13. Catarsis (II Parte)
—¿Qué…?
Fue lo primero que salió de sus labios, su mundo se detuvo por un momento creyendo que había escuchado mal, pero la triste sonrisa que cargaba Reaper en su rostro no lo ayudaba a reaccionar como debía.
—Es una larga historia y no querrás aburrirte con ella, así que, pasemos página. —metió las manos despreocupadamente en sus bolsillos mirando el cielo despejado, un pequeño punto oscuro que se desplazaba por él en pleno vuelo, un gorrión solitario. —Cielos, eres el primero que hace sacar a la luz el tema. Felicidades, omega.
—¡Pero…! —Geno tartamudeó, no podía entender su indiferencia para que entre sus labios salieran semejantes palabras, tampoco podía notar que se sentía muy orgulloso por lo que dijo, pero si en ese momento estaba teniendo un desorden mental y con las preguntas viniendo por detrás: ¿Quién podría asesinar sólo a toda su familia? ¿Sentiría algún tipo de remordimiento interior? ¿Cuál fue la razón de peso para lograrlo? ¿Cómo se habrá sentido después de presenciar lo que había hecho?
Cada vez más sentía que se sumergía un poco en ese océano que una vez que entrara, se le haría difícil salir a tomar aire, y sucedía ahora que lentamente conocía parte de un lado de La Muerte. Le era misterioso, y le encantaba sin saber por qué. Quería saber más, un poco más de ese granito de personalidad que Reaper le había demostrado desde el primer día que se conocieron cuando la Luna raspaba la pradera.
—Oye. —su llamado lo sacó de su estupor. Ahora Reaper estaba a sólo un par de pasos de él, Geno se sobresaltó un poco preguntándose en qué momento se había acercado a él. Reaper Ladeó la cabeza ligeramente, sus larguchos y oscuros cabellos se movieron con él. — ¿No me temes? Estás ante un asesino.
—¿Te soy sincero? Sí. —respondió mirándolo con una calma que no supo de dónde había sacado, pero decía la verdad. Reaper frunció el ceño confundido y tal vez malhumorado porque no logró intimidarlo apesar de su respuesta, si Geno fuera él, también estaría confundido. — Creo que ya nos habrías matado a todos por simple placer mientras dormíamos, o hubieras aprovechado de matarme cuando podías aquella noche. Sin embargo, no lo hiciste.
—Lo hubiera hecho si no fuera por la interrupción de tu Alfa.
—Yo creo que no.
Porque mientras sigo conociéndote, cada vez más alejo aquella idea que tenía de ti en un principio.
—No finjas conocerme, omega. No olvides que puedo hacerte correr por todo el bosque si me da la gana. —Reaper se cruzó de brazos ante la amenaza con voz grave, pero lo que causó fue una pequeña risa en Geno que lo volvió a confundir.
—No lo dudo. Cumples tus amenazas con personas como yo, pero creo que en el fondo te diviertes haciéndolo.
—No lo hago, simplemente me deshago de las personas que me joden la vida, y ya.
—¿Por qué los mataste?
—No es asunto tuyo.
—Dijiste que era la primera persona quién te hizo sacar el tema… ¿no crees que te haría bien hablarlo con alguien más además de la luna y las estrellas? —rogó suavemente, deseaba hacerlo entender, además de su insaciante curiosidad, que le beneficiaría a ambos que tocaran el tema que nadie más se atrevió a enfrentarle.
¿Por qué hago esto? ¿Por qué deseo conocer lo que tuvo que pasar para llegar hasta aquí con tanta insistencia?
El rostro del alfa se arrugó en duda y desconfianza, Geno lo entendió en silencio; después de tanto tiempo hablar con otro lobo de un suceso pasado como ese era normal que tuviera problemas de confianza, incluso creía que no confiaba en su propia sombra. Pero el pequeño silencio que dejó en el aire fue reemplazado por un suspiro de resignación.
—Yo sería el futuro Alfa de mi manada. —comenzó con una voz gutural, seguramente poco a poco entrando en sus recuerdos, o eso decían sus ojos perdidos en el gorrión que hace un rato sobrevolaba sus cabezas y ahora posaba en una rama cercana cerca del cielo. Geno lo había supuesto al escuchar que había sacado toda esa fuerza para asesinar a toda su familia, sólo un Alfa o el futuro líder tendría esa magnitud de poder en sus manos. — Mi padre sufría de una enfermedad degenerativa, así que desde mi nacimiento, la esperanza de un líder honorable y orgulloso recaía en mí. Mis padres eran ambiciosos, al igual que toda la manada. —en su voz parecía tener el fuego de la rabia encendido en su garganta. — Resultado de ello, me enviaban a entrenar con la élite de alfas, no he pisado una clase con otros niños en mi vida.
—¿Qué? —a Geno, como maestro, le parecía ridículo lo que estaba escuchando. — ¡Un niño en su infancia debe aprender a relacionarse, compartir y divertirse! ¿Cómo podían…?
—Pues no era mi caso. —lo interrumpió con algo de molestia, Geno entendió que lo mejor era no interrumpir más con las emociones inestables del pelinegro en ese momento. Reaper carraspeó, prosiguiendo. —todo niño desea patrullar y entrenar con otros lobos mayores que midan tu capacidad y te consideren digno de andar con ellos, pues, yo no. Porque los alfas con los que paseaba a patrullar no jugaban al escondite conmigo, o me felicitaban porque dije una respuesta correcta como en toda clase. Sólo… yo tenía que ser tratado diferente, para ser un mejor líder que sustituya a mi padre enfermo. —otro suspiro profundo salió de su boca, su ceño se frunció mirando con rabia a la nada. — Por ello, los cachorros de mi edad comenzaban a molestarme. Creían que porque era tratado de esa forma me creía superior a todos, falsas mentiras que su pequeña e inútil mente crearon.
—¿Por qué no le dijiste a tu padre? —Reaper soltó una carcajada amarga.
—Ese maldito simplemente me dijo que para alcanzar la gloria no debía ser “aceptado por todos” porque llegará el momento en el que ellos mismos se rendirían a ms pies. ¿Sabes lo que es recibir ese tipo de respuesta viniendo de tu propio padre cuando buscabas apoyo en él?
—No…—Geno entonces recordó a Shattered y lo que hace un rato habían discutido, era la primera vez que recibía una respuesta como esa, pero Reaper debió haber escuchado frases similares durante toda su niñez.
—Una noche…—prosiguió con las manos en sus bolsillos. — Me harté de todo lo que sucedía en mi vida. Era joven, no lograba comprender por qué ante los ojos de los demás, ser parte del linaje del Alfa era una bendición. Para mí era el infierno. Y por eso, todo llegó al límite una noche que escuché a mi padre mientras escribía en voz alta una carta a los Élderes hablando sobre mí. Querían convertirme en alguien que no estaba dispuesto a ser. —Geno escuchaba atentamente, sin comprender todavía cómo un padre puede arruinarle de esa forma su vida a su hijo debido a la presión de la enfermedad, sí, era su esperanza de un buen líder, pero… ya había escuchado suficiente cuando Reaper dijo que no había ido a clases normales. — Oh, claro. También estaba el problema de que mi predestinado no llegaba a mi vida.
¿Él también…?
Geno sabía lo que se sentía, por supuesto, pero en el caso de Reaper, para llegar a ser Alfa debía casarse. No pudo imaginar la presión que toda esa manada habría puesto sobre sus inexpertos hombros.
—En un principio, nadie se había preocupado. Pensando que llegaría el año siguiente, mi codiciosa madre me instruyó en lo que debía hacer una vez que me casara, cómo mantener a mi pareja satisfecha y, por supuesto, asegurarme que fuera ´fértil. Mi madre era capaz de casarme con alguien que no fuera la persona que la Diosa Luna predestinó para mí con tal de darle un heredero.
» Era sólo un maldito muñeco con los que jugaban… —su voz sonó agria entre el silencio de la naturaleza. — por ello, en la cena de la Luna Roja, envenené los vinos de la élite de alfas exprimiendo algunos frutos venenosos en el líquido antes de ser servido. —Geno sintió el escalofrió recorrer su columna, llegando a esta parte de la historia. Mañana sería la cena de celebración en su manada. Reaper sólo sonrió con los labios sellados levemente. — cada uno cayó en su debido tiempo, y los más débiles los tuve que contener para que nadie le informara a la manada vecina, o estaría muerto. Estaba rabioso, la ira nublaba mi vista y a cada beta, omega o alfa que intentara detenerme los derribaba por la fuerza. Creo que la misma Diosa Luna me dio la fuerza para hacerlo, porque, aun siendo un futuro Alfa, ni yo mismo me lo habría creído. Cuando llegó la hora de matar a mi padre, me preguntó por qué hacía todo esto. Hasta en sus últimos momentos el viejo era un hipócrita… —dijo con una chispa de desdén y burla. — Sin darle más palabras, le dije que había arruinado mi vida y que nunca lo perdonaría por lo que hizo. Mi madre, que presenció cómo lo asesinaba frente a sus ojos, me ofreció oro, joyas, todo tipo de cosas que ambos sabíamos que no conseguiría, porque, no reconocía a al hijo que crió en base a la codicia. —cerró sus ojos con suavidad. —Y, aquí estoy.
—Por eso siempre te encuentro aquí… —Geno afirmó para sí mismo con Reaper mirándolo fijamente.
—Incluso después de haberte contado cómo fueron las cosas, sigues aquí.
—No puedo juzgarte por lo que hiciste, Reaper, porque no soy nadie para hacerlo. A diferencia de ti, no soy alguien de gran posición. Pero como dijiste esa noche que te conocí, sólo soy un omega, en mi manada, alguien utilizado para mantener. Mi predestinado tampoco ha llegado, y como sabes, soy inútil allí si de eso se trata. —sonrió un poco al notar el rostro de sorpresa de Reaper.
—Creo que debí haberlo supuesto por tu olor.
—¿Es muy obvio?
—Un poco, sí.
Geno sonrió, pero luego decayó lentamente.
—Eso que hicieron tus padres, es imperdonable… No puedo creer que existan parejas así en el mundo, que se obsesionen con la idea de crear una imagen distinta de su hijo a lo que en realidad es. Pensé que sólo los humanos tenían esos pensamientos. —Geno se entristeció con sus propias palabras, porque conocía a Shattered, y sabía que él no sería capaz de hacerle ese daño. Nunca lo había menospreciado por ser lo que era.
—Lastimosamente, lo hay.
Entonces, sintió unos brazos rodearlo súbitamente.
—Lo siento.
Reaper no supo cómo reaccionar, pero hizo lo único que por su mente pasó, y fue corresponder.
Las horas habían pasado, y cada uno se fue por su lado después de una conversación que disfrutaron una vez enterrado el tema, y cuando Geno llegó sonriente a su hogar buscó a Shattered en su cueva, estaba allí leyendo un libro junto a la ventana, y no se imaginó sentir un abrazo súbito de su parte.
—¿Geno? ¿No estabas enojado? Fate me contó que te fuiste sin decir nada.
—Un poco, sí. Pero te extrañé todo este tiempo.
Shattered sonrió, dejando a un lado el libro posicionado en el marco de la ventana devolviéndole el abrazo afectuoso a Geno.
No me importa que ningún hilo sanguíneo nos una, eres mi hijo.
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