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Era su aniversario, se suponía que Jiyu y Yoongi tendrían una bonita cena en el restaurante donde ocurrió su primera cita. Desde días atrás él se notaba muy entusiasmado y no cabía de la alegría. Siempre que tenía oportunidad, él le recordaba la maravillosa noche que le haría pasar y además presumía que le daría un regalo mucho mejor que el que ella le regalaría, asegurando que le sacaría una sonrisa enorme y que la haría muy feliz.

Pero entonces llegó la hora acordada y todos los planes que habían formado no se realizaron. Jiyu esperó dos horas en el departamento, arreglada con un bonito vestido verde aqua que se ceñía a las curvas de su cuerpo. Conforme las horas avanzaron, la preocupación comenzaba a atormentar a Jiyu. No había ningún mensaje de parte de su novio y mucho menos una llamada para avisarle si llegaría más tarde de la hora acordada.

El reloj marcó las diez de la noche, Jiyu comenzó a llamar al celular de su novio y no contestó. Decidió llamar a Haneul, la mejor amiga de Yoongi y pasó lo mismo. Pero entonces alguien le llamó y extrañamente también estaba pasando por la misma situación que ella.

-No, hace momentos le marqué a ella para preguntar por Yoongi y no contestó.

Se trataba de Seokjin, el novio de su mejor amiga y con quien tenía una relación mucho más estrecha que una simple amistad.

-Maldición. Lleva todo el día desaparecida. -Se escuchaba desesperado-. Sus compañeros de trabajo dijeron que nunca llegó, y sus padres tampoco saben nada. Estoy preocupado.

-Yo también. Yoongi no es así, él me hubiera avisado si no podía llegar a nuestra cita. Nunca me había dejado plantada.

Era tan extraño que ambos se hubieran desaparecido de esa forma. Era una coincidencia que le helaba la sangre a Jiyu. Quizás lo que había visto al día anterior no había sido producto de su imaginación, quizás Haneul sí la había visto a ella y a Seokjin en aquel callejón besándose y ahora ella le habría contado...

-Es imposible. -Jin sonaba tan seguro de sus palabras-. Estás asustada y tu paranoia te está haciendo pensar de esa forma. Ya te dije que cuando llegué esa tarde, ella actuó con normalidad.

-¿Pero y si estoy en lo cierto? En verdad te juro que vi a Haneul, incluso logré ver su tatuaje en la clavícula. -Jiyu estaba cada vez más asustada-. Además, ¿no te parece sospechoso que justo al siguiente día ambos desaparezcan de esta forma?

El silencio se hizo presente. Ambos sabían lo que eso significaba. Pero ninguno de los dos quería enfrentarse al castigo que les esperaba, eran tan egoístas que preferían mantener a su lado a esos maravillosos seres que juraban "amar" que apartarlos de su lado, aunque eso significará mentirles.

Preferían ignorar el peligro de sus acciones a detener la relación clandestina que mantenían, porque el sexo y los besos eran mucho mejores entre ellos. Era una necesidad a la que no se podían negar. Ambos estaban conscientes de eso y sabían que en cualquier momento el karma llegaría y les explotaría en la cara.

-Somos unos jodidos desgraciados, Jin.

-Saldré a buscarla -mencionó para cambiar el incómodo tema que estaban teniendo-. Te avisaré cuando la encuentre.

-Por favor. Y cuando lo hagas, pregunta por Yoongi.

Ahí terminó la llamada con Seokjin y volvió a llamar al número de Yoongi. Sus cejas se fruncieron cuando escucharon el tono de llamada del celular de su novio. El sonido provenía del pasillo, así que fue a la puerta y la abrió. Dio un salto al ver una figura alta que escurría agua por sus extremidades.

-¿Yoongi?

-No anunciaron lluvias para hoy -se excusó el chico-. De haberlo sabido, hubiera tomado un paraguas.

Dicho eso, se metió al departamento sin preocuparse por mojar el piso, ni siquiera se quitó los zapatos. Se veía tan cansado, tan decaído. Jiyu corrió a la habitación por algunas toallas, se las llevó a Yoongi a la cocina para que se secara. Él estaba abriendo una lata de cerveza.

-Gracias.

-¿Por qué no me dijiste nada? -le reclamó Jiyu-. Estuve esperando por ti más de dos horas, Yoongi.

Sin embargo, el mencionado tomó un trago de su bebida con total despreocupación para después secar su cabello y rostro de la misma forma. Parecía ignorar por completo la molestia de su novia.

-Ni un mensaje, Min. No recibí ni un mensaje o una maldita llamada de tu parte para avisarme que llegarías tarde.

-Supongo que... lo siento. -Se encogió de hombros y procedió a quitarse su saco, el cual dejó caer al piso.

Jiyu suspiró y acarició el puente de su nariz en un intento por no gritarle a su novio. No tenía los ánimos para pelear, mucho menos en un día especial como ese.

-¿Solo eso? Yoongi, estaba muy preocupada y tú lo único que puedes hacer es beber y contestar...

Yoongi estalló en una risa exageradamente fingida y que confundió a su novia. Cada minuto que pasaba, las cosas se ponían mucho más extrañas.

-Qué buena broma acabas de decir. Casi haces que me lo crea. -Dio otro trago a su cerveza-. Eres tan buena actriz. ¿Has pensado en dedicarte a la actuación? Te iría de maravilla en ese trabajo.

-¿Puedes dejar de actuar como un idiota? -La chica elevó su tono de voz -. ¿Por qué estás actuando de esa forma? ¿Acaso estás ebrio?

-Ojalá fuera eso, desearía que todo esto no fuera nada más que una maldita pesadilla. -Procedió a sentarse en su habitual asiento del comedor-. Pero no lo es, todo es malditamente real.

Su voz y postura lo hacían parecer en calma, pero todo era fingido, Jiyu lo sabía. Se sentó a un lado de su novio y tomó la mano de él entre las suyas, estaba helada. La acaricio un par de veces.

-Yoongi, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué te tiene así? Sabes que puedes confiar en mí.

El rostro de Yoongi se contrajo en una mueca de dolor y apretó mucho más sus ojos.

-Haneul me llamó esta mañana, dijo que tenía algo importante que decirme. Y eso era que... S-Seokjin está... engañándola.

Jiyu sintió cómo toda la sangre se drenaba de su rostro, tragó saliva de forma fuerte. Sus sospechas habían sido ciertas, y la persona que vio era Haneul. El pánico se apoderó de ella. Se sentía completamente expuesta.

-Lo encontró besándose con otra chica en un callejón cercano al departamento donde viven. Debiste escucharla, estaba destrozada.

Y no solo eso. Yoongi le contó con detalle y genuina preocupación por Haneul cómo ella sabía de esa cruel verdad desde tres meses atrás y cómo se quedó callada. También mencionó que durante todo ese tiempo Haneul se despreciaba porque creía que ella era la culpable que lo obligó a buscar algo mejor. Además, intentó cambiar lo que le molestaba a Seokjin de ella.

Cada palabra era una puñalada directa en el corazón de Jiyu, quien había soltado las manos de Yoongi para presionar los puños de sus manos en busca de controlarse y no llorar. Pero la culpa la estaba matando por dentro, tenía ganas de gritar, de pedirle a Yoongi que parara. No quería seguir escuchando cómo, por culpa del maldito de Jin y de esa bastarda, Haneul estaba sufriendo, y que se la pasó toda la tarde y parte de la noche llorando en los brazos de su mejor amigo por culpa de un puto hombre egoísta que le fue infiel.

-¿Sabes quién era esa chica que Seokjin besaba?

Jiyu levantó la mirada y encaró a Yoongi. Incluso con esa seriedad podía ver cómo su mirada la juzgaba. Sus peores miedos se habían materializado. La obra de teatro que montó al lado de Jin había llegado a su fin.

-Yoongi... yo... -Pronuncio sin aliento.

-¿Por qué lo hiciste, Jiyu? -le interrumpió.

No quería mostrarle una imagen lamentable a la chica frente a él. Pero aunque lo intentara, ya no podía controlar el llanto. Jamás había sentido un dolor como aquel, bien dicen que las heridas invisibles a la vista humana son las que más duelen. Las lágrimas caían en cascada mientras las palabras de Haneul se repetían en su cabeza, "Seokjin y Jiyu nos están engañando".

-Maldita sea, solo contesta. ¿Acaso ya no era suficiente?

-No, no digas esas cosas...

-¡¿Entonces por qué, Jiyu?! ¡Ayúdame a entender por qué mierda me engañaste!

Sabía que su relación tenía altibajos, no eran perfectos y las peleas y reclamos nunca faltaron en los tres años de noviazgo, pero jamás se imaginó que los problemas escalarían a ese punto en el que se ocultaban secretos y buscaban afecto en brazos ajenos.

¿En qué había fallado? En que momento había dejado de ser suficiente para orillarla a buscar amor en otro lugar.

-Yo no quería, te lo juro. Solo fue algo que pasó. Y no digas que no eres suficiente. Eras más de lo que merezco.

Esa declaración lo hizo reír amargamente. Ella no quería hacerlo, sin embargo, estuvo quien sabe cuánto tiempo acostándose con otro. ¿Eso tenía algún sentido? ¿Al menos había pensado en el daño que le haría? Tal vez, pero después de haber cometido el error.

Apretó sus labios y también sus ojos en un intento por reprimir un gemido acongojado. Jiyu sintió su corazón oprimirse ante la imagen tan destrozada que estaba mostrando Yoongi. Él era una persona que difícilmente muestra sus sentimientos y verlo de esa manera le dolía, sobre todo porque ella era la causante de las lágrimas de Yoongi.

-¡Yo confié en ti! ¡Te di todo de mí durante estos tres años! ¡¿Y así es como me pagas?

-Perdón, Yoongi, yo... Ya sé que cometí un grave error, pero de verdad me arrepiento.

-Eso ya no me importa. Guárdate de tus disculpas porque yo no voy a perdonarte. -Se puso de pie-. Desde hoy, tú y Seokjin están muertos para mí.

-Yoongi...

Fuera lo que fuera que Jiyu quería decir, lo ignoro. Corrió hacia la habitación, tomó una maleta y comenzó a meter todas sus cosas dentro de ella. Quizás pasaría la noche en algún hotel, no le importaba, solo no quería estar más tiempo en el mismo lugar que esa mentirosa. Cuando Jiyu llegó y lo vio hacerlo, entró en pánico e intentó detener a Yoongi. Se acercó a él, le tomó por el brazo y lo jalaba.

-¡No! ¡Yoongi no me dejes! ¡Voy a cambiar! Te lo prometo. Cambiaré, no volveré a cometer el mismo error.

Yoongi se zafaba de su agarre bruscamente, pero ella seguía insistiendo y eso estaba enojando mucho al joven. Había tenido muchas oportunidades en el pasado para dejar de engañarlo; sin embargo, cometió el mismo error una infinidad de veces. Con eso se había pisoteado la confianza que se tenían, algo muy valioso para Yoongi y que no se iba a reparar con palabritas lastimeras. La palabra de Jiyu no tenía ninguna validez y nada le aseguraba a Yoongi que la cumpliría.

Cerró su maleta y con paso decidido caminó hacia la salida. Jiyu no paraba de gritar.

-Puedes quedarte con el departamento y con todo lo que hay aquí. Ya veré cómo me las arreglo.

Justo cuando estuvo a punto de abrir la puerta, Jiyu tomó su mano y se aferró a ella como si su vida dependiera de aquello. Era una chica tan egoísta que no quería permitirse perder a Yoongi porque ella realmente lo amaba. Él era el único hombre que quería para la eternidad. Porque lo de Seokjin era una simple calentura, una necesidad enfermiza por su cuerpo que no sabía controlar, pero qué gracias al amor que le tenía a Yoongi ella podía dejar.

Por qué el amor todo lo puede, ¿no?

Yoongi intentó zafarse, realmente quería irse. No quería seguir en ese departamento donde habían formado tantos recuerdos llenos de felicidad y que ahora hacían sentir a Yoongi como la persona más infeliz del mundo.

-No seas tan injusto. -Sus ojos estaban cargados de desesperación-. Fue un error garrafal lo que hice, pero no hubo sentimientos compartidos. No fue nada especial y ninguno de mis encuentros significó nada, porque yo solo te amo a ti.

-¿Y crees que decir eso me hará sentir mejor? -Los ojos de Yoongi estaban cargados de dolor-. ¿Piensas que eso hará, que duela menos y que olvide lo que hiciste?

Por supuesto que no. La herida era profunda y Yoongi no sabía cuánto tardaría en cerrar o si lo haría en algún momento. Si ella de verdad lo amaba hubiera evitado provocarle un daño de aquella magnitud, no habría esperado a llegar a una situación de no retorno para entender que lo amaba y que era con él con quien quería estar. Por más que ella dijera que lo amara, él ya no se comería esa mentira y mucho menos sus disculpas.

-Yoongi, por favor -lo llamó una última vez.

-Hasta nunca, Jiyu. -De verdad deseaba nunca volver a verla-. Espero que seas feliz con Seokjin y que encuentres en él lo que tanto anhelas y yo no te pude dar.

Dicho eso, salió del lugar que años atrás él y Jiyu habían comprado con la añoranza de formar bonitos recuerdos y un futuro juntos. El futuro que Jiyu se encargó de tirar a la basura.

La joven se quedó quieta en su sitio, estaba congelada y sus manos se mantenían al frente como si todavía sostuviera la mano de Yoongi. Aún no se lo creía. A pesar de que su cerebro repetía una y otra vez la despedida de Yoongi se negaba a creer que realmente había perdido al único hombre que amaba y que llegaría a amar.

Entonces la puerta se volvió a abrir, fue tan repentino que la hizo saltar. Sus ojos se abrieron por la confusión: se trataba de Yoongi. Ni siquiera la miraba, solo extendió su brazo hacia ella.

-Feliz aniversario. -Tenía algo en su mano que dejó caer al suelo-. Has con el lo que quieras.

La puerta se volvió a cerrar y esta vez, intuía Jiyu Yoongi jamás regresaría. Esa era la cruel realidad y su castigo por haber dañado a una maravillosa persona que el único error que cometió fue confiar en la chica equivocada.

Jiyu se arrodilló y tomó con curiosidad lo que Yoongi tiró. Era una cajita de terciopelo azul que le cortó la respiración a la joven. Con todo su cuerpo temblando la abrió y un gemido lastimero salió de sus labios, seguido por sollozos cargados de dolor que duraron hasta la madrugada. El contenido de esa cajita era un hermoso anillo de compromiso.

No era el habitual anillo dorado con un diamante en medio, este era muy especial. Pues en lugar de un diamante, este tenía una esmeralda con forma de media luna. Algo diferente y único, como Yoongi la describió muchas veces a ella.

En ese momento se dio cuenta de lo que perdió. Perdió tardes y noches enteras al lado de un chico maravilloso. Perdió los besos y caricias de una persona que la amaba y la valoraba, una persona que creía que ella era la chica más fantástica del mundo y que le llenaba el corazón. Quien además estuvo con ella en las buenas y en las malas, quien estuvo dispuesto incluso a dar la vida por ella y por la que se preocupaba las veinticuatro horas del día. Perdió todo eso solo por obtener, ¿que cosa? ¿Dos horas de placer?

¿Y valió la pena? Claro que no.

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