Día 13 - Embriagados


-Vete – gruñó el rubio caminando lo más estable que podía dado el estado ebriedad en el que se encontraba.

Hyunjin no le hizo caso, simplemente le siguió de cerca caminando también con cuidado pues se encontraba en iguales condiciones, aunque en su caso, su forma de caminar parecía más una invitación a ser admirado, ventajas de ser bailarín.

- Largo – lo corrió de nuevo cuando estuvieron frente a la puerta de su habitación, no pensaba abrir hasta que el mayor se fuera.

- Sabes que no lo haré, así que abre la puerta – dijo serio el de cabellos negros, pegándose a su cuerpo, haciendo que Felix quedara entre la pared y él.

- Llamaré a Bangchan para que venga por ti – advirtió poniendo sus manos sobre el pecho del otro para alejarlo de sí.

- No lo vas a hacer – casi se burló el mayor y metió la mano en donde sabía Lix guardaba siempre las llaves de sus habitaciones de hotel, sacando esta y llevándola a la cerradura, usando ese gesto incluso para atraer a Felix contra él.

- ¡Maldita sea, Hyunjin! – exclamo sorprendido el australiano cuando la puerta cedió con su peso, haciéndolos entrar a la habitación a tropezones - ¡Sal de aquí! ¡No quiero verte!

- ¿Para qué? ¿Estás esperando a alguien de las tantas propuestas que recibiste en la fiesta? – escupió por fin Hyunjin lo que le había estado carcomiendo durante gran aparte de la noche.

- ¡Vaya! ¿Me lo vienes a decir tú a mí? – fue el turno del rubio de sacar esa herida que seguía cargando – ¿La persona que media industria occidental anhelaba unir con un cantante abiertamente gay?

- ¡Esa no fue mi culpa! ¡Yo no le di esperanzas!

- ¡Si lo hiciste! – gruñó, dejándose ir contra él, empujándolo por el pecho – no tenías que haberte acercado a él cuando sabes que todos conocen que le gustan los hombres.

- ¡¿Y que se supone que hiciera?! ¿Qué le negara el saludo y le volteara la cara?

- ¡Tú sabes porque nos prohibieron acercarnos frente al público! ¡Tú lo sabías y aun así no te importo! – gritó con dolor Felix, con el alcohol que ante el coraje parecía subirse más a su cabeza y sacar lo que tenía meses carcomiéndolo por dentro.

- ¡No podía hacer nada! – le gritó frustrado Hyunjin porque realmente no supo como tratar con aquel hombre tan audaz, que se acercaba tanto a él, que se mostraba casi sin ropa con esa facilidad, que buscaba hablar a su oído como si fueran tan íntimos, como si se conocieran de toda la vida.

El mayor intento acercarse y al momento, Felix saltó hacía atrás como un gato callejero.

- ¡No me toques! ¡No quiero que me toques con las mismas manos con que lo tocaste a él! – gritó el rubio, en su cabeza habían pasado tantas cosas esa noche, sus problemas de autoestima encontraron la excusa perfecta para denigrarse y esa noche además de no poder dormir, se encontró vomitando la cena hasta que IN llegó con él y lo llevó de regreso a la cama.

- ¡Te repetido mil veces que no hice nada con él! – el mayor se acercó y sin permiso lo tomó por las muñecas.

- ¡Suéltame! – gritó retorciéndose violentamente, no era la falta de fuerza lo que lo mantenía preso aún, era el dolor que había brotado nuevamente en su pecho, que le tenía con los ojos llorosos, que le recordaba lo vulnerable que era al hombre frente a sí. – ¡Chan!

Ese nombre, como había llegado a odiar ese nombre esos meses... sabía que ellos eran cercanos, siempre lo habían sido, el problema era ahora que no podían tomarse de las manos frente a las cámaras, el problema era que ahora odiaba cualquier persona que tuviera el privilegio de tocar la blanca piel del menor, odiaba que fuera tan normal para los demás ver a Felix en brazos de Bangchan, pero no verlo en sus brazos. Sus celos se encendieron nuevamente, con fuerza, con esa rabia que buscaba sacar en cada baile, con cada gota de sudor pero que ahora solo quería reclamar los labios y el cuerpo del Felix. Se acercó a él para besarlo y al ver sus intenciones, el rubio giro su rostro.

- ¡Chan! – gritó de nuevo y aunque era imposible que su líder le escuchara, esperaba que la mención de este hiciera a Hyunjin desistir de sus intenciones, algo muy lejano a lo que sentía el mayor en ese momento.

El pelinegro soltó una de sus muñecas y con la mano libre tomó su mentón para besarlo.

Sus labios respondieron por instinto a los más carnosos sobre si y molestó con Hyunjin y consigo mismo por traicionarse de esa forma, mordió estos para separarse.

- ¿Crees que eso me va a hacer desistir...? – preguntó con una sonrisa enloquecida el mayor.

- No quiero lo que otros han usado – dijo de manera fría el rubio, algo que reflejaban sus ojos también en ese momento.

Hyunjin ni siquiera supo como lo hizo, simplemente lo soltó para llevar sus manos a la cintura del menor que cabía perfectamente entre estas y lo levanto para llevarlo a la cama.

El cuerpo de Felix lo traicionaba, su memoria corporal reaccionando por instinto a las tantas veces que se habían comido los labios bajo las escaleras, en cualquier rincón oscuro que pudiera usar como cómplice para la necesidad que sentían, sus manos automáticamente rodearon el cuello del mayor, haciendo que llegaran con facilidad a la cama, donde fue lanzado sin delicadeza alguna.

Antes de que pudiera huir, el otro cuerpo estaba sobre el suyo, reclamando sus labios.

Esta vez no pudo negarse al beso, porque hubiera sido para él como negarse el aire mismo, pero igual no lo cedió tan fácilmente, peleó con los otros labios, mordió e impidió que la lengua del otro entrara en su boca.

- Vete... - repitió nuevamente, pero en esta ocasión su voz no solo sonaba embriagada por el alcohol, si no por sabor del otro.

- No dejaré que traigas a otros a tu cama – dijo el mayor, escupiendo también sus propios miedos.

No estuvo listo para recibir esa cachetada, ni para ver los ojos de Felix llenos de furia.

- ¡El único aquí que acuesta con todos eres tú! – le gritó el australiano, volviendo a sentir la rabia dentro de él.

- ¡Y tú no lo harás con nadie más! – gritó de vuelta el pelinegro, antes intentar besarlo de nuevo. Como el australiano volvió a girar el rostro, sus labios fueron entonces al delicado cuello, lamiendo como un animal en celo, odiando no poder morderlo como tanto deseaba o todo sería un verdadero problema para ellos.

Felix no sabía si era el alcohol o su cuerpo el que le tenía de esa forma ambivalente, inclinando más el cuello para darle acceso al mayor por una parte mientras su mano buscaba alejarlo de su cuerpo, o tal vez solo estaba buscando tocar ese pecho que tan amaba. Ya no pensaba con coherencia, era dolorosa la forma en que había extrañado estar bajo el cuerpo de Hyunjin, la forma en que había anhelado tener sobre si las manos inquietas del mayor, tocando los lugares correctos para hacerlo perder la razón.

Hyunjin necesitaba sentir su piel desnuda, necesitaba la suavidad de la piel blanca para alejar los fantasmas de esas miradas que no podía sacarse de su cabeza, porque Felix era suyo, era solo suyo, era la persona que más había deseado en toda su vida, no solo para poseer su cuerpo, si no para amarlo, para adorarlo, para contar todos los días cada peca en su mejilla, para hacerlo arder en llamas con sus gemidos o para hacerlo llegar al cielo con uno solo de sus abrazos.

Las manos de Felix buscaban hacerlo desistir, pero su resistencia solo provocaba que esa necesidad creciera, porque la idea de no tenerlo para él, simplemente lo hacía enloquecer.

Sentir las manos calientes del mayor recorriendo su estomago lo hicieron derretirse, abrir las piernas y dejarlo estar más cerca de si, entonces el pelinegro aprovecho esto para quitarle el saco y sacarle la camisa de encima.

Gruñó con fuerza cuando vio la piel blanca nuevamente al alcance de sus labios, los cuales llevó a besar su vientre, esa zona bajo del ombligo que hacía al menor temblar, también delineó con su lengua el abdomen perfectamente trabajado, sintiendo como Felix se retorcía bajo él, ahogando sus gemidos en esos labios cerrados que se negaba a abrir para él, cuando quiso ir a ellos, la mano del rubio lo tomó del cabello, jalándolo hacía atrás.

- No quiero tus labios sucios... - se atrevió a decir nuevamente el australiano, aun cuando su rostro se encontraba sonrojado y la respiración agitada delataban el estado de su cuerpo entero.

Sentir el dolor que provocaba aquel jalón en su cabello, encendió una parte maniática en él, una a la cual se aferraba el dolor de las palabras de Felix, la sombra de ese miedo que amenazaba con robarle la cordura entera.

- Vas a tener todo de mi – sentenció sonriéndole como un depredador a su presa – Y te voy a ensuciar tanto, que al final de la noche no vas a poder distinguir donde empiezas tu y donde termino yo...

Se fue sobre sus labios, y aunque el agarre en su cabello aún no había desistido, aún así aplico más fuerza para llegar a ellos, mordiendo y logrando conquistar por fin estos son su lengua caliente.

No hubo más palabras entre ellos, no fue posible, sus manos y cuerpos exigían toda su atención para aquella danza entre depredador y presa. Con Hyunjin queriendo someterlo en todo momento, con Felix intentado liberarse a cada ocasión.

Como prometió, el mayor llevó sus labios por cada centímetro de la piel del menor, mordiendo las zonas que sabía no serían vistas y dejando grandes rastros de saliva en las zonas donde no podía hacer más, haciendo que en la habitación no hubiera ni un solo minuto de silencio, ante la marea de sonidos guturales que ambos hacían.

Una parte muy oculta dentro de Felix lo prefirió todo así, brusco, violento, fuerte, ansioso y necesitado, porque solo de esa forma su dañada autoestima sentía que realmente Hyunjin lo deseaba, más allá de las palabras que cualquier podía decir, solo mientras veía esos ojos poseídos por la necesidad, solo mientras lo sentía sujetarlo con esa fuerza, con esas ganas de que no se fuera, solo así, sentía que realmente era el único para él...

El alcohol había quedado atrás hacía mucho tiempo, para ese momento se encontraban ebrios del aroma y del sabor del otro, sobre todo cuando por fin volvieron a unir sus cuerpos luego de meses de silencios, de sonrisas forzadas, de miradas cansadas y caricias frustradas.

Cuando el orgasmo llegó fue tan intenso, tan violento como las emociones que vibraban en sus cuerpos, por lo que unos segundos, dejaron incluso de respirar, solo para retomar el aliento y caer en brazos del otro, donde siempre habían pertenecido. 

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