Caminando como si nada mientras tomaba la mano de su adorada hija, una déspota sonrisa que hasta sus propios hijastros despreciaban, pero a su marido encantaba en vida, ropaje que en los tiempos actuales ya son considerados muy antiguos y femeninos.

Ramuda era todo lo que la gente calificaría perfectamente como "Dama a la antigua", pero poco y nada podían decir de uno de los pilares de la sociedad actual.

Después de ver morir a su marido poco antes del quinto cumpleaños de su única hija, Yamada Ichijiku, y cuidar al mayor de sus hijastros que cayó enfermo poco después, Ramuda término como la cabeza de la distinguida familia Yamada y ese fue solo el primer paso para que la situación actual cambiará de un modo tan impredecible que nadie se lo podría creer.

Máquinas que funcionaban a vapor igual que una locomotora, implementos que actuaban con la misma y simplicidad de un reloj con sus engranes, y montones de cosas que no se podrían explicar creados y hechos por una pequeña dama -corrompida- de sociedad y su sequito más cercano, entre ellos el actual vizconde Samatoki Aohitsugi.

Aunque nadie entendía como un Aohitsugi, que eran conocidos por su rivalidad "amistosa" con los Yamada, se alió tan fácilmente con la persona que ahora volvía la ficción misma en algo real.

Tal vez tenía que ver con la frase que la pequeña condesa le dijo a escondidas del mundo entero...

"—Nee~ vizconde Samatoki... alguna vez, ¿pensó en cambiar el mundo mismo y sus inútiles tabúes?"