I

Bajo la luz de la medianoche, dos hombres corrían por sus vidas. A pesar de su desesperación, el paso de ambos se había vuelto débil, lo que sugería que llevaban mucho tiempo corriendo. La arboleda a su alrededor era un laberinto de sombras y ramas retorcidas que se entrelazaban en un baile macabro. El bosque estaba impregnado de un aura misteriosa y opresiva, como si los árboles mismos estuvieran vivos y los observaran con malicia, ahí todo era oscuro, decir que eran irreconocibles a la vista del espectador sería quedarse corto, ellos eran siluetas sin rostro, parecido a un espectáculo de sombras. Era como si nuestra mente hubiera olvidado los detalles más importantes.
Uno de los hombres se desplomó en el suelo y el otro corrió a ayudarlo. Los hombres parecen ser consumidos por la oscuridad del bosque casi mezclándose con ella. La tragedia era inminente; la luz lunar aumentaba y caía en las sombras, dando el golpe final. Entonces, un grupo de coloridas luces, tal cual luciérnagas los rodean. A pesar de su pequeño aspecto, parecían intimidar a ambos hombres, que desfallecían en su perdición. Las luces se acercaron, el brillo cegador aumentó y, finalmente, todo quedó en la oscuridad.

...

La alarma suena y Joyce Starset entreabre los ojos lentamente, molesta por los rayos de sol que caen en su pálido rostro, trata de recordar su sueño antes de que desaparezca por completo de su mente, pero sólo puede recordar los minutos finales. Es algo poco común para ella tener lagunas en su memoria. La canción de timbre continúa con total entusiasmo con frases como "¡let's go! ", "c'mon", "let's get dance", "¡it's dance time!", provocando una sonrisa en la chica, se levanta a alcanzar su celular, que marcaba las 7:30 de la mañana. 

Un pequeño conejo de orejas largas la mira expectante después de haberle dicho "buenos días" en lenguaje mudo-imaginario. —Buenos días, Punch— responde Joyce, acomodando al peluche junto a las sábanas de la cama. —¿Has descansado bien?— pregunta con cariño después de flotarse los ojos. Lo contempla unos segundos como si esperará una respuesta por parte del peludo amarillo y se responde así misma —¡Qué bueno!— suelta unas pequeñas risas ante su ocurrencia con Punch antes de salir del cuarto y dejarlo con delicadeza en un sillón puff rosado donde se encuentran sus otros amigos coloridos.

Después de omitir todo el camino escaleras para abajo Joyce entra en la sala y se acerca rápidamente a su hermano, envolviéndolo en un abrazo. —¡Buenos días, Jovi!—exclama con entusiasmo. Él casi se atraganta con el bocado de comida que tiene en la boca, pero se separa con una leve sonrisa en el rostro. Resulta curioso, ya que la noche anterior había sufrido fuertes dolores de cabeza, como ya le había pasado unos días atrás.

Jovi, que ya había tomado el desayuno, también había preparado un tazón de leche y cereales con arándanos, los favoritos de Joyce. Al agradecerle por el gesto, él simplemente responde con su habitual sentido del humor: "¿Qué miras, tonta?". Joyce no puede evitar soltar una risa, sabiendo que su hermanito es una de las personas más dulces que puedas conocer, pero a veces se oculta detrás de su fachada de bromas y sarcasmo. Él siempre está dispuesto a ayudar a cualquiera, pero luego se aleja para evitar recibir agradecimientos. En fin, ¿Quién lo entiende?

—¿Y tu migraña?— Le pregunta. La verdad que era algo raro para alguien de 14 años tener algo así, él había tenido inexplicables dolores de cabeza durante tres días. Le disgustaba ver a su hermano sufrir, estando pendiente de su salud junto a sus padres, aunque tal vez ella se preocupaba demasiado, así que solo suspiro aliviada de que las medicinas hayan hecho bien su trabajo.

Jovi solo alzó los hombros y no contestó, demasiado ocupado con su desayuno para hablar. Joyce, por su parte, unió la música que comenzaba a sonar desde su teléfono hacia la radio, y se sumergió en la deliciosa mezcla de sonidos y sabores que formaban su rutina mañanera. La música siempre la ponía de buen humor, y aunque a Jovi también le gustaba, ya que tenían gustos musicales parecidos, no era su gran pasión como lo era para ella. Después de que ambos terminaron de comer, Jovi le preguntó sobre sus sueños. Era una pregunta que solía hacerle a menudo, sabiendo que Joyce siempre tenía aventuras increíbles que compartir. Él rara vez recordaba sus propios sueños, y cuando lo hacía, eran cosas extrañas y sin sentido. En cambio, escuchar los sueños de su hermana era toda una experiencia, llena de historias fascinantes y locuras que solo ella podría imaginar, en sus propias palabras: "fumadas dignas de un loco".

Después de que Jovi le pregunta sobre sus sueños, Joyce se anima y comienza a contarle uno de sus sueños más extraños.—Soñé que estábamos en el espacio, y de repente apareció una vaca voladora y empezó a tocar el piano mientras cantaba 'Moon River' de Frank Sinatra—Le cuenta al no recordar bien el sueño del bosque. Jovi, sin embargo, solo levanta una ceja y responde con sarcasmo: Wow, eso suena realmente emocionante y no en absoluto como una locura total. 

Durante unos minutos ella le dio una pequeña catedra acerca del sueño y sus significados, que para el pobre chico parecía más aburrido que una clase de matemáticas, se prepararon para continuar con su rutina veraniega. Primero, se dispusieron a ver el último episodio de su serie policíaca favorita, discutiendo acaloradamente sobre quién podría ser el asesino mientras mordisqueaban palomitas de maíz. Luego, se pusieron manos a la obra para ordenar la casa, tarea que Jovi dejó en manos de Joyce mientras él se perdía barriendo el piso en su mundo imaginando miles de escenarios donde los animales hablaran, peleando un rato contra un montón de polvo.

Los viernes eran especiales para los Starset, especialmente durante las vacaciones de verano, ya que se convertían en los viernes Starset, es decir, en días dedicados a la familia. ¿Eres tonto o algo así? Solían matar el tiempo jugando videojuegos, asistiendo a sus clases, haciendo sus deberes de niños bien y luego haciendo lo que les diera la gana. Al final, terminaban jugando juegos de mesa aburridos, que cambiaban por Joyce tocando el piano y los demás cantando como en un karaoke gratuito. En resumen, los hermanos se enorgullecían de su hermosa familia y disfrutaban de pasar tiempo juntos de la manera más sana posible.

Al mediodía después de preparar unos sandwiches, los hermanos Starset decidieron salir a dar un paseo por la ciudad para tomar un poco de sol y obtener su dosis diaria de vitamina D. Pero antes, tenían que enfrentar el desafío del día: encontrar el conjunto de ropa perfecto o outfit porque suena mejor en ingles, algo que era relativamente importante para ellos debido a sus estilos característicos. Joyce optó por la estética indie-kid, con ropa colorida y estampados infantiles, mientras que Jovi se decantó por el estilo Baddie, con rojo como su color favorito. Después de elegir sus atuendos, ella peinó su cabello miel en ondas suaves, mientras que él se conformó con mojarse el cabello rizado y negro, ya que sabía que lucía bien de cualquier manera. Y así, listos y bien protegidos del sol con un kilo de bloqueador encima, salieron a disfrutar de su día juntos.

—¿Listo?— preguntó con entusiasmo, empujando su mochila hacia atrás .

—¡Listo!— respondió Jovi junto a una "Jojopose" y guiñando un ojo como referencia a su anime favorito que habían estado viendo juntos en los últimos días. Esto trajo algunas risas por parte de la mayor, quien también se animó a hacer una pose igual de extravagante.

Para ellos hay dos cosas claras qué los exhiben como hermanos, la primera son sus ojos color miel y la segunda son las ideas alocadas que surgen de sus conversaciones sobre manga, anime, caricaturas, y un etcétera de cualquier tema, eso, combinado con su excentricidad los hace inconfundibles.

Después de salir de su casa, no hay nada más relajante que caminar por Rosamund. La ciudad está invadida de flores de todo tipo, tanto que pueden crecer en la acera o en los lugares más inesperados. Todos los habitantes ya están acostumbrados a esto, y las rosas rojas dominan en el centro de la ciudad, dando honor al nombre de "Rosa". La ciudad se destaca por ser muy moderna y grande, sin embargo, no hay tanta gente viviendo allí como se podría esperar. La razón es que la ciudad es prácticamente independiente, pareciendo un pequeño país. Para ingresar a la ciudad, necesitas recorrer un largo camino en carretera y pasar por algunos bosques y montañas, lo cual no es muy práctico. La naturaleza abundante y la independencia de Rosamund hacen que sea un lugar único y encantador.

Para Joyce y Jovi, así como para cualquier habitante nacido en Rosamund, la conexión con las flores era algo natural y cotidiano. Antes de partir, se tomaron el tiempo de despedirse cariñosamente de sus girasoles en el jardín. En esta ciudad, la presencia de la naturaleza es tan fuerte que los habitantes la consideran un miembro más de su comunidad. Los jardines son cuidados con esmero y cualquier lugar es susceptible de ser adornado con flores, lo que convierte a Rosamund en un lugar verdaderamente encantador para vivir.

Caminando relajadamente, Joyce y Jovi saludaban a los vecinos con una sonrisa y un "¡buenos días!" a medida que avanzaban. Se detuvieron para charlar con la señora Martínez, quien estaba sentada en su porche tejiendo un suéter amarillo brillante para su nieta recién nacida. Luego, saludaron al señor Armstrong, el dueño de la tienda de abarrotes local y amigo de su padre, quien los invitó a pasar y probar los nuevos dulces que había traído esa mañana, está de más decir que ambos aceptaron gustosos. Después de despedirse de sus amigos que se encontraban jugando a la pelota, Jovi decidió jugar un juego rápido de "veo veo" para animar la caminata.

—Veo, veo, un auto morado— dijo Jovi, mientras señalaba un pequeño carro que pasaba a su lado.

—¡Pero qué tramposo!— respondió Joyce, fingiendo estar enojada antes de estallar en risas. La ciudad estaba llena de autos de colores brillantes, desde morados hasta rosados, verdes y azules, todos compitiendo por llamar la atención en las estrechas carreteras de la ciudad. Con cada paso, se podía apreciar la arquitectura de la ciudad, con sus edificios modernos y creativos que contrastaban con los exuberantes jardines y las flores que crecían en los lugares más inesperados. En esta época del año, muchos visitantes venían a la ciudad para disfrutar de las vacaciones o para comenzar una nueva vida, todos se sentían agradecidos de poder llamar hogar a un lugar tan hermoso y lleno de vida. ¿Cómo no hacerlo?

La ciudad se estableció en medio de la nada, hace 97 años debido a una ola de emigración. Aunque la fundación de la ciudad se le atribuye a dos fundadores misteriosos, la historia popular cuenta que un grupo de personas se sintió atraído por las tierras de Rosamund después de ver unos cometas pasar en el cielo nocturno. Los primeros habitantes no eran cualquier persona, sino individuos notables por sus habilidades e inteligencia, quienes se propusieron construir una comunidad autosuficiente y armoniosa en medio de la naturaleza.

Hoy en día, la ciudad ha crecido y se ha modernizado, manteniendo al mismo tiempo su conexión con la naturaleza y su infame florecimiento. Los habitantes actuales son, en su mayoría, descendientes de los primeros pobladores, quienes han mantenido vivas las tradiciones y valores que hicieron posible la fundación de la ciudad. Además, la comunidad ha atraído a muchos nuevos habitantes que buscan la paz, la tranquilidad y la calidad de vida que se respira en este lugar mágico.

Volviendo con el juego de los hermanos.

Joyce miró con una sonrisa burlona a su hermano menor mientras decía —Veo, veo, una alstroemeria.—En el juego de veo veo, ganaba el que hacía rendir a su oponente.—¿La ves?— y con tantas flores será fácil.

Jovi, intrigado, detuvo su caminata para observar los alrededores en busca de la rara flor. Como todo buen ciudadano de Rosamund, él también tenía una conexión especial con las flores. —Joy... ¿quieres engañarme?— cuestionaba con una seriedad que intentaba disimular la sonrisa en su rostro juvenil. —No creas que soy estúpido, yo sé bien...— negó con el dedo, tratando de encontrar la flor en cuestión. —Un tonto diría que esa es, pero... ¡Esa no es Alstroemeria aurantiaca! ¡Es un Lilium bulbiferum!— Señala antes de echarse a reír, ciertamente se parecen, aunque decirles eso puede ser tomado mal, argumentándote tu ignorancia al no poder ver más que un Lirio común.

—T e  f e l i c i t o— Responde, solo antes de sacar de su jean un caramelo de cereza y dárselo, cortesía del señor Armstrong. Continuando con una charla por parte de ambos acerca de si algún día convencerían a sus padres para tener un perro, donde Jovi expuso un plan super complejo para crear un Dragon, según él: Deberíamos modificar genéticamente a palomas, mientras Joyce le comento acerca de que si acaso él no tenia suficiente con tener al menos 24 tipos diferentes de dragones en su habitación a lo que Jovi respondió con un rotundo: no.

En los últimos días, la política de emigración de Rosamund ha cambiado drásticamente, atrayendo a muchos nuevos habitantes hacia la ciudad de las rosas. Anteriormente, la política de emigración era muy estricta, casi como si se tratara de un país independiente. Una de las normas era establecer un horario específico para el tránsito hacia la ciudad por carretera con el fin de evitar el congestionamiento. A pesar de ello, una fila interminable de autos se acercaba a la ciudad, repletos de personas emocionadas por empezar una nueva vida allí. Al llegar, los nuevos habitantes eran recibidos con amabilidad y se les entregaba un mapa de la ciudad, aunque resultaba un poco anticuado para tratarse de un lugar avanzado y moderno como Rosamund. En esta ciudad, era común ver asistentes robots y otras tecnologías avanzadas que no sorprendían a los habitantes.

Mientras una fila de autos avanzaba hacia Rosamund, un hombre joven llamaba la atención al solo llevar un maletín y caminar apresurado hacia su destino tan pronto estaciono su auto. Con su vestimenta elegante, típica de alguien que no teme a la calurosa estación, el hombre destacaba en el ambiente detallista. A pesar de no hablar con nadie, se podía notar que estaba concentrado en una conversación consigo mismo. —Bonita ciudad, Rosamund, pero un verdadero papeleo— Dijo con un dejo de desagrado antes de sacar de uno de los bolsillos de su saco una paleta de naranja, su favorita, para quitar la fatiga del viaje. —¿Rosamund o Rosemund? ¿Rosmond? Cada quien le llama como se le da la gana, sin embargo siento que ha cambiado, como si pudiera sentir una nueva esencia, pero... ¡Eso es perfecto para mí!

Después de sentarse en un banco y comer, los adolescentes tomaron caminos contrarios para llegar a sus respectivas clases de verano.

Jovi, con su buen corazón, consideraba que el boxeo era la mejor manera de canalizar energías positivas, pues las negativas podían ser liberadas a través de los golpes. Además, él asumía el papel de defensor, siempre dispuesto a ayudar a algún amigo en problemas, como en las series de acción que había visto, su principal motivación. En el fondo sabía que la violencia no era la respuesta, ¿acaso eso no es lo que le enseñaron sus padres y repetido su hermana siempre?

Por otro lado, Joyce estaba tomando clases de baile, no porque le gustara especialmente bailar, sino por el simple deseo de aprender algo nuevo. En una fiesta preferiría hablar antes que bailar. Aunque siendo honesta, su motivo real era que no le gustaba la música que ponían. Por lo que daría la excusa de que no sabía bailar. Una vez en casa, crearían mini-fiestas en las que participarían ella y su hermano.

En definitiva, ambos hermanos compartían el mismo deseo de hacer nuevos amigos durante sus clases de verano.

Las horas pasaron volando, y antes de darse cuenta, las clases de verano de Jovi y Joyce habían terminado por el día. Los hermanos se encontraron en una calle tranquila de regreso a casa, disfrutando del aire fresco de la tarde.

Caminando de regreso en una muy calle tranquila, Rosamund era grande pero el sentimiento de espacio propio estaba bien logrado, no había nadie en la calle

—¿Cómo te fue en el entrenamiento de boxeo?— Preguntó Joyce con una sonrisa.
—Ah, no fue gran cosa, soy todavía un novato—  respondió Jovi con modestia, aunque se sentía un poco decepcionado consigo mismo, soltando un ligero suspiro. Su hermana lo animó con un gesto amistoso, posando su mano en su hombro. —¡C'mon man, vas a mejorar!— Exclamó con entusiasmo.

—¿Y tú? ¿Qué coreografía aprendiste hoy en clase?— Preguntó Jovi, recordando los problemas que su hermana había tenido en el pasado con las lesiones. 

—Bueno, esta vez fue un poco más fácil.— Respondió sonriendo —Aunque tengo un pequeño dolor en la rodilla... como siempre— su tono se hizo más suave con menos ánimos.

—¿Te hiciste un nuevo moretón?— Río entre dientes ante la respuesta de  su hermana.

—Ja, ja JA, muy gracioso— Dice un tono sarcástico mientras se sobaba la rodilla.

Nada fuera de lo rutinario, como en cualquier día, Joyce podría empezar a hablar sobre un tema de actualidad o algo que haya leído en un libro recientemente, mostrando su curiosidad por nuevos temas. Jovi, por otro lado, podría hacer comentarios sarcásticos al respecto, tratando de parecer desinteresado, pero al mismo tiempo escuchando atentamente lo que su hermana tiene que decir.

—Entonces, nosotros morimos y nacemos al mismo tiempo todo el tiempo, incluso ahora mismo, vaya, en serio, no lo sabia, esa información super útil va a ayudarme a dominar el mundo, muchas gracias— Respondió luego de haber escuchado por parte de ella una teoría.

—Exactamente

Después de un rato, Jovi menciona algo sobre un perro que vio en la calle y cómo le recordó a su mascota favorita —Tienes que ver esto— saca su teléfono donde le enseña un video de cachorros de husky, iniciando una conversación sobre los animales y compartiendo historias divertidas sobre ellos. —Te lo digo en serio, deberíamos votar a una capibara de presidente.

—He pensado en aprender a tocar la guitarra, un instrumento más no hace daño, ¿no?—

—¿Otrooo? Ahora vas a decirme que quieres aprender idioma pingüino, aunque no te culpo, quien pudiera— Se queda en silencio unos como si considerase hablar pingüino, finalmente estalla en risas.

—Y... ¿Maratón de Jojo's por lo que queda de tarde?— Sugirió Joyce, y casi inmediatamente ambos comparten miradas cómplices que Jovi complementa con un: NIIICE.

...

Mientras caminaban de regreso a casa, la hermana mayor, Joyce, se distrajo solo por unos segundos por un grupo de mariposas moradas que pasaron al lado de ellos. se detuvo en seco al ver que las mariposas que había visto en su imaginación habían cobrado vida, y estaban revoloteando alrededor de un árbol cercano.  Al verlas, se le cruzó por la mente el efecto mariposa y cómo pequeñas acciones podían tener grandes consecuencias en el futuro. Sin embargo, no dijo nada al respecto, y en ese momento, la vida de los hermanos dio un giro inesperado.

Jovi empezó a sentir un pequeño hormigueo en las manos, algo que le causaba cierto pánico, como un recuerdo hacia un posterior dolor que conocía bien. En ese momento, presintió que el dolor de cabeza que había sentido en la noche anterior volvería. Una gota de sudor frío empezó a recorrer su frente, y el hormigueo se convirtió en un ligero dolor que calaba hondo en su cabeza. Para cuando agarró la mano de su hermana, el dolor se hizo insoportable.

—¡Jovi!— Se acerca más a él, tomándolo del brazo mientras lo mira a los ojos, tratando de transmitirle calma con su mirada.—¿Cómo te ayudo?— le pregunta con la voz temblorosa. 

Jovi, por su parte, seguía aferrándose la cabeza y gimiendo de dolor. —N-no lo sé, Joy— respondió con dificultad —duele tanto...

Joyce se sintió paralizada ante la situación, no sabía qué hacer para ayudar a su hermano. Su mente se llenó de pensamientos de desesperación e impotencia; "¿Qué puedo hacer? ¿Qué es lo que debo hacer?". La idea de regresar a casa y buscar pastillas se le pasó por la cabeza, pero no estaba segura de si eso funcionaría. Se sentía frustrada consigo misma por no saber cómo ayudarlo en ese momento de dolor intenso. "Soy su hermana mayor, debería poder hacer algo más que esto", se dijo a sí misma con tristeza. La sensación de impotencia la invadió, y se sintió como si el mundo estuviera en su contra.

.

Hace casi un siglo, dos hombres se aventuraron en un terreno abandonado donde nadie había regresado con vida. La desgracia parecía seguir a cualquiera que pisara ese lugar, hasta que estos hombres cambiaron todo. Poco después de su visita, cometas brillantes cayeron del cielo y gente de todas partes comenzó a emigrar hacia allí. A pesar de que poco se sabe sobre aquellos fundadores, todos están de acuerdo en que fueron ellos quienes crearon la ciudad de Rosamund tal y como la conocemos hoy en día. Pero la verdadera historia de la ciudad es más oscura de lo que cuenta la historia popular. ¿Acaso han olvidado el horrible destino de esas dos pobres almas? — El joven detective, con su maletín firmemente en la mano, se adentra en la ciudad —Por supuesto, es más bonito hablar gente que al ver un cometa persiguen sus sueños antes que hablar de gente solamente ambiciosa— Dice con seriedad para sí mismo en esa calle solitaria, ya había terminado su segunda paleta de naranja — La ciudad es grande, pero— Observa su reloj con detenimiento durante unos segundos— Y sin embargo, es hora de encontrarme con los hermanos Starset.

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El dolor sigue martillando la cabeza de Jovi, haciéndolo gritar de dolor. Joyce intenta calmarlo, pero en vano. De repente, un ruido ensordecedor los hace saltar, el sonido del rechinar de un auto que se aproxima rápidamente.

Los hermanos intentan correr, pero una mano fuerte los agarra por detrás son inmovilizados y antes de que pueden reaccionar les colocan bolsas negras en sus cabezas, privándolos de la vista, los arrastran hacia el auto. Con un empujón, son arrojados violentamente al interior del vehículo mientras este se aleja a toda velocidad.

El último pensamiento de los hermanos es que su vida tranquila y segura ha llegado a su fin.

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