Sucubo/Incubo

Era un chico atractivo. Piel blanca y suave como marfil, cabello negro, lacio y brillante como las plumas de un cuervo junto a dos ojos bicolor que solo lo invitaban a ser suyo en aquel momento, sin incluir la atrevida ropa que apenas y dejaba algo a su propia imaginación, hasta ahora era su más extraño sueño húmedo.

—Si sigues mirándome así, me voy avergonzar~ —comentó en un tono bastante agudo el de chico, Samatoki tragó saliva nervioso mientras tocaba al chico por sus muslos expuestos para apretarlos ligeramente haciendo que este gimiera en el mismo tono de antes—. Vaya~ que eres atrevido~, eso me encanta~.

—Me alegro, supongo... —murmuró aún tocando al chico, que estaba sentado en su cadera, de un modo más atrevido; causando que volviera a gemir y comenzara a refregarse encima suyo, provocando que su miembro comenzara a despertar.

—Vaya~ parece que alguien está despertando también~ —fue lo último que escuchó de aquel misterioso chico con apariencia de sucubo antes de que este se inclinara a besarle y ese fue el último gesto decente que recordaba de la misma noche...

A la mañana siguiente tuvo a su hermana evitando verle, a su madre demasiado seria junto a su padre que aunque intentaba lucir molesto no ocultaba para nada su gesto de orgullo.

—¿Qué pasa?

—No te habíamos dicho antes sobre que si invitabas a alguien, ¿nos avisaras? —Samatoki ladeo la cabeza confundido ante el comentario de su madre, vio a su padre fingir tomar café de su taza justo cuando la mujer de albinos cabellos que era su figura materna le recrimino su silencio ante la situación.

—Ya déjalo mujer, si bien no debía hacerlo aquí, al menos agradece que nuestro hijo ya es hombre.

—¿De qué mierda están hablando...?

—"Ichiro-san" te dejo una nota, onii-chan —el único adolescente albino volteó a ver a su hermana, que le había hablado en un tono tan frío que le sorprendía hasta él, mientras le mostraba un papel con una simple oración.


"Me divertí mucho anoche. Realmente espero nos volvamos a ver, lindo~ ↜(╰ •ω•)╯ψ ღゝ◡╹)ノ♡" -Ichiro.

Samatoki sintió que el alma le abandonó en ese mismo momento, ¿¡Acaso lo de anoche no había sido un sueño!?

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