Lα ραȥ ɳσ ԃυɾα pαrα Şiē๓prē

Theresa, queriendo apartar las malas vibras y la tristeza que tendía a consumirlas, decidió conectar su celular a los parlantes de la sala y ponerles un poco de música de fondo mientras preparaban la cena.

Como ambas tenían un gusto muy variado, fueron de pop genérico de los 90's, a indie de los 2010's, a rockabilly, a jazz, a R'n'B​ de los 70's, a pop punk de los 2000's, en menos de dos horas.

Mientras Casey intentaba ayudar a Theresa a preparar la salsa de la pizza —y ella golpeaba y estiraba la masa con ganas— los parlantes comenzaron a tocar una de sus bandas favoritas, Green Day.

—¿Te acuerdas de cuando fuimos a su concierto? —la ingeniera preguntó, sonriendo.

—Obvio. Fue uno de los mejores días de mi vida.

—Lo fue... Pero también fue una maldición para mí, porque desde entonces esta canción... —Theresa apuntó a los parlantes con una de sus manos sucias de harina—. No sale nunca de mi cabeza. De hecho, la escuché en bucle por días, después de que dejamos de hablarnos.

¿"Whatsername"?

—Sí... Me acuerdo que abrir una botella de vino y gritar esta letra a todo volumen en mi departamento, hasta que mis vecinos comenzaran a reclamar, se volvió mi actividad favorita.

—Quién lo diría, ¿no? Que la heredera de los Schnell tiene una vena emo... es sorprendente.

—Oye, Green Day no es emo. Es pop punk. Hay una diferencia.

—Se pasarán años y seguiremos teniendo esta misma discusión, por lo que veo —Casey se rio.

—Y nunca llegaremos a un acuerdo. Pero Green Day no es emo.

—El delineado de Billie Joe diría lo contrario.

—¿Y desde cuando delinearse es emo? —Theresa hizo una mueca incrédula.

—¿Puedes al menos aceptar que ellos son los padres del género emo?

—¡No!

—¿Abuelos?

—¡Peor todavía! ¡No!

Ambas siguieron molestándose. En determinado punto, Casey, para irritarla aún más, agarró un poco de la harina de la encimera y se la tiró encima a modo de broma. La ingeniera, asombrada por su osadía, soltó la masa y decidió vengarse. Corrió detrás de ellas con las manos cubiertas de polvo y óleo, lista para ensuciarla de pies a cabeza.

La leñadora echó a correr hacia la sala, luego de esquivarla en la cocina, y se dejó ser tacleada en el suelo, cerca de la chimenea. Ambas terminaron teniendo una lucha de mentira sobre la alfombra, que solo finalizó cuando la canción acabó y otra tomó su lugar.

Al oír las primeras notas, la expresión contenta de Casey se volvió aún más alegre.

—Hey, ¡a papá le encanta este tema! —ella exclamó y se levantó del suelo, ayudando a Theresa a hacer lo mismo. Sin que tuviera que decirlo en voz alta, la empresaria supo que estaba hablando del señor Stevens—. "I wanna trip inside your head, spend the day there... To hear the things you haven't said, and see what you might see..."

La ingeniera no se acordaba de haber agregado aquella canción en específico a la playlist, pero así que la escuchó, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

No por la letra en sí, sino por los recuerdos atados a ella.

Era la canción que el señor Stevens había tocado en el funeral que le hicieron a Casey, dos semanas después de que fuera declarada muerta.

Su padre adoptivo —quien siempre había sido un gran fan de U2 e incluso la había llevado a algunos conciertos de la banda junto a su hermano— afirmó antes de comenzar a cantar que esta también era una de las favoritas de su querida hija, y que había sido la primera canción que ella había aprendido en la guitarra.

Theresa se vio tan emocionada al oírla de nuevo, ahí en la cabaña, que hasta pudo imaginarse al hombre llorando mientras movía las cuerdas de su instrumento, e intentaba no colapsar al frente de todos los presentes en el camposanto.

"I am you and you are mine, love makes nonsense of space and... Time will disappear! Love and logic keep us clear! Reason is on our side!... Love!..."

Al pestañear y ver a Casey gritando el resto de las letras con todos sus pulmones, la gravedad de la situación que vivían al fin pareció golpear a la empresaria con toda su fuerza. Fue como si un yunque hubiera caído sobre su cabeza, sin aviso previo.

No solo ella había perdido al amor de su vida. Los padres adoptivos de la misma habían perdido a su hija. Sus amigos, habían perdido a una compañera leal y divertida. Sus colegas de trabajo... Todos...

"The songs are in your eyes! I see them when you smile! I've had enough of romantic love; I'd give it up, yeah, I'd give it up! For a miracle!... A miracle drug!"

Theresa no pudo evitarlo. Tuvo que caminar hacia su celular y adelantar la playlist. Casey se volteó hacia ella, indignada, hasta percibir lo desorientada y conmovida que la empresaria se encontraba, sin razón aparente para ello.

—Tu padre la tocó en tu funeral —La humana decidió ir derecho al punto, cuando la vio mover su boca para preguntarle qué pasaba—. Estaba avasallado.

La expresión feliz y liviana de Casey se esfumó.

—¿Tuve un funeral?

—Claro que tuviste un funeral —Theresa contestó con cierta indignación—. Semanas después de lo ocurrido... lo tuviste. Esperamos todo ese tiempo porque queríamos pensar que tal vez, de alguna manera, tú te habías salvado... Pero el tiempo pasó, los escombros fueron removidos y... nada. No encontramos tu cuerpo. No demostraste señales de vida. Y todos... —Su voz se partió y ella tuvo que respirar hondo para recobrar sus fuerzas—. Todos pensamos que estabas m-muerta.

Casey desvió la mirada y cruzó los brazos. Se veía afectada por la confesión, pero no necesariamente arrepentida.

—Lo siento. Pero yo necesitaba irme...

—Pero no necesitabas fingir tu muerte.

—No quise hacerlo...

—Lo sé —Theresa asintió, ahora con más empatía y compresión—. Pero es lo que hiciste, al final de cuentas. Nos engañaste a todos.

—Sí... —la leñadora exhaló y se dio la vuelta. Caminó hacia la ventana y se puso a mirar afuera. El cielo se había nublado. La ingeniera dedujo, basándose en la nueva información sobre sus poderes que había recibido el día anterior, que el cambio del tiempo se debía a las emociones atormentadas de Casey—. He pensado en volver, ¿sabes?... Extraño a mi familia. Te extrañaba a ti. Pero... —Sacudió la cabeza—. La idea de regresar y ser atrapada de nuevo en el mismo ciclo de abuso, de agotamiento, y de estrés es... abominable.

—¿Y por qué no contactas apenas a tu familia directa? ¿A tus padres, a tu hermano? ¿Por qué seguir ocultándote de ellos también?

—Porque todos son constantemente observados por el gobierno —La leñadora señaló—. Si reaparezco en sus vidas, los del DDN y del DAE lo sabrán. Y me obligarán a ser Titanis otra vez. Y prefiero el sufrimiento de la soledad y de la añoranza a volver a sentirme tan miserable... Terminaría muerta de verdad.

Theresa, boquiabierta y sin sugerencia alguna que darle por el momento, la vio caminar hacia la cocina de nuevo en total silencio. Se masajeó el rostro con las manos, soltó un suspiro cansado, y regresó a su previa tarea junto a ella. Cuando entró allá, la playlist había regresado al pop noventero.

Dejaron el tema de lado. Y por suerte, ninguna logró seguir deprimida por mucho tiempo. Era imposible hacerlo con una canción tan absurda y divertida como "Boom, Boom, Boom, Boom!" de Vengaboys sacudiendo las paredes de la cabaña.

Casey fue la que soltó una risa suave primero, antes de sacudir la cabeza y juzgar a Theresa con la mirada.

El tema no encajaba ni un poco con la situación.

—¿Qué? —la empresaria preguntó, haciéndose la desentendida—. ¿Por qué me miras así? Este es un clásico de los noventa, tenía que estar en mi playlist. Además, me hace pensar en el asesino tiránico de mi hermano cantando mientras se duchaba, lo que siempre me hace reír...

—Espera, ¿Otto escuchaba esto?

—Con frecuencia.

—Me estás jodiendo... —La leñadora se rio más.

—No, no lo estoy. Era esto o "Boombastic" de Shaggy. Él esperaba a que mamá y papá salieran de casa para meterse a la ducha y cantarlas a todo volumen.

Casey siguió sacudiendo la cabeza y luego de quitar la salsa del fuego, ocultó su cara entre sus manos mientras carcajeaba, imaginándose a la versión adolescente de su mayor enemigo haciendo un baile sexy al frente del espejo de su baño, usando apenas una toalla diminuta en la cintura y un par de chanclas.

—Ahora entiendes a los tipos de traumas que fui sometida cuando joven —Theresa siguió bromeando, queriendo subirle los ánimos.

—Bueno... al menos no tuviste que soportar a tu hermano gritando la canción de "Crazy Frog" completa a las seis de la mañana, todos los días, mientras corría al baño para usarlo antes que tú.

—Pero "Crazy Frog" no tiene letra.

—Exacto —Casey asintió, sonriendo.

La ingeniera se rio de vuelta y agarró una bandeja metálica para estirar la masa de la pizza. La leñadora, percibiendo lo que hacía, se fue al refrigerador y agarró el queso laminado que habían comprado, así como la salsa de tomate y el jamón. La ayudó a decorar la pizza y la música cambió de género de nuevo.

Ahora era algo mucho más suave, relajado y reconfortante.

La canción era "Sparks" de Coldplay.

En la humilde opinión de Casey, la más infravalorada de la banda.

Aprovechando la calma que se apoderó de la atmósfera, ella lentamente se desplazó detrás de Theresa y la abrazó por detrás, mientras la misma seguía trabajando en la pizza.

"I know I was wrong, but I won't let you down... Oh yeah, oh yeah, oh yeah, I will, yes I will..." —murmuró sobre el hombro de la empresaria en un registro bajo, que demostraba cuán cansada realmente estaba, pese a sus constantes chistes y sonrisas casuales.

Ambas pusieron la bandeja en el horno y regresaron a la sala. Otra música más, otro cambio de humor. Pero, esta vez, la ingeniera decidió escoger una canción ella misma, en vez de dejar a su playlist tocar libremente.

—Creo que no sería justo si no pusiéramos esto al menos una vez mientras las dos estamos aquí, escuchando música.

—¿Qué?

—Nuestra canción, pues claro.

"Francesca" de Hozier besó los oídos de la leñadora y ella, por instinto, se derritió de ternura.

—La cantamos tanto en las noches de karaoke...

—Y siempre terminábamos llorando.

—¿Cómo no hacerlo? Este hombre dijo "El cielo no es apto para albergar un amor como el nuestro"... O sea... —Casey hizo un gesto con sus manos, como si le estuviera explotando el cerebro.

—Ya, cántala conmigo y veamos si sobrevivimos de esta vez.

—Lo dudo, pero... Ponla desde el inicio de nuevo.

¿Spoilers? No lograron sobrevivir.

Ambas terminaron llorando y besándose en medio de la sala, cubiertas de harina y de sudor.

Pero valió la pena. Era su canción especial, al final.

Les hacía recordar todos los horrores que habían sobrevivido, y todo los que aún tendrían que superar en nombre de su afecto.

—Te amo, mapache —Theresa dijo con un tono cariñoso, manso, y ambas sonrieron a pesar de sus lágrimas.

—También te amo, Thea. Demasiado.


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Bosque de Colossus, 04 de febrero de 2038

Su paz y privacidad no duró mucho.

Luego de cenar, la heredera de los Schnell invitó a la leñadora a pasar la noche junto a ella en la cabaña. Alegó que ya era tarde y "muy peligroso" para que Casey saliera puerta afuera, pese a saber muy bien que la mujer era prácticamente indestructible, y que cualquier humano o animal debería en verdad temerle a ella. Lo hizo porque quería pasar más tiempo con la alien, y porque quería sostenerla entre sus brazos durante la noche, como solía hacerlo años atrás. Tenerla cerca no tan solo era un deseo, sino una necesidad.

Pero su decisión terminó siendo la correcta no tan solo por resultarle placentera, sino por el hecho que, alrededor de las dos de la mañana, los dos recibieron una visita muy, pero muy indeseada en su nuevo hogar.

Un sujeto encapuchado, completamente vestido de negro, entró a la cabaña por la ventana de la sala. No la rompió, solo la abrió... de alguna forma. Atravesando los sistemas de seguridad del lugar sin enfrentarse a ningún problema. Y luego, caminó con pasos felinos a la habitación de Theresa, sujetando en la mano una pistola con silenciador y llevando en el rostro una balaclava.

Sus intenciones ahí eran claras. Quería matarla.

Y su vil plan hubiera funcionado, si no fuera por Casey, quien se despertó en el exacto momento en que él pisó en el suelo de la sala. Un crujido leve de la madera, que ni el propio invasor logró oír, fue lo que la puso en estado de alerta.

Prediciendo sus movimientos, ella se apoyó en la pared al lado de la puerta, esperando a que él la abriera. Antes mismo de que el sujeto pudiera pensar en disparar, la extraterrestre lo agarró del cuello y lo ahorcó hasta que perdiera la consciencia. El hombre jaló el gatillo durante el forcejeo, pero la bala fue aplastada por los músculos fuertes de la alienígena.

Theresa se despertó con un salto al oír el estruendo.

—¡¿Q-Qué pasó?!...

Casey acostó al desacordado en el piso.

—Un asesino —respondió, preocupada.

Luego, recogió la pistola, le quitó su munición y la molió entre sus dedos, como si estuviera hecha de papel. Lanzó la pelota de metal comprimido al suelo y la pateó lejos. La empresaria, lamentablemente ya acostumbrada a este tipo de cosas, dejó que su cabeza se cayera sobre su almohada de nuevo y dijo:

—¿Vas a llamar al Sheriff?

—Tengo que hacerlo.

—Pero si lo haces es probable que se ponga a investigar más sobre esta situación, y él terminará contactando al DDN porque yo estoy involucrada...

—Le diré a Billy que solo era un ladrón común y corriente —Casey la tranquilizó—. Haré que lo encierren por invasión de propiedad privada, robo y por amenazarnos con un arma.

—¿Y crees que tu amigo el oficial se tragará esa mentira?

Casey agarró al desconocido, lo puso sobre su hombro y suspiró.

—Hablaré con él. No te preocupes por nada. Solo... intenta volver a dormir por mientras. Voy a estar de guardia hoy. Nadie te herirá.

—No... —Theresa sacudió la cabeza—. No quiero dormir. Voy a ducharme.

—¿Ahora?

—Necesito relajarme.

La alienígena, entendiendo sus motivos, asintió y salió a la sala. Mientras la ingeniera caminaba al baño, ella tiró el cuerpo del desacordado sobre el sofá, le quitó la balaclava para que pudiera memorizar su rostro, y recogió su celular. Le sacó una foto al hombre y llamó al sheriff —quien estaba durmiendo—, para explicarle lo sucedido. Billy le prometió que estaría ahí en menos de diez minutos.

Antes de que su patrulla llegara, sin embargo, el invasor abrió los ojos.

—¿Huh? —Miró alrededor, confundido.

—Ni intentes huir. Te buscaré y te encontraré —la leñadora afirmó, sin calentarse la cabeza—. De hecho, ni te quieres imaginar lo que te haré si eso ocurre...

—¿C-Cómo?... ¿Tú?...

—¿Cómo supe que estabas aquí? No eres tan quieto como crees —ella lo cortó—. Ahora hazme el trabajo lo más fácil que puedas. ¿Quién eres? ¿Por qué querías atacar a Theresa?

—¿Por qué?... —Él se apoyó sobre sus codos—. ¡¿Cómo te atreves a preguntarme por qué?! —Intentó levantarse y Casey, usando una sola mano, lo presionó de nuevo contra los cojines.

Él intentó luchar, pero ella le pegó un golpe a las costillas y advirtió:

—Si sigues intentando soltarte, te romperé la clavícula. Mejor quédate quieto y coopera conmigo. ¿Quién eres y qué quieres?

—No t-te diré mi nombre nunca...

—Hm —Casey, haciendo algo que Titanis nunca soñaría con hacer: lo agarró del cuello y comenzó a estrujarlo. No para matarlo, ni para herirlo, sino para darle un susto. Al ver el desespero aumentar en los ojos del sujeto, lo soltó. Él aspiró aire por la nariz y por la boca, rojo como un tomate, y después tosió un poco—. ¿Vas a hablar ahora?

—¡O-Okay!...

—Entonces hazlo. No tengo toda la noche.

—E-Ella me mandó aquí...

—¿Quién es ella?

—La s-señora H.

—¿Y esa quién es?

—La jefa... d-de la ARP.

—¿ARP?

—Alianza Raza Pura...

Casey había oído hablar sobre ese acrónimo antes, a muchos años atrás. Era un grupo de extremistas políticos, racistas y xenófobos fanáticos de Otto y de su legado, que quería apoyarlo en sus planes de expurgar al planeta de vida alienígena para siempre.

—E-Ella me d-dio el arma... y m-me dijo que viniera aquí.

—¿Cuál es su nombre completo?

—N-No lo sé... —El sujeto sacudió la cabeza—. N-Ninguno de nosotros se ha v-visto en la vida real... S-Solo nos hablamos por mensajes.

—¿Dónde está tu celular?

—No...

Ella le dio una palmada al rostro. El desconocido, intimidado, volvió atrás en su decisión de guardar silencio:

—B-Bolsillo.

Casey metió la mano allí y lo sacó. Para su alivio, aún funcionaba.

—Me quedaré con esto.

Ella le dio espacio al hombre. El criminal, sabiendo que no tenía vía de escape pese a su lejanía, se quedó petrificado en el sofá, mirándola con una mezcla de temor y asco. Mientras tanto, Casey se concentraba en estudiar los contenidos del dispositivo entre sus dedos.

El fondo de pantalla era una Swastika.

—Ya empezamos mal... —Sacudió la cabeza, molesta.

Al parecer, el neonazi que había atrapado ya había cometido uno que otro crimen de odio, y guardado toda la evidencia incriminadora en su galería de fotos. ¿Cuál sería su nivel de imbecilidad, engreimiento o de privilegio para creer que jamás sería atrapado?

Ella le envió copias de todo a Billy. Necesitaba que el policía tuviera aquella información guardada con él también.

Pero a mitad de camino por su galería, encontró algo que le heló la sangre.

—Dijiste que ninguno de ustedes se ha visto en la vida real —Casey miró de nuevo al criminal—. ¿Entonces qué carajos es esto?

Le mostró una foto donde cerca de cuarenta personas estaban reunidas, en un lugar decorado de manera ritualista, con velas prendidas por doquier, banderas extrañas colgadas de la pared y un altar enorme detrás de los presentes. Las personas en la foto estaban vestidas con túnicas rojas y doradas, ridículas y estrafalarias, acompañadas por máscaras metálicas igual de extrañas y burlescas. Atrás, habían banners con el acrónimo de la Alianza Raza Pura.

—Mierda... —el hombre masculló, molesto consigo mismo por haberse incriminado—. Esa... fue la única reunión que hicimos en toda la historia de la ARP. Pero no nos vimos el rostro. Apenas... oímos nuestras voces.

—¿Y por qué se juntaron?

—Para discutir el Gran Plan.

—¿Qué es eso?

—El exterminio de todas las razas impuras de este planeta.

—Ah, para planear un genocidio entonces —Casey, volviéndose más y más furiosa con cada nuevo pedazo de información que conseguía arrancar de él, asintió y respiró hondo, para no destruir el celular con sus propias manos—. Maravilloso —añadió con ironía.

—¿Crees que estamos equivocados? Los de tu especie invaden nuestro planeta, se roban nuestros trabajos, nuestros recursos...

Ella lo calló con una simple mirada. Así de intensa fue su ira.

—¿Dónde se encontraron?

El hombre se quedó callado por un instante, hasta admitir:

—En un edificio de la calle Mack. En Ithaka.

La calle Mack era una de las que había sido más damnificadas en su última lucha con Otto. Era parte importante del sector empresarial.

—¿Qué edificio?

—No me acuerdo del nombre.

—¿Número?

—No me acuerdo, ya lo dije... Lo único que sé es que había sido rentado por el día. No había nadie allí, más que nosotros y la señora H.

—¿Ella estuvo presente?

—Sí.

Las sirenas de un automóvil de la policía comenzaron a sonar afuera.

—Mira, tu limusina llegó —Casey bromeó, con un tono severo—. Pero aún no me has dicho tu nombre. Y no te equivoques, esto no es una petición. ¿Cuál es?

—Oswald Ness.

—Hm. Veremos si eso es cierto en breve —Mientras decía esto, ella le abrió la puerta al sheriff—. Buenas noches, Billy.

—Buena madrugada, más bien —El hombre, mascando un chicle como de costumbre, respondió—. Hagamos esto algo rápido, quiero volver a mi cama —Sacó las esposas de su cinturón y se acercó al criminal, arrestándolo mientras le recitaba sus derechos. Al terminar, lo metió en el asiento trasero de su vehículo patrulla y lo encerró ahí. Volvió a la cabaña cuando Theresa salió de la ducha—. Buenas noches, señorita Schnell. ¿Las dos están bien?

—Sí... dentro de todo. Casey me salvó el pellejo de esta vez.

—Suele hacerlo. Nos salva a todos aquí en el poblado. ¿Asumo que querrán procesar a ese hombre?

—Sí. Y me dijo que se llama Oswald Ness, por si acaso.

—Oswald Ness. Okay. Voy a tenerlo en cuenta... Pero ustedes no se preocupen demasiado por él, ¿ya? Tenemos pruebas para encerrarlo y eso haremos. Mañana resolvemos los detalles menores de cómo mandarlo a juicio. Pero por ahora lo llevaré a custodia y él pasará la noche en una celda común de la comisaría. Vuelvan a dormir nomás. Intenten tranquilizarse un poco, lo peor ya pasó.

—¿Seguro que no nos necesitas para nada más? —Casey preguntó.

—Muy seguro. Solo descansen —el sheriff respondió, con total serenidad—. Ah, y pasen mañana allá por mi despacho en la comisaría. Les explicaré todo lo que debemos hacer a seguir para asegurarnos de que ese sujeto no las vuelva a incomodar de nuevo. ¿Okay?

—Okay —Theresa respiró hondo.

—Cualquier cosa que necesiten, llámenme. Vendré en seguida.

—Gracias, Billy.

—Nos vemos —El sheriff hizo una pequeña reverencia y salió de la propiedad.

Casey cerró la puerta y cruzó los brazos. En seguida, se puso a explicarle a la empresaria todo lo que había averiguado sobre el hombre que la había intentado atacar. Pero ella, en vez de perturbarse y angustiarse, solo bostezó.

—Nada de lo que dices me sorprende —comentó, con un tono casual que asombró a la leñadora por todos los malos motivos—. Desde la muerte de Titanis y de Otto, los del ARP no me dejan en paz. Solo el año pasado me intentaron matar cuarenta y ocho veces... Eso equivale a cuatro veces por mes.

—Lo siento... —La extraterrestre cerró los ojos por un segundo e hizo una mueca molesta—. Esto es mi culpa. Te puse en peligro... Puse a mi familia en peligro... ¡Los hice a todos sufrir por una muerte que ni siquiera era real!...

—Case...

—Sé que debí quedarme, que debí decir algo...

—Casey —Theresa la cortó—. Esto no es tu culpa. Sí, no debiste habernos mentido, pero entiendo tus razones para hacerlo. Y no estabas equivocada al priorizar tu salud mental por una puta vez en tu vida. Estos ataques... son culpa exclusiva de esos desgraciados del ARP. Y son culpa del maldito imbécil de mi hermano. Sin él, no existiría esa alianza... Sin él, tú no habrías colapsado. No tienes por qué absorber la responsabilidad de otras personas en crímenes que ellas cometieron.

—Theresa, ¿qué hubiera pasado si yo no estuviera aquí?

—Nunca lo sabremos. Y pensar en esa hipótesis no es una buena idea. Podría haberme herido. Podría haberme muerto. Podría haberme despertado y defendido de él a medias... Muchas cosas podrían haber pasado. Pero el destino te puso aquí y nada de eso sucedió.

—¿Cómo estás tan calma?

—Insisto, cuarenta y ocho intentos de asesinato en solo un año —Ella enfatizó el número—. Me estreso, pero el miedo a morir ya se me fue...

—No sé si eso me tranquiliza o me deja aún más furiosa con todo esto...

—Cariño, no hagas nada estúpido...

—¡La mayor estupidez de todas ya la hice! ¡Pensar que si me iba de la vida de todos ustedes al fin tendrían paz!... —La Antheliona se apoyó contra la puerta y golpeó su cabeza contra la madera.

—Case... —Theresa se le acercó y sujetó su rostro entre sus manos, forzándola a mirarla de nuevo—. Entiendo que quieras ir detrás de esos bastardos del ARP. Pero no sabemos quiénes son con exactitud. Pueden tener armas hechas de Grafeno, de Kronus, de Uranita... Y si lo hacen, esta vez te morirás de verdad... y yo... —Movió la cabeza de un lado a otro, mientras sus cejas se curvaban hacia arriba—. Ya te lo dije. No soportaría perderte de nuevo.

—Thea...

La empresaria la calló con un beso apresurado, impulsivo, con el que intentó transmitir todo su real temor y preocupación. No era apenas un gesto de amor y de cariño. Era un gesto de terror puro. De recelo, de añoranza, de ansiedad, de pena... de luto. Todo combinado. Y al separar sus labios para respirar, Casey comprendió y apreció su real valor.

—Okay... —susurró—. No iré detrás de nadie por ahora. Si eso te vuelve más calma... dejaré que Billy se encargue de encerrar a ese desgraciado que nos atacó hoy y le daré tiempo al tiempo.

—Hay que investigarlos primero.

—Sí... —admitió, y dejó que Theresa le limpiara el rostro. Ni había percibido que estaba llorando por su estrés—. Tienes razón.

—Siempre la tengo —la ingeniera bromeó y elevó una de las esquinas de su boca en una sonrisa diminuta.

Casey, sabiendo que estaba intentando subirle los ánimos, le dio un beso a la mejilla y luego la tomó de la mano, para conducirla de vuelta a su habitación. Se fueron a dormir de nuevo —o al menos, a intentarlo—. De esta vez, por suerte, lograron hacerlo sin nuevas interrupciones...

Hasta que llegó la mañana.

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Cuando se despertaron, fue por golpes incesantes a la puerta de la cabaña. Pensando que era el sheriff, la leñadora se ofreció a levantarse y abrirla, queriendo dejar a la humana a su lado descansar más un poco más.

No esperó encontrar afuera a una mujer que no veía a años detrás de ella, con una expresión exasperada y una actitud impaciente, inquieta, profundamente perturbada, encarándola con ojos de asesina.

—¡¿TÚ?! —Hazel Segel exclamó, volviéndose aún más alocada—. ¡¿ESTÁS VIVA?!

—Hola...

—¡¿Dónde está Theresa?! ¡Si la tienes tomada rehén no dudaré en llamar a los del DDN!

—Yo no la...

—¡NO ME MIENTAS! ¡O EXPLOTARÉ ESTA PUTA CABAÑA CON MISILES!...

—¿Quién está gritando tanto a estas horas?... —La empresaria en sí apareció por detrás de Casey, corriendo.

Y al ver a su mejor amiga de nuevo, al frente de su cabaña en el bosque, con los cabellos enmarañados y la cara hinchada, sin maquillaje, la empresaria supo que algo raro estaba pasando.

—¡THEA! —Hazel la jaló adelante, y la leñadora se movió a un lado para no herir por accidente a ninguna de las dos.

Ambas mujeres se abrazaron y la recién llegada soltó un exhalo aliviado.

—¡Pensé que estabas muerta!...

—¿Por qué?

—¡Recibí un mensaje de un número desconocido ayer diciendo que "el trabajo estaba hecho" o algo así! ¡Claramente no era para mí! ¡Y sabiendo lo mucho que te han estado intentando matar en los últimos años!... ¡Yo pensé!... pensé...

—Estoy viva. Tranquila —Theresa apretó aún más su agarre—. Ella me salvó.

Hazel volvió a mirar a Casey, y de alguna manera su odio pareció triplicarse.

—¿Cómo carajos estás tú viva? —indagó, luego de separarse de la ingeniera.

—Ven adentro —La "fallecida" en cuestión se frotó el rostro, angustiada por el hecho de que ahora otra persona más sabía que ella había sobrevivido—. No hay una respuesta rápida para esa pregunta.

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Mientras desayunaban, Casey le explicó a la mejor amiga de Theresa qué le había pasado luego de la pelea final con Otto, paso por paso. Después, sus razones para desaparecer. Finalmente, todo lo que sucedió después de su dramático e inesperado reencuentro con la empresaria.

—Y entonces volvemos a nuestro actual problema... ¿Quién es la "señora H"?

Hazel las miró a ambas con una expresión asustada y alzó sus manos al aire.

—Tranquilas que yo no soy.

—Ya sabemos que no eres tú —Theresa giró los ojos—. Eres demasiado torpe para ser una criminal.

—¡Hey!

—Estoy pensando que puede ser James Hammer —Casey comentó—. Que a lo mejor él adoptó un alias femenino para intentar despistar a cualquier persona que se pusiera a investigar sobre la ARP.

—Eso haría sentido. O sea, él ya intentó matarlas a las dos antes, y es prácticamente el mayor fanboy de Otto que existe —Hazel señaló.

—Eso es verdad... —La ingeniera asintió—. Además, él se escapó de la cárcel un año atrás. Justo cuando mis intentos de asesinato mensuales comenzaron a aumentar en cifras.

—Sí, eso es sospechoso, ahora que lo mencionas —Su mejor amiga bebió un poco de su café—. ¿Y qué harán al respecto?

—¿Por ahora? Nada —Casey respondió, mirando a su plato.

—¿Nada? ¿Cómo así, nada?

—Tenemos que recolectar evidencias primero, y saber exactamente quién es "H".

—¿Las dos están dementes? ¡¿Cómo van a dejar que esos lunáticos del ARP sigan por ahí, esparciendo el terror?!

—Son peligrosos, Hazel. Muy peligrosos. No quiero poner a Case en dicho peligro. Además, ella ahora tiene su nueva vida, y... no quiero que los del DDN la encuentren.

—¿O sea que esto es definitivo? —la mujer preguntó—. ¿Tú seguirás fingiendo tu muerte para siempre?

Casey suspiró, sintiendo su culpa morder su corazón de nuevo.

—No tengo otra opción. Es esto, o pasar el resto de mis días siendo una esclava del gobierno, de las expectativas de los demás, y de mis deberes. Y ya no tengo la fuerza para ello.

—¡Pero tu familia!...

—Están bien sin mí.

—¡Eso es una puta mentira! ¡Theresa!... —Hazel miró a su mejor amiga, indignada—. ¿No le contaste sobre Lucas?...

Lucas era el hermano adoptivo de Casey.

—¿Qué le pasó? —la misma interrumpió a la recién llegada, sintiendo su temor escalar con rapidez.

—Haze, no se lo digas...

—Intentó suicidio hace cuatro meses.

La ingeniera cerró los ojos, sabiendo el real tamaño del daño que su amiga acababa de causar.

La Antheliona a su lado sintió a sus ojos vidriarse y a sus labios partirse, sin su permiso. Se levantó de la mesa, dejando su desayuno abandonado, y caminó hacia la ventana más cercana. Su respiración pasó de normal a entrecortada. Y al sentir los sollozos comenzar a sacudir su cuerpo, decidió salir de la cabaña, para proteger a las demás mujeres de sí misma. Fue afuera, caminó hacia el medio de los árboles y soltó un grito tan fuerte que hizo vibrar a todos los vidrios de la casa. Los pinos a su alrededor se cayeron, el cielo se oscureció de un minuto a otro, el viento tomó fuerza, el pasto bajo sus pies se incendió con un fuego azulado y la tierra incluso tembló.

—¿Qué diablos?...

—Joder... —Theresa se levantó de la silla con un saltó y salió de la casucha también.

Esperó a que Casey apagara las llamas que había creado a su alrededor para poder acercarse. Cuando lo hizo, su voz avasallada y exhausta le volvió a dirigir la palabra:

—¿Por qué no me lo dijiste, Thea?

—No quería sobrecargarte aún más...

—Lucas... ¿qué h-hizo?

—Case...

—Solo dímelo. Por favor... Merezco saberlo.

Theresa respiró hondo, miró al cielo lluvioso y puso una mano sobre el hombro de la mujer.

—Él... se quiso lanzar del puente que conecta a Ithaka con Scidrias. Cayó al río y fue rescatado unos minutos después por un superhéroe nuevo, que surgió el año pasado, Solaris. Lo conozco; es un alien como tú. Muy buen muchacho. Y era un fan de Titanis... Él resucitó a Lucas y lo llevó al hospital.

—No...

—Tu hermano ha pasado los últimos meses en una clínica y solo la semana pasada volvió a casa. Yo lo fui a visitar, y... no voy a mentir de nuevo. No estaba nada bien. No supera tu muerte.

Casey perdió el control sobre sus sentimientos de nuevo. Pero esta vez sus poderes no se activaron. De hecho, cuanto más se permitía sollozar y golpear la tierra abajo, deshaciéndose de todo su dolor y agotamiento, más las nubes arriba comenzaron a dispersarse. Hasta que, eventualmente, el cielo volvió al normal y el sol de nuevo brilló.

—T-Tengo que volver a Ithaka —ella murmuró, sintiéndose derrotada de todas las maneras posibles—. Esta fantasía... debe acabarse. Casey no puede existir. El mundo necesita a Titanis.

—Eso no es cierto.

—Pero lo es —Se levantó—. ¡Lo es!

—¡NO! —Theresa estalló, porque ya no toleraba oírla hablar sobre su propia vida como si fuera algo casual y poco importante—. ¡YO NO SUFRÍ POR LA PÉRDIDA DE TITANIS, SUFRÍ POR PERDERTE A TI! ¡TU HERMANO NO PASÓ AÑOS DEPRIMIDO POR PERDER A UNA SUPERHEROÍNA, LO HIZO POR PERDERTE A TI! ¡TU PADRE NO CANTÓ EL PUTO HIMNO NACIONAL EN TU FUNERAL, CANTÓ UNA CANCIÓN QUE TE ENCANTABA! ¡TU MADRE NO LLORÓ SOBRE EL MEMORIAL DE TITANIS, LO HIZO SOBRE TU TUMBA!... ¡¿ACASO NO LO ENTIENDES?!... ¡ARGH! —Gruñó y se masajeó los ojos—. ¡Tú eres a quien Lucas extraña! ¡Tú eres quién necesito a mi lado cuando todo se va a la mierda! ¡Solo tú, nadie más!... ¡Que se joda Titanis!...

Casey se mantuvo callada, con los ojos pegados al suelo, mientras ella se descargaba. Hazel, de pie a unos metros de distancia, las estaba mirando a ambas con preocupación.

—Esas dos realmente necesitan terapia —murmuró hacia sí misma, cruzando los brazos. Luego, tomó coraje y caminó hacia ellas—. ¡Oigan! ¡Acabo de revisar mi celular y tenemos otro problema! —La ingeniera y la leñadora la miraron con una expresión que gritaba "¿ahora qué?"—. Uno de los laboratorios de ORION fue atacado.

—¡¿QUÉ?! —exclamaron al mismo tiempo.

—La armadura de reemplazo de Otto acaba de ser robada.

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