Chop Suey
A la mañana siguiente, Priscilla, Szymon y Del se encontraban sentados en la mesa, desayunando unos burritos rellenos y unos panqueques, aun vistiendo sus pijamas.
“No era necesario cocinar para mí, Adelaphus.” dijo Szymon con modestia, aunque para evitar ser grosero, estaba comiendo su burrito de todos modos.
“¿Bromeas? Eres el invitado, viejo. Mi madre me enseñó que a los invitados no se les deja sin comer.” replicó Del, sirviéndole una taza de café. “Y no tienes porque llamarme con ese nombre largo que me pusieron. Del es suficiente.”
“Ah... debiste tener una madre muy buena.” comentó Szymon, bajando las orejas sutilmente, como si en el fondo estuviera algo triste por algo.
“Además, si no fueras tu el que se estuviera comiendo ese burrito, sería yo.” bromeó Priscilla, agregándole mostaza a su comida. “No se dejan sobras jamás.”
Szymon levantó una ceja con interés, deseando entablar más conversación con su recién conocida hermana.
“Así que tu también aprendiste del valor de la comida, ¿no?”
“Básicamente. Mi pa jamás me dejaba levantarme de la mesa hasta que me terminara el plato, y la única vez que lo hice, me dejó 6 meses en una granja del Anillo de la Ira hasta que aprendiera la lección. Parece chiste, pero mi receta de pastel de tiburón dice lo contrario.” relató Priscilla a modo de anécdota.
“Que mamada, ¿en serio? Yo no recibía esa clase de castigos, pero hubo una época en la que sobreviví a punta de comer escarabajos estiércoleros.”
“Crocantes por fuera, pero vizcosos por dentro. Para saber que no me estás mintiendo, debo hacerte la pregunta del millón. ¿Alguna vez comiste pero no el escarabajo en sí?”
“... sip.” admitió Szymon, perturbado por el recuerdo.
“Entonces no está mintiendo, mis condolencias.”
En cuestión de unos 20 minutos, parecía que los hermanos eran conocidos de toda la vida, riéndose de sus ocurrencias y anécdotas variadas. También descubrieron que tenían varias cosas en común, por lo que no eran tan distintos.
“... Y luego le dije a la cajera. ‘Pinche ruca, métase el precio de la mantequilla por el cu-” compartió Szymon con una sonrisa.
Sin siquiera llegar a terminar la frase, Priscilla ya se estaba riendo otra vez.
“No se por que mamá nos separó, ¡eres mi doble!”
“También me parece que deberíamos reconocer el elefante en la habitación. Szymon, ¿tu madre alguna vez te dijo porque había hecho eso?” preguntó Del, algo consternado por ello.
“Nunca me lo dijo. Apenas hace unos meses me dijo que tenía una hermana perdida en alguna parte, pero jamás se dignó en decirme porque te abandonó con nuestro padre.” explicó Szymon, sacudiendo la cabeza.
“... Suena a plot point que deberíamos tomar en cuenta más tarde. ¡Por ahora, lo importante! Tengo que partir a la chamba en menos de media hora. Acompáñame, Szy.”
“Ah sí. Me dijiste que trabajabas en el estudio ese de las grabaciones, ¿verdad? Por ahí escuché que están bien culeras.” notó Szymon.
“Falso. Nuestras producciones son de máxima calidad y hemos sido contactados por agencias de tres estrellas unas cuantas veces. Lo que ocurre es que el editor hace ediciones con su propia visión artística. En otras palabras, a lo video indio… “ se justificó Priscilla, presumiendo de su empresa.
“Mmm, te daré el beneficio de la duda. No puede ser tan malo. Nos vamos, pues.”
“Buena suerte a los dos. Yo... estaré limpiando lo que quedó de los murciélagos de anoche...” comentó Del, con algo de asco.
De camino a Estudios Prisci, condujeron la van que solía pertenecerle a Rocky, en la cual había una reserva llena de ron y cianuro con décadas de estarse añejando, lo cual es delicioso al paladar.
“Me voy a quedar dormida mientras conduzco. Vamos a ver si por lo menos están pasando el audio de alguna película.” propuso Priscilla, siendo ella la conductora.
De paso, tenían una radio que pasaba canciones antiguas y ocasionalmente los gritos de las transmisiones de Alastor.
“... Esta película de terror la pasan todo el tiempo. ¡No capto la trama! ¿Dónde está la justificación detrás de esos gritos tan exagerados? Juro que el cine de hoy en día está construido en base a clichés.” se quejó Priscilla, sin tener presente de que trataban realmente los segmentos de Alastor, porque no le podía importar menos la política.
“También escucho eso ocasionalmente. Es tétrico, pero también aburrido. No entiendo como a la gente le puede gustar.” añadió Szymon, inspeccionando las botellas como si fueran una reliquia.
Minutos después, llegaron apenas a tiempo al sitio de trabajo de nuestra protagonista. Estudios Prisci en realidad cuenta con dos cuartos, unas tres esquinas para los empleados y un sitio recreativo que incluía mesa de ping pong, una Xvox 360, un sofá en el centro y varias cajas llenas de cintas de video. No era demasiado profesional, pero era barato y cómodo, al menos.
“Bienvenido a mi chamba, brou. Siéntete como en casa.” lo invitó Priscilla, mientras se caía una de las luces. “Conoce a... mi actual jefa, Dortmund. No preguntes porque conservamos mi nombre a pesar de que ella sea la jefa ahora. Que hueva pagar para que cambien las letras de afuera.”
“... creo que el nombre debería ser la menor de sus preocupaciones.” dijo Szymon, disimulando un poco su decepción.
“Priscilla. Este no es el día de traer un hijo al trabajo, así que te sugiero que-” intentó regañar Dortmund, hasta que le vio la cara al sujeto en cuestión. Y empezó a sentir cositas de mujer.
“Disculpe la inconveniencia. Solo quería pasar a ver, nada más. Si mi presencia no es requerida, me marcharé.” se disculpó Szymon con modestia.
Priscilla estuvo a punto de explicarse, pero Dort se le adelantó, con su opinión totalmente cambiada.
“No será necesario, guapetón.” respondió Dort con cierta ternura en su tono, hasta volver a dirigirse a Priscilla, teniendo que enderezar su tono. “Ajem, pero que no te haga pensar que puedes traer a cualquier chico sexy al trabajo, ¿escuchaste? Haré la excepción en este día simplemente porque es tu hermano.”
“... gracias, boss. Que considerada.” dijo Priscilla sarcásticamente.
“... ummm...” Szymon se quedó seco y sin palabras, algo incomodado.
Gonzo también llegó al trabajo apenas a tiempo, y encima de todo, borracho. Inmediatamente al ver a Szymon, se le alborotaron las hormonas a él también.
“¡Que me parta un rayo! No sabía que ya era la hora de la meriendaaaa....” saludó Gonzo erráticamente, antes de estamparse contra el suelo.
“¡Puta madre, un vagabundo! ¡Échenle raid, a ver si muy vergas!” alertó Szymon al verlo, pensando que era un intruso.
“... En realidad es el editor.” aclaró Priscilla, agarrando a Gonzo del suelo.
“Oh, disculpen... sin ánimos de ofender, pero, oficialmente comprendo porque tan poca gente se va a estudiar diseño gráfico.”
“En mi caso, estimado y apuesto caballero, fue por una desición poco favorable que tomé hace tiempo. Pero esa es una historia para otro día. Ahora, tome asiento. ¿Se le ofrece algo? ¿Un tecito como le caería?” sugirió Dort, empujando a Szymon en el sofá, haciendo ojitos de perrito.
“No no, ya estoy lleno. No necesito nada.” aclaró Szymon, sonriendo nerviosamente.
Justo entonces se apareció Sodom para traerle unos chocolates a su novia, a tiempo para malinterpretar la situación.
“Ey, ey, ey, ¿que pasó aca? Dorty, ¿quién es este wey?” preguntó Sodom, notando que Dort parecía estar en trance.
“¡OH, amorcito! Solo charlaba con una visita especial. ¿Y tu qué?” Dort parecía sorprendida, apartándose de Szymon.
“Nada, solo vine a traerte tus dulces favoritos. Y para verte mirando a este random como el último oasis en el desierto, supongo.” respondió Sodom, levantando una ceja.
“Pfff, celoso de mierda que eres… siempre saltando a conclusiones repentinas.” sopló Dort, evadiendo la acusación.
“Pues, perdón por preocuparme...” Sodom miró al suelo, colocando los chocolates en la mesa.
“...” Szymon quedó tieso, ya que sin que ellos lo supieran, era tremendo homosexual, así que de todos modos no iba a pasar nada entre él y Dort.
“Oh, por el amor de Lucifer...” maldijo Priscilla, hundiendo la cabeza en sus manos por la vergüenza.
En aquel momento, Sodom notó la presencia de Priscilla y se dispuso a mandarle un audio a su padre.
“Ey, pa. Tu no-hija, la pedazo ‘e desgraciada, ¿la recuerdas? Ella está en su trabajo y me acaba de decir que muere por verte.”
“No no, espérate, espérat-”
Y al instante doxxeo a Priscilla, enviándole a su padre su dirección actual. El se teletransporto al estudio velozmente como si no hubiera un mañana.
“Como perro en celo me vine. ¿¡Dónde está mi hija!?” preguntó Billy, pateando la puerta.
Priscilla andaba incómoda, en plan ‘no me avergüences, pa’, pero esto no detuvo a Billy.
“¡Mi lobita!” vociferó Billy mientras la abrazaba, Prisci casi lloraba al sentir ese abrazo paterno, por lo que abrazó mucho más fuerte. “Te extrañé tanto, tanto, tanto...”
“Oh, gracias a Satanás...” pensó Szymon, viendo que el momento incómodo había sido interrumpido.
“... ¡AAAAAHHHH! ¡Por las pulgas de Cerbero! ¡Prisci! ¡No me digas que ese we... es tu nuevo novio!” Billy quedó conmocionado, una vez vio a Szymon.
“Ay, pa…” Priscilla juntó los dientes, de tan solo pensar en eso. “Supongo que no tengo opción, ¿verdad? Debería contarte lo que pasó estos días...”
Dortmund se encogió de hombros, viendo que este no iba a ser un día de trabajo regular.
“Sí... se nota que hoy nadie despertó con ganas de agarrar la pala.” titubeó para sí misma.
En un par de minutos, Priscilla explicó los acontecimientos que habían ocurrido esos días.
“Sigue siendo algo sospechoso para mí...” comentó Dort, habiendo prestado mucha atención a aquella recapitulación.
“Como puedes ver, este es... mi verdadero hermano. Szymon. Szymon, él es mi...”
“Padre...” completó Szymon, proponiendo un apretón de manos con este señor. “Es un gusto conocerlo, príncipe Morningstar. Muchas gracias por haber cuidado a mi hermana durante todos estos años.”
Billy aceptó el apretón de manos de Szymon, quizás pasándose un poco de fuerza.
“Eghhhh...” una vez lo soltó, Szymon se frotó la mano.
“Me fascina que hayas podido reencontrarte con tu madre y tu hermano… Pero recuerda que nosotros también somos tu familia. A veces la cagamos, pero siempre encontramos una solución.” elaboró Billy, colocando una mano en su hombro.
Priscilla estaba indecisa. ¿Debería darle la oportunidad a su padrastro de hacer las cosas bien? Pero lo que no sabía, era la importante información que guardaba.
“Por lo menos... déjame contarte lo que sé, de tus verdaderos orígenes. Estoy seguro de que a Szymon también le interesaría saber.” suplicó Billy, queriendo ayudar.
Y Szymon, notando esta indecisión, decidió ayudar a su hermana.
“Vamos, Pris. Dejémoslo explicarse.” le dijo, teniendo especial curiosidad por saber sobre sus orígenes.
Y fue así como Billy empezó a explicar como había conocido al padre de Szymon y Priscilla. Todo comenzó hace varios años, mientras Linda seguía embarazada y Rocky tenía que desvelarse para sostener su situación económica. Uno de los trabajos de mayor remuneración que obtuvo Rocky fue a modo de stripper en un burdel popular en Orgullo.
“¡Eso bebé, alócate!” rugía el chulo del burdel, viendo como los talentosos movimientos de Rocky, conocido por su pseudónimo Roxxxeffeller, les traían un chingo de plata.
En realidad, a Rocky no le interesaba en lo más mínimo lo que hacía, ni tampoco sentía mucho entusiasmo al involucrarse con los lujuriosos clientes, pero él tenía un lema.
“(Hazlo por ellos. No dejes de bailar y no dejes de brillar. Sí lo haces, ellos sufrirán...)” se decía a sí mismo Rocky, mientras se sostenía en los tubos, lágrimas derramándose en su rostro.
Dando pesados pasos dentro del local, los múltiples ruidos y silbidos generados por los comensales e incluso el staff del lugar llegaron a un alto. ¿La razón? Un miembro de la realeza demoníaca había ingresado, con ganas de divertirse. Concretamente, era Billy, sentándose en uno de los asientos principales enfrente de los tubos. El chulo chasqueó los dedos y puso una mueca de preocupación, exigiendo que los trabajadores dieran lo mejor de sí mismos ante su presencia. Incluso un camarero le ofreció un gin Ramson Old Tom gratis por la visita.
“A ver, putitas, muéstrenme lo que pueden hacer...” pidió Billy con una sonrisa, bebiendo el cóctel en su mano.
Inmediatamente, los bailarines empezaron a esforzarse el doble, la mayoría deseando tener un “turno” con el príncipe por pura lujuria. Rocky, por otro lado, estaba haciendo lo mejor que podía para obtener la mayor remuneración posible.
“(¡El príncipe! Si lo impresiono, tal vez... pueda obtener mucho dinero. Vamos, Rocky. Activa el modo super sersy.)” se motivó Rocky mentalmente, exagerando sus movimientos con fervor.
Lo que no sabía, es que Billy podía leer sus pensamientos con facilidad, su sonrisa apagándose ligeramente. No porque estuviera disgustado, sino porque no le agradaban las muestras de lujuria que no estuvieran motivadas por el placer propio de un individuo.
“Ven... ven con papi...” pidió Billy, apuntando a Rocky para que se acercara.
Rocky sabía que tenía que obedecer, sobretodo sintiendo la mirada del chulo clavada en su rostro como una cuchilla, por lo cual se acercó lo más seductoramente posible. Billy no le hizo nada, simplemente sostuvo su mano y lo llevó a una de las habitaciones privadas, sin prisa.
“Chico... estás desesperado por dinero, ¿no es así?” cuestionó Billy, simplemente sentado en la cama.
“(¿¡Cómo lo sabe!? O.. ¿por qué le importaría? Na, no es posible que el sepa lo que estoy pensando, ¿verdad? ... ¿Verdad?)” pensaba Rocky, no queriendo decepcionar al príncipe.
“Tranquilo, muchacho. Ven, siéntate.” Billy hizo espacio para que Rocky se sentara junto a él. No tenía deseos, solo ganas de hacer al imp feliz.
Y pasaron unas horas, en las que estos dos tuvieron una conversación telepática sobre ellos mismos. Si Rocky pudiera reírse, lo estaría haciendo. Por primera vez en su vida, se sentía realmente conectado a alguien, incluso más que con Linda, cuando la conoció. Y Billy, no discriminaba al imp por su posición social, por el contrario, admiraba su dedicación y esfuerzo por sostener a su familia. Los dos acabaron abrazados en la cama, sonriéndose el uno al otro.
“... Wow. Que rápido se pasó el tiempo. Y técnicamente no hicimos nada. Jeje...” añadió Billy, un poco avergonzado.
“(No pasa nada. Al cabo que no la hubieras pasado bien conmigo...)” dijo Rocky mentalmente, sabiendo que solo tenía un pizarrín.
“Ey, si lo dices por... eso, déjame contarte el secreto que nadie quiere admitir. El tamaño no es lo que importa, sino como lo manejas.” admitió Billy, queriendo animarlo. “Por ejemplo, mi salchicha alemana sería un adorno si me comportara como un bruto con mis parejas sexuales. Tratar bien a tu compañero es lo que hace la diferencia.”
“(Yo no tengo esos encantos. Ni siquiera puedo hacer que mi esposa me vea a la cara sin sentir asco...)” pensó Rocky, entristecido.
“Yo opino que tu esposa es sumamente superficial. Para mi eres un imp hermoso, por fuera y por dentro. Te ganaste tu paga, amiguito...” luego de decir aquello, Billy sacó un buen fajo de billetes como paga por, tener una conversación honesta con él.
“(¡Wow! Esto es... mucho más de lo que podría pedir o aceptar. No no, no puedo aceptar esto.)” negó Rocky, opinando que no se lo merecía.
“Te dije, que te lo quedaras. Ahora, salgamos, necesitas descansar.” Billy se levantó, no sin antes darle un beso a Rocky en la mejilla, abriendo la puerta por él.
Debería mencionar y recalcar que Rocky solo podía comunicarse con pensamientos, por lo cual, mientras el resto del staff se encontraba afuera, ellos solo podían escuchar a Billy hablando ‘consigo mismo’. Evidentemente, al verlos a ambos salir, supusieron que algo había pasado.
“A-alteza. ¿Pasó algo? ¿No disfrutó su estancia aquí?” preguntó temblorosamente el chulo.
“Me la pasé de maravilla. Gracias al caballero aquí presente de bonito afro.” respondió Billy, sonriéndole a Rocky.
Al ver a su trabajador con tanto billete en la mano, el chulo le agarró el brazo de manera demandante.
“¿¡Qué demonios!? ¿Acaso le robaste el dinero a este fino caballero? Apuesto a que no me ibas a dar nada, maldito energúmeno-”
Pero inmediatamente después, pudo sentir la fría presencia de Billy justo detrás suyo.
“Suéltalo. Ahora. El dinero le pertenece a él, no a ti.” dejó Billy totalmente en claro. Lo último que pudo ver el susodicho chulo fue un parpadeo de luz demoníaca de potencia incalculable, el cual lo dejó inconsciente en el suelo.
Los demás trabajadores retrocedieron, intimidados, y Rocky no fue la excepción. No obstante, Billy sostuvo su mano y lo guió a la salida sin decir una palabra más. Amablemente propuso conducir su van por él, mientras Rocky se cambiaba de ropa y descansaba luego de un día de arduo trabajo. Bajo la feroz lluvia ácida nocturna, llegaron al hogar decrépito y solitario de Rocky y Linda.
“Rocky, chikito. Mañana te iré a ‘visitar’ al trabajo de nuevo. Podemos hacer más cositas que no sean solo conversar, pero solo si tu quieres.” le dijo Billy, abriéndole la puerta de la van para que saliera.
“(No tienes que hacer eso por mí. Eres uno de esos peces gordos, debes tener otras cosas importantes que hacer, como fumar alguna planta desconocida o buscar la cura a enfermedades venéreas para no compartirlas con nadie.)” insistió Rocky, frotándose el cuello.
“Eso hacen todos los ricos, pero yo soy diferen-... olvida eso, voy a sonar como adolescente de los 2010. Mira, lo importante es que me gusta ayudar a personas como tu, y rebajar a la gente que se lo merece. No necesito nada a cambio.” contrarrestó Billy con sinceridad.
“(¿Por? Nadie en el Infierno hace cosas buenas solo porque sí... mucho menos un miembro de la realeza.)” Rocky no podía comprender este razonamiento.
“Cierto, nadie lo hace, pero eso no significa que no deberíamos. El Infierno por definición está... roto. Así fue como fue creado. Y probablemente nunca podamos arreglar eso, ni con todo el dinero o poder del universo. Los exterminios simplemente no ayudan, y la mayoría de demonios reales solo hacen lo suyo. Pero eso no impedirá que yo, como príncipe y heredero al trono, haga lo que pueda para mejorarlo.” Billy miró hacia el suelo, a su reflejo. Era borroso, sucio, imperfecto, igual que su alma. Pero no estaba del todo enlodado... no del todo.
“(Gracias, alteza...)”
“Por favor, solo llámame Billy... nos vemos...” saludó Billy, tragando saliva, antes de desvanecerse en el aire.
Rocky caminó a la seguridad de su techo e hizo su aparición reconocida por Linda con unos golpecitos en la madera para hacer ruido.
“Hasta que al fin apareces, lagartija escurridiza. ¿Que mondad estabas haciendo? ¿Eh? ¿Acaso andabas con otra a mis putas espaldas?” demandó saber Linda, acostada en su camastro y comiendo yogurt con espinacas.
Rocky simplemente repondió dándole todo el dinero que había obtenido por parte de Billy sin rechistar, ya que era, lastimosamente, demasiado generoso para su propio bien.
“... oh, ¿te cogiste a un millonario? Que bendición, pregúntale si tiene un hermano...” sonrió Linda, sosteniéndolo en sus avariciosas manos.
Bueno, estaba claro que Billy no sabía esa parte de la historia, pero si le comentó a Priscilla y a los demás presentes la precaria situación en la que se encontraban los padres de los hermanos hellhound. De regreso al presente.
“... ¿y luego que pasó?” preguntó Szymon, estupefacto.
“El resto es historia. En algún punto, Rocky no volvió a ver a su mujer, se quedó solo. Con Priscilla y... y...” Billy no pudo evitar soltar una lágrima al recordar aquel fatídico día en el que había encontrado a Rocky en la basura, muerto. “Pude haberlo salvado... pude... haberlo evitado... pero no pude hacerlo a tiempo. Perdí esa oportunidad. Por eso, Prisci... tuve que acogerte. Nunca podría perdonarme a mí mismo por haberle fallado a tu padre. No podía fallarte a ti también.”
“…” Priscilla se frotó las manos, pensando en ello, chillando silenciosamente en tristeza.
“Tal vez no compartamos la sangre, pero yo te crié lo mejor que pude desde que eras una cachorra. Sé que me he equivocado en el camino, e hice mal en quedarme ahogado en la tristeza, dentro de mi apartamento, mientras te tenían…” Billy tragó saliva al pensarlo.
“Está bien... seguro tenías tus razones, supongo...”
“No tienes porqué perdonarme si no te sientes capaz de hacerlo. Simplemente quiero que sepas que te quiero, tanto como cualquier otro hijo mío.” aclaró Billy, apuntando a Sodom. “Ya… mejor me voy… no quiero que te sientas más incómoda de lo que ya estás…”
Priscilla sostuvo a Billy por el brazo para que se detuviera. Pero una vez cruzaron miradas, un tono de llamada los detuvo. Era el teléfono fijo de Estudios Prisci. Gonzo se dirigió para contestar.
“Estudios Tarde, buenas servirle, ¿en que podemos Prisci?” saludó el zombie.
“¿E-está mi hija Prisci ahí disponible? Según el directorio telefónico, este es el número de su compañía...” la voz en cuestión le pertenecía a Linda, y sonaba extremadamente nerviosa.
“Ohsi, ohsi, enseguida se la paso, miss.” respondió Gonzo, sin notar nada extraño en su tono de voz alarmado. “Shakira, es tu jefa. ¿Le cuelgo o-?”
“Ehhh, un segundo.” detuvo Priscilla, soltando a su padre para agarrar el teléfono. “¿Ma? ¿Te importaría? Estoy teniendo un momento emocional ahora mismo-”
Una voz muy grave y macha se apoderó de la línea, sisieante. “Prepárense para tener que lidiar con otro más, hijos de su reverenda puta. Tenemos cautiva a Linda Claribelle Meadowfang de la Santísima Trinidad Treflago Segunda. Si la quieren volver a ver con vida, les recomiendo hacer exactamente lo que les digamos.”
“¿Eh? ¡Tu no eres mi mamá, voz rasposa de villano costipado! ¿¡Quién putas me habla?!”
“Que te importa xddddd.” esta vez era una voz diferente, como la de un secuaz bobalicón.
“¡Freddy, puta madre, Freddy, ya te dije que no me interrumpas mientras pido un rescate!”
“¿¡Qué carajos quieren ustedes, fantoches?!” exigió saber Priscilla, azotando la pared.
“Escúchame bien, ternurita, estás caminando en un puente de hielo. Queremos todo el dinero que traen, hasta el último centazo, zorra. Es eso la cabeza de Bafomet Morningstar en bandeja de plata.” gruñó la voz malvada.
“¿Quién mondad es Bafomet Morningstar? No lo conozco.” respondió, haciéndose la imbécil.
“Pero si soy yo-” respondió al instante Billy, a lo que Dort y Szymon le taparon la boca.
“Saben exactamente de quién estoy hablando. Así como yo sé exactamente quienes son ustedes. Quedan advertidos. Tienen 48 horas para depositar ese dinero, perra.”
Todos los presentes se quedaron con una cara de ‘¿qué carajos acaba de pasar?’, a lo que Priscilla se encogió de hombros.
“.... Mi madre está en peligro... Pidieron un puto rescate, los muy cobardes.” avisó Priscilla, azotando la puerta de nuevo.
“¡Qué no cunda el pánico! Ya sé que podemos hacer.” dijo Billy, sosteniendo la pared paralela a la que había golpeado Priscilla para que no colapsara el edificio entero.
“... ¿El cuál es?” preguntó Dort, anticipando que iba a ser un desastre.
“Me corto la cabeza, la regenero, y la pongo en un plato para que se la den a los mafiosos. Chin chan, ya no nos joden más.” sugirió Billy con un horrible dibujo improvisado.
“... para nada impráctico y poco eficiente a largo plazo.” sopetó Dort, sarcásticamente.
“¡A ver, a ver, a ver! Veamos si estoy entendiendo. ¿Unos sujetos extrañamente anónimos de voz hiper sexy están pidiendo un rescate por mi mamá...?” resumió Szymon, tratando de racionalizar todo.
“De relax, simplemente hay que salvar a su jefa de una muerte segura.” chistó Gonzo, antes de que un trozo del techo le cayera encima. No se preocupen, porque no le pasó nada.
“¿¡Mi mamá está en peligro?!” preguntó Szymon, alarmado. “Esto es malo, muy muy malo. ¡Ahora yo solito me tendré que ocupar de las deudas!”
“Tranquilo. He salvado a cientos de demonios de la típica situación de muerte segura, sobre todo de ese tipo de mafiosos, ¿cierto pa?” trató de suavizar la situación Priscilla.
Priscilla y Billy rieron jocosamente, como si fuese lo más normal del mundo para ellos.
“... ustedes de verdad están acostumbrados a este tipo de cosas, no?” se cuestionó Szymon con extrañeza.
“Es el pan de cada día, brou, ¿no lo sabías?” comentó Sodom, ya un poco más calmado con respecto al breve incidente anterior. “Hace un par de semanas apenitas salimos de una guerra y secuestro angelical.”
“Ok, ya que evidentemente no vamos a trabajar hoy, recen para que podamos conseguir un botín de mafiosos apropiado para compensarlo.” avisó Dortmund, poniéndose manos a la obra para formar un plan de rescate sin necesidad de darle a los tiburones lo que querían.
Dortmund tomó una gran hoja de papel con los planos de la guarida secreta de los tiburones, porque ya habían estado allí cientos de veces por cuestiones de piratería.
“Muy bien, equipo, este es el plan. Gonzo se posicionará en la entrada para distraer al equipo de seguridad. Puede usar una fachada para que le permita al resto infiltrarse en la instalación con la van, a modo de caballo de Troya. Una vez ingresamos en el edificio, mantendremos un perfil bajo, y como astutas culebras nos deslizaremos en la oscuridad hasta encontrar a la srita... ¿cómo se llamaba la ruca?”
“Linda...” respondió Szymon.
“Efectivamente. ¿Alguna duda?” preguntó Dort, bebiendo limonada.
“¡No voy a ser la carnada otra vez!” se quejó Gonzo antes de intentar escapar por la ventana, pero Priscilla lo agarró de su camisa como si fuese una pluma y lo tiró contra la mesa.
“Óyeme bien, pedazo de inútil, la última vez que te dejamos poner tus cochinas manos en una minigun, casi nos agarraste a nosotros. O eres carnada o te vas al diablo.”
“Aghhh, ya pa que…” aceptó Gonzo, viendo que no tenía más opción.
“¿Alguien más?”
“¿Puedo ir…?” dijo Sodom, a lo que todos menos Szymon pusieron un rostro colectivo de incomodidad e inseguridad.
“¿Por qué no? Necesitamos a alguien que nos traiga bebida y snacks, después de todo.” respondió Szymon, queriendo incluir a Sodom en el plan.
“... ¿Serio?”
“Ay, a ver, si te dejamos traer tu VSP a la misión, ¿dejarías de tocar las pelotas?” prospuso Dort, frotándose la cara.
“¡Hecho!”
“¿No necesitan mi ayuda para partir algunos cráneos?” preguntó Billy, tronándose los nudillos. “¿Qué dices, Pris? ¿Cómo en los viejos tiempos?”
“Podemos ocuparnos de nuestros propios problemas.” dijo simplemente Priscilla. Todavía no estaba lista para perdonarlo, aun no.
“Oh... cierto. Perdón.” se disculpó Billy.
Con todo hecho y decidido, todos se subieron a la van para empezar la operación: Rescate pulgoso. Gonzo condujo hasta la sede de los tiburones mafiosos, de acuerdo a la dirección que les habían proporcionado, en el Anillo de la Avaricia. Las cámaras de seguridad en la entrada enfocaron a la susodicha van blanca, con logo de limpiadores profesionales totalmente legítimos. Esta era la encubierta que había elegido Gonzo a modo de engaño.
“¿Seguro que esto va a funcionar? ¿No pudiste escoger algo más sutil?” preguntó Dort, aun poco convencida.
“No sé por que desconfias tanto de mi desde que nos conocemos, Dortibunda. Meses de colegas y sigues dudando de mi creatividad e intelecto.” insistió Gonzo, poniéndose un gorro de trabajo, parte de su disfraz.
“¿Por qué será? No es como que seas un vago de mier-”
“Cierra la trompa, llegamos.” silenció Priscilla.
Una bocina en la pared se activó y gritó lo siguiente. “Identifíquese en este instante.”
Como todo un enano raro, Gonzo se bajó del vehículo para hacerse notar su presencia, con las manos arriba.
“Limpiezas Gon... zalo. A su servicio, patrón. Vengo a desinfectarle y filtrarle los aires y… botar sus cadáveres, porque yo sé que eso es un cague de limpiar, ¿apoco no…?”
“Hmmmmm… entre…” accedió la voz, convenientemente sin más.
Gonzo estaciono la van dentro de la guarida sin muchas preocupaciones. No obstante, varios tiburones salieron por la puerta de la bodega para revisar el interior el interior del vehículo, cerciorándose de que no hubiera nada raro ahí dentro. Parecía que la misión se iba a ir al caño, pero afortunadamente, nuestros protagonistas se lograron ocultar en la reserva secreta de ron y cianuro de la van a tiempo.
“Puaj, ¿estas son manchas?” preguntó Dort, tratando de alejarse de los rastros sospechosos de humedad. “... Olvidenlo, mejor me quedo tranquila sin saber.”
Szymon estaba ocupado, bebiendo bourbon tranquilamente. Estaba perfectamente añejo.
“Veamos, el ron se ve bueno, como del tipo que mi papá me decía que iba a poder beber para celebrar un trabajo bien hecho cuando fuera mayor-…” opinó Priscilla, revisando varias botellas de diferentes marcas y sabores, hasta encontrar algo que no era ron. “Un momento, quejeso de ‘cianuro embotellado’, ¿eh?”
“Ah, no es nada, mi madre me amamantaba con esto desde que era bebé.” contestó Szymon como si nada.
Dort y Priscilla se le quedaron viendo como un fantasma, mientras que Sodom jugaba a un shooter genérico con su VSP.
Afuera de la van, los tiburones estaban negociando el precio de su trabajo con el supuesto limpiador.
“Bueno, por 5000 dólares y ese tiburonsote martillo sexy de allí, les hago el paquete premium completo.” se explayó Gonzo, ajustándose los lentes y apuntando a un caballero que le había llamado la atención. “Esa es la oferta de hoy, ¿qué les parece?”
“Chingales wey, ¿qué le pasa a la economía? Por eso nos dedicamos a la mafia, cabrones.” se quejó uno de ellos.
Desde la parte trasera de la van, empezaron a escabullirse el resto, en busca de Linda. El trío de hellhound tenía puesto unos disfraces de tiburones de dudosa calidad, para presuntamente pasar desapercibidos. Primero pasaron por un salón recreativo, para que los esbirros tuvieran media hora de descanso. Ocupaban la típica mesa de billar, un bar de bebidas alcohólicas y una tele vieja que transmitía tremendo partido de fútbol.
“A ver, perros, quitense, soy hija de Bafomet Morningstar…” se excusó Priscilla, sin molestarse en dar una fachada sigilosa.
“Ey ey ey, calma, bandolera. ¿Sabes como jugar?” corrigió un tiburón enorme y grueso, confundido.
“Claro que si, cara de hoyo, ahora déjame meterte estas bolas.” maldijo Priscilla, agarrando el palo del billar para darle tremendo batazo a las pelotas.
Un desafortunado camarero se comió una de las pelotas en toda la cara debido a estos lanzamientos desmedidos. Dort, por su parte, estaba viendo el partido y arruinando la experiencia de los fanáticos con porcentajes y demás información que a pocos fanáticos les interesa.
“... Y por último, la tasa de victorias del equipo Humer Plate han estado en decadencia en los últimos veces, siendo las posibilidades de remontada prácticamente nulas…”
Szymon estaba llenando todas las copas con cianuro para darles una ‘sazón’ especial.
“¿¡Qué estás haciendo, animal!? ¡Vas a joderle el sabor a mis mejores cócteles!” demandó saber el cantinero.
“Corrección, mi estimado caballero. Les estoy agregando la clásica sazón que me enseñó mi madre. Créeme, una vez que lo pruebe, me lo agradecerá.” elaboró Szymon, mientras vaporizaba alguna bebidas dada la potencia del cianuro que cargaba en la mano.
Por otro lado, Gonzo estaba ‘limpiando’ los aires acondicionados. Con esto quiero decir que estaba desarmando todo y restregándole un cepillo de dientes, mientras le tiraba piropos a un mafioso cabeza de martillo.
“~Benditas las manos del agricultor honrado que recolectó el algodón para fabricar el calzón en el que descansa esta fina retaguardia~” piropeó Gonzo, guiñando un ojo.
“... O-oh, eso jamás me lo habían dicho antes…” afortunadamente, el tiburón parecía gustarle el juego.
“Dichosa sea su primera vez, caballero. ¿Qué haces aquí, de todos modos? Un elegante individuo como el que traigo enfrente no debería estar en la cochinada que es este lugar.” Gonzo podría ser excéntrico, pero bajo ninguna circunstancia trabajaría en un negocio como aquel.
“La verdad es que no me gustaría seguir aquí. Solo me involucro con estos sujetos porque mi hermano anduvo con las personas equivocadas y eso... acabó con su vida.” admitió el tiburón. “Luego me localizaron a mí, cayeron en mi casa y me exigieron tomar su puesto hasta que pagara el último décimo de lo que les debía mi hermano. Je... mala suerte, supongo.”
Gonzo miró hacia el suelo con tristeza, genuinamente preocupado por este sujeto.
“... dime, ¿cuál es tu nombre?”
“Lucio... ¿por?”
“... Te sacaremos de aquí, Lucio. Y podrás empezar una nueva vida, alejado de todo esto.” aseguró Gonzo, susurrándole en la oreja.
Los demás mafiosos los observaban con buena cara de sospecha, sosteniendo sus armas por si las moscas.
“¡Mejor dejen de hablar tanta babosada y arreglen esa porquería!” demandó uno de ellos, cargando su arma.
“¡Tranquilo, muchacho! Este es un proceso que lleva trabajo, sudor, lágrimas, cu-... anto más.” se excusó Gonzo, tratando de distraerlos. “Eso si, agréguenle 10000 dólares más a la cuenta y termino más deprisa que Maduro con la estabilidad económica de Venezuela.”
“Chucha madre, ¿quién contrató a este payaso mugriento?” cuestionó un tiburón con el resto de su grupo.
“No recuerdo haber sido yo.” sacudió la cabeza otro de ellos.
De vuelta en la sala de recreación, se había formado una intensa pelea, ya que los esbirros se habían hartado de las ridiculeces del grupo y se dispusieron a tirar a matar.
“¡A cubierta!” advirtió Dort, más que todo para sí misma, ocultándose detrás de la mesa del mini bar.
Mientras tanto, Szymon y Priscilla se agarraron a vergazos con los mafiosos sin mucho problema, hasta que llegó un guardia de seguridad estupefacto.
“¿¡QUÉ CARAJO PASÓ AQUÍ!?”
“Sencillito, déjame buscar nuestra mousequerramienta secreta…” Priscilla colocó su ‘bolsa del dolor’ en el suelo, hasta encontrar una enorme minigun. “¡Bingo, per-...! Uh, esperate…”
Priscilla pudo ver el logotipo del arma y simplemente se la tiró al sujeto. Szymon, sin entender porqué había hecho eso, obviamente estaba confundido.
“¿¡Qué hiciste, imbécil?!” Szymon no podía entender porque había hecho cosa semejante.
“¡Uy, cagaron, pendejos! ¡Jajajaja! Descansen en pedacitos-…” el esbirro random apretó el gatillo, pero en vez de disparar alguna bala, el arma explotó en sí misma, asesinando al sujeto.
“¿... Que coño acaba de pasar-?” preguntó Dort, saliendo de su escondite.
“Compré esa peligrosa en un centro de artesanías en Perú. Así de simple. En fin, ¿continuamos?”
Mientras los demás se adentraban en el condominio, Gonzo seguía coqueteando con el tiburón, quien parecía compartir los sentimientos.
“... le dije ‘no eres tu, soy yo’. Luego sacó el cadáver de la refri y me echó de la casa a golpes. ¿Puedes creerlo?” Lucio estaba narrando una vieja anécdota.
“No te tienen paciencia, muchacho…” respondió Gonzo, sintiendo pena por el tiburoncete.
Los demás tiburones decidieron dejarlos de lado, dándose por vencidos, hasta que de repente, un tremendo ruido de 80000 hertz quebró el relativo silencio del lugar.
El ruido alertó a los guardias, dirigiéndose al la fuente de la que provenía, para encontrar a un íncubo jugando videojuegos ahí dentro.
“¿¡Eh?! ¿¡Qué diablos hace un íncubo aquí dentro-?! ¡INTRUSO!”
Otro de los tiburones se acercó a Gonzo y lo agarró de la camisa, alzándolo en el aire.
“¡Tú no nos dijiste que traerías acompañantes, pedazo de estiércol farsante! Tienes diez segundos para explicar quién es el albinito conchesumadre que hay en la parte trasera de tu vehículo empresarial.”
“Ehhh, ¿usted sabe, mi compa, que tengo varios admiradores…? Seguramente uno de ellos se metió para tocar los huevos numas.” mintió Gonzo con mucha fe.
“Sí, sí, muchachos. Probablemente solo sea un malentendido...” defendió Lucio, tratando de ayudar.
Pero esta excusa fue desmentida en el momento que vieron a uno de sus colegas heridos, arrastrándose por el suelo.
“¿¡Fletsam!? ¿¡Quién te hizo esto?! ¿Acaso volviste a apostarle al Humer Plate? Tu sabes que Tronk tiene traumas.”
“No fue por el partido, compadre… ¡Unos hellhounds, despiadados, infumables, sedientos de sangre, ellos nos hicieron esto!”
El compadre el cuestión alertó a los demás de lo ocurrido para que se pusieran a la defensiva.
“¡Maldita rata estafadora! “dijo el tiburón antes de decapitar a Gonzo, pero esto no resultó. Pues este, al ser un zombie, no le afectan los cortes.
“Wow, no pierdan la cabeza, coleguitas.” soltó Gonzo para aligerar el ambiente.
“Joder, ¿me rebelo?” consideró Lucio, ante la posibilidad de liberarse.
Enseguida, los tiburones empezaron a dispararle a quemarropa, siendo esto inservible por la razón que comenté anteriormente. Luego de esto, Gonzo empezó a lanzarles un líquido ácido que evaporó sus armas y sus brazos.
“Ohhhh, que rico...” pensó Lucio, disparándoles a los que quedaban.
El equipo de rescate llegó hasta una sala de puertas, entre las cuales había una que decía ‘Rehenes’, la cual inmediatamente tumbaron, para encontrar a unos matones y al jefe de la mafia enfrente de ella.
“... quiero 90 gramos de coca y 50 strippers. Asegúrate que ninguna que sea blanca, ¿capiche? Así no podré ver la coca en sus tet-” hablaba al teléfono uno de los secuaces, antes de ser interrumpido con la destrucción de la puerta.
“¡Cayeron los lobos, maricones!” avisó Dortmund al entrar.
“Conque por fin llegaron, ¿eh? Trajeron lo que pedimos, asumo. Muéstrenlo.” el jefe de la mafia no andaba con rodeos, y aparentemente, no tenía miedo.
“¡No les vamos a dar ni madres!” ultimó Priscilla. “Ahora pónganse sus pañales porque haremos que se caguen!”
“¿¡Quien demonios te crees, chiquilla?!” amenazó un tiburón, sacando su ametralladora.
“Es hora de ponernos como chinos... ¡¡¡Los descuartizaremos y comeremos a pedacitos!!!”
Al instante en que dijo eso, los tiburones no esperaron un segundo más para empezar tremendo tiroteo con música épica de fondo.
Dortmund hizo un escudo especial con algunos objetos a su alrededor para desviar las balas y Szymon desenvainó sus katanas para elegantemente cortar a los tiburones como si fueran trozos enormes de sushi. Priscilla, sin embargo, fue detenida en seco por una notificación de Voxmazon en su teléfono.
“¡Uyyy, mi paquete está próximo a llegar!”
De la nada, un enorme matón armado con una porra llena de picos trató de agarrarla con la guardia baja, pero Priscilla lo detuvo como si nada usando su poder de control mental.
“¡Solo dos días más y tendré esa camisa en mis manos!” se dijo Priscilla a sí misma.
Y mientras, el matón se encontraba atacando a quienes se suponía, eran sus propios aliados.
“¡BRONTY! ¿¡Agarraste mis pastillas azules de nuevo!?” preguntó alarmado uno de los secuaces, antes de ser aplastado con el mazo de Bronty.
De la nada, Sodom llegó heroicamente, tumbando a varios tiburones como si fuera pinos de boliche, tras lo cual se fue a ocultar tras el escudo de Dort.
“¿¡Trajiste los snacks!?” preguntó Dort, confundida.
“Me los comí, perdón.”
“Entonces, ¿¡qué haces aquí antes de que se termine la misión, estúpido?!”
“¡Andaba preocupado por ti! ¿¡Que tal si uno de esos peces gigantes te hacía daño o algo?!”
Su relación iba de una manera muy regular, ya no demostraban tanto amor como acostumbraban y habían más peleas.
"¿Qué acaso ya no me quieres más?" preguntó Sodom, haciendo ojos de perrito.
"Si te quiero, pero a veces estás bien idiota, neta vete a revisar el cerebro. Aparte, ¿quién demonios dice las cosas que tu dices durante el acto?"
"¿No te parecen hot?"
"No hay nada de hot en decir que eres como Jesús cuando te vien-"
Aun así, Sodom estaba preocupado, por lo cual saltó del escudo para darle un puñetazo a un random que los quería tomar de sorpresa. Entre todo el tumulto, Dort corrió rápidamente para encontrar a Linda atada a una silla. Al instante empezó a desamarrarla.
“Gracias, jovencita… no sé quién mondad eres, pero gracias por llegar a tiempo. ¡No te imaginas lo que esos repugnantes tiburones me querían hacer!” agradeció Linda dramáticamente.
“Los agradecimientos para después, señora. Ahora hay que ver si los chicos ganan esta pelea.”
Al ver a sus esbirros tirados en el suelo, incapacitados y algunos incluso muertos, el jefe de la mafia se llenó de ira.
“¡Suficiente! ¡Ustedes dos, perros sarnosos, no darán ni un solo paso más! ¡Si no me van a dar mi dinero por las buenas, lo conseguiré vendiendo sus cerebros!”
Arremetió contra ellos con la furia de un toro, pero los hermanos esquivaron su ataque con un brinco.
“Ey, necesitamos un ataque final, tu sabes.” sugirió Priscilla.
“Me parece adecuado para este pedazo de escoria.”
Los dos juntaron fuerzas para darle un certero puñetazo al capo tiburón mandándolo a volar contra la pared, haciendo un agujero en el proceso. Linda se apareció con un sospechoso sentimiento enfrente de sus hijos, dándoles un abrazo de gratitud.
“Bien hecho, mis niños. Si no hubiesen llegado a tiempo, probablemente hubiera sido mi fin ahí mismo.” agradeció Linda.
“Wow… lo hiciste bien amor… supongo” dijo Sodom para hacer su aire con Dort menos denso.
“Sí, qué bueno. Tu eh, también ayudaste… gracias, supongo…”
Y de la nada, los dos sintieron algo extraño en sus bolsillos. Metiendo su mano para ver qué ocurría, notaron que habían unas tarjetas de amor ahí dentro.
“... ‘Por favor perdóname, te quiero demasiado y no te cambiaría por nada’.” leyó Dort.
“... Aun con tus imperfecciones, me pareces un sujeto increíble.” leyó Sodom.
Y las firmas parecían indicar que se las habían mandado entre sí. Con eso hecho, los dos se tranquilizaron un poco y se sonrojaron.
“Ay… Que lindo, ~tonto~”
“Tu eres más linda… ~atrevida~”
Y se dieron un abrazo de conciliación. Szymon sonrió para sí mismo mientras los veía.
“Bueno, ya nos vamos o que? Invito unas hamburguesas. ¡Hay una fonda en el Anillo de la Ira que está DE LUJO!” propuso Priscilla, levantando a Bronty del suelo con algo de dificultad. "Joder, ¿qué le dan de comer a este tipo?"
Dort soltó a Sodom y levantó una ceja. "Pris, ¿qué mierda estás haciendo con eso?"
"Lo voy a adoptar. Estudios Prisci necesita un mayordomo y este grandulón es PERFECTO para el trabajo... o tal vez... pequeñín..."
Y con un puf mágico, Priscilla convirtió a Bronty en una versión fun-size de sí mismo, pequeñito, aunque igual de fuerte.
"¡Agu gua ga!" decía el pequeño tiburoncito, siendo agarrando por Priscilla.
"¿Qué se le dan de comer a los bebés? Ah, ya sé. Costillas de puerco. Vamos a comer, baby." balbuceó Priscilla, caminando hacia la salida que era el agujero gigante en la puerta, pisando al jefe mafioso.
“Me parece una estupenda idea. Todo esto de agarrarme a guantazos con estos tipos me dio mucha hambre.” añadió Szymon.
Todo acabó ahí, con nuestros héroes saliendo de la base criminal, dejando un rastro de cadáveres tirados ahí mismo. Por su parte, Gonzo logró cautivar lo suficiente a Lucio para que los acompañara a empezar una nueva vida en otro Anillo.
Para el desconocimiento de ellos, algo muy extraño pasó alrededor de una hora después de que aconteciera el rescate. Unas figuras sombrías y aladas descendieron en el local, y apenas aterrizaron, parecía como si aquella bodega hubiera desaparecido de la vista de cualquier otro individuo que de por casualidad se encontrara ahí cerca.
Los cuerpos mutilados y balaceados de los tiburones fueron forzosamente reanimados de manera sumamente dolorosa para ellos, sus gritos de agonía resonando alrededor de todo el edificio. Pero nadie más los podía escuchar, como si estuvieran ahogados en un agujero negro.
“... otra vez...” gruñó para sí mismo el capo mafioso, sintiendo un escalofrío por encima de sus hombros.
“Otra vez, han fracasado...” criticó ferozmente una voz invisible, la cual aquellos mafiosos conocían a la perfección, para su tormento.
“Si tan solo nos dieras poderes más allá de solo... morir y revivir. Estoy harto, ¿¡escuchaste!? Harto de ser tu saco de boxeo y tu... maldita carne de cañón...” se quejó el capo, hastiado de trabajar con esta entidad misteriosa.
Lo cual no le duró mucho, ya que en menos de un parpadear, la figura lo tenía contra la pared, ahorcándolo por haberse atrevido a desafiarlo. Con muchísimo temor, el jefe tan solo veía a esa criatura perpetuamente cubierta de oscuridad, vagamente notando sus ojos carmesí y lo que parecía ser una máscara esquelética.
“Recuerda bien, insensato, que uno solo de nosotros puede acabar con todo lo que has construido sin sudar. Así que si pretendes preservar tu legado, te recomiendo mantener tu impertinente boca cerrada. Y acatar nuestras órdenes al pie de la letra...” amenazó la criatura, antes de volver a desaparecer de la vista en otro parpadear de ojos.
El capo quedó en el suelo, jadeando en busca de aire, arrodillado en vulnerabilidad.
“S-sí, señor... ¿qué hemos de hacer para servirlo?” preguntó el capo.
“Nada, por ahora. Me he dado cuenta que su ayuda no sirve para nada más que alertar al príncipe Morningstar. Está a nada de descubrir nuestra existencia. Por ende, nuestros movimientos empezarán pronto. Alegraos, puesto que sus servicios dejarán de ser requeridos muy pronto.” dejó en claro una voz distinta.
“P-pero... ¿y-y nuestra recompensa? ¿¡La perderemos!?”
“No abuses de nuestra generosidad. Ya hemos perdido mucho de nuestro tiempo acudiendo a sus servicios para lidiar con la peste Morningstar. Sí, nos han ayudado a mantener el control de varias zonas alrededor de los Anillos, pero... esta tarea en concreto parece ser muy complicada para sus débiles cuerpos y mentes.” subestimó con desdén otra voz más.
“Una oportunidad más, solo una... por favor, se lo ruego...”
“Óyeme bien. Tienen una semana para cumplir su misión y si fallan... habrán consecuencias. El Infierno será de la Orden Obsidiana. Nuestro renacer se acerca.”
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Omaygot, lo que se viene, damas y caballeros sin vida social 🚬🗿
7000 y pico de palabras y posiblemente otros 7000 y pico de agujeros de guion. Que pro
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