II

Bajo la luz tenue de una lámpara de mesa, Joyce y Jovi se mantienen inmóviles en la oscuridad, sus rostros demacrados por la tensión. Sin saber qué hacer después de haber sido secuestrados no podían hacer nada más que esperar a que sus captores decidieran su destino. El lugar era inhóspito y oscuro, con paredes de concreto descascarado y una humedad fría que se filtraba en sus huesos. La adrenalina todavía les bombeaba en las venas, pero la incertidumbre los estaba agotando. Cada ruido les hacía saltar, esperando lo peor. 

El sonido de sus captores murmura en el fondo, pero no pueden distinguir las palabras. Ya habían pasado varios minutos que estaban solos en la habitación. Finalmente, Joyce rompió el silencio. —¿Jovi?... ¡Jovi! ¿Estás bien?— Preguntó Joyce, sintiendo la presencia de su hermano menor a su lado a pesar de no poder verlo.

—Hermana... ¿Dónde estamos? ¿Por qué...?— Preguntó Jovi, su voz temblorosa y cargada de miedo mientras rezaba para que todo fuera una pesadilla de la que pronto despertaría.

De repente, el sonido de unas pisadas resonó por el lugar oscuro y abandonado. Los hermanos voltearon hacia donde venía el ruido, aún confundidos y asustados. El miedo se apoderó de ellos mientras esperaban a ver qué sucedería a continuación.

De pronto, el sonido se detiene y las bolsas son arrancadas de sus cabezas. Por un momento, solo ven la negrura de la habitación, pero luego, la luz de la lampara penetra el lugar, revelando un espacio lúgubre y empolvado. El sonido de más pisadas se acerca cada vez más a ellos, pero no pueden ver a nadie. De repente, una figura aparece en la oscuridad, es un hombre con el rostro cubierto por una mascara roja, lo que aumenta aún más el misterio de su situación. 

Intentaron levantarse y correr, pero se encontraron con que sus manos y pies estaban atados con cinta adhesiva. Un escalofrío recorrió sus cuerpos al darse cuenta de que estaban completamente indefensos. Vieron un par de figuras vestidas con ropa oscura y mascaras columbinas que se asemejaban a animales delante de ellos, sus expresiones eran duras y frías. Los secuestradores no hablaban, simplemente los miraban fijamente, como si estuvieran tratando de descubrir algo en ellos. 

 No podían ver sus expresiones, pero por alguna razón, el simple hecho de tener esas mascaras puestas hacía que parecieran personas despiadadas y sin escrúpulos dispuestas a hacer cualquier cosa por conseguir lo que quisieran.

Jovi sintió una ola de pánico recorrer su cuerpo mientras observaba a sus captores. ¿Qué querían de ellos? ¿Por qué los habían secuestrado? Las preguntas se acumulaban en su mente, pero no pudo articular ninguna palabra, se encontraba paralizado, su cuerpo temblaba sin control.

Joyce se mantenía congelada, su mente luchaba por mantener la calma. No podía ser real, no podía ser su realidad. —Por favor, ¿por qué están haciendo esto? ¿Qué quieren de nosotros?— Esas palabras salieron solas de su mente.

Ellos permanecían en silencio, sus miradas detrás de las máscaras parecían impasibles, sin emoción alguna. Intercambiaron miradas.

—¿Estás seguro de que este es el chico? Porque no estoy viendo ningún signo en él.

—Sí, es él. El informe que recibimos lo identificó claramente como el que tiene el mayor potencial, y en cuanto a la chica, todavía no sabemos si tiene algo que ofrecernos, pero la mantendremos aquí por si acaso.

Rodeados de sus captores, dos de ellos llevan un maletín. Para los hermanos la sola presencia de los objetos les provoca una sensación extraña, pero en especial el menor, que no podía evitar sentirse llamado por su contenido.

El captor se acerca a Joyce y levanta el maletín izquierdo. Joyce se siente aún más asustada que su hermano y su mente comienza a divagar, imaginando qué cosas horribles podrían estar dentro del maletín. El hombre la mira con una expresión inexpresiva y, sin decir nada, baja el maletín.

Luego, el otro captor sosteniendo el maletín derecho, se acerca a Jovi. Sacando algo de ese maletín, una pequeña flor, como si estuviera por hacer algo. Jovi se tensa y siente cómo su corazón late con fuerza al ver la flor blanca, no sabe porque. El hombre, con una sonrisa siniestra en el rostro, suelta la flor cerca de Jovi sin decir una palabra.

—No intenten escapar si lo intentan, no dudaremos en usar la fuerza.— Les dijo con una voz el de rojo con una voz grave y fría.

La habitación se llena de un silencio incómodo por unos segundos hasta que un leve brillo dorado se muestra en el suelo, era la flor...

Uno de ellos, el que había hablado anteriormente.  —Jovi Starset, te hemos traído aquí porque tenemos información de que tienes ciertas habilidades especiales.

Luego, el captor enmascarado de la derecha se dirige a Jovi.—Has sido dotado con un gran poder que podría ser muy útil para nosotros, algo que solo unos pocos tienen.— El brillo se hace más fuerte.

Los hermanos se abrieron los ojos de par en par, sin saber qué hacer ni qué pensar. ¿Un poder sobrenatural? ¿De qué estaban hablando? Ellos nunca habían oído hablar de algo así. Todo parece sacado de una película de ciencia ficción, pero están en medio de la realidad más aterradora que hayan experimentado jamás.

—No hay duda de que él tiene potencial, pero... ¿Qué hay de la chica? 

—Aún no encontramos su raíz, la del chico la encontramos hace solo dos días. 

Los captores observaron la reacción de los hermanos y se dieron cuenta de que Jovi estaba demasiado asustado para hablar.

Joyce, por otro lado, seguía intentando dialogar con ellos, en un intento desesperado por encontrar una explicación racional para todo lo que estaba sucediendo.

—¿Qué quieren de nosotros?— pregunta con temor en su voz

—Lo que queremos es que nos ayudes a encontrar a otros como tú, personas con habilidades sobrenaturales. Y si nos ayudas, podrás estar segura de que no van a morir.— Respondió el captor con el maletín izquierdo, quien se había acercado a Joyce. —No es lo que queremos de ustedes, es lo que ustedes nos pueden dar.— Dijo con una sonrisa siniestra.

—¿Qué es lo que tenemos?— Preguntó ella con una mezcla de miedo y curiosidad.

—Por su edad, es probable que hayan conocido a... — La voz del hombre se vio interrumpida por un ruido que parecía resonar solo en los oídos de la chica, similar al rechinar de una pizarra. — Gracias a ella nos llamaron para llevarnos a un Starset.

Joyce seguía sin entender. Miró a su hermano en busca de ayuda, pero Jovi seguía en estado de shock.

—No sé de qué están hablando—  Dijo con una voz temblorosa.

—Lo sabes perfectamente, Joyce. Debes saber de lo que estamos hablando.— dijo el captor con el maletín derecho en la mano, mientras se acercaba lentamente a Jovi. —De no ser así tú serías solo una carga de la cual podríamos deshacernos en cualquier momento.

—No diremos nada, déjennos ir, por favor, nosotros no...

—No te hagas ilusiones, niña.— Interrumpió otra captor con un tono frío. —No los dejaremos ir tan fácilmente, tenemos planes si llegan a sernos útiles. No esperen dar lastima, aquí todos han matado alguna vez, solo los más aptos continúan vivos, los inútiles se pudren, ¿Son unos malditos inútiles? la empatía está muerta— Articula la mujer amenazadoramente.

Eso hace que la chica se quede en shock. Ella no puede creer que alguien pueda ser tan cruel y despiadado. Mientras tanto, el chico sigue paralizado por el miedo. No puede entender por qué todo esto le está sucediendo a él y a su hermana. Pero algo en el comportamiento de los captores lo hace sentir que esto no es una simple equivocación, sino algo mucho más peligroso.

Estaba apunto de ser golpeado cuando Joyce se puso delante de él, protegiéndolo con su cuerpo. Esta acción hace que la retengan en el suelo.

Mientras ellos estaban en el suelo, algo extraño comenzó a suceder. Una sombra oscura y sin forma comenzó a aparecer detrás de uno de los captores, justo en la pared. Era difícil decir qué era exactamente, ya que se movía y cambiaba constantemente. Jovi, con los ojos bien abiertos de terror, podía verlo claramente, pero Joyce parecía no notar nada fuera de lo común.

Los captores notaron la reacción del hermano y se miraron entre sí, intercambiando una mirada significativa. Uno de ellos se acercó a Jovi, mirándolo fijamente a los ojos, mientras la otra mantenía a Joyce sometida en el suelo sosteniendo las palmas de sus pálidas manos. 

—¿Ves algo inusual?— Preguntó el captor con una voz fría y calculadora. Jovi tembló y asintió con la cabeza, incapaz de hablar. El hombre sonrió y se alejó de él, acercándose a Joyce. —Y tú, ¿ves algo inusual?— Preguntó el captor, Joyce negó con la cabeza, incapaz de entender que estaba sucediendo.

—Eso significa que no es apta. Incluso sin la flor, ella debería presentar algún signo en una situación de peligro como esta— Sentenció el enmascarado rojo, aparentemente el líder. —No es suficiente... Sí, el chico tiene potencial, pero es en este momento, cuando los síntomas desaparecen y la flor brilla, que se determina el verdadero poder. Y, por supuesto, las situaciones extremas son el caldo de cultivo perfecto. Saben que hacer.

Al percatarse de que Joyce no podía ver la sombra, el enmascarado se acerca a ella con una sonrisa malévola y le propina una patada. Luego, la mujer levanta ligeramente a Joyce del suelo para facilitar los golpes y las patadas, mientras le dice sádicamente con una sonrisa. —Así que eras inútil...

Dos de los captores sujetan los brazos de Jovi, quien se ve obligado a presenciar la escena. Ahora, no solo siente miedo, sino también una rabia impotente. La sombra parece crecer y volverse más oscura, como si estuviera observando con interés, alimentándose de la violencia.

—Aún falta.— Dice el líder después de observar detenidamente a Jovi. Luego se acerca a su hermana, que ya está bastante herida. Todos se apartan a medida que saca un recipiente metálico con agua y sirve una taza. Le dedica una mirada apática a la chica, quien ha dejado de gritar.

 —Por favor...— Dice suplicante antes de que le viertan la taza de agua caliente en el antebrazo, lo que provoca otro grito de dolor debido a las quemaduras.

Jovi, aterrorizado y paralizado por el miedo, comienza a intentar desesperadamente mover sus brazos para acercarse a su hermana.

—¿Estás enojado?— Escuchó decir al enmascarado de rojo con un tono casi burlón, claramente buscando provocar que el chico liberara su potencial. —Al menos ahora ya no es una sombra difusa para ti.— El menor lo miraba con odio mientras continuaba forcejeando para liberarse del agarre.

Los captores se miraron entre sí, evaluando la situación. Habían intentado todo lo que se les había ocurrido para activar los poderes de Jovi, pero nada parecía funcionar. Sin embargo, estaban decididos a conseguir lo que querían

 —Sé que tienes algo especial, pero hasta ahora no hemos logrado sacarlo de ti. Así que te lo pondremos fácil. Te daré una razón para usar tus poderes.— Dijo mirando fijamente al adolescente.

Jovi miró aterrorizado cómo los captores se llevaban a su hermana a la habitación contigua. No sabía qué iban a hacer con ella, pero tenía un mal presentimiento. Se quedó solo en la habitación, temblando de miedo e impotencia. Trató de concentrarse en sus pensamientos, pero su mente estaba nublada por la ansiedad. Ahora lo habían soltado, pero Jovi seguía teniendo amarrados los brazos y piernas, el chico empezó a arrastrarse con todas sus fuerzas mientras el hombre de rojo no hizo nada para detenerlo, solo lo observaba como si esperara a que llegara al marco de la puerta que parecía imposible.

De repente, algo llamó su atención. Algo parecido a otra sombra moviéndose y cambiando de forma constantemente se movió a su alrededor. Parpadeó, preguntándose si había sido solo su imaginación. Pero entonces la sombra volvió a aparecer, más oscura y más definida esta vez. Jovi sintió cómo su corazón se aceleraba. Finalmente, llegó a la habitación y se encontró con un desgarrador panorama: apuntaban a su hermana con una pistola.

Joyce observó el arma con pavor, su corazón latía desbocado, su cuerpo quedó paralizado y las lágrimas empezaron a emerger. —"No me enseñaron a odiar", "quiero vivir".— Resuena en sus adentros, Entonces, escuchó un ruido y vio a su hermano. En ese preciso instante, un sonido violento resonó seguido de un dolor intenso. Una furia fugaz se apoderó de ella, terminando con oscuridad cuando ella cayo al suelo junto al maletín izquierdo que es soltado de la mano del captor.

 Los captores volvieron hacia la puerta y se acercaron a Jovi, sonriendo con malicia, dijeron. —Ahora tienes una razón para usar tus poderes.

Miró a los asesinos con ira y desprecio. pero al mismo tiempo, Jovi se sintió completamente indefenso y vulnerable frente a ellos. Finalmente, se dejó caer al suelo y comenzó a llorar.

El chico lloraba desconsolado, su cuerpo temblaba con cada sollozo, sintiéndose como si el mundo se le hubiera derrumbado encima. Los secuestradores lo observaban con indiferencia, esperando ver algún tipo de reacción en él. Pero Jovi no podía pensar en nada más que en la pérdida de su hermana, en la crueldad de la vida y en su propia impotencia. Finalmente, los secuestradores decidieron que había llegado el momento de actuar. Uno de ellos se acercó a Jovi y lo tomó por los hombros, levantándolo del suelo.

—Mira lo que has hecho, has demostrado ser igual de inútil que tu hermana.— Dijo el enmascarado rojo con desprecio.— Estás maldito. Gracias a ti los encontramos, el aura era inconfundible.

Jovi no respondió, todavía sollozando con lágrimas corriendo por su rostro, el dolor de cabeza había empezado a volver a martillar su cabeza conjuntamente a gritos y amenazas, pero para él sus palabras eran solo ruido de fondo. Después de un rato, los dejaron tirado en el suelo. A pesar del dolor, él todavía lloraba, sintiendo como si su corazón hubiera sido arrancado de su pecho junto con su hermana. Los secuestradores observaban con satisfacción, creyendo que habían encontrado la forma de activar los poderes de Jovi, pero para él todo lo que quedaba era el dolor y la tristeza, ahora con un vacío profundo en su interior. Él no podía comprender por qué alguien querría quitarle la vida a su hermana, una persona inocente que no había hecho nada malo. Sus captores eran monstruos para él, no podía entender cómo podían ser tan inhumanos y crueles.

Jovi se sentía completamente solo y abandonado en el mundo. Había perdido a la persona que más amaba. Anhelaba que todo fuera una pesadilla de la que pudiera despertar, pero al contemplar el cuerpo de su hermana y la sangre brotando de su frente, comprendió que era la cruda realidad. El carmesí contrastaba con su pálida piel, y en lo más profundo de su corazón... 

Se pregunta cuál era la necesidad de todo esto y por qué ella tuvo que morir de esa manera. Las lágrimas no paran de caer de sus ojos y el tiempo parece detenerse en esos segundos que se sienten como una eternidad. 

La muerte es como una cubeta helada que, en su crueldad, no permite que te detengas en el momento de la despedida. Te obliga a presenciar cómo el mundo sigue adelante sin esa persona amada y, posteriormente, sin ti.

Los secuestradores observaban a Jovi mientras lloraba, sin entender su reacción o sufrimiento. Para ellos, la muerte de Joyce era solo un obstáculo más en su trabajo, pero para el chico era el fin del mundo. El dolor y la tristeza lo habían dejado sin palabras, sin fuerzas, sin ganas de nada. Solo quería quedarse allí, en el suelo. Los secuestradores solo veían a un joven que no estaba siendo útil para ellos en ese momento. La consecuencia de carecer de empatía, ser un monstruo.

...

Joyce se encontraba en un lugar oscuro, pero no se sentía asustada. Al contrario, se sentía en paz. Como flotar después de haber caído durante tanto tiempo ya no sentía ese peso.

Una luz brillante la envolvió, miró hacia abajo y vio su propio cuerpo en el suelo, en ese momento, la tristeza la inundó. ¿Realmente iba a irse? No era posible, no era justo. El enojo era efímero, y el odio... No, no había lugar para ese sentimiento, decía, tal vez se mentía así misma, unas lagrimas caían, ahora estaba sola.

Ella quería seguir viviendo, y aunque su cuerpo ya no respondía y su alma estaba abandonando su cuerpo, sus recuerdos se entrelazaban con el presente, queriendo aferrarse a la vida, a su familia, a sus sueños. En su mente, veía la luz brillante que se expandía frente a ella, pero algo dentro de ella luchaba contra esa imagen, su voz que decía "no te vayas, todavía hay tanto que hacer, tanto que vivir". A pesar de su cuerpo débil, su espíritu se resistía a dejar el mundo. Recordaba las palabras de su padre, "no te preocupes, hija", que siempre la reconfortaban, pero esta vez no había consuelo.

La muerte vino a mí, me beso en la mejilla.

Era como si estuviese siendo acogida, un signo de empatía y consuelo para; aceptar su destino.

La luz se hacía más brillante y atractiva, pero algo en su interior se negaba a seguir adelante. Joyce quería quedarse, quería seguir adelante, quería vivir. Pero la luz seguía llamándola, cada vez más fuerte, más brillante, más irresistible. Era como si el universo la estuviera tentando a un lugar más allá de este mundo, un viaje a lo desconocido.

Un recuerdo se presenta en la mente de Joyce como un ancla que la mantiene aferrada al mundo. A pesar de haber experimentado la muerte y de haber visto la luz al final del túnel, el recuerdo de su hermano Jovi, sus recuerdos la mantienen atada a la vida. El beso de la muerte en su mejilla no es suficiente para hacerla dejar ir ese recuerdo y el amor que siente por su familia. A través de este recuerdo, sigue viva.

...

Joyce se encontraba ahora en un recuerdo de hace varios años.

Recuerda con detalle cómo ella y Jovi estaban hablando de una amiga cuyo nombre parece imposible de recordar, cuando de repente su hermano se distrae y empieza a seguir a unas mariposas. Ella se queda sola, pero no se siente asustada, sino más bien como si estuviera en trance. De repente, tiene la sensación de que alguien la observa desde lejos, pero cuando voltea para ver quién es, no hay nadie allí.

Es entonces cuando escucha una voz suave, que parece venir de la nada, diciéndole —No tengas miedo, pequeña. Todo va a estar bien.— Joyce siente un escalofrío por su espalda y mira a su alrededor, pero no ve a nadie. La voz continúa —Siempre estaré aquí contigo, para cuidarte en cada momento de tu vida.

La niña se siente confundida y un poco asustada, pero a la vez reconfortada por las palabras de la voz misteriosa. No sabe quién es, le recuerda un poco a su padre, tiene la sensación de que es alguien importante y protector en su vida.

Más tarde, Jovi había perdido su peluche en un paseo al bosque, estaba preocupado. Joyce vio el peluche a lo lejos en unos arbustos que se encontraban debajo de la colina, se dirigió hacia él,  balanceándose levemente para alcanzarlo, no sabia que se encontraba al borde de una pronunciada pendiente a punto de caer. 

...

Jovi se encuentra en el presente, llorando desconsoladamente. De repente, una imagen viene a su mente; Está en el bosque, corriendo detrás de su hermana después de haber perdido su peluche de conejo. Todo parece tan real, como si estuviera viviendo la escena nuevamente. Corre y corre, sintiendo el aire en su rostro y el dolor en su pecho mientras grita el nombre de su hermana.

Finalmente, la encuentra sobra algunos arbustos que amortiguaron su caída, con las rodillas y las manos raspadas, sosteniendo su peluche y flores. Jovi siente un alivio inmenso al ver que su hermana está bien. Se acerca a ella que lo abraza fuerte.—Todo va a estar bien— Sintiendo su corazón latir en su pecho. Todo parece tan vívido en su mente, como si estuviera allí de nuevo.

Es como si su hermana estuviera allí con él. Es como si estuvieran compartiendo este recuerdo juntos.

Los padres de los niños los regañaron suavemente por su imprudencia, pero al mismo tiempo los abrazaron y los reconfortaron con el pie de manzana que habían traído para el picnic en el bosque. Los pequeños abrazaron a sus padres con fuerza, sintiéndose seguros y protegidos en sus brazos. Mientras tanto, Jovi recordaba cómo había corrido desesperadamente hacia sus padres para pedir ayuda después de que Joyce cayera por el peluche, mientras que Joyce recordaba cómo se sentía abrazar a su hermano después de haberse lastimado. Ambos compartían el mismo recuerdo de aquel día, como si estuvieran viendo la escena desde diferentes ángulos. Pero lo más importante era que recordaban el amor de sus padres y la sensación de seguridad que sentían cuando estaban juntos.

La luz aumenta, pero ella le tiene miedo aun hay muchas cosas por vivir, ella no quiere dejar a su hermano, no quiere dejar a sus padres, no quiere dejar sus sueños, es en ese momento de desesperación en la que la voz vuelve a hablarle cariñosamente después de mucho tiempo.

—Tranquila mi niña, no tengas miedo. La luz no es el final, es el comienzo de algo nuevo. Algo maravilloso te espera al otro lado. Tu hermano y tus padres siempre estarán contigo, y tus sueños, esos sueños que tienes, seguirán siendo tuyos. La muerte no te los puede quitar. Así que no temas, deja que la luz te guíe hacia lo desconocido, hacia lo mágico.— Le dice suavemente la voz.

Joyce persiste en su negativa, y de repente la luz comienza a disminuir gradualmente hasta transformarse en una brillante flor dorada. La voz del hombre continúa siendo cariñosa, y en un momento incluso se deja oír una risa, no burlona, sino más bien la risa tierna de un padre hacia su hijo. —No te preocupes, Joyce, solo estaba bromeando contigo. Estoy orgulloso de ti.— La voz, que resulta conocida y al mismo tiempo desconocida para la chica, vuelve a hacerse oír. —Tú aún no me conoces, pero yo sí te conozco a ti, y sé que tienes mucho por delante. Muchas aventuras, muchas alegrías y también muchos desafíos.— Vuelve a hablar, pero esta vez su tono es más suave y tranquilizador— No tienes que irte si no quieres. Solo quería hacerte saber que estoy contigo.

—¿Quién eres? 

La flor se mueve ligeramente, como si estuviera bailando en el aire, y la voz continúa —Llámame Noor, en este momento me encuentro en tu mente.

Joyce se siente abrumada por las emociones y se acerca a la flor dorada, sintiendo su calidez y amor. La voz habla por última vez —No te preocupes, no te dejaré sola, no todavía. aún no es tu momento.

levántate, elévate

...

Jovi cerró los ojos con fuerza, mientras su mente se aferraba a los recuerdos. Recordó a su hermana riendo, jugando y explorando el bosque juntos. Evocó el día en el que había perdido su peluche y cómo se habían unido en la búsqueda. Pero también revivió la mirada de pánico en los ojos de Joyce cuando ella cayó, y cómo extendió su mano en vano, incapaz de atraparla entonces, al igual que ahora. 

Jovi se sentía confundido ante lo que estaba ocurriendo. El dolor de cabeza desapareció repentinamente, dejándole una extraña sensación en todo su cuerpo. Pudo percibir cómo una energía oscura surgía de su sombra, expandiéndose y creciendo a sus espaldas.

La sombra se materializó en una figura sin forma, completamente ajena a cualquier referencia conocida. Se alzaba sobre Jovi, imponente y misteriosa. Los hombres enmascarados quedaron perplejos ante la repentina aparición de la criatura, retrocediendo unos pasos. Jovi, confundido y aterrado, se encontraba sin saber qué hacer. La criatura parecía tener vida propia, actuando por instinto al atacar a los hombres enmascarados con una ferocidad que incluso asustaba al chico.

En un instante de pánico, Jovi dirigió su mirada hacia atrás y vio a un enmascarado apuntándole con un arma. En ese momento, su sombra surgió del suelo para protegerlo, estrellando al enmascarado contra la pared.

—¡Excelente!— Exclamó el líder, aplaudiendo. Su tono de voz grave dejaba entrever una evidente satisfacción. De repente, el chico fue violentamente arrojado contra una de las paredes por la mano de una figura humanoide, cuyo brillo era similar al de la escarcha.

—Entonces, no eras inútil— Afirmó la enmascarada con una sonrisa, manteniendo su mano levantada al igual que la figura. Cualquier intento de resistencia por parte del chico fue rápidamente neutralizado. Cuando él volvió la mirada hacia su sombra, se percató de que también estaba neutralizada, como si hubiera sufrido el mismo daño. Ahora Jovi se encontraba inmovilizado contra la pared, con las manos aún atadas.

—Hemos terminado. Desháganse del cadáver —decidió el hombre vestido de rojo—. Luego nos marcharemos con el chico.

"El vuelo de una mariposa es delicado y depende de la suerte para abrirse paso en un mundo lleno de peligros que la acechan." -Rosamund, desconocido.

El detective esperaba fuera de la casa, rodeado de girasoles en el jardín, mientras revisaba su reloj una y otra vez, aguardando la llegada de los hermanos Starset.

—Es extraño, a esta hora deberían estar en casa.— Murmuró Avicci mientras revisaba su teléfono. Le resultaba molesto dejar cosas pendientes, y más aún cuando veía que en sus notas todavía figuraba una tarea sin terminar, lo cual le impedía avanzar con el resto.

Después de transcurrir unos cincuenta segundos de un silencio absoluto, él optó por continuar la búsqueda de los hermanos en lugar de esperar en vano. Se llevó otra paleta de naranja a la boca para acompañarlo en el camino. Ya tenía un registro de los hábitos de los hermanos, mientras recorría las calles de la ciudad, la calma reinante se volvía agotadora para él. La forma en que todo y todos parecían transmitir la sensación de "todo está bien" contrastaba fuertemente con su profesión e intenciones. Avicci siempre estaba alerta ante los más mínimos detalles, no por desconfianza, sino porque era necesario analizar meticulosamente las situaciones para no dejar que su mente jugara con él. Sabía que nada podía ser tan perfecto, ni las cosas ni las personas. ¿Acaso las trampas más efectivas no son las más hermosas? Estaba seguro de que así no era la frase, pero eso era lo que menos le importaba en ese momento.

Avanzaba por el camino habitual de los hermanos durante los viernes, explorando los lugares que solían frecuentar. Incluso sacó de su saco beige una libreta de apuntes para asegurarse de estar en el lugar correcto, pero no encontró nada relevante.

—Si esto continúa así, en unas horas ya habrá anochecido...— Murmuró, mientras la idea de tener que esperar un poco más para hablarles no le parecía complicada. Sin embargo, su agudo sentido del peligro siempre le llevaba a adoptar una visión fatalista de los hechos. Una idea comenzó a rondar su mente.

—¿Y si les ocurrió algo malo? ¿Y si "ellos" los alcanzaron antes?— Se preguntaba Avicci a sí mismo, mientras suspiraba y se relajaba. Luego, uniendo el pulgar y el índice para formar un círculo y manteniendo los otros dedos rectos o relajados lejos de la palma, el hombre hizo el gesto del "OK" frente a su ojo derecho, como si fuera un lente.

—Solo... Necesito tranquilizarme.— Se dijo a sí mismo, mientras en su ojo derecho veía las huellas de los hermanos resplandeciendo, como si estuviera mirando a través de una luz ultravioleta que revela rastros.

Siguiendo el rastro en la calle, pudo observar cómo los adolescentes se dirigían hacia su hogar. Algunas personas voltearon a mirarlo debido al extraño gesto que estaba realizando. El detective continuó siguiendo el rastro hasta que sus peores sospechas se confirmaron al ver que el rastro desapareció por completo. Con terror, se dijo a sí mismo "Ellos los tienen".

...

Dos enmascarados cargaban el cuerpo de Joyce, con la intención de deshacerse de ella, posiblemente quemándola en el incinerador. De repente, el que la sostenía tropezó y la dejó caer al suelo, ya que el hombre que la llevaba había recibido un corte profundo en el tobillo sin previo aviso.

El otro hombre se asusta al ver la sangre de su compañero y saca instintivamente su arma. De repente, también recibe un profundo corte en el brazo que sostenía la pistola, lo que lo hace gritar de dolor. Girando rápidamente para tratar de identificar el origen del ataque, recibe otro corte en la pierna, esta vez más violento, capaz de cortarle la extremidad. Mientras ambos hombres se desangran, no logran comprender quién o qué los está atacando, ya que no pueden ver la fuente del peligro.

abre los ojos

A lo lejos, pueden presenciar cómo unas camelias rojas emergen en lugar de la sangre que yace en el suelo, proveniente del cuerpo de Joyce.

De manera sorprendente, las heridas y quemaduras comienzan a desvanecerse mientras las camelias emergen, reemplazando la sangre que antes cubría la frente y el corazón de la chica.

Una vez que las camelias brotan, caen al suelo como si estuvieran marchitándose. Sin embargo, para el terror de los hombres heridos, presencian cómo el cuerpo inerte cobra vida. Observan con horror cómo unos ojos dorados se abren y Joyce se alza en medio del lecho de flores que se ha formado. Los mira con severidad, luciendo una sonrisa burlona en su rostro.


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