Era cálido... Era cálido, tranquilo y nada comparado a todo lo demás. Era como si todo lo malo de su vida hubiera pasado a segundo plano.

—¿D-Dónde estoy...? —caminó sin un rumbo fijo, el ambiente actual le era tan reconfortante que simplemente no quería, o no podía, recordar cómo llegó a ese misterioso lugar— ¿Qué lugar es este...?

—Ichiro... —volteó rápidamente al escuchar aquella voz tan familiar, era dulce y calmada, casi melodiosa... pero, ¿qué persona no encuentra de ese modo la voz de su madre muerta?— Ichiro, cariño...

—¿M-Mamá...? —observó casi horrorizado a la mujer que lentamente se fue acercando a él, tenía el cabello cabello negro y corto peinado del mismo modo tan pulcro como la recordaba de pequeño, piel clara y suave a simple vista que le recordaba ligeramente a un durazno, además de un bello vestido blanco sin mangas que iba perfecta con su silueta. Aquella mujer se acercó hasta acariciar su mejilla mientras sonreía con cariño, el mismo y único cariño que una madre es capaz de transmitirle a su hijo— Mamá...

—Ya, ya, ya... —la mujer aceptó el fuerte abrazo que su primogénito le daba entre lágrimas mientras ella le respondía con algunas palmadas en la espalda— Todo estará bien Ichiro, todo estará bien...

Good Ending: Encuentro después de la muerte.