ahí y dispárale a alguno de los dos. El arma está cargada, sabes cómo hacerlo. No tienes temor ni nada más que perder. Sólo hazlo y ya.
—No quiero—le respondo del mismo modo.
—¡Ya!
Sin pleno control, mi mano derecha sostiene aquel filoso y reluciente revólver. Los dedos lo toman con fuerza y abren la puerta, interrumpiendo la brutal paliza que David efectuaba sobre Lenna. Se detienen, me miran con detalle y yo soy incapaz de dispararle a ella, o a él.
—¡Qué lo hagas! —insiste esa voz femenina que demuestra una trampa.
—¡No!
Con gran fuerza, logro dar un salto y alejarme de ahí. Di unas zancadas que me hicieron tomar distancia, al mismo tiempo en que luchaba contra esa maligna presencia mental.
—¡Hazlo ya, Charles! Dios, estas tan cerca.
—¡No lo haré! Ya te lo he dicho.
Quiroz sale del salón de ensayos y me mira con odio. Sostiene su puño y saca el dedo acusador.
—¡Largo de aquí! Ardido de mierda, ¿no puedes superarlo?
En ese momento y, para agravar las cosas, llegan Denny y Joey, sólo para contemplar el sutil momento.
—Tal vez no sea tan atractivo como tú, pero eso no importa. ¿Ya te has visto a un espejo? No eres guapo, no tienes derecho a burlarte de mí. Eres una mierda.
—¡Responde! Dile que la belleza física no es lo relevante. Dile que él es una mierda por dentro—ordena la Lenna de mi mente.
—¡Tú eres una mierda por dentro!—repito sus palabras— A nadie le importa tu apariencia, cerdo asqueroso. Eres detestable por dentro.
—¿Y? Lenna me ama así, eso me hace mil veces mejor que tú, automáticamente—responde Quiroz.
Ya no podía soportarlo. Mi gran pistola relució ante sus ojos. Él no teme, hasta presume y bromea. La Lenna real, aquella falsa de carne y hueso, interviene de inmediato y se pone ante mis pies. Sus rodillas caen al suelo y ruegan que no lo haga.
—¡Yo lo amo! Él es mi amor real. Miles insultan a David por su apariencia, cómo es, de donde viene y cómo actúa. Pero lo que no saben es que yo amo a ese hombre que está en aquel rincón porque es el amor de mi vida.
No tolero más esto.
—Rogaré por tu alma—digo y me voy.
Volví a tomar el volante y regrese a casa, claro, teniendo que soportar los típicos abucheos y reclamos de Lenna Dos, la Lenna que aparecía y sólo yo podía ver.
—Pero eres un idiota, estúpido. ¿Crees que una mujer así merece seguir con vida? Dios, literalmente se arrodilló ante un hombre para salvar la vida de otro hombre. No merece ni ser llamada saco de semen.
—Por eso mismo, mis balas no merecían ser gastadas con ella—entro a la casa, omitiendo la ráfaga de reclamos de Jade—. Es aburrido y absurdo simplemente pensarlo. No vale la pena.
—¡Charles! —grita Jade mientras yo me encuentro en mi cuarto.
Me dejo caer sobre mi cama y Lenna de mi mente repite mi acción. Ambos miramos el techo, debatidos y decepcionados, uno del otro.
—Debiste matarla.
—Debiste darme un beso—respondo.
—No hay nada hasta que ella muera.
—Entonces es como si estuviera solo otra vez—señalo.
—Yo no diría eso.
Parece que un coche ha llegado y se ha estacionado frente a casa. Observo para ver quién es, y es claro que se trata de Joey y Denny. Jade les abre la puerta y ellos no tardan en llegar a mi cuarto. Yo les permito la entrada, pero no quiero verlos.
—¡Hermano! ¿Qué fue eso? Te dijimos que hablaras con ella, no que le dieras un puto susto—dice Denny.
—Lo sé—dejo mi arma en cualquier lugar de mi escritorio—. Fue precipitado, quería matarlo. Fue muy pesado para mí ver como Quiroz la golpeaba, en serio, no pude con eso.
—Sí, te entendemos. Pero, lo que más nos aterró, es que parecía que hablabas contigo mismo.
—¿Eh? ¿Qué intentas decir?
—Eso mismo—continúa Joey— que empezabas a discutir contigo. Entablabas una especie de conversación, es como ¡No sé! Muy extraño.
—Así es, hablabas con otra persona, pero eras tú mismo. Fue muy extraño.
Es difícil para mí comprender que Lenna de mi mente no estaba presente. Digo, es obvio, pero no esperaba que fuera a conversar poco a poco conmigo. Es terrible, es un gran golpe para mí comprender que no hablaba con nadie más. Eso quiere decir que ¿Es mi interés matar a Lenna?
—¡No pienses eso! —me dice aquella trampa creada por mi cabeza— Yo estoy aquí, juntos estamos en esto. No estás solo.
—¿Has visto?—pregunta Joey y me señala— ¡De eso mismo hablo! Quiero decir, dices unas cosas muy extrañas. Es como si hablaras en tercera persona, pero contigo mismo.
—Comprendo—digo intranquilo.
—Charles, lo único que te puedo recomendar, es que no hagas locuras. Pensé que, entre Lenna y tú, tú eras el más cuerdo. Temo equivocarme, porque en serio fue muy aterrador ver como combatías contigo mismo. Te pegabas y ordenabas cosas que tú mismo no aceptabas.
—Sí, tienes razón, Denny—me siento poco a poco en mi cama, confundido por toda esta situación.
—Busca ayuda, porque una persona como ella no merece tu sufrimiento—finaliza con esas palabras y ambos se marchan.
https://youtu.be/vgmXiTG21yM
Estos momentos de desesperación hacen que tenga en mi mente la canción de "Letting Go", aquella que es la más pesada en "Venus and Mars", empieza a reproducirse tan cercana a mis oídos que parece que yo mismo la estoy escuchando, pero no es así.
Sin esperar un minuto más, tiro mi pistola a la basura y vuelvo a salir de la casa. Jade está inquieta, grita y me sigue hasta la salida, pidiendo que detenga la locura o le explique mis planes, pero eso no sucederá.
Ah, she tastes like wine
Such a human being so divine
Oh she feels like sun
Mother nature look at what you're done
Oh I feel like letting go
Oh I feel like letting go.
Las lágrimas salen por mi rostro cuando entiendo la situación, miro mi copiloto, lugar donde ella, en realidad, siendo en carne y hueso, se sentaba ahí. Donde viajábamos por toda la ciudad buscando puntos de partida, y me duele saber que ni siquiera la puedo tener en mi mente, porque soy sólo yo; un mediocre, un fracasado que no puede aceptar que una mujer lo ha dejado.
Pero Lenna no era cualquier mujer.
Ah, she looks like snow
I want to put her in a broadway show
Ah she'll dance and dine
Like a lucifer she'll always shine
Oh I feel like letting go
Oh I feel like letting go.
Le explico al doctor Newman sobre mi terrible y delicada situación, él escucha atento, escribe en su cuaderno de notas cualquier detalle o cosa que yo puedo decir y explicar.
—Y estuve a punto de hacerlo. No quiero convertirme en el Chapman de esta historia—digo.
—Oh, ella no es una buena mujer. No deberías sentirte culpable—vuelve a intervenir aquella Lenna, falsa, ilusión voluble de mi débil mente.
—Comprendo—me mira el psicólogo—. Lamento decirte esto, pero parece que es lo más acercado.
—Nada de lo que este médico barato pueda decir, es cierto—continúa mi vaga alucinación, aunque yo intento ignorarla.
—Me temo que has creado esta versión de Lenna como mecanismo de defensa, Charles—explica.
—No entiendo—digo.
—Sí, las situaciones y las personas por las que vivimos diariamente no pueden borrarse tan fácilmente, y menos de una manera tan brusca como tú ruptura con la señorita Vail Epstein—argumenta—. Por eso, cuando ella se fue así, de una forma muy abrupta, tu mente creó este mecanismo de defensa para superarlo y sobrellevarlo.
—¿En serio?
—No Charles, no le creas. Son estafas de loqueros promedios—sigue hablando esa alucinación en forma de Lenna.
—Eso mismo pasa, eres tú mismo quién habla, pero tu mente cree que es la señorita Vail Epstein—confirma el doctor.
—No puedo creerlo—mis lágrimas salen sin pedirlo—. Es que... ¿Por qué? Ella apareció así, antes no estaba, pero ahora parece que jamás se irá.
Oh I feel like letting go.
Oh I feel like letting go.
—Por lo mismo, Charles. Estuviste tanto tiempo con Lenna, diario ¿No? La veías siempre durante los últimos ¿Cinco años? No podrías tolerar perder el contacto, y menos de esa forma tan violenta, además, creaste un prototipo de tu Lenna ideal; amable, hermosa, complaciente contigo. Es lo que hacen muchas personas para sobrellevar y soportar la muerte o desaparición de familiares o allegados muy cercanos.
—Pero ¿Por qué no lo hice con Heather Louise? Mi hija.
Ah, she sings it so
I want to put her on the radio
One day and there you are
Ladies and gentleman -
A brand new star.
—No lo sé, no es una regla que deba ser seguida al instante. Ponte a pensar por un momento, ¿hubo una manera en qué tú cubrieras la ausencia de tu hija por medio de otra persona?
—No—respondo automáticamente.
—Bien... —sigue apuntado.
Oh I feel like letting go
Oh I feel like letting go
El psicólogo Newman prepara una elaborada receta médica, la pone frente a mí, y dice:
—Tomarás estas pastillas que te ayudarán a controlar el delirio paranoide y las alucinaciones. Además, creo que sería mejor que no tomaras mi consejo de superar a Lenna conociéndola más. Con esto, lo mejor que puedes hacer, es ignorarla lo más posible.
—Gracias doctor, así mismo lo haré.
No tardo en ir a comprar las pastillas recetadas y seguir las indicaciones al pie de la letra. Necesito mejorar, necesito seguir con mi vida, y la mejor manera de hacerlo, es olvidando y superando definitivamente a Helenna Vail Epstein, futura señora de Quiroz.
Mientras conduzco de regreso a casa, no hago más que pensar en lo que dijo el doctor Newman. Suena bastante lógico que me haya creado esta sustitución de Lenna con tal de sobreponerme al dolor, pero ¿Lo habré hecho con Heather Louise? ¿Busqué (inconscientemente) a una persona parecida a ella para soportar su partida? No.
¡No quiero ser un desequilibrado! No puede ser cierto, yo superé la muerte de mi hija.
Eso hice.
¿O no?
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