Día 4 - Petición
Nota: En este capitulo ambos tiene el cabello oscuro ya que esta basado en uno de sus eventos oficiales.
Aun cuando no lo dijera en voz alta, Hyunjin se encontraba muy emocionado por el viaje que Felix y él harían en unos días para ir al evento de Yves Saint Laurent en París. No es que él nunca hubiera viajado con su familia, simplemente era de los primeros viajes que hacía sin el grupo ni el staff completo, y que fuera justamente el australiano su compañía, hacía que se sintiera mucho más emocionado por la idea.
Desde hacía más de un año, Felix y él habían descubierto que tenían muchas cosas en común, como el gusto por apreciar las cosas sencillas de la vida como las flores o los amaneceres. También sabía que, aunque el chico no supiera de arte como él, podía escucharlo con completa atención e interés si es que se ponía a desvariar sobre algún pintor o incluso una nueva técnica que estaba practicando y que le parecía ayudaba a expresar de mejor forma lo que tenía en mente.
Otra ventaja de que fueran menos en el viaje es que dado que Europa no era todavía un espacio muy conquistado por el grupo, podían tener más libertad y pasear por cuenta por la ciudad después del evento, algo que en Corea era simplemente imposible. Todo eso lo tenía sonriendo sin poder ocultarlo ni un poco, de todas las personas con las que hubiera pedido recorrer una ciudad tan llena de arte, Felix era el compañero perfecto, Felix con su hermoso rostro y su natural pronunciación del francés eran todo lo que podría pedir junto a él en esta travesía.
Felix se encontraba casi igual si no es que más contento de que los hubieran convocado solo Hyunjin y él al viejo continente, no es que odiara a los chicos, pero sabía que frente a ellos, Hyunjin escondía muchas cosas, no por la vergüenza, sino por sentirse incomprendido, por sentirse extraño entre un grupo de chicos que consideraba sus necesidades como particularidades propias de un carácter excéntrico.
Por ello estar a solas con él en una ciudad tan hermosa como Paris y con la posibilidad pasear por su cuenta, a su ritmo y sin la compañía de todo el staff tenía al australiano contando los minutos para que terminara el evento de Yves Saint Laurent y llegara el día siguiente, su propio y personal, día libre.
Hyunjin agradeció como nunca la presencia del menor a su lado, la forma tan natural con que interactuaba con los demás era impresionante, su dominio del idioma era un extra que sumaba a su belleza y la sonrisa en sus labios atraía a todas las personas que se cruzaban con él, como una hermosa estrella que no puede más que ser admirada, haciendo la velada completamente llevadera y fugaz.
Aun cuando no tenían un horario rígido sobre la hora en que tenían que despertar al día siguiente, ninguno pudo dormir más de las horas necesarias para descansar, por lo que temprano salieron a recorrer la ciudad.
Felix no se consideraba una persona romántica en lo absoluto, pero no podía negar bajo ningún concepto que la ciudad te hechizaba con solo recorrer sus calles, los hermosos jardines, los impresionantes edificios, incluso escuchar a las personas hablar la dulce lengua, era un conjunto de elementos que invitaban a la intimidad.
Aun cuando lo hubiera querido, no pudo evitar tomar la mano de Hyunjin miles de veces durante el día, cada cosa que le llamaba la atención, por más mínima que fuera, lo impulsaba a enlazar sus dedos y llevar al mayor a señalarle alguna nueva maravilla. Su corazón se sintió cálido en todo momento pues la mirada del Hyunjin en ningún momento dejó de brillar, siendo su cámara confidente de tales milagros en este viaje, guardando esos increíbles momentos para la posteridad. Agradeció como nunca que no los estuvieran grabando, el staff mismo se encontraba más relajada sobre sus acciones, solo recordándoles ocasionalmente publicar alguna foto para que las Stay estuvieran informadas, nada muy distinto a la rutina diaria.
De la mano, por las calles de Paris, Felix se sintió viviendo una vida completamente distinta, Felix sintió... sintió que esos sentimientos que guardaba tan celosamente en su corazón por el mayor tal vez no eran tan malos, que tal vez... podría confesarlos en voz alta algún día.
Sin embargo, conforme las horas pasaban y la ciudad de la luz como era llamada comenzaba a encenderse con las luces más tiernas que el australiano había conocido, el humor de Hyunjin fue cambiando.
Primero había sido en el puesto de helados, donde repentinamente había cambiado de opinión y se había alejado sin explicación alguna, dejándolo avergonzado y pidiendo disculpas al encargado del lugar. No le quiso dar importancia, tal vez el sabor de los helados al final no le había convencido, no era para tanto. Después en la rueda de la fortuna, donde luego de preguntar los precios y mirar la gran estructura por un par de minutos, dijo que no era importante y se fue de ahí, dejando a Felix con un amargo sabor de boca pues él realmente se había emocionado ante la idea de ver la ciudad por lo alto a su lado. Su humor no mejoró cuando llegaron a una reconocida tienda especializada en chocolates desde el año 1920, cuando luego de mirar con admiración el lugar y mostrar deleite con varios de ellos, simplemente se rehúso a mencionar cuál era su favorito cuando intento comprar algunos para él.
No iba negar que comenzaba a sentir incomodo con el mayor, no por sus acciones si no por las propias, preguntándose si había hecho algo para que repentinamente su amigo se portara así.
Solo les quedaba la cena y esperaba que, dado que a ambos les había hecho mucha ilusión cenar en la torre Eiffel con las luces iluminando la ciudad a sus pies, esto trajera de vuelta el buen humor de Hyunjin con él. Para ese momento no se atrevía a tomar más su mano, el paso del mayor, la forma en que evitaba su mirada... de verdad esperaba que todo cambiara antes de terminar la noche.
Pero no fue así, aun cuando en varias ocasiones intentó hacer conversación mientras les traían el primer tiempo de la cena, lo único que consiguió de él fueron gestos con la cabeza en lugar de algún sonido, entonces Felix se limitó a sonreírle, queriendo aún así guardar para él la majestuosa vista, no del Paris de noche, si no del perfecto hombre frente así.
Apenas pasaron al plato fuerte, Hyunjin se puso de pie repentinamente, confundiéndolo, y cuando confesó que necesitaba regresar al hotel inmediatamente, Felix no tuvo el ánimo para quedarse ahí comiendo a solas, por lo que asintió con la cabeza y lo siguió.
No iba llorar, no había nada porque llorar, había pasado un maravilloso tiempo al lado de su amigo, su compañía y los recuerdos que habían compartido durante el día querían grabados en su memoria y los atesoraría hasta el último de sus días...
Al llegar al hotel y dado que dormían en cuartos separados, Hyunjin solo le hizo un gesto con la mano a modo de despedida, y aunque no podía verlo, Felix le sonrió hasta que cerró la puerta de su habitación, deseándole buenas noches.
Entró al cuarto y como pudo dejó las bolsas con las compras del día sobre la mesa de noche, el cuerpo le temblaba y aunque sabía que era lo que le gritaba, se negaba a escucharlo, esa fue la razón por la que no escuchó la primera vez que tocaron la puerta, pero escuchar a Hyunjin pronunciando su nombre luego de otra sesión de golpes en la puerta, lo trajeron de vuelta para abrir esta.
Se quedo mudo cuando los ojos del mayor que le habían evitado las ultimas horas en ese momento se posaron firmemente en él, luciendo más honestos que nunca.
- Lo siento, me he comportado como un idiota toda la tarde... - dijo luciendo inseguro, como muy pocas veces en su vida le había visto Felix, dejándolo mudo.
Los silencios con Felix no eran malos, sin embargo, dado la forma en que miraba a Hyunjin, este sintió que debía ser honesto, porque, aunque en sus ojos pudo ver que no estaba enojado había tristeza en ellos.
- Yo... es tonto, en verdad... - comenzó a decir, llevando su cabello hacías atrás varias veces – No es importante, de verdad...
- Confía en mi... - pidió el australiano, recuperando la voz – Confía en que puedes hablar conmigo...
- Todo iba perfecto, el desayuno, las fotos, nosotros... - dijo Hyunjin comenzó a decir con dificultad, repitiéndose que Felix merecía saber – Entonces... se inició una idea tonta en mí, yo... pensé que sería bueno ir a un parque de diversiones, quería... ir contigo
Felix se sorprendió ante la confesión porque con su comportamiento, no parecía que fuera nada de eso.
- Alguna vez con mencioné con los chicos... ellos creyeron que bromeaba porque les pareció muy tonto... quiero decir, de todas las cosas que podíamos elegir... - sonrió con amargura solo de recordarlo – Quería pedirte que fueras conmigo... Quería hacer todas esas cosas contigo, el helado, la rueda de la fortuna, la cena... realmente quería hacer todo eso contigo - murmuró y sin poder detenerlo comenzó a llorar.
El menor se asustó y no dudo en acercarse a él, abrazarlo y Hyunjin no tuvo fuerzas para alejarse, para ocultar su dolor, recordar la vergüenza.
- Lo siento, soy muy intenso, no quiero asustarte... no tienes que sentirte comprometido a hacerlo... - murmuró, dejándose sostener en los pequeños pero cálidos brazos de Yongbok.
- No me asustas... - le prometió el más pequeño acariciando su espalda, aún cuando con la diferencia de estatura esta era una tarea un poco compleja. – Me asustó más pensar que había hecho algo para hacerte sentir mal... - confesó sintiendo como un gran peso en su pecho que había cargado durante la tarde poco a poco se iba desvaneciendo.
- Sabia que dirías algo así... - dijo Hyunjin con los ojos cerrados mientras negaba con la cabeza – Siempre has sido así...
- Puedes pedirme las cosas que necesites, confía en mi – pidió de nuevo, haciendo que se separa un poco para ver su rostro.
- Creí que también lo verías como una tontería... - confesó el mayor levantando una mano para acariciar la mejilla llena de pecas – Olvidé que eres una persona distinta a ellos, completamente especial....
El pecho de Felix se lleno de una sensación cálida y una sonrisa brotó de sus labios ante la paz que ahora veía en los ojos oscuros de Hyunjin
- Me avergüenzas... - murmuró siendo ahora él quien ocultara sus ojos al otro, tomando consciencia de la posición intima y la cercanía de ambos.
- Felix... la próxima vez que vengamos a Paris... ¿podemos ir al parque de diversiones...? – preguntó esta vez Hyunjin con timidez en lugar de asumir las palabras del menor.
- La próxima vez que vengamos a Paris... - el australiano paladeo las palabras en su boca, sintiendo que pronunciarlas en voz alta sonaba correcto, como una promesa entre ellos, como algo que irremediablemente sucedería – Lo primero que haremos será ir al parque de diversiones – le aseguró, sellando la promesa entre ambos con un fuerte abrazo.
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