4. Found & Lost
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La fragilidad humana era una de las razones por las cuáles los caminos fueron creados, para que siguieran adelante pese a las dificultades que se atravesaran y ocultaran sus blandas debilidades, se perdían entre el mar de la corrupción para volver a encontrar la senda correcta mientras algunos tomaban senderos oscuros y sombríos ¿por qué malgastar el tiempo en perseguir la maldad del corazón? ¿Qué tesoro de valor equivalía eso? Por eso los propios Élderes tomaron la decisión de mantener las tradiciones entre los suyos, porque si bien "modernizaban" la manada las costumbres cambiarian, y eso no era lo mejor para ninguno de los lobos tradicionalistas y los de esta generación; de igual forma, mantener la misma relación armónica con la naturaleza después de tantas generaciones era un verdadero tesoro.
Tampoco es que su propia raza se salvara de la avaricia, sin embargo, Geno sabía más que nadie que el alma humana, a simple vista era sólo una fachada creada por ellos mismos para mentir y engañar a los pocos inocentes que quedan entre los de su especie. Sólo unos pocos. Escuchando a los azulejos cantar en una rama cercana y el viento acariciar su nuca, sólo con eso se conformaba, ¿para qué cambiarlo?
Geno no era alguien de grandes ambiciones, simplemente le gustaba vivir el presente de la forma más blanca y simple posible. Después de todo, no tenía la responsabilidad de un Alfa, ni tampoco la neutralidad de un Beta. Era sólo un Omega que tenía una linda posición en su manada, y agradecía que al menos pudiera enseñar lo que sabía a los pequeños lobeznos que en pleno desarrollo descubren el verdadero mundo con sus ojos de una manera sana.
El lago Sai estaba muy cerca de los límites de su manada, ya que es un ambiente turístico que aunque es poco frecuente se encontraba en área restringida para ellos. Días atrás un lobo de al menos unos quince años atravesó los límites del territorio sin supervisión, no pudo volver a la manada al atardecer, y la noticia sirvió como una advertencia que Geno les transmitía a sus alumnos. No deseaba el mismo destino del futuro de la manada, sobretodo cuando habían tantos cazadores barriendo los alrededores.
Al escuchar el partir de unas ramas se alertó mirando con con el ojo fijo al origen del ruido. No recordaba que nadie hubiera salido de las cuevas últimamente.
Para su alivio, era Fate que parecía traer a arrastras a una presa gorda, seguramente para él y sus hermanos pequeños. La élite de Alfas cazaban en grupo cada tarde para satisfacer a todos los miembros por igual, pero como su rango era de mayor altura podían cazar por su cuenta y salir del territorio sin la autorización de los Élderes ni el Alfa Mayor, siempre que sea bajo un riesgo menor. Geno parpadeó al ver el gran Oso con raspones y mordidas por todo su cuerpo.
—Con eso comes una semana —observó a su amigo divertido. El lobo de puntas doradas meneó la cabeza mientras proseguía a arrastrar al Oso cuya corpulencia se notaba a simple vista.
Geno volvió su vista al atardecer dejando poco a poco de escuchar el sonido de la hierba siendo arrastrada, los tonos naturales del cielo pintaban un precioso cuadro que adoraría pintar y colgar en las paredes de su hogar si tan sólo tuviera a la mano sus herramientas de pintura. El aire olía a hierbas silvestres y frutos secos sacándole una sutil sonrisa por volver a apreciar algo así cada día.
Se suponía que a esas horas los Omegas más jóvenes y con pareja debían estar entre las paredes rasposas de sus respectivas cuevas encargandose de la seguridad y mantenimiento de las familias, sin embargo, para Geno no le era un problema al no tener mate. Y si en verdad aquello le impidiera ver lo que actualmente veía por leyes jerárquicas, tal vez preferiría no tener compañera o compañero el resto de su vida. De alguna forma, aquél pensamiento le creaba un sabor amargo en el paladar con sólo pensarlo, y ver con miedo el acercamiento de la fecha en la que los corazones se unían para formar un lazo eterno.
Su vida estaba más que perfecta, ¿para qué arruinarlo? Tal vez muchos pensarían en lo egoísta que es al no pensar por la futura generación que él proveería para la manada, que se burlaba de la Diosa Luna y su maravilloso regalo para que todos vivieran una vida... y sus pensamientos no estaban del todo equivocados. Sí, era egoísta, ¿y?
Aún no había encontrado a su mate y los Élderes empezaron a señalarlo con sospecha, los otros lobos que antes había considerado sus compañeros comenzaron a alejarse de él al ver a el resto de los Omegas unir lazos y ser bendecidos con nuevas camadas, y él aún, tras pasar Luna Roja tras otra, su mate no llegaba. Y no sabía cómo sentirse ante eso, ¿exasperado? ¿Feliz? ¿Vivir su vida sin responsabilidades a diferencia de sus otros compañeros Omegas pero ser señalado por el resto? Tal vez, la ambición y humillación no sólo habitaba entre los humanos.
Su lobo interior surgió de su ser y se transformó, su precioso pelaje albino se movía con el viento a la dirección en la que se dirigía con rapidez. El manto negruzco de la noche empezaba a cubrirlo ya que las sombras de los árboles sobre él habían ocultado cualquier iluminación. Mientras viviera de esa forma agradecería a la misma Diosa por hacerle ver lo que los otros Omegas no veían, algo más allá que amamantar cachorros y aguantar las leyes que les reprimían por ser inferiores. Su único ojo bueno brillaba bajo las sombras oscuras y se mezclaba con el follaje, hasta que al fin de un salto pudo alcanzar un largo y extenso prado llano, los helechos de movían como una oscura ola verdosa en el mar al mismo tiempo de los susurros del viento. Geno jadeó un poco por su larga carrera, estaba a los límites de la manada, pero seguramente no extrañarían su presencia. Desde que dejó de ser "importante" para los líderes ya no tenían algún interés en él al ver que su mate no llegaba y las posibilidades de tener hijos iban disminuyendo conforme a los años. Era como si él ya no formara parte de esta y fuera inservible para todo asunto de la manada, excepto la educación. Después de todo, los Omegas están hechos para ofrecer lo que tengan de ellos, ¿no?
Cerró su único ojo sintiendo la fría brisa colarse entre su pelaje hasta alcanzar su piel y hacerla erizar, sacándole una sonrisa leve dejándose acariciar por el bosque. No hace mucho descubrió este llano cerca entre toda la maleza del bosque, sus noches se hacían menos caóticas desde que él había pisado la primera hierba de este sitio. Era hermoso, se podían admirar mucho mejor las luces parpadeantes que adornaban el cielo con destellos, y no sólo arriba, ciertas noches luciérnagas revoloteaban iluminando todo a su alrededor con sus pequeñas linternas internas.
Se había dejado llevar demasiado por las olas de frío que arremetían contra él y se percató mucho después del olor que percibía cerca de allí. Olía a peligro, y a... ¿moras? Sí, moras. Pero no recordaba ese olor en sus regresos anteriores. ¿Tal vez algún arbusto de moras había crecido de una noche a la mañana? Negó lentamente con ese pensamiento, este olor tenía por detrás de él un aroma sutil que Geno reconocía bastante bien, pero que le desagradaba tanto imaginarlo tenerlo cerca de él.
Se hincó y lentamente fué acechando tratando que la hierba que cubría por completo sus patas por dónde provenía el olor, su color delataba un punto blanco moviéndose entre olas y olas de verde, las nubes creaban desigualdad en los colores por las sombras que creaban. Llegó a un extremo de la extensa pradera en la que no estaba permitido pasar por los límites, pero, el olor se concentraba allí. Era una zona con hierba más alta, tanto que lo cubría por completo y lo hacía sentir indefenso, si él ya detectaba el olor, la otra criatura también lo podía oler acercarse. Asomó parte de su rostro entre la hierba alta sin percatarse que estaba más cerca de lo que esperaba y alejarse de un respingo sin importar ser silencioso.
Su corazón latía con desesperación y palpaba su pecho como si desease salir y bailar.
Detrás de ese manto de hierba alta se encontraba un gran lobo negro observando el cielo estrellado que a él tanto amaba admirar, con ojos tan azules como éste. Pero, si no era ningúna de las dos manadas que habitaban en el bosque Aokigahara, ¿quién era? ¿por qué nunca había olido este olor? Si lo habría sentido nunca lo hubiera olvidado, pero estaba seguro que no lo reconocía en su historial de olores. Y, más importante, ¿por qué sentía un frío en su pecho como si le fuera a dar un par cardíaco con sólo mirar su figura oscura? Su corazón parecía estar de acuerdo, latía con una velocidad aterradora. Los caminos lo llevaron a él, sólo esperemos a que no se pierda. ¿Ahora como salía de allí?
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¡Súper corto pero es por una buena razón! -lepegan-
¿Cómo están? Espero que bien uwu espero estén disfrutando la historia. Lo que todos esperaban desde el capítulo 1 pero nadie pudo leer hasta ahora... ✨Reencuentro mágico con la muerte y el tsundere ✨ kdosnzisdjdj he esperado para esto qwq
En fin, espero les haya gustado este cap más corto que el coño <3
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