Capítulo 8


—No lo voy a discutir de nuevo, Alicent— la voz del rey era autoritaria, nada lo haría cambiar de opinión y su esposa lo sabía. 

—Pero Viserys— suplicó con lágrimas en los ojos. —Solo quiero lo mejor para nuestros hijos, ¿por qué te empeñas en hacernos esto? 

—Le di la oportunidad a Rhaenyra de elegir esposo, se la daré a Helaena también. Esperaremos unos años querida esposa, que sea ella quien decida si quiere desposarse con Jacaerys o con Aegon o alguien más que sea digno de ella, después de todo, si no es Aegon, él podría casarse con Laena— la reina lo miró horrorizada. —O con otra joven noble, al igual que Aemond.  

Entendió que por ahora era una batalla perdida. ¿Cómo es que su esposo había llegado a tomar esa decisión? Recordó las palabras de su padre, él no viviría lo suficiente para cuando fuera momento de tomar la decisión, sería paciente. Confiaría en los dioses. 

—Bien— dijo limpiándose las lágrimas. —Pero cuando veas que es un error, no olvides que yo te lo advertí. 

La reina abrió la puerta para salir de la habitación, pero alguien lo hizo antes que ella. Uno de los guardias se acercó con malas noticias, Larys Strong le acompañaba. 

—Majestad… Una tragedia en Harrenhal. 

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*Luz de luna que lleva semillas de nostalgia entre sus lágrimas. Dolor en el alma, una tumba fue abierta de entre los fuegos para él. El negro velo se levanta para hacer murallas de acero alrededor de los corazones mal heridos. Luz de luna que se ha llevado el día.*

La princesa Helaena murmuraba poesía para ella, mientras Laena se aseguraba de que sus flores estuvieran creciendo correctamente, llevaba una cubeta de madera con agua. Por la noche se había sentido atormentada por sus sueños, después de que hubiese conciliado el sueño le había sido imposible despertar de nuevo, así que no había regado el jardín. 

—Tu poesía es demasiado triste, Helaena. —su tía le sonrió sonrojada. 

—No sabía que escuchabas. —Ella la invitó a acercarse a ver su obra. 

—Lo hago, me gusta—dijo sinceramente.—Mira esto— señaló la flor que estaba floreciendo. —Es una Cyclamen. 

—¿Y esa flor que significa, Laena? —preguntó su tía acariciando el tallo de la flor de color melocotón, que había decidido nacer aquel día. 

—Despedida y dolor—La princesa sonrió. —Es una lastima que algo tan hermoso represente algo tan triste ¿no? 

Helanea se alejó de ella de inmediato mirando a su sobrina con sus ojos violetas fríamente, a veces la princesa generosa era todo un misterio. Ambas rompieron el contacto visual cuando Ser Erryk se acercó a ellas. 

–-Princesa, su madre la llama a sus aposentos. Es preciso que se presente ahora mismo, por favor acompáñeme. 

—Ser Erryk, ¿y mis flores? si no cuido este jardín nadie más lo hará. —Laena suspiro, miro hacia su tía. —¿Vamos? —ella asintió. 

Las dos princesas siguieron al guardia al interior de la fortaleza hasta los aposentos de su madre, la princesa heredera las recibió con una mirada triste. Luke estaba sentado en el suelo, con sus dragones de madera; Jace lloraba en silencio. Helaena se apresuró a sentarse a un lado de su sobrino y lo abrazó, su hermano se dejó abrazar por ella. 

—¿Madre? —su voz tembló, la habitación nunca se había sentido tan gélida como ese día. 

—Hubo un incendio Laena, en Harrenhal— la princesa abrió sus labios agrietados con sorpresa, le temblaron las manos cuando escuchó a su madre hablar. —Ser Harwin, él… murió. 

Laena miró a su tía Helaena, la princesa de cabellos de plata le regaló una mirada triste mientras algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas.
 “—El gusano se retuerce con sus pies débiles y va a quemar.” resonó en su mente. 

—Oh, mis niños.—Rhaenyra la abrazó, pero si lo hacía con fuerza ella no lo sintió.

Lo único que pudo sentir fue frío en sus venas, era extraño para alguien que hervía como fuego de dragón. Su respiración era irregular, ¿Por qué dolía tanto respirar? Su corazón retumbó despacio ¿no debería estar acelerado?, su cuerpo sentía espasmos. Tenía la vaga sensación de que las manos de su madre la acariciaban, pero ya no veía nada con claridad alrededor. 

—Laenaerys, mi sirena de mar. —le llamó. —Mi cielo.

La pequeña princesa desfalleció en los brazos de su madre. Cuando despertó el desconocido que visitó Harrenhal no solo había alcanzado a Ser Harwin, había llevado consigo también a su tía,  Laena Velaryon, la hermana de su padre y la esposa de su tío Daemon. 

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El tiempo pasó de manera rápida frente a sus ojos, cuando menos lo pensó ya se encontraba en un navío rumbo a Driftmark, toda la familia iba en él, incluso el rey y sus hijos. 

—Laena. —Aemond tomó su mano. —Tus hermanos dicen que no has llorado ni una sola vez. 

—¿Ahora son los mejores confidentes? —preguntó con molestia, pero se arrepintió de inmediato, Aemond no tenía la culpa de su dolor. El joven príncipe no soltó su mano a pesar de lo que dijo. —Lo siento… No he podido llorar— dijo con su voz débil.

—Está bien hacerlo, podemos ir a donde no te vean. Se te permite estar triste por la pérdida de seres queridos. — la princesa la vio tristemente, eso no era verdad, debía mantener las apariencias, pero solo era una niña y se encontraba asustada.

Aemond era dos cabezas más alto que ella, pero aun así se las arregló para acomodar su frente en su pecho, él la rodeó con los brazos. Se posicionó de manera que nadie pudiera ver que la princesa lagrimeaba, porque se negaba así misma permitirse a llorar, una de las velas también contribuía a la acción. 

—Lo mataron— le dijo ella, el príncipe no respondió. —Yo lo sé, Aemond. —dijo con su voz rota. 

—Fue un accidente, bonita. —Ella negó con la cabeza. 

—Helaena lo supo, ella lo vio. —Aemond negó con la cabeza. 

—No debes dejar que las pesadillas de mi hermana sean las tuyas, puede que solo fuera una coincidencia. 

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—¿Han visto a su padre? —Jace y Laena negaron con la cabeza. —Sus primas han perdido a su madre, les servirá un gesto amable. — su madre acarició sus mejillas.

—Tengo un reclamo igual de simpatía. —dijo Jace.

—Jace— murmuró su madre con nostalgia. 

—Deberíamos estar en Harrenhal, de luto por Lord Lyonel y Ser Harwin— su voz era firme.

—No se nos permite llorar, hermano. Es hora de aprender eso— dijo Laena ganándose la atención de su madre. 

—Eso no sería apropiado, los Velaryon son nuestra familia, los Strong no. —Los príncipes mellizos se miraron mutuamente, —Mirenme ¿lo entienden? 

—Tan claro como el agua, madre. —respondió ella. 

Jace y ella se encaminaron a sus primas. La princesa pudo observar a lo lejos a su hermano Luke con su abuelo, Corlys Velaryon, la gran serpiente marina. Parecían entablar una buena conversación, tal vez aconsejando a su hermano para que finalmente comenzará a amar el mar, no dudaba que algún día lo haría. 

—Primas queridas,— dijo llegando a las niñas que permanecían sentadas en la soledad, todo mundo bebía y murmuraba, pero nadie las notaba. Rhaena fue la primera en abrazarla, mientras Jace apretaba la mano de Baela. —Las acompañamos en su dolor, nuestra tía Laena… nosotros la amábamos. 

—Lo sabemos— respondió Baela. —Por eso llevas casi su nombre. —La princesa solo sonrió. 

La princesa Rhaenys se acercó, pero no les dirigió ni una sola mirada a ellos. Abrazo con amor y devoción a sus nietas legítimas, Laena entendía qué en ese momento estaba adolorida, por lo que se alejó con Jace caminando de la mano. 

—Somos tu y yo en esto, Jace. —susurró. 

—Es una mierda. —ella le sonrió. 

—Lo es. 

Aemond se acercó a ellos tímidamente, había apreciado a lo lejos el desplante de la princesa Rhaenys para con sus nietos, nunca había congeniado de manera unida a ninguno de sus sobrinos. 

—Lo siento— le dijo a Jace. 

La princesa sonrió para sus adentros, su hermano la soltó de la mano y parecía sorprendido por la acción del príncipe Aemond, que solo pudo regalarle un asentimiento con la cabeza. Ninguno de los tres había esperado ese gesto. 

De esa misma manera silenciosa en la que había llegado, se fue. 

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—Pobre la princesa Helaena— murmuró una doncella. —¿Crees que algún día recupere la razón? —preguntó a otra de las criadas, la cual solo suspiro. 

—Si las escucho hablar nuevamente de la princesa, haré que las cuelguen—dijo el Príncipe Aegon a sus espaldas. —Ambas doncellas le miraron aterradas y comenzaron a balbucear sus disculpas, él levantó la mano para que guardaran silencio. —Quiero vino, ahora mismo.

—Sí mi príncipe— dijo asustadiza una y las dos desaparecieron por un pasillo. 

Se quedó de pie ahí mismo contemplando a su hermana, que estaba de rodillas en el piso con una araña en las manos. 

—Las manos forman un telar, hilos verdes, hilos rojos, en hielo y fuego. —Murmuraba Helaena, Aegon frunció el ceño.

¿De verdad era una soñadora? 

—¿Por qué molestas a las criadas? —preguntó Aemond a su lado. —Las vi irse espantadas. —Aegon no se molesto en decir la verdad.

—Por diversión— respondió con una sonrisa arrogante, ambos miraban a su hermana. 

—Los hilos forman un telar, un carrete verde y un carrete negro. Dragones de piel tejiendo un nido de dragón, las manos son un telar un carrete verde y un carrete negro, la luna y el sol, harán un ecplise en los cielos. —repetía una y otra vez la princesa.

Jace se había quedado mirando al mar, mientras Laena permanecía escondida detrás de los barriles de vino, no quería molestar a sus tíos pero quería hablar con Aegon, no le había agradecido lo de Moonlight. 

—No tenemos nada en común. —Escuchó murmurar a su tío. 

—Es nuestra hermana. —respondió Aemond, acomodando el cuello de su capa verde. 

—Pues casate con ella. —Laena frunció el ceño. 

«Como si eso fuera una posibilidad» pensó para sí misma.

Era obvio que Helaena elegiría a Jace, solo había que mirarlos juntos para darse cuenta que eran el uno para el otro. No entendía porque ese compromiso no se había concretado aún. 

—Lo hubiera hecho si madre nos hubiera comprometido de pequeños, cumpliría con mi deber. Pero ahora no— Aegon lo miró fijamente, pero Aemond no se intimidó. —Tengo otros planes, quiero a Laena.

El corazón de Laena dio un vuelco entero cuando lo escuchó decir eso. 

—¿Quieres a Laena? suerte con eso —dijo Aegon burlón, tomando lo poco que quedaba en su copa. —, no te la dará, es mejor que lo sepas de una vez. 

—Eso fortalecerá a la familia evitara una guerra, y si tu haces lo mismo mantendrás la sangre de valyria pura. Helaena te quiere. 

—No es posible. Es una estupidez. —refutó Aegon. 

—Ella podría ser tu reina— murmuró Aemond. 

Laena fue capaz de oírle, ¿por qué su tía sería Reina de Aegon si él jamás sería Rey? No quería enojarse con Aemond, no era algo que deseara. Pero el trono era de su madre y de nadie más. 

La princesa decidió irse y no hablar con ellos. Durante el funeral de su tía, las palabras del hermano de su abuelo Corlys, en alto valyrio, habían resonado en alto y con cierto toque de humillación para su madre, ella y sus hermanos. 

Laena había observado a la reina, está miraba de vez en cuando a Larys Strong, el cual en ningún momento había apartado su mirada de ella; su corazón latía con fuerza cada vez que lo veía, quería verlo arder en fuego lento. No quería pensar mal de la madre de sus tíos, pero sospechaba que la reina tenía algo que ver. 

 También miró a sus tíos, Helaena miraba hacia el mar pero escuchaba con atención y sus manos jugueteaban con las pulseras de oro que llevaba en las muñecas. Aemond la miraba a ella pero se negó a corresponder, después se arreglaría con él, y Aegon… bueno parecía dormido pero estaba de pie y con los ojos abiertos, seguramente muriendo de aburrimiento. 

Había sido al inició hermoso haber escuchado palabra por palabra el ritual, pero poco a poco se convirtió en un ataque directo a la sangre impura que corría por sus venas, su tío el príncipe canalla había desviado la atención hacia él. Sin embargo, si en algo se parecía la princesita a su madre es que nunca olvidaba un mal trato. 

—Pareces triste. —Laena miró a su tío con cierta sorpresa. 

—¿Tú no lo estas? —preguntó ella, Daemon solo rió. 

—No podemos lamentarnos por las cosas que no podemos cambiar, Erys. —La princesa sonrió. 

—Sigues siendo el único que me dice así, tío canalla.

—¿En serio? —preguntó con su voz burlona—es un buen apodo, lástima que estés rodeada de gente idiota. Por cierto, tú sigues siendo la única sobrina que me llama tío canalla. 

—Soy la única con la que hablas. —dijo ella mirando en dirección a su tía Helaena. 

—¿Cómo crees que me llamaría la bichito? —Daemon se recargo sobre la barda con una sonrisa sarcástica. 

—No le digas así, —le riño la princesa— Helaena es muy agradable, si la trataras lo sabrías.

Vio a su madre mandando a sus hermanos y a sus primas a dormir. Los niños habían asentido con la cabeza, Laena miró a su tío. —Tío canalla, se te permite sentirte mal a veces. —Sin decir más la princesa se encaminó hacía el mar, antes de que su madre la encontrara y la mandara a dormir también. 

Se sentó sobre la arena, mirando al cielo. 

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—Es una tragedia la muerte— dijo la mano del rey a su lado. —Ahora, ese imponente dragón está solo sin un jinete. ¿Recuerdas a quién perteneció Aemond?

—A la reina Visenya— respondió, sin apartar la vista del suelo. 

—Nació para las guerras Aemond, es una veterana. ¿No lo crees? —preguntó su abuelo. 

—Si, abuelo.  

—No creo que alguna de esas pobrecitas niñas pueda reclamarla, sería peligroso—recalco la palabra— para alguien como ellas tener un dragón tan poderoso. 

El príncipe se tensó cuando su abuelo colocó su mano sobre su hombro, el sentimiento de poder le embriagó, lo sintió hasta las entrañas. Con Vhagar de su lado, si su hermana Rhaenyra desidia deshacerse de ellos, podrían defenderse. Tal vez ellos tuvieran más dragones, pero él tendría al más poderoso. 

—Me apetece caminar— murmuró el joven príncipe. 

—Deberías hacerlo, —dijo su abuelo alejándose un poco de él — los hombres más inteligentes constantemente encontraban la sabiduría por las noches, para pensar en lo que es correcto. 

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—¿Estás bien? —Aemond apareció detrás de ella. 

—¿Por qué le dijiste a Aegon que debería hacer a Helaena su reina? —el príncipe le miró con asombro. —Y no trates de negar nada, porque yo misma lo escuche. 

—¿Por qué escuchas conversaciones sin permiso? —le preguntó, sentándose a su lado.

—No puedes responder una pregunta con otra, así que dime. 

—Laena— dijo irritado. —Todo mundo lo sabe, todo mundo lo quiere, nadie desea ver a tu madre en el trono. —Ella se puso de pie. 

—¿Todo el mundo? ¿te incluyes también entonces? 

—¡No! —respondió él príncipe. —Pero así se espera que sea. 

—Si te casas conmigo perderías tu linaje puro. — Laena lo miró con la cabeza en alto. 

—No me importa— repuso él, —porqué nosotros no seremos los que se sienten en el trono. 

—Aemond— ella se acercó a él con ojos tristes. —Si desprecias a mis hermanos, me estás despreciando a mí, no te pido que los quieras, pero voy a defender sus derechos y yo misma le daré la corona a mi madre. 

—Lo siento ¿está bien? —dijo poniéndose de pie. —No quiero ofender a tu familia, pero sabes qué darle la corona a tu madre no será fácil. Admítelo, que tu también has pensado en lo que podría suceder. 

Claro que lo hacía, ella también pensaba en eso desde que había hablado con Helaena, pero podía ser diferente. Porque para que eso sucediera Aegon debería acceder a tal cosa y él no lo haría, quería demasiado a su madre para hacer aquello. 

—¡Es de ella por derecho! —explotó la princesa. —Si alguien quiere conspirar contra mi madre será reprendido a fuego. Buenas noches, Aemond. 

El príncipe suspiró, molesto. Había visto el fuego en sus ojos, era tan positiva que le estresaba eso. Ella lucharía por su familia, pero él también lo haría y sin duda por ella también. 

A paso decidido avanzó hacia donde descansaba la gran anciana dragona y la reclamó. 

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Subió las escaleras que conducían hacia las habitaciones, pero se detuvo cuando escuchó un golpe y luego una queja, con cuidado de no ser vista se asomó y vio como La mano del Rey golpeaba a Aegon en el piso, al pie de un escalón. 

—Buenas noches— dijo la princesa, cuando Ser Otto se movió para golpearlo de nuevo. 

Aegon se removió en el piso, escupiendo el vino que había bebido. 

—Princesa Laena—susurró el hombre, inclinando su cabeza. 

—¡Ay Aegon! —exclamó ridículamente a propósito —¿Cuándo aprenderás a controlar tus copas, tío? —No se preocupe Lord Mano, me encargaré de que mi tío Aegon llegue a su habitación. 

—No es necesario princesa. —repuso este. 

—Está bien, Laena— murmuró Aegon. 

Ella se agachó, tomando a Aegon por el brazo a paso torpe el príncipe se incorporó con su ayuda, le había costado todas sus fuerzas ayudarlo a ponerse de pie, pero fue un poco más fácil cuando vio que las piernas de su tío resistían. 

—Debo insistir. —dijo ella con una exagerada cortesía e ironía. —Descanse, por su ardua labor a la corona lo merece. 

La mano del rey volvió a hacer un asentimiento de cabeza, y la dejó avanzar con el príncipe borracho de su brazo. 

—Ugg— se quejó. —Deberías dejar de beber, ¿no lo has considerado? 

—Quería olvidar, Laena. —La voz de Aegon era baja, sonaba torpe. 

Se esforzó mucho cuando subieron juntos las escaleras en forma de caracol, hasta los aposentos que él príncipe compartía con su hermano menor. Ayudar a Aegon había sido toda una travesía cuando este de vez en cuando se tambaleaba o buscaba inutil con su pie el escalón. 

—¿Qué demonios querías olvidar? —le cuestiono, cuando abrió la puerta y se obligó a entrar con él a la habitación. 

Aegon hipio y luego rió estúpidamente, tomándola de la barbilla. 

—Qué soy yo… —dijo mirándola a los ojos y después la soltó. 

—No tiene nada de malo ser tú, cuando eres ese ser agradable que tratas de esconder.

El príncipe intentó dejarse caer en la cama, pero se fue de culo al piso, —¡Aegon!—Laena había intentado ayudarlo pero el peso de él, la arrastró al piso. Cayendo casi encima de él. 

—¡Ouch! —se quejó el príncipe. –Duele. 

Ella hizo una mueca de disgusto, se había golpeado la cadera al lado izquierdo y su codo estaba sobre el pecho de Aegon. Cuando miro hacia él, descubrió que la miraba fijamente con una media sonrisa. Todo se tenso al instante, que ambos intentaron ponerse de pie y sus narices se rozaron... Como en el campo de entrenamiento.

—Tienes suerte de que no sea asquerosa, apestas a vino y a tierra. — Dijo rompiendo el contacto visual —Déjame ayudarte— le pidió. —pero él no se movió. —Deberías decírselo a tu madre, que Otto te golpea. 

—Lo de hoy, eso no ha sido nada, puedes irte— murmuró el príncipe acurrucandose en el piso.

—Pues si que lo es— repuso ella molesta. —Si vuelve a ocurrir...

—No dirás nada— le dijo él. —porqué lo prometiste.

—Tenía seis cuando la hice— dijo ella. — no pactamos fecha de vencimiento.

Su tío rió.

Laena gruño en sus adentros, se puso de pie y vio la bañera con agua, metió la mano y la encontró fría pero no demasiado, perfecta para que Aegon reaccionara. 

—Te darás un baño—le aviso—, para que se te baje la borrachera. 

—¿Y tú me ayudaras? —le preguntó divertido. 

—Eso quisieras— repuso ella alzando su ceja izquierda.

—Si me dejas ebrio— Aegon volvió a hipear. —, en el agua, podría morir ahogado o peor, podría resbalar y golpear mi cabeza, moriría al instante. 

—Oh— dijo ella llevándose las manos al pecho—, entonces debería dejarte solo, sería muy conveniente. —Aegon solo le sonrió, se tomó inútilmente de la cama para ponerse de pie, Laena le ayudó tomándolo de la cintura. 

—Laena— le dijo volteando a verla. —Siento lo de Harwin, nunca he tenido un padre, así que no se que se siente perder uno, pero —luego sonrió. —olvídalo. 

Ella le miró tristemente, se acercó a él, Aegon colocó sus manos en sus muñecas pero ella se puso de puntillas y besó su mejilla aún así.

—Gracias por lo de moonlight. —Aegon parecía asustado, la miraba con los labios entreabiertos. —Pude despedirme, de una forma que él merecía. 

Él príncipe cerró los labios y carraspeó la garganta incómodo. 

—¿Sigues aquí? No te gustara verme desnudo. —ella puso los ojos en blanco. 

—No tenías que decir nada de todos modos— dijo y abandonó la habitación. 

Cuando llegó a su habitación se percató de que las camas estaban vacías y no había ni un guardia cerca.

El corazón le latió con fuerza cuando escuchó el sonoro rugir del imponente dragón de su tía, se asomó por la ventanilla, Vhagar había sido reclamada. 

Corrió lo más rápido que pudo, si sus hermanos y sus primas no estaban en sus habitaciones no era una buena señal, haber ayudado a Aegon la había cansado terriblemente, su respiración comenzaba a cobrarle factura y sus pulmones le exigían detenerse a tomar aire, pero se obligó a seguir corriendo. 

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—¡Vhagar es el dragón de mi madre! —gritó Rhaena con los ojos llorosos. 

—Tu madre murió y ahora tiene un nuevo jinete. —respondió Aemond tranquilamente caminando hacia ellos. 

—Vhagar es de mi hermana, ¡ella iba a tomarla! —Explotó Baela contra el platinado.

—Pues debiste reclamarla, —dijo mirando hacia Rhaena—  tal vez tus primos te encuentren un cerdo en el cual volar, te quedaría bien.

Baela que poseía el temperamento de su padre, le soltó un puñetazo que lo hizo voltear la cara completamente, él príncipe se lo devolvió al instante y ella cayó al piso. Rhaena fue en auxilio de su hermana y también intentó golpear a Aemond, pero él fue más rápido. 

—Ataquenme otra vez y se las daré a mi dragón.

Las niñas se levantaron del suelo y lo golpearon con fuerza de nuevo, con sus ojos llorosos y la cara roja llena de coraje.

Jace se interpuso entre Baela y Aemond que se habían ido a los golpes de nuevo.

Jace jaló a Baela hacia él para separarla de Aemond.

Luke empujó con todas sus fuerzas a Aemond para removerlo de donde estaba, pero su tío estaba demasiado molesto en ese momento, para notar que solo querían detener la riña.

—¡No me toques! — Golpeó a Luke, su nariz comenzó a sangrar. 

Entonces Jace finalmente entró en contienda, para defender a su hermano menor. Se le fue encima al príncipe. Comenzaron a golpearse con fuerza, Baela corrió a ayudar a Jace que estaba siendo sometido por Aemond, jaló al príncipe de los hombros pero él la golpeó con fuerza.

—¡Baela! —Su hermana Rhaena, se arrodilló a su lado. Su labio sangraba y tenía la mejilla hinchada. 

—¡Morirán gritando en llamas como lo hizo su padre, bastardos!  

Entonces entró a su campo de visión Laena, que tenía los labios entreabiertos y sus puños se apretaban con fuerza, no había forma de reparar lo que había dicho, pero no se iba a arrepentir ahora. 

Laena se detuvo en seco cuando escuchó a Aemond. Le miró dolida, su corazón se rompió en ese instante casi al mismo tiempo que Aemond había roto la nariz de Luke.

Jacaerys se puso de pie inmediatamente y sacó la daga que Ser Harwin le había regalado.

—¡Mi padre está vivo! — Chillo Luke, mientras Aemond lo sostenía del cuello con fuerza y luego lo aventó al piso. 

—¡No Jace! —gritó Laena, cuando se abalanzó en contra de su tío con ella.

Pero Aemond le golpeó la mano con una fuerte patada, la daga salió disparada al aire. 

—Él no lo sabe, verdad Lord Strong. —dijo mirando a Jace con furia, que se encontraba en el suelo. 

Aemond tomó una piedra del suelo. Todo estaba fuera de control, Laena se le fue encima cuando vio que su hermano estaba indefenso. No importaba en ese momento que sentía por él, no iba a lastimar a sus hermanos. 

—¡Basta Aemond! — Por el calor de la situación, él la golpeó. Parpadeo un par de veces antes de darse cuenta de que había sido a ella a la que había golpeado, a ella. 

Se quedó con la piedra al aire y una pequeña mancha de sangre en la esquina de esta, Laena había caído al piso al instante. Las gemelas Targaryen corrieron a su auxilio, todo el mundo de la princesa daba vueltas. 

—¡No vuelvas a tocar a mi hermana! —Jace le lanzó un puñado de tierra.

—¡Laena! —gritó Luke. 

 En ese momento el más pequeño se había alzado con la daga de su hermano en la mano cuando Aemond se giró con brusquedad al sentir la tierra opacar su vista, agacho la cara para limpiarse el rostro, sin embargo la precipitada acción terminó con Luke llevándose su ojo. 

Los ojos de Laena se abrían y cerraban a la vez, le costaba trabajo enfocar la vista y muy lejano a ella escuchó los gritos desgarradores de Aemond. Podía distinguir su silueta, rodando por el piso, ella sin quererlo giró sobre sí misma y volvió el estómago, el líquido caliente con olor metálico bajaba por su frente más de prisa. 

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Su cabeza le palpitaba con una fuerza sorprendente. Su abuela Rhaenys, presionaba con un trapo húmedo su herida.  Sus primas permanecían sentadas a su lado, abrazadas entre ellas. Sus hermanos permanecen de pie a lado de su abuelo, la serpiente marina, que tenía una mano sobre sus hombros, mientras Luke sostenía su nariz con un paño para detener la hemorragia.  

—¿Cómo permitió que esto pasara? – Laena escuchaba la voz de su abuelo, estaba molesto.— tendré respuestas.

—Se suponía que los niños estaban en cama mi rey.

—¿Quién tenía la guardia? —preguntó el rey. 

—-El joven príncipe fue atacado por sus primos— dijo Ser Criston. 

—¡Ustedes juraron proteger y defender a mi sangre!

—Lo siento mucho mi rey, la guardia real nunca ha defendido príncipes de príncipes– Ser Criston se llevó una mirada de parte del guardia juramentado del rey. 

—Esa no es una respuesta. —Él rey estaba de pie, moviéndose en desesperación de un lado a otro.

—¿Va a sanar no es cierto maestre? —preguntó la reina. 

—La piel va a sanar, pero perdió el ojo, majestad.

Escuchó decir al maestre, Laena enfocó su vista a Aemond, no podía verlo a la cara pero veía su largo cabello despeinado y sucio, las lágrimas aparecieron en sus ojos.

Aemond había perdido el ojo, por un mal momento, una mala pelea que jamás debió haber sucedido. 

—¿Dónde estabas? — Le preguntó la reina a su hijo mayor. 

—¿Yo?— preguntó y su madre lo golpeó con fuerza en la cara. 

—¿Por qué fue eso? —preguntó Aegon molesto, sobando su mejilla. 

Helaena miró con horror a su madre, pero permaneció en silencio, miraba a su hermano sobre la silla, mientras el maestre cosía la herida.  Parecía perdida en sus pensamientos de esa manera, nadie podía saber que pasaba por su mente en esos momentos. 

—No se compara en nada con el abuso que sufrió tu hermano mientras te ahogabas en copas, imbécil. 

Su madre entró por la puerta con gran preocupación, su tío el príncipe canalla venía detrás de ella, pero permaneció recargado en el marco de la puerta, observando todo con atención. 

—¡Laena! —su madre se arrodilló frente a ella, revisando su herida. —Luke, déjame ver— revisó el rostro del más pequeño, que tenía la nariz rota. Finalmente se acercó a Jace que tenía algunos moretones en la cara. 

—¿Qué sucedió? —exigió saber. 

—-¡Ellos me atacaron!— gritó Aemond. 

—El atacó a Baela— contraataco Jace. 

Todos los niños comenzaron a hablar al mismo tiempo, gritando su propia versión de los hechos.

—¡Suficiente! ¡Silencio! —bramó el Rey.  —Aemond quiero la verdad de lo que pasó, ahora mismo. 

—-¿Qué más hay que oír? tu hijo fue mutilado, su hijo fue el responsable— Habló la reina con sus ojos cristalizados. 

—Nos llamó bastardos— le susurró Jace a su madre. 

—Fue solo un accidente— dijo la princesa Rhaenyra en defensa de sus hijos. 

—¿Accidente? El príncipe Lucerys trajo una navaja a una emboscada pensaba matar a mi hijo. 

—Son mis hijos los que fueron atacados y obligados a defenderse. —Excepto Rhaenyra, colocándose frente a Jace y Luke.—Se mencionaron insultos repugnantes contra ellos.

—-¿Qué insultos? — cuestionó el rey. 

Laena miró como su tío Daemon sonreía. Parecía disfrutar de todo aquel espectáculo. 

—La legitimidad del nacimiento de mis hijos fue puesta en duda.

—¿Qué? 

—Él nos llamó bastardos. —respondió Laena por su hermano y madre. —Nosotros, estamos en la línea de sucesión para heredar el trono de hierro, esta es una de las más grandes de las traiciones. —dijo. —Pero lo olvidaremos, porque somos familia. 

El rey miró a su nieta con atención, Laena quitó el trapo húmedo de su cabeza y se colocó a un lado de su madre. Recibió una suave sonrisa por parte de su abuelo. 

—-¿Por un insulto? —La reina miró a Laena con despreció. —Mi hijo perdió un ojo. 

–-Dímelo hijo, —el rey se acercó a Aemond — ¿donde escuchaste esa calumnia?

—Fue el calor del momento, broma de niños— respondió la reina, pero el rey la interrumpió haciéndola callar. 

—Aemond te hice una pregunta.

Aunque no se necesitaba ser listo para saber de dónde había escuchado tal cosa, su madre lo había dicho, su abuelo, algunas personas en la fortaleza. ¿Cómo se ocultaba lo obvio? 

Aemond, miró a su madre. Estaba hecha un manojo de nervios, el rey también la miró con cierta sospecha en su rostro. 

—¿Dónde está Ser Laenor? es el padre del niño, tal vez él tenga algo que decir al respecto. —dijo la reina. 

—¿De verdad lo pregunta? —dijo Laena llena de rabia. —Su hermana murió, fue despedida hoy, ¿no tiene derecho mi padre a vivir su dolor? La creí más lista, majestad. 

—¿Cómo te atreves? —le preguntó la reina.

—Alicent— la llamó el rey. 

 —Tal vez está entreteniendo a sus jóvenes escuderos, yo diría. —dijo la reina viendo a su esposo, y luego a la princesa heredera. 

—Aemond, mírame, tu rey demanda una respuesta ¿quien te dijo esas mentiras? —preguntó el rey. 

—Fue Aegon— respondió sin titubear. 

Rhaenyra posó sus ojos violetas en su hermanito perfecto, con los ojos cristalizados. Aegon no sería capaz de decir eso, ella lo sabía. 

—¿Yo? —preguntó este con confusión. El rey caminó hasta él. 

—¿Y tú hijo de dónde escuchaste esas calumnias? —El príncipe se negó a responder o a decir algo. — ¡Aegon! —le gritó el rey, apretando sus hombros —dime la verdad.

Laena vio como su tío agachaba la cabeza, ese ligero temblor en su cuerpo que a veces era casi invisible estaba ahí presente. 

—Lo sabemos padre, todos lo saben, solo miralos. —respondió, en voz baja. 

Laena quería gritar que eso no era verdad, que Aegon jamás diría algo así. Pero si lo hacía, las personas sabrían entonces que él era unido a su madre y no solo eso, sería castigado terriblemente por la mano del rey. Tuvo que morderse la lengua para no decir ninguna estupidez. 

—-Estas disputas interminables deben terminar, por todos. —Dijo caminando hacia una silla— Somos familia, ahora pidan disculpas y muestren buena voluntad al otro ¡su padre, su abuelo y su rey se los ordena! 

—-Eso no será suficiente, Aemond ha sido dañado permanente mi rey, la buena voluntad no va a curarlo. —Aemond alzó la mirada hacia su madre. 

—-No, lo sé Alicent, pero no puedo hacer que recobre el ojo. 

-–-No porque le fue arrancado.

—-¿Qué quieres que haga? —preguntó el Rey a su esposa. 

—Hay una deuda que debe ser pagada, con el ojo de uno de sus hijos. —La reina miró desafiante a su madre. 

—Mi querida esposa…

—Él es tu hijo Viserys, tu sangre.

—No dejes que tu enojo sea el que guíe tu juicio— el rey acarició sus manos, pero ella se soltó de su toque. 

—Si el rey no va a buscar justicia, la reina lo hará.  —dijo— Ser Criston, traigame el ojo de Lucerys Velaryon, que elija con qué ojo quedarse, un privilegio que a mi hijo no se le ha dado. 

—-Madre—chillo Luke, abrazados a su cintura. 

—No harán tal cosa— dijo su madre con autoridad en su voz, parecía tranquila, pero el dragón en su interior podría alzarse en cualquier momento. 

Ser Criston miró a la reina, luego al rey. 

—No se mueva Ser— le ordenó.

—No, él esta declarado a mí —-dijo la reina furiosa. 

—Como su protector mi reina— respondió este, Daemon se burló. 

—-Alicent este asunto ha terminado, ¿me has entendido? Y que sea sabido a cualquiera que cuestione el nacimiento de los hijos de la princesa Rhaenyra le será cortada la lengua. —dijo tajantemente el Rey, caminando para abandonar el salón. 

—Gracias padre. —Su madre, se giró para seguirlos revisando.

La reina enfurecida, se acercó al rey en un rápido movimiento y lo despojó de su armadura, avanzó decididamente hacía su madre. Todo fue un caos entonces, sus abuelos rodearon protectoramente a sus hermanos y primas, su madre que estaba de espaldas dio vuelta rápidamente para recibir el impacto, Luke gritó asustado. 

—¡Alicent sueltala! —gruñó el rey. 

—-Has ido demasiado lejos. —-le dijo viéndole a los ojos. 

—-¿Yo? ¿que he hecho más allá de lo que se espera de mi? por siempre protegiendo al reino, a la familia, la ley, mientras tu te burlas de todo.

—¡Alicent! —nuevamente exigió el rey. 

—¿Dónde está el deber? ¿Dónde está el sacrificio? aplastado por tus pies una y otra vez.

La reina apretó los labios con fuerza. Las dos sujetaban con fuerza la daga. Las dos se miraban con enojo, con tristeza y mucho resentimiento. 

Daemon intervino, pero Criston Cole se interpuso en su camino. El príncipe canalla le dio una sonrisa arrogante. —Olvidas quién soy Crispin. —Dijo, el guardia juramentado de la reina lo soltó. 

—Suelta la daga Alicent— Por primera vez, intervino la mano del rey. 

—Ahora le quitas el ojo a mi hijo y hasta de eso crees tener derecho— escupió. 

—Es agotador ¿no? esconderte bajo el manto de tu rectitud pero ahora te ven por quien eres en verdad.

—Majestad— dijo Laena —suelte la daga, no queremos que nadie más salga herido el día de hoy. —La reina miró a Laena, y luego nuevamente a Rhaenyra. Se movió bruscamente y la daga hizo un corte limpio en el brazo de la princesa. 

Laena tomó del suelo la daga con la que la reina hirió a su madre y la apuntó —Puede ser reina, pero la sangre de dragón corre por mis venas y en las suyas no.—dijo mirándola fijamente, era verdad, a pesar de ser una niña aun poseía una fiereza que hacía mucho tiempo no era vista en una princesa. 

—Laena, cariño. Esto terminó. 

—Si— Laena movió con agilidad la daga e hizo un corte limpio sobre el antebrazo de su majestad, Alicent se removió hacia atrás con brusquedad cuando sintió el filo sobre su piel y todos se movieron nuevamente al mismo tiempo, todos los presentes estaban mirando asombrados a la princesita, la alegría del reino, todos menos su madre, ella sabía la hija que había parido.—Todo terminó. —dijo lanzando la daga al piso.

—¡Ha herido a su reina! — gritó Ser Criston. 

—-¡Y su reina a mi madre!— respondió la niña con furia. 

—Se acabó— sentenció el rey— Laena, te quiero ver en mis aposentos cuando saturen esa herida en tu cabeza, te lo ordeno. —La princesa dio un asentimiento de cabeza a su abuelo.

La princesa heredera y la reina, pactaron la guerra en sus ojos. Pero solo una selló su destino, la otra reescribirá el suyo. 

Aemond se abrazó a la reina. —Madre, no te lamentes por mi fue un intercambio justo tal vez perdí un ojo pero gané un dragón.

—Este asunto ha llegado a su fin— dijo el rey, abandonando el lugar.


AYYY viva el drama que se viene después de esto. Tuve que dividir este capítulo en dos. Espero que les guste.

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