002-El gato y el ratón

Siempre que aparezca (*) en el texto significará que al final del apartado habrá una pequeña explicación y/o definición para ayudarte a seguir la lectura sin problema alguno y/o confusión.

Tierra-928
Sede de La Sociedad Arácnida

El gizmo(*) en su muñeca cabrilleó frente a la expectante mirada carmesí, que al observar los detalles enviados por Lyla, solo atinó a sentir un enorme atisbo de enfado carcomiéndole los huesos desde el interior.

Miguel O'Hara, jefe directivo de La Sociedad Arácnida. Protector del multiverso entero, o en lenguaje científico "poli multiverso aracno humanoide" no estaba feliz. Ni lo estaría por los días siguientes siempre que ese desastroso punto en el espacio no se solucionara, o en su defecto, se extinguiera. Sin importar si él tuviera que deshacerse de el con sus propias manos.

—Lyla, reproduce las imágenes— suspiró al encarar los monitores de luz naranja y azul, ojeando el serum verduzco preparado para ser inyectado en su torrente sanguíneo, sin embargo, aguardó.

Lyla, el sistema de inteligencia artificial, obedeció sin rechistar. Comenzado las imágenes con una mujer joven de cabellos platinados, quién por sentido común sería el Spiderman de ese universo. Dado que en sincronía al video, Lyla agregaba los datos al extremo de la pantalla, saliendo el texto más allá de los bordes.

—Michelle Reyes— probó el nombre en sus labios, chasqueando la lengua con cierta molestia.

El resto de sus detalles no le importaron mucho. Excluía su nacionalidad, edad y todo aquello que no fuese verdaderamente coadyuvante a la imagen anormal que el gizmo detectó en la matriz del multiverso. Un hilo lo suficientemente tenso como para romperse e ir tirando del resto a su paso. Era un efecto dominó. Uno de los más grandes que se habrían presentado en los pasados meses.

Deslizó las puntas de los dedos sobre la imagen reproducida, adelantando o retrocediendo a su gusto. Repasando nuevamente el evento que se habría encargado del desastre. Frunció el ceño una vez que la alerta apareció nuevamente en el momento exacto.

—¿Entonces nada de eso tuvo que haber sucedido?— inquirió su asistente digitalizada, observando por el costado. Sus hologramas le permitían atravesarlo y observar sin afectarlo.

—El error comenzó aquí— señaló al reproducir y detener la escena del café—. Algo en ella la hizo actuar bajo instinto, cosa que canónicamente es erróneo— gruñó, soltando un resoplido—. El capitán Reyes no debió haber muerto en ese lugar, mucho menos en ese momento— movió la imagen hacia la mujer—. Su esposa no debió ni siquiera acercarse a la muerte. Ni por mala suerte— finalmente, usando su pulgar e índice agrandó la imagen en Michelle y su tío en suelo, momentos antes de que él muriera—. Y esto— suspiró, tensando los músculos de la mandíbula—. Jamás debió pasar. Ella no debía matarlo.

—Pero lo hizo.

—Y jodió su universo— resopló, moviendo ligeramente los músculos contraídos de la espalda—. ¿Hay alguna disrupción que haya comenzado?

Lyla negó, mostrándole las imágenes en vivo de la chica. Alterando su traje. Algo no andaba bien.

—Altos niveles de cortisol, noradrenalina y dopamina.

—Estrés postraumático y enojo.

Maldijo por lo bajo. Nada bueno saldría de eso, mucho menos si no se le ponía bajo custodia o bajo control.

—No solo eso, Miguel— Lyla continuó la explicación, mostrándole nuevamente la imagen de Michelle—. La chica es fuerte, si usa eso de manera errónea....

—Mandará todo a la mierda— rugió, considerando la posibilidad de que aquella extraña podría destruir todo lo que se había propuesto a proteger—. Quiero a Stacy y a Brown en el caso ahora mismo, Lyla. La quiero contenida hasta que tengamos más detalles sobre su universo.

—Es una anomalía peligrosa, Miguel. Sugiero su captura.

—Y yo no pedí sugerencias, Lyla— contestó en tono soez—. Ahora, mándalos a los dos. Quiero monitoreo en todo momento, micrófonos y escáneres dónde sea que se mueva. Si se les sale de las manos me haré cargo yo.

Tierra-1428
Brooklyn, NY

Michelle anduvo por las calles del vecindario, llevando solo una capucha sobre su ahora ennegrecido y triste traje, ocultando la figura arácnida en su pecho. Se suponía que era un símbolo heroico, algo que emanaba esperanza y sobre todo confianza, pero mientras se consumía en sus pensamientos y los eventos recientes sólo podría pensar que era el símbolo de su cobardía, del miedo e inevitablemente, de sus errores.

—Una cajetilla por favor— pidió al hombre del mostrador de una tienda de servicio de mal agüero.

Una vez la cajetilla rozó sus falanges, un hombre encapuchado y nervioso entró a la tienda, sosteniendo una recortada que le apuntaba al cajero y a ella.

—¡Quiero el puto dinero en la bolsa!— chilló, lanzándole un harapo mugriento donde metería los pocos centavos de la caja.

—¿Por qué mejor no te largas de aquí, eh?— Michelle gruñó al aire, quitando el plástico de la cajetilla antes de abrirla y sostener el cigarrillo entre sus mullidos y resquebrajados labios.

Se giró a mirarlo. El desinterés era evidente en el reflejo de sus orbes llorosos e irritados. Para el asaltante solo resultaban pozos sin caída segura. Oscuros y fríos como el invierno en las calles.

—Cierra la boca, perra— vociferó, atreviéndose a apuntarle en el pecho.

—Como lo veo yo, sería mejor que bajaras esa basura, créeme, nada bueno saldría de esto si quisieras jalar el gatillo— sus ojos se llenaron de lágrimas de tan solo recordar. Nunca más volvería a repetir el mismo error—. Así que date vuelta y lárgate.

Se distrajo un instante, tratando de alcanzar el encendedor atado al mostrador, pero el asaltante se habría adelantado a levantar el brazo y en un fuerte movimiento atentar con golpearla en la cabeza. No obstante, el sentido arácnido de la muchacha actuó instantáneamente, tomándolo por la muñeca antes de que pudiese siquiera acercársele.

Cerró los ojos con fuerza, temiendo por si misma y la manera tan enfermiza en la que pensaba.

Usando tan solo el talón de su mano, golpeó de manera seca la parte exterior de su codo, causándole una grave fractura expuesta que automáticamente causó que se tirase al suelo junto a su arma. Sostenía su brazo, o lo que quedaba de el. Gritando tan fuerte como sus pulmones pudieran permitírselo.

Ella quiso detenerse. Encender el cigarro y salir de la tienda, pero cometió el error de mirarlo al rostro, e innegablemente le recordó a su tío, causando que toda esa rabia resurgiera, albergándose amargamente en su pecho en cuanto recogió el arma y le apuntó en la frente. Su mueca temblaba junto a una única lágrima desdeñando por su mejilla. Todo ese dolor silencioso era el que la sostenía por los hombros, así como fue también el causante de jalar el gatillo y volarle la cabeza.

Los restos salpicaron por todas partes, paredes, pisos, su ropa y rostro. A lo que soltó el arma, consciente de que sus huellas no estarían por ningún lado debido a los guantes del traje.

Encendió el cigarrillo, extendiendo un par de arrugados billetes hacia el cajero que temblaba mientras yacía agachado detrás del mostrador. Y así, sin más que las manos temblorosas salió a las frías calles de Manhattan, calando el tabaco en los pulmones para así poder exhalar una nube de humo por encima de su cabeza.

Entremetió la mano en su sudadera, ahí donde se abultaba el bolsillo delantero. De este saco la máscara del traje. Esa parte alegre que recordaría siempre de sí misma. La que murió con sus padres.

Dejó caer el pedazo de tela y siguió su camino por las calles. No tenía rumbo alguno, pero tampoco sabía que dos individuos la observaban desde uno de los callejones. Escudriñando y evaluando sus movimientos.

—Se liberó, no hay nada de malo en eso para mi— Hobie Brown encogió los hombros—. Es un acto anárquico, Gwen.

Gwen Stacy mantenía la vista lastimosa sobre la silueta femenina y curvilínea que se perdía entre la oscuridad.

—Esto no está bien, Hobie. Prácticamente renunció a ser como nosotros... renunció a nuestro compromiso con las personas y la ciudad.

—No, no. Renunció al capitalismo— asintió, cruzándose de brazos—. Eso la hará más fuerte.

La rubia lo miró con incredulidad, casi queriendo golpearlo por abrir la boca.

—Eso tiene que ser una broma— suspiró—. De todas formas tenemos que mantenerla bajo observación. Miguel quiere que echemos un vistazo por si hay disrupciones en este universo.

Hobie afirmó con una mueca convincente, gentilmente deslizando los dedos sobre las cuerdas de su guitarra.

—Entonces vámonos, lady anarquía se va.

Gwen solo atinó a asentir, observando la tienda y de vuelta a su gizmo. No hacía falta mirar la notificación para saber que aquello tampoco era algo que debía suceder.

Michelle estaba gradualmente afectando todo a su paso.

Gizmo (*): artilugio electrónico diseñado por Lyla para viajar entre dimensiones (universos) a través del Spiderverso con el propósito de preservar el canon intacto e identificar a las posibles anomalías. Su diseño es el de un reloj de pantalla plana que permite de igual manera la comunicación holografías con quienes posean uno.

NOTA
¿Cómo van? La verdad es que me encanta escribir a Michelle, así que espero que ustedes también la aprecien (o no)

Opción para ustedes: ¿les gustaría que fuera más descriptiva con la tecnología? Por ejemplo, el gizmo. ¿Prefieren la descripción o que se los ponga al final del capítulo? Como un mini glosario en caso de necesitarlo.

L@s quiero

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top