SHIN CHAN
Leonardo:
—Tiene que ser una broma —musité.
Las conversaciones con mi novia cada vez eran más difíciles de creer.
Me había llamado para pedirme que no fuese a Lanzarote. De todos los mensajes que le había escrito y de todos los asuntos que teníamos que esclarecer, a ella solo le importaba que no aterrizara en la isla.
—Leonard, necesito mi espacio —alegó—. Please.
—Con tu espacio, ¿te refieres al barco de Santiago?
—Thiago —corrigió, me daba igual:
—Vale.
—Es sin «San».
—¿Sinsan? ¿El dibujo animado?
—What? —Se alteró—: ¡El del barco se llama Thiago! ¡No Santiago!
—¿¡¿Y qué?!?
«Qué estrés y qué diálogo más incoherente».
Cambié de tema, tenía un abanico de posibilidades:
—¿Por qué no me has avisado de que ya te has comprado otro móvil?
—Because... No me lo he comprado —se agarró al detalle absurdo—. Thiago me ha prestado uno.
Puse los ojos en blanco.
—¿En serio?
—It's true! —insistió—. Yo no me lo podía permitir. Leonard, ya no eres el único al que le han echado del work alguna vez.
—¡Que a mí no me echaron! —Recalqué—: La empresa se fue...
—A pique —acabó mi frase—. Yada, yada, yada.
—Paso.
Se hizo el silencio y entonces exigió:
—¿No quieres saber por qué han prescindido de mí?
—Imagino que por irte de vacaciones sin avisar. —Era de cajón.
—Al final no me dieron la baja —comentó a regañadientes—. ¿Tampoco quieres saber si ya estoy mejor?
—Es evidente que estás fatal.
No pilló la pulla:
—Yes. Aunque en Lanzarote me estoy recuperando.
—¿Cuántos días más piensas quedarte?
—¿Un par de semanas? I don't know. Una temporada.
—¿Una temporada?
Yo no podía esperar tanto.
Si no quería quedar en Canarias, soltaría la bomba ya mismo:
—Oye, eh. Verás, yo... Aunque me duela mucho por todo lo vivido juntos...
—Oh, my God! —Se adelantó—: ¿Me vas a dejar?
Posé la mirada en la carretera, me mantuve absorto durante un par de curvas y luego traté de que entrase en razón:
—¿Acaso tú ves posible salvar lo nuestro?
Sin dudarlo, negó en inglés:
—No.
El ser humano es todo un misterio. Creía que me sentiría liberado, pero mi estómago se comprimió y sufrí una punzada en el pecho.
Ocho años de relación, por más que esta se hubiese tornado en agonía, no se olvidaban tan fácilmente.
—Ya. —Me mantuve firme—. Y si estamos de acuerdo, ¿por qué alargarlo?
Como si fuese lo más evidente del mundo, contestó:
—¡Porque ahora estás en la granja de mi tío! Qué vergüenza que me deje su empleado.
La estaca que sentía clavada en el tórax empezó a arder.
—¿Es coña, no?
—No.
—¿Tanto te importa lo que piense Paco? Si solo habláis por navidad.
—¡Es mi family!
—Flipo. ¿Por eso le has dicho que estamos mal? ¿Por si cortamos, que no parezca solo decisión mía?
—No vamos a cortar, aún no —zanjó—. A mí nadie me deja. Y no quiero ser el chismorreo porque te acuestes con la golfa de tu compañera o qué sé yo.
Aquello me dolió aún más que todo lo anterior:
—Tú... ¡Límpiate la puta boca para hablar de Maria!
—Oh, my god! Si tú al mío lo has llamado Shin Chan.
Abrí los ojos como platos.
—¿Al tuyo?
Sospechaba que entre Thiago y ella había algo, pero eso no significaba que estuviese preparado para afrontar que estuviera directamente con otro.
Aceleré, me obligué a frenar de golpe frente a una especie de chicane y escupí:
—No pienso seguir siendo tu novio ni un jodido nanosegundo más.
—¡Oh! Really? Ocho años hemos estado saliendo. Con nuestros altibajos, pero —Chilló—: ¡ocho! Eight! ¿Y no eres capaz de fingir un par de semanas más?
—Estás enferma.
—Me cura Thiago.
—¡Estás muy mal!
—¡Mal estás tú! Que me has perdido.
Me mofé mientras mi pie presionaba el acelerador.
—Vaya loca.
—Yes, ¡hay que estar muy crazy para soportarte! ¿Quién se ha tragado todas tus miserias siempre? ¿Quién te consiguió un trabajo cuando no tenías ni para reparar el aire acondicionado del coche?
—¿Estás de coña?
—No! Cuando viajábamos juntos y hacía calor, bajabas la ventanilla y me dejabas el pelo en plan... paintbrush!
—¿Ese quién es? ¿Un actor?
—Analfabeto. ¡Pincel en English!
—Vaya conversación más... —Revolucioné el motor.
—¿Dura? Dura será la vida cuando te quedes solo porque mi tío va a romper tu contrato y porque no vas a encontrar a nadie que te aguante. ¡Tendría que estar muy chiflada! —Terminó—: Fuck you!
Aumenté la velocidad, sin ser consciente de que en algo más de medio minuto, llegaría mi chiflada.
35"
—Leonard, I hate you!
—¡Cuéntale tus penas a Santiago!
30"
—Who? ¿Qué Santiago?
—El del camino, no te jode. ¡El cuerno!
25"
—¡Es Thiago!
—¡Guay!
20"
—Yes. ¡Muy guay! Porque yo al menos tengo a alguien. And you?
—Puede.
15"
—Ay, Leonard.
—¿Qué?
10"
—Qué fácil lo has tenido todo siempre... With me.
—No te creas, eh.
5"
—Ahora te tocará espabilar. ¡Darling, las oportunidades no llueven del cielo!
0"
Aquella última frase no fue muy acertada.
La luna delantera del coche crujió cuando algo, más grande que un perro, pero más pequeño que una vaca, se estampó contra ella y la hundió tenuemente hacia el interior.
Frené de golpe y la silueta... voló.
A través del agrietado cristal contemplé que yacía en medio de la vía junto a pequeños trozos de vidrio.
Era una persona.
—Hos-ti-as.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top