11. Lirios.
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Fate pisó su cueva tras la satisfacción de aspirar el leve dulce y delicioso chocolate blanco de Shine y el cítrico limón de Lull impregnado en los muebles y alfombras junto con su propio olor a agua de mar que se entremezclaban creando un extraño pero agradable aroma a su nariz, al menos. Era increíble cómo tres aromas que no tenían nada en común pudieran hacerlo sentir gratificante.
Olor a hogar.
Corrió a su habitación para cambiar a su forma más humana y ponerse algo cómodo mientras dejaba que sus pensamientos y preocupaciones volaran lejos y no lo atormentaran por hoy. Estaba feliz de que la noche estaba impecable, limpia y llena de magia sin nada interesante qué reportar ni de qué preocuparse después de haber dado un recorrido rápido por el límite del territorio antes de que la oscuridad lo atrapara. Todavía su conversación con Shattered se asomaba por su mente, pero el salir y dejar que el viento cepillara su pelaje hizo que lo apartara para otro momento.
Comenzó a tararear una melodía mientras afilaba el cuchillo que usaría para cortar la carne que hoy había conseguido para ellos.
Entonces, los ojos de ese cazador acudieron a su mente como un deja vú. Eran tan similares a los que alguna vez fueron de Geno.
No tenía ningún resentimiento por los humanos porque estaba consciente que existía una partícula de corrupción en cada especie, pero su alma aún se apretaba dentro de su pecho cuando recordaba incontables momentos en las que maldijo a los humanos por haberle hecho tanto mal a él y a sus hermanos. Fate suspiró profundamente, entrecerrando los ojos.
Shattered fué tan amable en apartarnos un sitio en el que quedarnos en el lapso de tiempo que se cansaran de buscarnos. Quién diría que ese "mientras tanto" duraría para siempre.
El cuchillo se deslizó cortando los vegetales que acompañarían la carne.
...
—Segunda fase de la investigación "bestia": El espécimen reacciona positivamente ante los estímulos sencillos, como lo son sus reflejos y sus sentidos cognitivos. Sin embargo, tras los últimos estudios realizados con respecto a la criatura denominada Dark inducida artificialmente por el Dr. Lucero, podríamos llegar a la conclusión de esta fase de la investigación.
»El espécimen 'Yuki' ha demostrado ser un individuo terco y receptivo a colaborar con todos los trabajadores en este equipo, como un pequeño gato listo para erizarse y amenazar. Sin embargo, su inteligencia también se ha podido demostrar mostrándose colaborativo al ver a los dos cachorros de los proyectos anteriores verse amenazados, estos sin haber tenido ninguna relación afectiva con Yuki. Su cuerpo, apesar de eso, aún no ha podido aceptar a Dark manteniendo una lucha constante entre el control de este. Es fascinante de ver, ciertamente.
Hizo una pequeña pausa, tras pensar un poco.
—Personalmente, sigo sin poder creer que un lobo tan fuerte como Yuki fué procreado por la anterior, tan moribunda. Gracias a nosotros, hasta ahora ha persistido demasiado bien. —la grabación terminó.
El sonido sordo de los tacones de la rubia mujer eran bien recibidos por las baldosas blancas cuando se encontró con otro científico con rasgos bastantes similares a los de ella. Con una sonrisa blanca y sutil, acarició y enredó uno de sus mechones dorados entre sus dedos, con la pregunta en la lengua sabiendo perfectamente la respuesta.
—¿Ya pudiste dar la orden para calmarlo?
—El anestesiólogo hace siempre un buen trabajo.
—Bien.
Ambos miraron las cuatro pantallas en un corto silencio.
...
Era extraño, no podía escuchar ningún sonido proveniente de las habitaciones de sus hermanos. Si no los conociera como su propia vida fingiría tranquilidad diciéndose a él mismo que probablemente el día los había agotado hasta dormirlos; pero ellos por muy cansado que estuvieran, siempre se levantaban corriendo a recibirlo a su llegada al sentir su olor entrar a la casa. Sin importar despertar para ello.
Maldición.
Dejó el cuchillo y la carne abandonada en la isla situada en la cocina y se dirigió con pasos rápidos a las habitaciones de ellos.
Todo estaba exactamente como lo tendrían si estuvieran allí en ese momento, salvo que no lo estaban. El sudor comenzó a bajar de la sien de Fate y su ceño se frunció gruñendo cuando se apartó del marco de la puerta.
—Mierda.
Sin darle siquiera tiempo de salir de la cueva su lobo rugió dentro de él y salió disparado hacia el bosque, aún si no tuviera la menor idea de dónde se encontraban. ¿Se habrían quedado en casa de Lust hasta tarde? Por supuesto que no, era impensable. Ellos tenían la clara orden de hacerlo dado el caso que ocurriera una emergencia inesperada y él debía regresar hasta mucho más tarde de lo usual. Pero, ni siquiera la noche estaba demasiado avanzada cuando llegó a casa.
Ellos siempre esperan a mi regreso...
Recordó cuando una vez, Shine se había perdido jugando en el bosque y él tuvo que salir a buscarla a altas horas de la noche mientras la lluvia caía sobre su cabeza y dejando a Lull a cargo de Lust. Tras horas de búsqueda y con su piel ligeramente caliente por la fiebre de preocupación y la llovizna, la encontró bajo el techo de una cueva. Ella, entre lágrimas, le prometió nunca más hacer algo parecido en su vida mientras él estuviera cuidando de ellos.
Entonces, ¿por qué?
Aulló. Sus compañeros, excitados por la emoción de haber sido llamados tan pronto de sus cómodos hogares no tardaron en correr junto a él y tras un intercambio de gruñidos demandantes de su líder separarse en distintos caminos.
No podía sentir sus olores entre su propia conmoción en el camino, lo cuál lo desesperaba más.
No, ahora no...
Movió su cabeza intentando apartarlo, una fuerza que no podía hacer que su cuerpo reaccionara por él salió demostrando que podía más que su debilidad por sus hermanos. Dark se relamió los colmillos, con las pupilas ámbar de Fate totalmente afiladas.
El bosque Aokigahara sonreía para ellos al tenerlos a su merced.
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—Lull... ¿seguro que este es el camino?
—¿Estás dudando de mi sentido de orientación? ¡Vamos, Shine! Sé exactamente en dónde estamos.
—¿Así que esa roca que hemos visto por cinco veces también es parte de tu sistema de orientación?
—No. Seguramente son primas, por eso de parecen tanto. Es imposible que sea la misma roca. ¡Ese fuego fauto nos engañó!
—... O tal vez nos perdimos ante sus indicaciones en el camino. Fate siempre nos dice que lo sigamos si nos lo encontramos ¡y nos llevaría a algo increíble!
—Lo único increíble en este momento sería encontrar el olor de nuestro territorio... nos escontramos muy lejos. —Lull gruñó malhumorado por el positivismo de su hermana ante aquella situación, la albina no paraba de parlotear desde hace unas horas sobre lo seguro del camino cuando él trataba de concentrarse en encontrarlo. La paciencia se estaba colmando en su interior, pero no dejaría caer en la ansiedad por ella. Como el segundo alfa de su pequeño círculo familiar, tenía que proteger a su dulce hermanita y mantenerla animada en todo momento a sabiendas de lo fácil que era para ella romperse.
Sin embargo sus sentidos se agudizaron cuando sintió un olor agradable y dulce en el aire. No era el de su manada, pero le alegraba que al menos estaba sintiendo algo más que el fresco de los árboles y musgo.
—Huele a café...
Tomó la mano de Shine quién parecía estar de acuerdo con su afirmación, ambos se miraron preguntándose si deberían avanzar hacía más allá. Pero antes de responderla ellos mismos, ya estaban caminando hacia el agradable olor, más curiosos que interesados en intentar encontrar el camino correcto a su hogar.
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—Otra vez, Nightmare nos abandona a la hora de cerrar dejándonos todo el trabajo a nosotros. Es como si disfrutara nuestro sufrimiento.
Ccino no dijo nada cuando las llaves giraron en la cerradura y el único poste cerca iluminaba sus pasos hacia la moto de Fly, estacionada en el pequeño estacionamiento haciéndola parecer solitaria y desesperada por salir de allí. A él no le importaban las horas extra como a Fly, que parecía desesperadamente desear que el reloj se descompusiera y marcara la hora incorrecta para largarse de allí. Cuando salía con Nightmare, era él quién se ofrecía a llevarlo a su casa una vez todos cerraran en su camioneta. Pero ahora, se iba con Fly. No es que le molestara; agradecía inmensamente la benevolencia de su mejor amigo y siempre pensaba en alguna ocasión o favor que pudiera hacer para recompensarle todo su apoyo.
—No me gusta cuando solo quedamos nosotros por irnos. —finalmente habló a regañadientes mientras se subía a la moto abrazando ligeramente la cintura de Fly, principalmente porque lo creía necesario. No tenía ánimos, pero Fly podría preocuparse.
Cualquiera diría que parecían una pareja feliz y empalagosa terminando su día de trabajo juntos, pero nada que ver con las apariencias.
—¿Miedo a la oscuridad, Ccino? —bromeó Fly divertido, encendiendo su moto entre el silencio de la noche. El pecoso negó, sin ofrecerle una respuesta verbal. Pero entonces se dió cuenta que Fly miraba a otra dirección.— ¿Pasa algo?
—Espérame aquí.
Bajó de su moto aún encendida obligando a Ccino a bajarse también, quién confundido gritaba en susurros por su nombre viéndose abandonado por el de cabello azabache con puntas rosas sin ninguna explicación. Hasta que dejó de llamarlo para enfocar mejor su vista en... dos niños, a estas horas de la noche que aparecieron de la nada.
—¡Fly! —volvió a llamar, ahora sin preocuparse de moderar su voz.
Fly le hizo un movimiento con su mano indicando que se callara.
—Hola. ¿Que hacen por estas zonas tan tarde? Es peligroso, ¿saben? —habló suavemente acercándose, quién parecía el mayor, o eso veía Fly por su actitud receptiva y defensiva apesar del tamaño se puso por delante de la niña gruñendo y mostrando los dientes, una actitud desconcertante que confundió a Fly e hizo alejar su mano cuando quería tomarlos.
La pequeña trataba de ocultarse detrás del chico mientras intercambiaban sutiles gruñidos, sus manos se agarraron fuertemente lo que él consideró que se estaban preparando para correr. Fly no podía dejar que se escaparan de esa forma, ¿y si en este momento se encontraban sus padres preocupados por ellos, y él los dejaría irse sin intentar hacerles algún tipo de detención?
—¡Esperen! ¡Es peligroso! —en un movimiento rápido tomó al chico peliblanco del brazo cuando hicieron el primer movimiento de su huída, lo que no esperó fué una mordida malditamente dolorosa en la muñeca que estaba sosteniendo al niño, sus nervios se helaron cuando vió los ojos rojizos del menor que eran opacados por la oscuridad llenos de una rabia mal contenida. —Agh, ¡¿qué mier...?!
—¡FLY!
Sus pasos se deslizaron hacia atrás mirando con adrenalina a los niños, cuando escucho la voz desesperada de Ccino que nunca había alcanzado a escuchar ese tono en él, y al voltear, abrió sus ojos grandemente sintiendo su corazón helarse al sentir a la criatura saltar sobre él y destrozar su cuerpo cegada por la ira.
No permitiré que me los intenten arrebatar de mis manos otra vez...
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—¡¿Domingo?! —Fatal habló apresuradamente sosteniendo el teléfono, Error se sobresaltó por un momento gracias al grito en uno de los sofás mientras tejía una bufanda de tela azul eléctrico para él.
—No puedo entender lo que tiene de impresionante. Sin embargo, el Don los quiere a primera hora en su mansión el domingo por la mañana. Un chofer irá a recogerlos. Lleven sus armas listas. —sonaba como si la voz de Cross fuera a cortar en el momento, Fatal abrió la boca para decir algo más pero sólo se escuchó la línea cortarse sin darle oportunidad. Maldijo por lo bajo mirando entre sus manos el aparato con la pantalla apagada con resignación.
—Sé que estás en contra de todo esto. Pero, no debes olvidar para quién trabajas. —la voz de Error sonó demasiado tranquila para el gusto del albino, las agujas seguían chocando unas con otras y le llenaba de ansiedad. Para su decepción, Error tenía razón.
—Pero, ¿por qué de esta forma? ¿Ese hombre sabe de cuantos lobos habla, como si fueran sólo un grupo de insectos? —empezando a molestarse comenzó a pasearse por la sala. Error seguía tejiendo sin apartar la mirada en silencio. — No estoy de acuerdo con esto, y pienso decírselo el domingo.
—No te atrevas a decirle a Hate lo que no quiere escuchar viniendo de nosotros. —dejó a un lado su tejido y confrontó a Fatal a sólo un metro de él apuntándolo con un dedo, ya sintiéndose harto de todo el teatro que estaba formando. — ¡Sólo son animales, Fatal! —lo tomó fuertemente por los hombros. — ¡Entiende, joder! ¡Vamos a perder todo esto por tus idioteces! ¡¿Qué hay sobre que no me podía acercar a Hate porque pondríamos en riesgo todo esto?! ¡¿Ah!? ¡¿Qué hay con eso?!
—¡No son “sólo animales”, maldita sea! ¡Esto ni siquiera es legal!—de forma no muy sutil se apartó de los brazos de su hermano, su vista estaba llena de furia. — Con respecto a Hate, tienes que aceptar que sólo fuiste un capricho para él y que no tiene mayor importancia, Error, como para arriesgar tu vida y tu empleo. Sin embargo, esto es muy diferente.
—¡¿Sabes qué?! —se acercó a pasos pesados, presionando su dedo índice en su pecho atravesando el alma de su hermano con su mirada y sus cejas fruncidas en total disgusto. — Ya es demasiado tarde para tener miedo. —su voz sonó rasposa, llena de un reproche profundo a la conversación. Fatal respiró hondamente.
—Ellos nos matarán a todos, Error.
—Seremos quienes tengamos las armas.
—No nos servirán de nada, mientras estemos en Aokigahara moriremos por haber perturbado la armonía del bosque.
—¿De qué diablos estás hablando?
—Nada es lo que aparenta ser en ese lugar. Mira.
Rápidamente se apartó de su hermano yendo a las habitaciones en busca de algo, el sudor comenzaba a emanar de sus manos tras minutos de búsqueda entre su bolso. Error apareció en el umbral de su habitación parpadeando al ver el lugar de su hermano perfectamente organizado, la mitad de él se encontraba entre libros esparcidos y hojas que barrían el suelo de madera mientras este buscaba algo en su bolso.
Por supuesto que Error no lo entendería sin antes leer todo lo que encontró por sí mismo, ni siquiera él mismo creería si se lo dijeran que un mito folclórico japonés resultaba real, en vez de sólo ser leyendas urbanas parte de la cultura de ese país.
—Oye, Fatal. —sin embargo, Fatal seguía ensimismado escarbando cada vez más desesperado. —Fatal.
—¡No encuentro el diario! —pasó una mano por su cabello desordenado por la nueva angustia que golpeó su corazón y las nuevas preguntas que surgieron en su mente sobre su paradero, una tras otra, que ni siquiera se había dado de cuenta que Error lo había tomado de los hombros por la espalda con ternura. Afirmó, lentamente.
—No importa lo que sea que estés buscando, dime lo que quieres que crea.
—No lo harías si te lo dijera.
—¿Cómo estás tan seguro? —Error hizo que lo volteara a ver, y en sus ojos podía ver inseguridad.
Le hirió, porque era la primera vez en años en las que Fatal no se sentía seguro de las palabras de su hermano. ¿Por qué, desde que vio aquel lobo en Aokigahara se sentía sensible ante la idea de eliminarlos? Sí, era cierto que no tenía el aspecto de un lobo común y corriente, que estando allí en media euforia de pelea les había perdonado la vida a ambos pudiendo matarlos en el sitio como sucedió como ese oso.
Pero, de eso se trataba. Arrancarle la vida a exóticas especies para el divertimiento de su jefe a cambio de una buena paga y protección.
Renuente, Fatal exhaló con suavidad.
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Aún al despertar, todo resulta ser una ilusión. Los delirios teñidos de milagros se cumplen en un mundo inalcanzable, como una hoja de papel rompiéndose se escucharon los pasos secos entre ese campo infinito de lirios blancos, a la vista de Geno, parecían dar luz por sí solos al moverlos la leve brisa que los acompañaba, resaltaban entre el cielo despejado de un color celeste que él nunca había visto en su vida ni en los cuadros que Ink pintaba.
Frente a él estaba una mujer alta y elegante vestida de un kimono de una blancura preciosa, hacía perfecto contraste con los lirios que la rodeaban.
Sus ojos eran como dos pozos profundos, y en su frente tenía la marca de una media luna plateada. Geno abrió su boca, pero las palabras tardaban en salir. Ella rió con suavidad, sus dientes eran de una blancura similar al de los lirios.
Hermosa, fue su primer pensamiento.
—Buenos días, Geno-kun.
—Buenos días… —su cuerpo no respondía a las señales que su cerebro le enviaba a sus músculos para que se movieran, pero se sentía ligero y con una increíble tranquilidad gozosa en su interior. Entonces un pensamiento llegó a su mente y decidió abordarlo enseguida tras la pregunta.— ¿Eres la Diosa Luna? —la mujer asintió sonriente.
—Entre nos, preferiría que me llamaras Mirai. —miró alrededor. —puedes reconocer este lugar, ¿no es así?
Negó, pero sentía una fuerte emoción en su corazón de que sí podía.
—Son tus pensamientos, creaste este espacio para ti en tu subconsciente como un refugio de los males del mundo. —se empezó mover a su dirección, el viento comenzó aumentar su fuerza ligeramente y llevarse a arrastras pétalos blancos. — me pareció verte sonreír mientras te precipitabas al vacío. —Geno sintió su mano cálida tocar su mejilla, su pupila se dilató al encontrarse con las de ella. — Aunque no seamos capaces de amar como deberíamos, vinimos a este mundo de forma equivocada. Y sin poder recordar el camino a casa, caminamos… camina sin cesar, Geno. Pronto encontrarás tu camino a casa. Porque ellos vendrán cuando la Luna se tiña de sangre, encontrarás lo que tanto buscas sin saberlo.
Las emociones templadas cambiaron repentinamente, en vez de un jardín de Lirios veía sangre por la pradera, alfas y omegas agonizando a la intemperie de sus propias cuevas por heridas sangrantes y unos ojos azules como el cielo tomando su vida por la suya propia. Una frase resonó en su mente oscurecida por la misma voz del gran lobo negro:
Yo, que sólo sé destruir, ¿habré podido salvar algo?
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Geno despertó enredándose en las sábanas y cayendo de su cómoda cama.
Las palabras y sensaciones recibidas en ese sueño lo perseguían a flor de piel.
La mañana del sábado era soleada, sabiéndolo aún así, no podía dejar las imágenes tan vívidas de ese… ¿sueño? A un lado, porque ni siquiera sabía si estaba correcto llamarlo de esa forma. La última frase, la voz de Reaper seguía revoloteando en sus oídos como los pétalos de los lirios.
¿Qué habría querido decir la Diosa Luna con respecto a ellos?
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El viento se llevaba parte de la pequeña pradera, las hojas volaban por delante de su rostro inexpresivo sin estar consciente de ello a su mente ida.
Había regresado del pueblo más cercano y matado a dos personas que habían robado comida de un pequeño campo de siembra.
Sin embargo, las personas alrededor sólo gritaron al ver los cuerpos sangrantes de los atracadores, sus colmillos y pelaje manchados del espeso líquido carmesí, los dueños fueron a buscar sus armas más cercanas, pero para la decepción de los humanos, él ya había desaparecido a velocidad. Y a ello, con el pensamiento de lo egoístas y malagradecidos que podían ser los humanos. ¡Los había salvado!
¿Cómo no podían darse cuenta de eso?
El miedo a lo desconocido, a lo diferente.
Pero Reaper no podía ver la paja de su prójimo sin haberse sacado la suya propia.
Porque desde que alcanzó la edad predeterminada para poder unirse a su pareja, que aún no había llegado, y las noches donde los lazos se unían fueron pasando como un pétalo arrastrado por el viento, no había sentido tanto miedo como ahora de que la Luna Roja llegara.
Ahora sentía que sería diferente. Y no le gustaba lo que sentía.
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No había publicado antes porque el wifi del vecino se lo quitaron xd. ¿Cómo están? ¡Espero que bien! Pronto llegaremos al clímax de esta historia. Me alegro que la estén disfrutando tanto como yo al escribirla ^^. Pronto conoceremos un poco más el pasado de Fate.
*Les deja un chocolate y se va volando alv*
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