012- Proyecto Veneno
"HORAS ANTES DE LA DESAPARICIÓN DE HOBIE, NOIR Y MICHELLE."
MIGUEL POV
¿Por qué mierda me preocupaba por ella? Un mero contratiempo por el cuál tenía días enclaustrado frente a las mismas pantallas de luz naranja calcinándome las córneas. Su mundo estaba por desbordarse por completo. Era apenas un hilo deshebrado que bajo el desespero se atañía al multiverso. Buscaba formar parte sin si quiera irse por completo. Eso era ella para mi.
Rechisté, recorriendo los dedos sobre las hebras desordenadas de cabello cayéndome por los extremos del campo visual. Estaba centrado en mi trabajo, como era común ante la cotidianidad. No había más que eso para mi en ese mundo. Solo yo podría hacerlo.
—Mig— escuché a mis espaldas. Una voz altibaja causando eco ante la penumbra adyacente. Cubierta por el haz luminoso desde la plataforma suspendida al aire.
Ni siquiera necesitaba mirarlo para saber de quién se trataba. Peter siempre hacía lo necesario para coercer el día y volverlo una completa mierda con su optimismo tóxico. Simplemente atiné a sentir la enervante tensión acaeciendo sobre los dorsales. Afianzándose al estrés y la imperante necesidad por permanecer en la soledad tras haberme separado brevemente de cierta mujer. Cuyos ojos prusios y labios pomposos aún aparecían por breves instantes en la parte posterior de mi mente.
Las curvaturas de su cuerpo, los lunares en sus omóplatos. Esa peculiar sinfonía abandonando sus labios a modo placentero estaba trayendo estragos a las funciones motrices en cada extremidad. Dificultaba el habla e impedía el pensamiento. Michelle se habría vuelto una toxina en cada glóbulo bombeando por el torrente sanguíneo en dirección al corazón, la cabeza e inevitablemente, al miembro viril.
¿Qué estaba haciéndome? ¿Así tendría que ser encontrarse con quién mi corazón comparte universos? No era normal pensar en lo bien que se sentía estar dentro de ella, ni mucho menos en las ventajas que traería acabar con ella definitivamente.
—¿Qué quieres, Peter?— espeté sin ímpetu por crear alguna conversación entre los dos.
Ya tenía suficiente con todo lo sucedido cómo para escudriñar a través de sus ojos para hallar una versión de la felicidad que busqué toda una vida. Él era el reflejo de esa versión de mi que ahora odiaba a muerte.
El balbuceo de Mayday me hizo remover incomodamente, encogiendo los hombros al alba. Tratando ante todo pronóstico entretenerme contra el reflejo de mi rostro en torno a las pantallas analizando las breves imágenes del canon. Ahí, mecido entre las marañas del multiverso estaba yo, buscando algo que pudiese hacerme querer vivir de nuevo.
—Jess me contó sobre tu nuevo prospecto. La chica— comentó en tono burlón, algo característico en él.
Ella. Por supuesto que lo sabría.
¿Quién no? Había estado paseándome por los pasillos casi devorándola con la mirada como para pasar desapercibido tanto tiempo. Tarde o temprano alguien además de Lyla ataría cabos.
—No es un "prospecto," Parker— imperé, restándole importancia al tema en cuestión, pasando a digitalizar mis archivos por encima de los monitores—. Estoy reformándola.
Escuché el chasquido de su lengua tan pronto apareció su rostro por el extremo. Esbozando una socarrona sonrisa. Casi compartiendo parte de la sospecha.
—Jess dijo que...
—¿No se supone que deberías irte ya a casa?—emití un sonoro gruñido, capaz de ignorar los cabellos rojizos vislumbrados por el rabillo del ojo—. La niña debe estar cansada.
El asintió, meciendo a la niña en el porta bebé que llevaba siempre en el pecho. Denotando el creciente amor paternal en el que esa pequeña crecía.
Tal cómo Gabriella lo hizo en su momento.
—Solo venía a preguntarte si sabes algo de ella. Jess no la ha visto por ninguna parte, y al parecer Hobie y Noir también están extraviados.
El estómago me dio un peligroso vuelco al escuchar las noticias desdeñar por sus labios. No era preocupación lo que sentí en ese instante, por supuesto que no. Tenía las entrañas hirvientes. Poco faltaba para que el vaho saliese de mi nariz como lo hacía por las fauces de un depredador. Me había desobedecido cuándo estrictamente pedí que mantuviera la calma.
Un puto segundo, eso fue todo lo que le pedí.
¿Qué tan difícil era quedarse quieta un puto segundo? Pero claro, pedírselo a alguien como Michelle era casi como querer explicarle a Mayday acerca de la teoría de la relatividad. Nulo e inútil.
—Vete a casa, Peter. Me haré cargo de esto personalmente— desvanecí las pantallas por completo, deteniendo la vista por encima del tablero ennegrecido—. Ah, y quiero tus reportes semanales mañana a primera hora.
Sin mayor dilación permanecí en silencio hasta que no escuche nada más que el relente latido de las carotidas bombeando sangre ante la voluntad del estrés y el creciente enojo nublando el juicio.
—Lyla, dame la última ubicación de Reyes— musité, ladeando ligeramente.
Por más que lo intentara solo quería sujetarla por el cuello y hacer lo que debí desde el principio.
—Según las coordenadas, su último rastreo fue hace veinte minutos en...— pausó por un momento, probando las palabras posterior al habla—. Khrome.
Iba a matarla.
Claro, si alguien en ese antro de mal augurio no lo hacía antes.
—Abre un portal cercano a las coordenadas y desactiva el traje. Necesito el táctico— hablé, mordiéndome los labios sin ser suficientemente consciente de la piel muerta contra las puntas de los colmillos.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que vi ese sitio. Jamás pensé escuchar de el, mucho menos regresar. Tan solo considerarlo hacía que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza, activando el instinto de supervivencia.
Una vez el portal se abrió ante mi y el traje se cambió al ropaje negruzco, tragué pesado. Ya no habría retorno después de cruzar el haz multiversal. No mientras ellos estuviesen en ese sitio.
La humedad de las calles me agazapó tan pronto estuve de pie frente a las puertas que reconocí sin dubitar. Acercándome al son del retumbante latir contra el pecho, amenazando por salir en cuanto sostuve la diminuta moneda contra el lector. Estaba escaneada y bajo el resguardo de Lyla, sin embargo, tenerla de frente me hizo estremecer así como rememorar eventos fatídicos cuyas líneas temporales aún jugaban un papel importante en mi.
Sabía hacía dónde ir, a quienes evitar y con quienes dirigirme. Por lo que ignoré por completo a cualquier agente externo a la misión que tenía por delante. La única persona capaz de saber en cuál de los tres niveles de ese inferno de drogas, sexo y música se encontraban Hobie, Noir y Michelle estaba tras la misma puerta carmesí en el primer piso. Una plataforma elevada con vista al desastroso vestíbulo.
—Aquí no pasas, cara bonita. Área restringida— voceó el mismo guardaespaldas de hace tiempo. Un gran hombre calvo cuyos poderes le permitian morfear a cualquier persona que quisiese. Los límites no existían.
—Dile que un viejo amigo viene a verla—hablé por encima del estridente sonido de la música cercenandome los tímpanos—. Miguel...
Removí la vista casi de inmediato. Cayendo ante el tintineo de los peldaños de acero sonando contra sus enormes botas al moverse para llevar el mensaje. La espera estaba por matarme, existía la posibilidad de que no me dejara pasar, o incluso la de provocar un escándalo en busca de mi cabeza. No obstante, ninguna de esas posibilidades sucedió. Pues tras aguardar lo que parecieron eternidades, su guardaespaldas me dejó pasar a través de la puerta de su despacho, rápidamente cerrando una vez estuve de pie en el interior.
—¿A qué debo tu visita, O'Hara?
Su voz me resquebrajó. Haciendo que las rodillas me flaquearan antes de verla caminar por el extremo. Entallada en uno de sus caracteristicos vestidos que poco dejaban a la imaginación. Cada curva de su cuerpo era una oda a la belleza femenina que siempre logró someterme. Sus largos cabellos ébano se extendieron por lo bajo de sus caderas, meciéndose al caminar como felino ojeando entre la maleza. Una mujer de peligro inigualable y que conocía bastante bien.
—No me digas que es por esos tres— rodó los ojos al pasarse detrás del escritorio de caoba tintada. Dándole así la espalda a los gigantescos ventanales con vista a su club—. No todos los días entran arañas aquí ¿sabes?
—Solo quiero saber dónde están y me iré.
Sus cristalinos azules me aplastaron en segundos, más me resistí a romper el contacto visual. Así, las imágenes regresaron a mis cavilaciones. Desde nuestro pasado al irrefrenable presente. Nuestros destinos en ese universo estaban hechos para permanecer separados por el desastre.
—Ah si, eres experto en eso ¿no? Irte— asintió lentamente.
—No se trata de eso y lo sabes. Lo que pasó fue un accidente— excusé al verla levantarse, dirigiéndose hacia mi.
Su intoxicante aroma me llevó a Michelle en la memoria. Empapándome de irreverente peligro.
—¿Un accidente? ¿Sigues llamándole así a lo que Alchemax me hizo? ¿A lo que tu padre me hizo?
Ante aquella mención atiné a reaccionar, afianzándo el agarre a su cuello lo suficientemente fuerte como para sacudirla. Mirándola a los ojos entre el amasijo confuso de emociones arremolinándose en mi interior.
El proyecto "poison" había sido un error. Un gigantesco y estúpido error a manos de Tyler Stone. Logrando que el ADN se convirtiera en ácido puro. Controlarlo conllevaba algo peor que rapture. Más nocivo y difícil de conseguir en el bajo mundo al que ella pertenecía. Y de no usarlo tan frecuentemente, su cuerpo se derretiría.
—No lo menciones. En tu puta vida— susurré, trazando el marcaje bajo su ojo. Un número matricular impuesto en el experimento. "006."
—¿Sabes? Conozco a dos de tus arañas, pero a esa tercera jamás la había visto, pero me resulta extremadamente familiar. Algo en ella resuena en mi— su sonrisa cínica me hizo perder los estribos, estampándola agresivamente contra la pared.
Gruñó en respuesta, resoplando los cabellos de su rostro en cuanto recayeron con el impacto.
—¿Dónde está?— vociferé, salpicando saliva por encima del puente de su nariz.
—Viniste hasta acá por ella— continuó mofándose—. ¿Tienes miedo a lo qué podría gustarle aquí? ¿A lo qué podría despertar en ella después de esta noche?— se relamió los labios.
Una serpiente repugnante en todo sentido.
—Estoy perdiendo la paciencia ¿Dónde está Michelle?— apreté aún más su cuello, resistiendo la yugular palpitar.
—¿Por qué? ¿A ella si vas a salvarla?
La pregunta me cayó como balde de agua helada. Obligándome a soltarla de sofión y retroceder un par de pasos. Estaba liado entre el pasado y el presente.
—Solo dime dónde está— la voz me salió apenas en un hilo, ni siquiera podía seguir mirándola.
—Está en el vestíbulo— suspiró—. Espero que esa versión de mi tenga más potencial que la mierda de esta dimensión... o qué al menos no cometa el error de elegirte siempre.
NOTA
Chikis, ya los extrañaba. Se los juro viví en el cielo y el infierno estos días. Migrañas, visitas a especialistas, exámenes de certificación. Estuvo dlv pero finalmente estoy más libre que antes para publicar sobre mi dupla favorita.
Los que conozcan a "poison" por tiktok, ya se la saben y los que apenas la conocen, bueno, ella es una pieza importante en capítulos por venir. Si, ella es la Michelle de la dimensión de Miguel (O sea la 928).
Les dejo una ilustración del momento, pa que lo imaginen acá bien chido. Como siempre, los amo. Gracias por ser pacientes conmigo.
Corregiré los horrores ortográficos ran pronto como pueda (incluye también los cambios bruscos que hace Wattpad sobre los guiones)
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