14. Cadenas.
Abrir los ojos fué muy sencillo en ese momento, tal vez lo más fácil que en su vida haría después de eso; e incluso, por un momento hubiera querido no saber cómo abrirlos. La iluminación era mucha para un cachorro recién nacido y con mucha sensibilidad en sus grandes ojitos, aún no se adaptaba a ver no más que sombras oscuras, no tardaron en salir de él sollozos que a los oídos humanos eran simples quejidos molestos, sintió cómo lo separaban de la única fuente de calor a su lado mientras él seguía aferrada a ella con sus garritas. ¡Se estaba muriendo de frío y le quieren quitar a su madre de su lado! Pero esta no respondía a sus llamados, lucía como una alfombra vieja con pelaje explotado arrinconada, o como un peluche olvidado en algún rincón de un clóset. Pero por supuesto, el pequeño sólo notaba lo frío que se sentía él mismo y su inmediata urgencia por recibir calor externo.
¿Le quitaban a su madre? Bien. Lloró con más intensidad esperando que así quién sea que los hubiera separado recapacitara para que dejara de llorar, pero la interrupción llegó cuando se sintió que lo envolvían en algo más delgado, cómodo y caliente que lo hizo olvidarse de la presencia de su mamá por completo, lo que lo dejó atontado y tratando de buscar con su mirada al responsable que lo acogió en sus brazos, pero este lo sostenía con la suficiente fuerza para que limitara sus movimientos. Así que se conformó con acurrucarse y cerrar sus ojitos buscando un sueño que no tardó en llegar.
—Fué el único al que pudimos salvar. —había escuchado por encima de la manta, ya que esta cubría sus orejitas y el sonido llegaba amortiguado. No entendía absolutamente nada de lo que decían, pero la ligera emoción en su voz denotaba que era algo bueno.
—Buen trabajo, hermano. Puedes deshacerte de las otras pérdidas y de la madre, tal vez, si mantenemos con vida a este pequeño engendro podríamos sacar mucho de él en el futuro. No es como cualquier animal que hayamos tenido bajo nuestras instalaciones, no. Lo estudiaremos a fondo y gente de nuestro interés vendrá a nosotros interesados. Es perfecto.
Esas criaturas que lo acogieron debían estar felices por su llegada, aunque no sabía lo que decían. Pero si le tendían esa cosa enorme y caliente que lo envolvía, debía confiar en ellos y dormir con tranquilidad. Después de todo, ¿qué podía hacer él en ese momento que dejarse cuidar? Tampoco tenía intenciones para hacer otra cosa más que eso. Apenas había abierto los ojos y ya le agradaban esas personas.
No tardó mucho en adaptarse a las luces del lugar y al itinerario; no les importaba si estaba durmiendo plácidamente en su cama, los sacaban de esta a cuestas y comenzaban a examinarlo, conectando cables a sus extremidades y al cabo de un tiempo en una pantallita se podía visualizar lo que ellos querían ver. Lo que no podía acostumbrarse era a aquellas agujas de gran tamaño, que además del dolor del pinchazo estas contenían diversos químicos que a veces, dolían como si el líquido que segregaba le consumiera las venas. Después de diversos exámenes en las que pacientemente esperaba terminar, la hora de la comida. Era seca, sin jugosidad y el 80% tenía sabor a medicina. Sin importar qué tipo de alimento era, porque siempre era variado. Y, estúpidamente esos humanos se quedaban mirando mientras comía por ese cristal que los dividía haciendo anotaciones como si estuvieran estudiando sus reacciones y gustos. A veces hacían pruebas con la comida que provocaba que su estómago rugiera más del necesario y lo desesperaba. Si no fuera por la mala calidad alimenticia, esos hombres que jugaban con él y la comida, esa sería su hora favorita del día.
Se había acostumbrado a que estos se refirieran a él como "Yuki". Si ellos podían nombrarlo como se les diera la gana él también podía hacerlo si no fuera porque a todos esos hombres con batas blancas y lentes gigantes les parecia iguales. Excepto por una mujer de hermosa y abundante cabellera rubia que siempre parecía llevar la elegancia con ella a dónde fuera, y al otro hombre parecido a ella que la seguia como un perrito faldero. Siempre que los observaba hacer presencia por los pasillos a través del cristal discutían, él sólo ladeaba la cabeza pensando qué tantas diferencias podrían haber entre los seres humanos que los hicieran intercambiar ideas y quedaran inconformes con las demás que no fuera la suya propia. ¿Entonces por qué el ser humano se hizo para ser sociable, si nunca llegarían a un acuerdo entre otros? Esos serían "los problemáticos oxigenados" por ahora.
Había llegado a la etapa adulta.
Pudo ver que su pelaje se había transformado, pasando de un gris opaco a una hermosa melena azabache que cubría su cuerpo terminando en puntas doradas, sus orejas gachas estaban erectas habiéndose obligado a escuchar hasta el más mínimo ruido que hiciera presencia humana, para mal.
Ya no sé sentía seguro ni conforme, mientras crecía su conocimiento también lo hacía junto con su cuerpo. Tuvieron que obligarse a colocarle cadenas que muchas veces me había hecho la existencia imposible y la garganta se le destrozaba por los gruñidos que salían de él. Varias veces se había herido por los movimientos en un arrebato de ira que ejercía con tal de zafarse de ellas. Había aprendido bastante sobre el lenguaje humano y podía saber lo que ellos decían a sus espaldas creyendo que no los entendería. Pero no podía hacerles saber qué podía hacerlo, no.
Durante la visita de alguien, no sabía de quién ni tampoco le había prestado importancia al inicio, mientras fingia dormir escuchó desde el barandal de arriba una conversación con la rubia, la cuál mucho después descubrió que se llamaba Helena, y el nuevo visitante. Había descubierto que se trataba de una organización ilegal cerrada que estudiaba y experimentaba con especies que la humanidad ni siquiera tenía consciencia de su existencia. Y ese hombre no era un científico, y a juzgar por sus ropas extrañas y extravagantes ni siquiera parecía ser alguien con quién Helena hablaría. No pudo evitar abrir un ojo de reojo y mirar hacia arriba como ambos se sonreían y apretaban sus manos.
Ya estaba cansado de intentar escapar.
En uno de sus intentos, al correr por los pasillos descubrió la existencia de dos cachorros, su olor los delataba, pero pasaban desapercibido por dos niños humanos muy inusuales. No se encontraban en un hábitat como él, estaban en una habitación. Su apariencia fué lo primero que le llamó la atención, pero no pudo indagar demasiado porque sintió el piquete en su costado, y después cómo la consciencia lo abandonaba y se iba lejos. Lo habían sedado.
Habiendo sabido que se había enterado de la existencia de los otros sujetos, usaron eso a su favor para amenazarlo cuando no quería colaborar con sus investigaciones. Ellos eran apenas unos cachorros, quién sabe qué sucios medios habrán usado para tenerlos en sus sucias garras humanas. No podía dejar que crecieran engañados bajo alas protectoras falsas. Aún creyendo que podía aguantar las cadenas que diariamente esos científicos lo hacían arrastrar, lentamente ya no pudo identificarse a sí mismo al cabo de un tiempo. Si pelaje seguía siendo el mismo, sus ojos ambarinos como dos mandarinas, sin embargo, dejó de ser ese cachorro curioso que alguna vez fué en este maldito lugar, dándole la bienvenida a una actitud más renegada hacía todos los humanos de ese lugar. Las drogas en los alimentos no ayudaban, haciéndolo caer en un estado indefenso que odiaba y aprovechaban para tomarlo y hacer lo que quisieran con él, tal vez por eso parecía más pelaje que carne al negarse a comer.
A veces se preguntaba si los cachorros estarían recibiendo el mismo trato que él, esperaba que no, y mucho menos después de lo que sucedió ese día.
El mismo hombre había venido, pero esta vez se podía observar desde la sala de observación, dividiendolos por el grueso vidrio de cristal. A sus costados, el dúo de oxigenados. Helena y Lucero.
No podía escucharlos pero sabía que todo lo que hablaran no era para su beneficio.
Entonces callaron mirando directamente al vidrio, él, alzando la cabeza y las orejas por la repentina atención. Los tobillos le ardían, quizás con heridas abiertas por mover demasiado las cadenas, y aún así pudo dormir un poco.
Entonces, por un pequeño conducto de ventilación, entró eso.
Una sombra negra como un abismo se deslizaba creando hilos oscuros en la gris pared, llena de oscuridad, cómo si tuviera consciencia propia, por mero instinto hizo un ademán de alejarse, pero miró las cadenas que lo limitaban del posible peligro, ¿qué era eso? ¿era normal? Por su corto conocimiento del mundo y las afueras no tenía idea, pero no era bueno.
—Queremos probar cosas nuevas.
Dolía.
Ardía.
Se consumía por dentro, sus gruñidos y alaridos de dolor se quedaron grabadas en las paredes hasta el posible derrumbe de ellas, sentía cómo esa cosa se deslizaba por su organismo y su alma, desbordándose por su pelaje.
—El individuo parece reaccionar bien ante el contacto con el otro ser, es impresionante la resistencia de territorio que ofrece Yuki ante el otro ser.
S
u hermoso pelaje brillante y degradado se había convertido en un oscuro infinito, su respiración pesaba, como si el aire contuviera plomo, pero a la vez se sentía ligero, sus ojos ambarinos y llenos de vida tomaron un dulce color vino, entonces la voz oscura se hizo presente en sus oídos, y las palabras quedaron expuestas ante el pensamiento.
—Rómpelas.
⋘ ──── ∗ ⋅☾⋅ ∗ ──── ⋙
Fate pisó tierra, varios metros debajo del suelo que todos hoyan con sus pies.
Era un lugar pequeño con habitaciones y rejas con miles de años de antigüedad, la humedad las había oxidado notoriamente, pero no por eso haciéndolas más débiles.
—¿Que hacías cuabdo encontraste a los niños? ¿Por qué, siendo un humano, los quisiste tocar? —gruñó con voz áspera, alzando la mirada para demostrar su imponencia mientras clavaba sus ojos en los heterocromaticos de Fly, quién estaba detrás de esas rejas con una expresión de preocupación por su propio estado.
—Yo no tenía malas intenciones con ellos, ¡Ni siquiera sabía que no eran humanos!
—Dice la verdad, puedo olerlo.
Otra vez, Dark intervinó en sus pensamientos, sin un ápice de remordimiento por haber atacado a alguien inocente, pero tampoco podía echarle el muerto al ser dentro suyo cuando él tampoco hizo algo al respecto para no dejarse llevar por los instintos de la ira.
Fate miró por un largo rato a Fly, sin rebajar su dura mirada, aprovechando ese momento para recorrer con sus pupilas ambarinas la piel blanquecina y delicada del humano frente a él, las marcas de sus colmillos que si Fell no le hubiera detenido, probablemente esa piel tersa la hubiera destrozado en un segundo. Definitivamente, dejarían una cicatriz. Al menos, Shattered pudo detener parte del sangrado para ser interrogado.
Los humanos son tan débiles... pero tan... interesantes.
Frunció el ceño ante el pensamiento que acudió a él, y entonces la mirada de asombro paralizada que aquél cazador le había dedicado aquél día se quedó grabado en su mente por largo rato, reproduciéndola una y otra vez hasta salir de su ensoñación y recordar que estaba allí abajo por una cosa.
El licántropo suspiró dejando salir el aire tenso retenido, diciendo sólo unas palabras:
—Haré una infusión para curar tus heridas, vengo enseguida.
Sin imágenes porque estoy usando saldo y no me cargan 🤙
¿Cómo están? ¿Les está gustando cómo ronda esta historia? Si es así no olviden dejar su estrellita, seguirme o compartir uwu
Sus comentarios me encantan! Me motivan más kslnxld
Empecé un curso de inglés 🤙 me woa a volver gringa.
¡Sayo! ¡Al próximo capítulo!
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