capítulo 17
Safiye miró por última vez el ataúd de su hijo, con un asentimiento de cabeza obligó a Handan y Halime seguirla.
Halime sostenía con fuerza a Mustafa, sentía temor por su hijo, miedo, no quería perderlo a el también.
Al llegar a los aposentos de la valide una de sus hijas la esperaba junto a las criadas que tenían la ropa del nuevo sultán.
Ahmed entro a los aposentos y todas hicieron reverencia. Safiye le colocó todo dejando de lado a Handan quién le lanzo una mala mirada, Ahmed beso la mano de Safiye, la de Handan y abrazo a Mustafa, a ella le dedicó una pequeña sonrisa y luego salió de ahí, Safiye las guió hacía la torre de la justicia dónde verían a Ahmed sentarse por primera vez en su trono.
—En unas semanas Ahmed tiene que ser circuncidado—ordenó Safiye, Halime miró a Handan esperando a que le dijera algo pero está solo cayó.
Halime miró a Ahmed salir, esperaba a que ordenará la ejecución de Mustafa pero su sorpresa fue otra, le había perdonado la vida a su hermano.
—No puede hacer eso—dijo Safiye y Halime se aferró a su hijo.
—Si puede hacerlo—dijo Handan viendo a Halime—Mustafa no será ejecutado—se dio la vuelta y salió de ahí,Halime la siguió ignorando los llamados de Safiye.
—Valide —dijo Halime viendo a Handan.
—Tus hijos y tu se irán al palacio de lágrimas, disfruta a tu hijo—la miró—Ahmed no es Mehmet, no es cruel.
—Lo he comprobado hoy—hizo reverencia.
Safiye, Halime y sus hijos iban hacía el palacio de lágrimas. Halime suspiró aliviada, pero en el fondo sabía que cuándo Ahmed tuviera a su primer hijo Mustafa estaría en peligro.
Halime miraba a Mustafa dormir, Atike se había llevado a Hatice y Dilruba a sus nuevos aposentos.
—No creo que seas tan tonta como para creer que Ahmed ha perdonado a Mustafa—dijo Safiye viéndo a Halime.
—Su era ya acabó, ya no puede hacer nada para dañarnos, ya hizo suficiente.
—No Halime, mi era no a acabado, pero yo no te dañare a ti, tu sola acabarás con tus hijos y contigo misma—dijo con una enorme sonrisa en el rostro y se dirigió a la puerta—de todas las personas en el mundo, tu eres la más ingenua y ambiciosa, espero estar viva para ver tu final.
1604.
Halime batallaba por abrir la puerta, Ahmed días antes había tenido a su primer şehzade por lo cuál Mustafa ya no era necesario.
Con el corazón en la mano empujaba con fuerza la puerta, escuchaba a sus hijas gritar, el seguro fue quitado y con ellos Halime corrió con todas sus fuerzas hacía los aposentos de Mustafa, éste estaba en una esquina con sus piernas a la altura de su pecho y llorando.
—Mi León —susurró abrazandolo con fuerza.
—Ellos venían por mi—sollozo.
—No dejaré que nadie te lastime, nunca—susurró.
—Mi hermano ha tenido otro príncipe madre, ¿que pasará con Mustafa?—dijo Hatice.
—Tu y Dilruba se casarán, por el bien de su hermano—susurró y miró a ambas—si quieren que Mustafa viva ustedes tienen que casarse, tengo a dos posibles esposos.
—¿Quiénes?—dijo Dilruba
—Davud paşa y Ibrahim paşa—dijo Halime, ambas la vieron, Hatice negó varias veces.
—Ibrahim paşa es un anciano, me niego—se puso de pié.
—Por desgracia no puedes negarte Hatice, no todo es color de rosa aquí, o te obligan a casarte con un anciano, o le das un hijo a un hombre cruel para que luego lo mate—alzó la voz—no pensé en mis acciones hace años, pero ahora haré hasta lo imposible por proteger a Mustafa.
—No te importamos nosotras, solo te importa que no pase lo mismo que paso con Mahmud—dijo saliendo de ahí.
—Podemos enviarle una carta a Ahmed para ir al palacio y hablar sobre esto.—dijo Dilruba
—Ya lo he hecho, si envía respuesta, hoy mismo iremos a verlo—suspiró.
Una joven de hermoso rostro miraba a Halime, el harén completo le hizo reverencia, ella no se esperaba eso.
—Halime hatun—dijo la joven.
—¿Tu eres Mahpeyker?—dijo Halime y ella asintió—¿La valide está?
—No se ha sentido bien, Menekşe kalfa la llevará con nuestro sultán—dijo con una voz tan dulce que a Halime le dio asco, otra joven con una gran corona paso e ignoro su presencia.
—¿Esa es?
—Mahfiruz hatun—dijo Mahpeyker y Halime asintió yendo detrás de Menekşe.
—Su majestad—dijo Halime
—¿Ha que has venido Hatun?—dijo Ahmed prestandole atención.
—Es sobre mis hijas, Hatice y Dilruba—lo miró—Ya están en edad de casarse, ya no pueden vivir bajo ese palacio.
—¿Ellas están de acuerdo?—dijo Ahmed
—Si, Dilruba está afuera, Hatice no ha podido venir.
—¿A quiénes tienes en mente?
—Davud paşa y a Ibrahim paşa—Ahmed asintió.
—Regresa al antiguo palacio, mañana tendrás mi respuesta—Halime asintió e hizo reverencia—Que entre Dilruba.
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