Día 2 - Lluvia

Hyunjin solía odiar la lluvia. Gran parte de su niñez la había pasado detrás de una ventana, solo, protegido a palabras de sus padres de cualquier peligro, y aunque estos no lo vieran, lejos también de cualquier persona.

Numerosas tardes había visto a niños de su edad jugar baño la lluvia, él no, sus padres no querían que su único hijo enfermera.

Cuando era un adolescente tampoco tuvo ese placer, no podía permitirse perder días de aprendizaje por estar acostado en una cama a causa de alguna innecesaria enfermedad.

Los días de lluvia eran grises, también por eso los odia, él ama los colores, ama reconocerlos y poder plasmarlos. La lluvia volvía bajo sus ojos todo monótono, aun con la amplia variedad de luces, sombras y grises, su corazón se sentía aplastado ante esas visiones.

Bajo el sonido de la lluvia no existe nada más, no hay como en las películas platicas con una café en la mano, no hay música suave, todo son solo gotas, cayendo una tras otra, pueden pasar las horas y el sonido es el mismo, y él lo odia.

Entonces llego Felix, y repentinamente la lluvia se volvió todo un evento. La primera vez que estuvo a su lado un día de lluvia, se asustó terriblemente cuando de la nada, el rubio gritó mirando hacía la ventana, el mayor se puso en pie esperando ver a alguien en el jardín de la pequeña casa que compartía todo el grupo, confundido cuando lo único que pudo ver fueron las gotas de lluvia caer.

Cuando estaba por preguntar, vio que Felix se pegaba a la ventana completamente, mirando de un extremo al otro del jardín.

- ¡Vamos! – le animó con inconfundible alegría en sus ojos.

- No podemos ir, nos vamos a enfermar – respondió automáticamente, con aquel pensamiento grabado con fuego en su mente por años

- ¡No lo haremos! ¡Entraremos y nos pondremos ropa seca después! – dijo el rubio acercándose a él con una gran sonrisa.

- No está bien – dijo y cuando las manos más pequeñas tomaron la suya entre ellas, sintió que algo dentro de su comenzaba a derretirse.

- ¡Por favor! ¡Me encanta la lluvia! – pidió el más chico, sin dejar de sonreír, dando incluso pequeños saltitos, como si no pudiera contener la emoción.

- Es solo lluvia – no pudo evitar decir, y al escucharlo, algo en los ojos de Felix cambio, como si se hubiera roto.

- Si, esta bien. Lo siento – dijo el rubio soltando su mano.

- Felix... - comenzó a decir.

Este no dijo nada, solo le sonrió con esas sonrisas que usaba para cuando estaba cansado y sabia que era necesario sonreír, con esas sonrisas que sabía usaba para esconder su dolor, y saber eso le dolió aún más.

Esta vez fue él quien tomó sus pequeñas manos entre las suyas.

- Estoy preocupado por ti, no quiero que enfermes... - quiso que supiera, mirándolo a los ojos mientras acariciaba sutilmente el dorso de la blanca piel que sostenía.

- Yo nunca me he enfermado... - murmuró sin mirarlo, apenado en cierta forma de estar siento tan irracional.

- Vamos entonces – dijo repentinamente Hyunjin, poniéndose en piel, rompiendo sus propias barreras con tal de no ver la tristeza en esos transparentes ojos.

- ¿De verdad...? – preguntó el rubio, con la emoción burbujeando nuevamente en su voz.

- Si, vamos – respondió con el corazón pues fue este quien se perdió en la visión del otro sonriendo tan ampliamente.

Pronto Felix lo jalo de la mano hacía la puerta del patio, saliendo a la fría lluvia como si nada.

Su primera reacción fue jadear ante el cambio de temperatura tan repentino, sobre todo porque cuando él tomaba una ducha siempre era con agua caliente, el sonido de su voz hizo reír al australiano y cuando estaba por quejarse, este lo miró con una mirada tan reluciente, que con el brillo de esta, por primera vez en su vida Hyunjin ver todos y cada uno de los colores de las cosas, colores que se intensificaban con el agua, con la humedad que absorbían, fue como si nunca hubiera visto los colores antes, fue la magia de Felix quien logro que todas las gotas frías que caían sobre su cuerpo se volvieran cálidas con solo verlo sonreír, con escuchar su risa cristalina, con la forma en que se movía tan libre y tan divertida entre las plantas del lugar, como un chiquillo, como alguien que amaba vivir...

Sus labios no pudieron borrar su propia sonrisa, y pronto estuvo tras él, buscando atraparlo entre sus brazos, buscando no dejar ir a este ángel que había aparecido frente a sus ojos y que por nada del mundo dejaría ir ahora.

No supo cuánto tiempo paso porque con Felix, el tiempo siempre dejaba de funcionar de manera normal. Solo hasta que llegó Bangchan y les llamo para que entraran dentro que la magia termino. Los mando a ponerse ropa seca y les regaño ante lo irresponsable que habían sido al no cuidar su garganta.

Desde esa vez, Hyunjin supo que no odiaba más la lluvia, no cuando de esa forma podía tener después a Felix con su pijama más suavecita entre sus brazos, aspirando el aroma de su cabello húmedo y sabiendo que el corazón del más joven se sentía completamente pleno al recordar su infancia en su natal Australia. 

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