Capítulo 6
-Tía-dijo con cierta burla en su voz. -¿Podrías mirar a Jace?
Laena no pudo evitar sentir pena por su hermano. Cada vez que su tía Helaena la acompañaba a "mirarlos" entrenar, el pobre de Jace se esforzaba el doble para llamar su atención, honrado por la presencia de la princesa a la que era bien sabido, no le interesaban las armas.
Helaena alzó su vista hacia su sobrino, el cual movía la espada con más certeza; en ese momento él se encontraba mirando de reojo para ver si ella le miraba, Laena no pudo evitar poner los ojos en blanco y sonreir burlona.
-Jace ha mejorado mucho, creo que será un gran Rey. -dijo sonriéndole a su sobrino menor, el cual dejó caer la espada cuando vio a Helaena tener su atención en él.
-Sí, Ser Harwin le ha ayudado un poco con eso, padre dice que tiene mucha fuerza. - Laena, miró como su hermano menor, Luke golpeó a Jace en la cabeza, no pudo evitar reírse.
Sin embargo, no era la única que notaba la actitud de Jace para con su tía, Aemond también y no se le veía particularmente feliz, en cuanto Aegon, bueno, él estaba muy entretenido burlándose junto a Luke de la falta de coordinación de Jace.
Laena sintió la mirada fría y apremiante de su tío Aemond sobre ella, inmediatamente miró hacia el piso, sintiendo como sus mejillas se enrojecian. Algo en el suelo llamó su atención, se agachó para tomar un gusano que se iba arrastrando por las piedras, le pareció un bicho bonito. Helaena se arrodilló a su lado.
-¿Habías visto uno como este antes, querida tía?-preguntó la princesa, analizando al bicho rojo, con patas gruesas.
-Suéltalo Laena. -la voz de su tía iba acompañada con un toque de dulzura y preocupación. Había extendido su mano rápidamente para quitarle al insecto sin miedo o asco alguno. -Es un gusano quemador, te hizo daño.
-Es muy bonito, no pensé que fuera peligroso. - respondió con su voz suave.
-No es su intención serlo, es su naturaleza. Puede ser hermoso, pero no evita que pueda lastimarnos.
Cuando miro los dos dedos con los que había sujetado al gusano, noto que unos puntitos rojos se habían formado e hinchado, dejando una creciente ardor que poco a poco se iba transformando en comezón.
-Arde- dijo soplando a sus dedos.
-Si- respondió Helaena mirando sus propios dedos. -Un poco de ungüento bastará para sanar.
Su tía Helaena, había puesto con cuidado nuevamente al gusano sobre el suelo, el cual desapareció entre las piedras.
-El gusano se retuerce con sus pies débiles y va a quemar. - murmuró.
Laena, muchas veces no entendía lo que su querida tía decía, pero siempre intentaba comprender sus acertijos, lo consideraba un reto y aunque pocas veces lograba descifrarlos, se alegraba de poder acompañar a su tía en aquellos sueños que solían borrar su sonrisa.
-Sí, ya me quemó, mira- le dijo mostrándole sus dos dedos-y a ti también.
Sin embargo su tía no respondió, sus ojos violetas miraron fijamente a los suyos castaños con tristeza.
-¡Aegon! -La voz de Aemond robó su atención.
Laena miro como ambos hermanos golpeaban sus espadas, ella negó con la cabeza. Aegon a veces solo se hacía el tonto en los entrenamientos, no podía negarlo no era tan malo usando una espada, pero ese día particularmente se estaba esforzando mucho, ella sabía porque.
Su abuelo, el Rey Viserys, Lyonel Strong y su Mano de confianza, miraban con atención desde el palco que había en el campo de entrenamiento a los cuatro jóvenes príncipes entrenar con dedicación y esmero.
La princesa Laena también entrenaba, pero nunca con ellos. No después de que Ser Criston la tratará mal por no soportar la primera vez el peso de la espada, ella se había asustado y entonces le pidió ayuda a su padre, Ser Laenor, él se encargaba personalmente de su entrenamiento con ayuda de Ser Harwin, para ella era más cómodo así aunque no entrenaba siempre como sus hermanos, si bien, no era exactamente introvertida como su querida tía, era demasiado penosa y se cohibía con facilidad, especialmente cuando su tío Aegon buscaba la manera de sacarla de sus casillas, lo cual hacía con mucha facilidad.
Sus ojos se iluminaron cuando vio entrar a Ser Harwin.
-¿Así que cómo va el entrenamiento? - le preguntó llegando a su lado.
-Pésimo, Crispin sigue ignorando a Jace y Luke- respondió ella.
Ambos observaron como Aemond chocó su hombro con Jace antes de volver a su muñeco de paja, a veces las cosas podían ponerse un poco intensas. Laena observó cómo su abuelo la miraba con Ser Harwin, ella le ofreció una sonrisa que él correspondió, volviendo su atención al entrenamiento de sus hijos y nietos.
-Gane mi primer combate, mi oponente demandó piedad Ser Criston- dijo Aegon con una sonrisa orgullosa.
-¿Eso es verdad? -le preguntó Ser Harwin cómplice, ella solo sonrió y asintió con la cabeza.
-Ahora tiene nuevo oponente mi principe, veamos si puede tocarme, usted y su hermano.
Ser Criston movió su espada esperando el ataque de Aegon y Aemond, ambos príncipes se movieron con agilidad sin embargo, el Ser seguía siendo más rápido que ellos, movía sus pies con anticipación, Laena observaba sus movimientos, con una facilidad tremenda se quitó a Aegon de encima golpeándolo en los glúteos con la espada, Laena se burló de él, su tío la observo pero ella volvió su vista a Aemond que casi caía al suelo cuando Ser Criston presionó con su espada hacia atrás.
-Deben hacerlo mejor que eso. - exigió Ser Criston.
Jace y Luke observaban con atención el entrenamiento de sus tíos, que era más riguroso, más completo y sobre todo más práctico que el de ellos que pocas veces podían salir de los muñecos de paja, Laena le sonrió a Jace.
Harwin, noto la expresión decaída de los menores y se puso de pie, acercándose a los príncipes más jóvenes, Laena fue tras él. En cambió la princesa Helaena, decidió quedarse donde estaba, aunque no observaba fijamente a nadie.
-Armas arribas niños no le den oportunidad a su agresor. -Ser Harwin levantó las espadas de Jace y Luke con la suya propia, los niños asintieron con la cabeza. Ser Criston se percató de sus presencias dándole oportunidad a los hermanos para recobrar aire. - Parece que a los más jóvenes les serviría un poco de su atención ser Criston. -dijo dirigiéndose al guardia de la reina.
-¿Cuestiona mis métodos de instrucción ser? -preguntó Cole, acercándose peligrosamente.
-Solo sugiero que ese método sea aplicado a todos los pupilos. -respondió Harwin, los tres niños Velaryon lo miraban con admiración.
-Creo que mis métodos de instrucción son por igual.
-Mis tíos son impecables con la espada, tal vez podría dar la misma dedicación a mis hermanos Ser, después de todo Jace es el heredero al trono, él más que nadie debería saber defenderse y Luke será el señor de las mareas, no los he visto más que golpear muñecos con espadas de madera.-habló Laena, ganándose la atención de todos, incluso la de los tres hombres en el palco.
Se sentía muy valiente con Ser Harwin a su lado, aunque su voz había temblado no tenía miedo si él estaba ahí. Aemond y Aegon la miraron fijamente, no parecían heridos por su comentario, después de todo no era mal intencionado. Solo quería que Ser Criston no olvidará su lugar, como solía hacerlo.
-Muy bien, tal vez pueda sugerir entonces que se nos una al entrenamiento de hoy Princesa Laena. -dijo Ser Criston -Tengo entendido que su entrenamiento es impecable, podría servirnos compartir conocimientos.
Laena no esperaba eso, llevaba ropa para entrenar. Pero no era lo que quería, Luke le sonrió con emoción, ella sentía que el aire abandonaba sus pulmones.
-Y..yo... -Todos le miraban fijamente, Ser Harwin le dio un asentimiento de cabeza aunque apretaba su mandíbula con fuerza. -Bien, lo haré.
-Jacaerys ven -dijo Ser Criston tomando con fuerza a Jace por la ropa, Laena apretó los puños. -Pelea con Aegon, hijo mayor contra hijo mayor. Después la princesa Laena con Aemond. -ambos niños se miraron fijamente con un poco de sorpresa.
-No es una pelea justa- dijo Ser Harwin colocando sus manos sobre el hombro de Laena y el de Luke.
-Sé que nunca ha estado en una batalla Ser pero cuando el oponente saca una espada no es una pelea justa lo que debe esperar. -Aegon miró a Jace con una sonrisita cómplice burlona que su hermano devolvió. -Espadas, peleen.
Ser Criston le hizo una señal a Aegon con la cabeza, su hermano Jace, se acercó tímidamente en posición. Dándole una última mirada a Ser Harwin para obtener su favor.
-Aegon no le hará nada- murmuró a Luke, su hermano asintió con la cabeza.
Aegon atacó a Jace, dándole un buen golpe en el hombro. Su sonrisa se había agrandado, se movía con pasos firmes y una agilidad digna de admirar, claramente no tenía intención de lastimar a Jace, pero lograba tirarlo al suelo con mucha facilidad.
-Esto no es un juego príncipe Aegon, su padre y su abuelo le miran. - Le riño ser Criston.
Jace movió su espada con agilidad y movimientos rápidos repetitivos en "Z" su tío Aegon dio varios pasos hacia atrás antes de golpearlo con la espada haciéndolo caer.
-Usa tus pies, uno siempre adelante- le dijo Ser Harwin antes de darle un empujoncito a la arena.
Ser Criston le susurró algo a Aegon, este se acercó nuevamente en posición de ataque, Laena miró como Otto Higthower miraba atentamente a Aegon con los ojos entrecerrados, esa nunca era una buena señal y aunque su tío fingía no verlo, estaba segura de que lo había hecho.
Las espadas se chocaban y sonaban con violencia, Jace apenas podía cubrirse y repeler los ataques que su tío le proporcionaba.
-¡Jace!- gritó Laena, cuando su hermano se estampó contra uno de los muñecos de práctica cayendo al piso.
Jace se levantó de inmediato, golpeando su espada con fuerza la de su tío que era mucho más alto que él en ese momento, Laena sonrió con satisfacción cuando Aegon comenzó a hacerse hacia atrás, su hermano estaba en el juego, estaba a la ofensiva impecablemente y su defensiva no bajaba la guardia.
Aegon se agachó con su espada, para buscar los pies de Jace. Su hermano brincó evitando el roce, ella dio un brinco de emoción y aplaudió.
-¡Vamos Jace! ¡Helaena te mira!
-No le digas eso o lo va a estropear todo- le susurró Luke, Ser Harwin los escuchó, pero su mirada en ese momento estaba clavada en Jace.
Jace logró poner en una posición difícil al príncipe mayor, movió su espada de izquierda a derecha pero Aegon le seguía el paso, era fácil repetir el mismo movimiento una y otra vez, mientras la "X" de las espadas se formaba, ambos se sonrieron mirándose fijamente. Ser Criston suspiro con frustración.
-¡Use sus pies! ¡Aegon! -le riño.
Su tío golpeó a Jace con los pies tal como Ser Criston le dijo. Jace cayó al piso, Aegon golpeó con su espada intentando buscar la rendición de su sobrino pero este no cedió.
-¡Qué no se levante! -ordenó Ser Criston, Aegon miró con confusión al ser -Siga el ataque.
Aegon presionó a Jace en el suelo, pero su sobrino se negaba a soltar la espada. Dio una vuelta antes de que golpeara con su espada nuevamente la suya, logró por un momento ponerse de pie de nuevo, pero el mayor le golpeó con el pie y Jace volvió a caer al piso.
-¡Juego sucio! - Ser Harwin se interpuso entre Jace y Aegon. -Suficiente.
-¡Aegon!- gritó al mismo tiempo que el Ser había detenido el ataque del príncipe mayor.
Laena tomó su espada, aprovechó la distracción de todos y golpeó a Aegon detrás de la rodilla, este tocó con su rodilla el piso, el príncipe no supo de dónde había venido el ataque ella había sido tan sigilosa y rápida que no se dio cuenta de la situación hasta que sintió el filo de la espada sobre su cuello.
-Princesa Laena-dijo Ser Criston molesto.
-En una guerra una pelea justa no se debe esperar ¿estoy aprendiendo bien Ser Criston?
Aemond no pudo evitar sonreír, ella era una fiera en ese momento tal y como lo había imaginado. Pudo notar el fuego en sus ojos, ella estaba hecha de fuego, sabía que si la tocaba estaría ardiendo, sus piernas estaban posicionadas con firmeza y su agarre en la espada era impecable, cualquier movimiento en falso de Aegon y podría hacerse una peligrosa cortada.
-No debes bajar la guardia nunca, tío. -murmuró Laena cerca de su oído, este sonrió a pesar de la humillación que acababa de pasar.
-No tientes tu suerte, sobrina murmuró.
Aegon colocó sus manos sobre las de Laena, su sobrina podría ser muy ágil pero él era más fuerte, empujó su cuerpo con fuerza y sin la intención de causar mucho daño la golpeó ligeramente en el abdomen, se zafó de su agarre y tomó su espada poniéndose de pie.
Aemond avanzó hacia ellos, pero Ser Criston lo tomó del hombro haciéndolo hacia atrás.
Laena podría ser mujer y tal vez tenía menos fuerza, pero su ventaja era que ser pequeña le daba más agilidad, Aegon difícilmente se coordinaba correctamente a pesar de que era bueno con la espada, se podría decir que estaban en igualdad de circunstancias.
-¿Dejará que una mujer le humille de esa manera mi príncipe? -preguntó Ser Criston.
-Claro que no.
Aegon se movió golpeando su espada con la de Laena, ella hizo un movimiento haciendo que la punta de ambas espadas tocaran el piso. Su tío le sonrió con arrogancia, ella hizo su pierna izquierda hacia atrás ligeramente, se impulso con su cintura y corrió en ataque hacia él, era demasiado rápida y había logrado hacer tambalear a Aegon, pero él no cedió.
-No me parece si es correcto-dijo Ser Otto al Rey, sin apartar su vista crítica de Aegon- permitir que una princesa se desenvuelva de esta manera majestad.
-Oh no lo creo, ella es increíble, ¿no es así Lyonel? -el otro hombre se limitó a asentir con la cabeza.
Laena le dio un golpe con la pierna Aegon, pero él lo evitó tomándola por el y la aventó al piso ella no se lo esperó, su espada voló por el aire y ella golpeó en seco el piso. Le dolió la espalda baja, había sido un golpe fuerte. Su respiración comenzaba agitarse como la de su tío, este iba a colocar su espada sobre su pecho para finalizar, no se lo permitió pateó la mano de Aegon y la espada cayó, ella se movió rápidamente tomándolo de la cintura y con todo su peso lo arrastró al piso con ella.
-Laena, usa tu fuerza. -Le gritó Ser Harwin. -Tus piernas, usa las piernas. --Decía el Ser caminando de un lado a otro siguiendo la pelea de cerca, al igual que Jace y Luke que le seguían.
Los dos forcejearon con los brazos, ella apretó sus muslos a las caderas de Aegon quedando a horcajadas encima de él, su tío la miró fijamente con sorpresa, sus corazones retumaban y por un momento el mundo dejó de girar. Su mirada era tan intensa en ese momento que la había hecho tragar saliva. Sentía su respiración en su rostro, el olor a sudor pero también a perfume, era raro la forma en que lo podía ver en ese momento, con sus ojos tan claros y sus labios rozandole.
-Aegon, tus pies. -le ordenó Ser Criston.
-¡No bajes tu guardia Laena, tus brazos! -gritó Ser Harwin.
Aegon la miraba, su cabello le rozaba las mejillas. Ella estaba sonrojada y sudorosa, aun así le pareció hermosa incluso con su piel ardiendo, con su fuerza enmarcada en su rostro, era hermosa, sintió que se perdía en sus ojos castaños, se aterrorizo, no por ella, si no por lo que sintió cuando sus respiraciones se rozaron, ella aflojo su agarre. Era nuevo, diferente.
-¡Aegon! -exigió Ser Criston.
Se la quitó de encima, rodando sobre ella. Se colocó encima de la misma manera que ella lo había hecho, ella abrió sus labios con sorpresa, presionó con fuerza sus manos sobre la tierra y ella se removió de bajo de él, sin embargo sus ojos no abandonaron los suyos en ningún momento.
-¡Suéltame, Aegon! -gruño Laena al sentir tan cerca a su tío.
-Lo que te enseñe con la rodilla- le recordó Ser Harwin.
La princesa le golpeó con la rodilla, él se removió por el golpe, la princesa se arrastró hasta su espada. Aegon la tomó con fuerza del brazo y la aventó al piso, ella por un momento le miro asustada, él movió su espada bruscamente hacia ella, estaba molesto, si, pero por lo que sentía en ese momento y no entendía, ella intentó arrastrarse nuevamente por la espada, él la jaló de el pie, ella giró sobre sí misma y le dio una patada en el pecho que lo alejo de ella.
-¡Laena pequeña niña! -musito adolorido Aegon, acercándose para atacarla en el piso.
-Suficiente- dijo él hombre, jalando a Aegon por los hombros.
-Olvida su lugar Strong él es el príncipe.
-¿Es lo que enseña cole? Crueldad para un oponente débil.
El Rey Viserys se puso de pie, quería ver que todo estuviera bien. Helaena quién nunca se acercaba al campo de entrenamiento más allá de su lugar de espectadora se encontraba a un lado de Laena, ayudando a levantarse.
-Eres un idiota- le murmuró Aemond a su hermano, este lo empujó sin titubear.
Para él menor no había pasado desapercibida la mirada de su hermano mayor hacía Laena, había sido brusco e incluso un poco violento, pero la forma en que la había visto, era diferente, diferente a cualquier persona que su hermano hubiera mirado antes.
Aemond y Helaena ayudaron a Laena a quitarse la armadura mientras ella se removia con urgencia como si tenerla puesta le quemará, el príncipe revisó que no tuviera heridas. Ella le sonrió rápidamente agradecida, cuando el príncipe movió su cabello despeinado hacia atrás de su oreja, Aegon les miró fijamente y arrojó la espada a la mesa con molestia.
-Su preocupación por el entrenamiento de los príncipes es algo inusual comandante muchos hombres solo tendrían esa clase de devoción por un primo o un hermano, o un hijo.
Los príncipes voltearon cuando Ser Criston dijo eso, todo se desató delante de los ojos de la princesa en cámara lenta.
Ser Harwin golpeó al Guardia Juramentado de la reina con una gran fuerza que lo llevó al piso de un solo golpe, el gran hombre no lo dejo ahí; arremetió con Cole en el piso, su puño se estampaba una y otra vez en su rostro, lo tomó con fuerza del cuello de la armadura y estampó su cabeza al suelo.
Siete hombres fueron necesarios para poder hacer que Ser Harwin soltará a Cole y aun así poco podían someterlo, se removía con fuerza de su agarre.
-¡Dígalo otra vez! --le exigió el hombre más fuerte que existía.
-Eso fue lo que pensé- murmuró Ser Criston, escupiendo la sangre que se había acumulado en su boca, poniéndose de pie con dificultad.
Para la princesa no pasó desapercibida la sonrisa en el rostro del Guardia, no habían ganado nada hoy, al contrario habían perdido. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver cómo era arrastrado por los guardias, ¿por qué él y no Crispin?
La princesa tomó la espada nuevamente y se fue contra Ser Criston.
-¡Laenaerys! -gritó el Rey cuando vio la acción de su nieta.
-¡No Laena! -Aemond corrió tras ella.
Ser Criston sostenía por el mango la espada, mientras veía a los ojos a la princesa. No podía negarlo, ambos sostenían odio el uno por el otro y aunque ella desconocía de donde provenía el de él, el suyo acaba de nacer ese día matando el miedo que le imponía y ese había sido el mayor error de Ser Criston Cole, aunque todavía no lo sabía.
Sintió unas manos jalandola por la cintura. Entonces miró a su alrededor, sus hermanos tenían la preocupación marcada en sus rostros, ella soltó la espada y lloró abrazándose a Aemond.
Aegon sostenía por los hombros a Helaena que estaba pálida y murmuraba cosas en voz baja, Jace sostenía con fuerza la mano de Luke, ambos parecían aturdidos con la situación.
-Lleven a los príncipes a sus aposentos, ¡Ahora mismo! -ordenó el Rey Viserys, luego le dio una mirada a Lord Lyonel y a Su Mano, Ser Otto.
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-Sean buenos con su madre niños. -dijo colocando un beso en la frente de Luke, Jace y Laena. - Los visitaré cuando pueda, pero eso tomará tiempo, voy a regresar lo prometo.
Ser Harwin se acercó a su madre, Laena los miro con atención. Su madre hacía todo por contener las lágrimas, la vio acercar a Joffrey al gran hombre, este lo acuno en sus brazos.
-Seré un desconocido cuando nos volvamos a ver, -vio cómo colocaba un dulce beso en la frente de su hermano más pequeño.
-No lo serás-le dijo Laena tomándolo de la mano. -Yo le hablaré de ti, todos los días para que sepa quien eres.
Ser Harwin devolvió a Joffrey a brazos de su madre, abrazó a Laena con fuerza y Jace se unió al abrazo, Luke estaba un poco confundido con la situación, sostenía la mano de su madre en busca de tranquilidad.
-Princesa- dijo haciendo una reverencia a su madre, ella apenas y sonrió débilmente.
Ser Harwin les dio una última mirada antes de abandonar la habitación con sus ojos cristalizados, Laena sentía como su corazón se iba con él.
-Le enviaremos cartas con un cuervo ¿no será divertido? -preguntó su madre acunando al pequeño bebé que contaba apenas con veinte días de nacido.
-¿Es Harwin Strong nuestro padre? ¿Somos bastardos? -Su hermano sabía la respuesta, pero aun así quería escuchar aunque fuera una vez la verdad.
Laena y Jace miraban tristes el pasillo por el que Harwin se había marchado.
-Ustedes son Targaryen es todo lo que importa, la sangre de dragón corriendo por sus venas. -Dijo su madre.
-Madre- la voz de Laena sonaba rota, su madre la miró con tristeza.
Laena se echó a correr por el gran pasillo, mientras Jace se abrazó con fuerza a su cintura, escondiendo su rostro y las lágrimas que bajaban por sus mejillas, la princesa ingresó con sus tres hijos varones a la habitación para darles consuelo, no podía detener a su hija, no quería detenerla, ella merecía poder liberar ese dolor.
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Laena siempre había pensado que su padre Laenor era el hombre más divertido del mundo, sin embargo, para ella el hombre más fuerte, valiente y maravilloso era Ser Harwin, no era una niña tonta para desconocer el hecho de que ese gran hombre era su verdadero padre, menos cuando la palabra bastarda iba pegada a sus espaldas, a pesar de eso, ella estaba orgullosa de serlo, él le había enseñado tantas cosas y les había demostrado su amor a sus hermanos y a ella una infinidad de veces.
Los guardias vieron a la princesa detener al gran hombre al pie de la puerta, el padre de Ser Harwin le dio una mirada de negación pero siguió avanzando, ningún guardia fue capaz de mirar la escena, sentían compasión por la princesa y en ese momento parecía que nadie tenía ojos en la fortaleza.
-¡Ser Harwin!- las lágrimas caían por sus mejillas. -No puedes irte.
-Princesita, volveré a verte. Te lo prometo. -Ser Harwin atrapó las lágrimas que escapaban de sus ojos-No me mires así Laenaerys, rompes mi corazón.
-Sí te vas, tú estarás rompiendo el mío. Serás el primer hombre en hacerlo. -dijo entre lágrimas. -Sí te vas, no me verás montar a Moonlight, prometiste que la primera vez que lo hiciera estarías ahí.
-Sabes que no me estoy yendo porqué quiera hacerlo, dejarlos me duele más que cualquier golpe que haya recibido en mi vida. -Laena se echó a su cuello, abrazándolo con fuerza. -Pero esto no es para siempre, mi pequeña jinete de dragón.
Laena sentía que así era, tenía miedo de dejarlo marchar y no volverlo a ver nunca. Sentía que su corazón se rompía por la mitad, sentía que respirar dolía más que los golpes del entrenamiento, verlo ir con sus cosas era más doloroso que cualquier cosa que había experimentado. Era un dolor interno, un dolor en su alma.
Harwin, la apretó contra su pecho fuertemente, guardando toda una vida en ese abrazo. Su nariz aspiró el dulce aroma del cabello de Laena, lirios, como Rhaenyra. No era fácil, pero ambos sabían que tenía que ser así.
-Irme también es una forma de protegerte-dijo mientras rompía el abrazo para limpiar las lágrimas de la princesa- eso es algo que te prometí también, ¿lo recuerdas? Con mi vida.
-Con mi vida- repitió ella entre sollozos.
Ser Harwin se puso de pie, sonriéndole y comenzó a caminar hacia la puerta donde dejaría atrás todo lo que más amaba.
-¡Ser Harwin espera!- gritó Lanea, corriendo nuevamente hacia él.
-¿Pue...puedo decirlo?- le preguntó con un ligero tartamudeo- so.. Solo una vez, quiero recordar lo que se siente.
-¿Decirme qué?-preguntó agachándose para estar a la altura de la princesa.
Laena se acercó a él, colocando sus manos cerca de su oído, como si le estuviera contando un secreto.
-Padre- murmuró bajito, apretando sus ojos con fuerza y sus manos temblorosas -Ahora sabre que se siente poder decirlo realmente.
Los ojos de Ser Harwin se humedecieron rápidamente dejando escapar algunas lágrimas, la abrazó con más fuerza, pero a ella no le molestaba, se sentía reconfortante. Quería recordar eso, su calor, su fortaleza, la manera en que se sentía ser querida por él, la forma en que su barba le hacía cosquillas, quería recordar cada pequeña cosa de él hasta poder verlo de nuevo.
-Te amo- Le dijo con su voz ronca y baja -A todos, los amo. Prométeme que siempre serás valiente, estudiosa y alegre.
-Estudiosa y alegre sí... pero, pero... no puedo ser valiente cómo tú, todavía lloró cuando estoy molesta y quiero defenderme.
-Eso no significa que no seas valiente, significa que el fuego de dragón arde en tu corazón. Pero eso no te va a consumir, algún día podrás controlarlo, yo lo sé. Cuando lleves a Moonlight prometeme que tu primer Dracarys en el cielo será para mí, incluso si no estoy para verlo.
Laena no pudo evitar sonreír aun con sus ojos llorosos, aún en un momento tan doloroso, él podía hacerla sonreír, dejó un largo suspiro. Le tomó toda su fuerza de voluntad soltarse de él.
-Lo prometo.
La princesa vio partir al hombre más honorable, dulce y fuerte que había conocido sin imaginarse que realmente esa, era la última vez que lo vería.
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No supo cuánto tiempo llevaba sentada en el jardín, hasta que vio a Aegon a su lado. No estaba molesta con él, pero no quería hablar con nadie.
-Aléjate de mí. -dijo pasando sus manos por la cara.
-Laena, lo siento.
Ella lo miró con la tristeza retumbando en su corazón. Ella negó con la cabeza, si su tío la seguía mirando de esa manera se pondría a llorar de nuevo, no quería eso, ya era demasiado doloroso seguir llorando, le dolía el pecho de tanto hacerlo.
-Fue mi culpa- dijo ella. -Si yo no hubiera dicho nada...
Aegon la abrazo, ella no tuvo fuerzas para apartarle. Mucho menos para preguntarle o decirle que sus cambios de humor repentinos eran estúpidos, no tenía fuerzas para soltarse de su calidez. No recordaba la última vez que su tío la había abrazado, tal vez cuando tenía cuatro o cinco no estaba segura.
Aegon se sentía un poco culpable también, había sido rudo con ella y cuando sucedió todo, se quedó quieto, sin hacer nada, como todos los demás. Siempre siendo un idiota, ¿cuándo podría hacer algo bien?
-No es verdad, Ser Harwin hubiese intervenido en cualquier momento. Estoy seguro que solo era cuestión de tiempo. -ella negó con la cabeza- lo digo en serio. Tengo una idea, ven conmigo.
-¿A dónde? -le preguntó ella cautelosa.
-Hagamos algo estupido juntos, correré el riesgo del castigo, por ti- ella abrió sus labios con sorpresa, él le sonrió y la tomó de la mano.
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Ella se dejó llevar por él, salieron juntos de la fortaleza, cuidando que nadie los viera; Aegon sabía que eso le costaría una gran reprimenda por parte de la mano del Rey, pero esa golpiza valdría la pena por ella.
-Aegon. -dijo ella cuando se dio cuenta de a donde la había llevado.
-Estoy seguro que Moonlight está listo para volar, ¿tú estás lista?
Le sonrió, Aegon siempre hacía eso. Retarla de una manera que le exigía dar más de ella misma.
-Puedo hacerlo. -dijo segura de sí misma.
-La princesa Laena va a volar el día de hoy- los cuidadores de dragón miraron con sorpresa al príncipe.
-Mi príncipe, no creo que eso...
-Lo hará- repitió Aegon con autoridad. -Sunfyre y yo iremos con ella.
Los cuidadores se miraron entre sí, ellos eran los príncipes pero habían llegado solos. Terminaron por acceder a ello, con temor a ser castigados.
Laena vio a su imponente dragón avanzar hacia ella, era la primera vez que lo veía con su montura en totalidad. Sonrió al verla, era de color negro y en el centro tenía diamantes de color esmeralda adornandole, era hermosa y estaba lista para que ella tomará sus riendas.
-Puedes hacerlo. -le murmuró Aegon.
Ella vio como avanzó hacia el majestuoso Sunfyre que esperaba ansioso por su jinete, mostrandole los enormes dientes cuando ella lo vio.
-Hola Sunfyre- murmuró, el dragón dorado soltó un rugido en su dirección rodeando protectoramente a Aegon.
-Es un poco celoso- le sonrió.
Ese dragón no era celoso, era demasiado territorial. Los vio ascender hacia el cielo sin que Aegon le murmurara una sola palabra, sus hermosas alas se habían extendido y el fuego dorado adorno el cielo.
Vio como un cuidador acercaba a su hermoso dragón de plata hacia ella, sonrió con tristeza, él sentía su tristeza, acercó su cabeza cariñosamente hacia ella, ella le rodeo con sus cortos brazos con fuerza.
-Somos tu y yo Moonlight, llevame con papá- le susurró a su dragón, entonces por primera vez subió a él. -Vamos a conocer el cielo y a decir adiós.
Su dragón se elevó al cielo, Laena sintió como su cabello rebelde se movía con fuerza por el aire. Aegon le miraba con una sonrisa mientras poco a poco ella tomaba más y más altura, finalmente emprendió su vuelo firmemente por el cielo.
Su corazón latía con fuerza, se sentía rota, pero valiente. Aegon tomó la delantera con sunfyre, ella le siguió de cerca, pudo ver hacia abajo se veía el carruaje de los Strong, ella miró con asombro la forma en que su tío se dejó descendió con rapidez.
-Puedes hacer eso Moonlight - le dijo a su dragón, que inmediatamente copio la acción, sentía como sus pulmones se comprimían, era una experiencia única.
Sentía la adrenalina corriendo por sus venas, era cierto, ella era una Targaryen, ella tenía sangre de dragón, ella tenía fuego en su interior y en ese momento estaba ardiendo.
Los dos dragones llamaron la atención, sobrevolando muy cerca de los carruajes Strong.
Laena lo sintió en lo más profundo de su corazón y su corazón siendo uno con el de su dragón lo hizo, dijo con fuerza y lágrimas en sus ojos: -Dracarys- hacia el cielo, el fuego plateado de su dragón se extendió como la nieve en invierno, escuchó el gimoteo de los caballos, volteó hacia atrás, lo vio asomando su cabeza, estaba segura que sabía que era ella.
Finalmente era una jinete de dragón con sus 11 días del nombre, se había dado cuenta que las situaciones se volvían motivaciones, que habrían cosas que la hicieran hacer cosas que quizá nunca pensó, ese era uno de esos momentos. No se había preparado, simplemente tomó la rienda y fue como si hubiera nacido para eso, tal vez si, si era así, su lugar era en los cielos a lomos de su dragón.
Sunfyre sobrevoló por encima de ella, volviendo por donde habían ido. Ella lo entendió, era momento de volver; Su corazón latió con fuerza, Aegon era amable con ella cuando no buscaba hacerla enojar, no tenía duda de que la quería, pero eso que había hecho por ella ese día, nunca lo olvidaría.
Abrió sus manos al viento, sintiendo la brisa del aire, la hermosa sensación de poseer algo más grande que ella, se sintió reconfortante saber que había logrado algo que deseaba y que él pudiera verlo, le habría gustado compartirlo con Aemond, pero se alegraba de tener ahí con ella a Aegon.
La princesa Laena creía que sabía que se sentía tener un corazón roto, pero nunca había estado tan equivocada como en ese momento, aquello solo era el inicio de su sufrimiento, eso solo era el primer cubo de hielo.
Se que no les he descrito el dragón de Laena, pero sean pacientes es tan majestuoso como ella. Su descripción la tengo reservada para unos capítulos más adelante y espero que les guste tanto como a mi. ❤️👀
Por cierto, amo a Ser Harwin y lloré haciendo esto...
¿Cómo creen que reaccione Aemond cuando vea que Laena se volvió jinete de dragón y quién la llevó fue Aegon? 👀❤️
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