6. Enseñanzas
Única advertencia: Ink es mujer y alfa.
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La mañana acontecía un nuevo y refrescante día; la media noche se inundó de una suave llovizna bañando la arboleda en su totalidad llevando humedad hasta la más seca capa de tierra y los más frondosos árboles. Las gotas aún caían rebosantes, descontinuadamente y sin un orden en específico como jugando quién caía primero que quién, templados y armoniosos cimarrones se extendían por todo el cielo grisáceo que se camuflaba tras sus esponjosas texturas.
Sin embargo, el clima templado y fríamente invernal apesar de estar en medio verano era ennegrecido por las riñas de Shattered quién el muy distraído por su propia inspiración caminaba de un lado a otro por la habitación mientras Geno miraba por una pequeña ventana de la cueva, uno de los pocos cambios modernos arquitectónicos en las que se cedió a cambiar para todos. Un inconsciente suspiro salió de entre sus labios mostrando su hastidio por encontrarse encerrado recibiendo una charla de la que oía pero no escuchaba realmente, de cualquier manera, lo volvería a hacer, solamente debía ser más cuidadoso y cuidarse de seguir olores que le traerían más problemas. No arriesgaría su única oportunidad de sentirse en paz consigo mismo de nuevo, cuando él no parecía pertenecer al mundo actual en el que vivía.
Ese pequeño gesto no pareció pasar desapercibido para Shattered, que paró de hablar para prestar atención al albino que miraba perdido por la ventana sin darse cuenta de su paro repentino.
—Oye. ¿Me estás escuchando? —gruñó con aspereza evitando dejar en evidencia la molestia que le causaba que lo ignoraran. Chasqueó los dedos frente a Geno exasperado buscando llamar su atención, él sólo parpadeó desorientado para mirarlo a los ojos sin ningún interés. — parecías pensativo.
—Oh, sí, aún me encuentro algo perturbado después de lo de anoche —mintió con simpleza ahuecando sus manos para sostener su rostro en ellas sobre la mesa de madera pulida y mirarlo con una leve sonrisa, en realidad sólo deseaba irse de allí lo más rápido posible.— . Ya aprendí mi lección; nada de salidas nocturnas, desafiar la autoridad ni tampoco salir del territorio.
Eso ni me lo creo yo mismo.
El Alfa alzó vas cejas incrédulo y alzando ligeramente la barbilla, azotandolo con una mirada que escudriñaba todo de Geno para encontrar alguna señal o mentira que lo delatara, tampoco le creía demasiado después de afirmarlo tan descaradamente cuando lo conocía más que cualquier autoridad de la manada. Él era el único que cubría todas y cada una de las rabietas que al omega albino se le ocurría llevar a cabo como un juego de cachorros, y eso lo llevó a charlas serias con los Élderes cuando llegaba la hora de reunirse.
Geno era uno de los pocos cachorros que nunca tuvieron la oportunidad de tener un linaje propio en su sangre que llamara por un "hogar", ni tampoco una figura paterna que se encargara de educar el lobezno como se debía. Para la guardería era infame dar a criar a un cachorro desconocido con sangre manchada de alguna otra manada que se mezclara con la suya, y aunque él en ese tiempo habría de ser el futuro Alfa no podía obligar a las omegas de la guardería a cuidar del niño, porque no le mantendrían con el mismo trato que con los otros y eso causaría un problema a futuro; y, también en parte sabía que tenían razón, porque Geno no tenía sangre Chikara, pero tenía el espíritu de cualquier alfa de esta.
Libre, sin límites, fresco.
Y ese mismo espíritu reflejaba la mirada decidida que le dedicaba, la misma mirada que de cachorro siempre hacían que se saliera con la suya, una fachada más para la mentira que amenazaba con salir en cualquier momento cuando se encontraba tan encerrada que, si no lo conociera tan a fondo, no sospecharía. Pero Shattered sabía que le diría que "sí" a todo y luego otra vez iría por sus propios caminos, como el alfa en el cuerpo de omega que Geno siempre ha sido.
—Muy bien —aflojó su semblante y desvío la mirada de su blanco rostro, sus músculos se relajaron ante la tensión y los del albino también al escuchar la respuesta del mayor.— puedes irte, Geno.
Gracias, Diosa Luna. —Geno alzó la mirada muy brevemente en agradecimiento silencioso a su bienechora y mostró sus blancos dientes en una sonrisa a Shattered para después seguirle con un abrazo, que el mayor no dudo en corresponder con un necesitado apretón.
Ambos se despidieron, regresando de nuevo el silencio sepulcral en aquella silenciosa y polvorosa cueva, silencio que dejaba en claro lo mucho que había pasado desde que hubo calidez familiar alguna vez.
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Lo que Geno disfrutaba más de las mañanas en Chikara era enseñar, pensándolo bien, era una de las pocas razones por la que aún no consideraba convertirse en un viajero errante, alejarse de todo lo relacionado con la manada y buscar su verdadero hogar. Recibía los ánimos de Shattered con un entusiasmo que lo hacían pensar si en realidad era él quién iba a dar clases o el mismo Alfa.
Era una verdadera bendición para él brindar enseñanzas de vida a esas inexperimentadas mentes faltantes de conocimiento, siempre que sus pasos se encontraban con el camino al pequeño prado donde los cachorros se reunían hambrientos de saber, sentía que la comisura de sus labios se elevaban al recordar las incontables anécdotas que esos lobeznos le hacían vivir a diario.
Las mañanas de Geno estaban llenas de mariposas gracias a esos pequeños, y siempre estaría dispuesto para cuando ellos cayeran, porque les quería dar algo que nunca tuvo cuando era un niño inexperto por la vida.
Uno a uno fueron llegando, sin faltar las risas en sus pequeñas expresiones delatando los lindos hoyuelos en la piel que brillaba al sol mañanero.
No faltaba un niño que tuviera el ceño fruncido sobre su frente y una actitud que por muy resignada que estuviera a asistir no eliminaba el ánimo en las sonrisas restantes. Geno comprendía cuando sus corazones venían agitados del hogar, habían familias disfuncionales en Chikara, las discordias invadían el hogar, más el estrés de estar rodeado de personas que no entenderían su situación era desesperante. Un buen ejemplo sería Criller, un niño albino y blanco con ojos oscuros bastante serio y reservado, pero cuando lo hacía sonreír podía iluminar la noche más oscura con su alegría.
El grueso árbol al que estaba apoyado le daba sombra al pequeño grupo que le observaba sonriente, el mismo Criller se había acercado a él de imprevisto para regalarle una cesta de frutas. Su expresión de vergüenza y mirada hacia el suelo fué realmente adorable.
Él no merecía esos niños.
—Muchas gracias, Criller ¡Fué tan amable de tu parte! ¿Qué tal si después de la clase lo compartimos entre todos? —sugirió acariciando sus cabellos con cariño. El niño sólo asintió con una leve sonrisa regresando a sentarse junto a sus compañeros.
Geno colocó la cesta con todo tipo de frutos rojos en el pequeño tronco junto al roble para volverse a la clase y escribir una palabra en la gran pizarra que había traído de su hogar apoyado contra el tronco.
—Hoy aprenderemos a formular una oración simple. —se dirigió a toda la clase terminando de escribir con la tiza el título dejándolo ver a los pequeños alumnos — la oración está dividida en tres fragmentos: el sujeto que es de quién se habla, el verbo que sería la acción que se comete y el predicado. —juntó sus manos.— ¿Alguno me puede dar un ejemplo de una oración usada en la vida diaria?
Muchos levantaron sus pequeñas manitos al aire emocionados por ser parte de la clase, Geno sonrió automáticamente por su entusiasmo y paseando su mirada entre los lobeznos seleccionó a un diminuto rubio al lado de Criller que parecía desear tocar el cielo con su bracito extendido.
—¿Palette?—fué una alegría para el niño al escuchar su nombre del único adulto presente. Con inocencia en su rostro iluminado por ser tomado en cuenta pese a su pequeño tamaño, contestó.
—"El maestro es muy amable".
—Aw, gracias, Palette—sintiendo dulzor en su alma anotó la oración en la pizarra y encerró en círculo la palabra "maestro" "es" y "muy amable". Pero antes de que prosiguiera con su explicación, otro niño se dirigió a Palette con cierto tono burlón que Geno no pudo pasar por alto.
—¡Qué oración tan aburrida, Palette! Creo que "El maestro que no tiene predestinado" es más realista.
—¿No escucharon al maestro?: Sujeto, verbo y predicado. Creo que "El omega que no tiene estatus social" es mejor.
Geno miraba en silencio incómodo ante lo que estaba escuchando, sin saber cómo reaccionar por lo dicho de parte del niño mientras estos seguían discutiendo, pero él sólo permanecia lejano pensando.
Era la primera vez que oía algo semejante de uno de sus niños, aunque tal vez murmuraban de ello en privado y nunca habían asomado nada en público como hasta ahora. Su situación con su mate hacía que cada vez más perdiera posición en la manada, ahora veía que de lo que escuchaban de los adultos lo repetían los pequeños, quién sabe si realmente reconocen la gravedad de lo que repiten por sus pequeñas bocas. Parecía que Palette había notado el doble sentido en la frase por lo que alegó con ambas mejillas infladas en rabia.
—¡Claro que no es así! ¿Cómo pueden decir eso? —sonrío como si tuviera un as bajo la manga que testificara por él.— ¡Es más! ¡El maestro sí tiene mate!
¿Qué?
—¿Qué? —preguntó el mismo Geno conmocionado por lo dicho por el pequeño Palette, su compañero Criller asentía frenéticamente con una expresión "seria" demostrando que era verdad lo dicho y no algo improbable. Los del fondo que observaban aburridos la clase denotaron bastante interés en lo que Palette afirmaba sin fundamentos.
¿Desde cuando su clase se convirtió en una confesión sin sentido? Pero deseaba escuchar lo que el niño tenía que inventar para luego aclarar ese malentendido de su vida privada con severidad.
Una voz conocida lo llamaba desde sus espaldas interrumpiendo a los niños con la palabra en la boca, a lo que volteó y los lobeznos también presentaban curiosidad por la nueva interrupción a la clase.
—¡Geno! Estaba segura que te encontraría aquí —canturreó con voz jovial y una amplia sonrisa la recién llegada ignorando por completo al grupo de niños que miraban con intriga todo lo que acontecía sobretodo por esa interrupción de esa Alfa. Rodeó con sus brazos en un efusivo abrazo a su amigo que no reaccionó enseguida, pero antes de siquiera hacerlo la muchacha se movía con la alegría característica de ella separándose y parándose firme con las manos tras su espalda y balanceándose hacia adelante para hablarle un poco más discreto— tengo que hablar algo contigo. —miró de soslayo al grupo. — a solas.
—Ink... ¿No creés que es muy temprano para tus jugarretas? —Geno se llevó el índice y el pulgar presionando el puente de su nariz por la inesperada visita en medio de su clase cuando sabía que estaba prohibido interrumpirlo a menos que sea algo de suma importancia para la manada, sin embargo, agradecía en silencio que sucediera en el momento exacto para que al retomar los niños olvidaran todo el embrollo—. Entiende que tengo una clase qué atender en este momento, así que...
—¡Así que, todos a casa! —se dirigió de repente a la clase aplaudiendo una vez con la misma sonrisa con la que llegó. Geno la tomó del brazo para llamar su atención con una expresión de confusión lentamente transformándose en enojo.
—¡No puedes simplemente...!
—Escucha —de pronto la alegría y la emoción representada en sus ojos se desvaneció tan rápido cómo ella había llegado, su expresión se apagó por completo para dejar al oído una voz cubierta de seriedad. El entrecejo de Geno se arrugó ligeramente al ver su repentino cambio de humor, sintiendo que en verdad se trataba de algo más que una visita a la clase, e Ink lo tomó como una oportunidad para continuar lo más bajo que podía para que nada más que ambos escucharan.— es importante. —miró sus ojos de llamativos colores que apesar de brillar en el sol se hallaban oscuros.
Tragó asintiendo tranquilamente y dirigiéndose a los niños, hablando en voz alta dijo con el reflejo de su propia duda interna enterrarse en su consciencia:
—Creo que será mejor dejar la clase hasta aquí por hoy, ¿si? Mañana les terminaré de explicar la lección —juntó sus manos sonriendo lo más suave posible, a los que unos pocos se quejaron la gran mayoría salieron disparados de sus lugares y corrieron a lo largo del prado hasta perderse en el camino del follaje en vitoreos de alegría por salir temprano de las responsabilidades.
Ya cuando llegó el momento en el que sólo la brisa veraniega y los monstruosos árboles que raspaban el cielo con sus brazos los acompañaban, Alfa y Omega se sentaron al pie de las raíces de ese viejo y gran sauce que los había acogido durante muchas clases.
No podía negar que desde esta perspectiva el bosque parecía un pañuelo, desde abajo la inmensidad de la maleza podría confundir a cualquier ser que se adentrara en él. Por ello, incluso en el territorio de la manada, se encontraban cintas amarradas a los árboles que guiaban a los desafortunados que cayeron en los brazos del mal destino y ser dirigidos a este bosque que era difícil para soltar a quiénes se adentran en él.
Miró entonces a la albina al lado de él; sus facciones eran bastantes finas, como una delicada porcelana antigua con defectos a los que a simple vista no son de notar, pero al uso pueden salir a la luz. Sus ojos, pupila derecha azúl y amarillo en la izquierda, otra de las pocas especies que sufrían de heterocromía y una de las más buscadas para ser de trofeo en alguna cabaña de cazador. Esta vez las manchas de pintura que denotaban su vestimenta eran colores cálidos, revelando tal vez que había estado pintando un atardecer. Lo decía más que todo los colores naranja y amarillo en su mejilla izquierda.
Siempre le regañaba por ello y le decía que cuidara más su apariencia e higiene con respecto a la pintura.
—Hice algo que no debí hacer... y por accidente terminé escuchando una conversación entre el Alfa y Fate —escuchó su voz romper el delgado hilo del silencio con la mirada alzada al cielo claro, el sol no podía tocar el suelo completamente por la inmensa vegetación que se cruzaban a medio camino. Mirándola así, tan serenamente mientras comenzaba a relatar una verdad importante resultaba desconcertante por sus constantes cambios de humor repentinos.
—¿Qué me quieres decir con esto? ¿Es algo importante?—inquirió.
Realmente no le interesaba escuchar por qué había había llegado a la cueva de Shattered y escuchado la conversación en un momento relevante, posiblemente había cometido una estupides como habitualmente solía hacerlo y la había llamado para darle un sermón.
—Sí —Ink cerró sus ojos deslizándose más por la corteza del árbol en una posición bastante floja, Geno pensó que lo soltaría sin dar rodeos como siempre lo hacía al contar algo, pero para su sorpresa no fué así.—. Yo pensé al escucharlo: "Wow, si Geno se enterara de esto seguramente temblaría como Chihuahua" ¿Sabes?
—Ejem... —el Omega rodó su pupila con hastidio.
—Si, si, lo sé —pero antes de continuar con lo que estaba hablando, se detuvo mirando un punto fijo en específico en alguna parte de la maleza en frente de ellos.—... ¿de qué estaba hablando? —su rostro mostró una cómica confusión por un momento como si no hubiera tocado el tema hace unos segundos, Geno aún no sabía cómo ella todavía estaba consciente de su nombre con su mala memoria a corto plazo. Una chispa de luz llegó a su rostro por fin antes de que albino tuviera un colapso — ¡Lo recuerdo! Lo que dijeron realmente me dejaron pensando. Pero no pude escuchar demasiado, ¿sabes? Fate es muy perpicaz y creo que hasta me notó —entrecerró sus ojos con sospecha para sí misma.
—¡¿Pero de qué hablaban tanto?!
—¡Que ya te digo! —se cruzó de brazos con fingida molestia y un puchero en su albino rostro. Geno juró sentir un tic en su único ojo bueno. —... Hay cazadores rondando por los alrededores del bosque.
Su voz salió más suave que las fingidas que utilizaba para que Shattered perdonara sus faltas, esta fué mirándolo a su pupila y con un aire pesado arremolinando el ambiente. Geno enseguida negó internamente aquella información, porque el bosque estaba protegido. El Monte Fuji era arropado por él como su manto, tenía una extensión bastante grande y una reputación respetable, si no era por los espíritus era por sus peligros, las criaturas, la naturaleza misma y los árboles. Porque el bosque parecía cambiar a la vista de los humanos que acercaran sus armas para la perdición. Ellos gobernaban el bosque junto con la otra mitad que pertenecía a Shizen. Era ciertamente improbable que cruzarán más allá del límite al grado de que un lobo de la manada Chikara se topara con ellos en persona.
—No... es imposible —se sentó mirándola.—En realidad no digo que lo sea, simplemente que... ¿aquí? ¿En medio bosque? Por favor, Ink —se volvió a tumbar a su lado. En cambio ella se enderezó para mirarlo con el ceño fruncido por su falta de fe a sus palabras.
—¡Eso es lo que escuché! Además, ¿tú qué creés por qué Swap nunca pudo regresar? ¿Ah? Dudo que se perdió al jugar al escondite —su mirada se endureció y la pupila de Geno se achicó moviéndose a la nada, pensativamente, sintiéndose sin respuesta para pelear contra esa idea. Ink continuó al escucharlo callar, respaldando su testimonio cambiando de tono al seguir sus palabras. — ¡Sin embargo! Poco me interesa lo que esos humanos hagan con sus vidas, supongo que debería, pero no lo hago —miró hacia el cielo.— Imagínate que desde hace semanas tenían planeado quedarse acá, algunos pocos llegaron a tantear el área, luego fueron a buscar al grupo completo y se armaron de todo lo que podrías imaginar para una duración de un largo tiempo al aire libre lejos de la civilización sólo para matar vida. ¿Cuántos de ellos podrían ser? ¿Se quedarían por mucho tiempo? ¿Tendrían un campamento para sobrevivir y recargar sus armas en este bosque? ¿Estarán incluso cerca de aquí?
Sus emociones positivas comenzaban a florecer de nuevo en sus facciones mientras tarareaba y se mecía con ligereza, tomó una manzana de la cesta de frutos rojos relativamente olvidada.
Tras unos segundos de silencio, Geno preguntó mirándola:
—¿Por qué me dices esto a mí?
—Porque si deseas seguir escapando por las noche siento que deberías mantener tu ojo abierto no sólo a los cazadores, sino también entre los de tu propia raza, Geno~
Y con esa advertencia sin sentido, las esponjosas nubes sobre sus cabezas cubrían todo el bosque Aokigahara.
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Muchas gracias por la espera jsjs. He estado bastante sensible emocionalmente estos días. Espero que haya valido la pena la espera!
Cómo están? Como los tratan la gente?
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Perdón el spam kjspsjs.
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