Capítulo 22
Flashback.
-Nyra, estás aquí- Aegon sonrió.
-Mi hermanito perfecto- ella acarició su mejilla.
-¿Vienes sola? - preguntó, siempre lo hacía.
-Solo vengo con Daemon- dijo ella, él intentaba no parecer decepcionado. -, pero Laena te manda sus saludos.
-Eso... ah, igual para ella, debe estar enorme, espero verla de nuevo- dijo rápidamente.
Tenía desde el funeral sin ver a su sobrina, por supuesto que la extrañaba, ella solía enviarle pequeños mensajes en las cartas qué le enviaba a Helaena.
La princesa heredera tenía muy buenos motivos para su visita en esa ocasión más que una junta de consejo o solo ver a sus hermanos.
-¿Estás en cinta de nuevo? - preguntó Aegon alejándose de ella para observarla mejor.
-Si, tres lunas - dijo ella sonriendo- y quiero que sepas que si se es varón ya he elegido su nombre, se llamará Aegon.
-¿Por Aegon el conquistador? - preguntó con sorpresa.
-Claro que no, es por ti. - respondió ella.
-¿Por qué?
-Porque te quiero y quiero que se llame igual que tú.
Aegon no estaba acostumbrado a escuchar que alguien lo quería, por lo que nunca sabía que decir o que hacer, además su hermana mayor estaba nombrando a uno de sus hijos en su honor, uno que no sentía merecer.
-Pero...
Ella lo abrazó, él correspondió el abrazo.
-Es un nombre precioso, dos conquistadores en mi corazón- dijo ella.
-¿Y Daemon está de acuerdo? - preguntó con tono burlón.
-Él no es el que va a parir, además le dije que Otto lo tomaría como un insultó- respondió ella.
-Estoy seguro que definitivamente eso fue lo que lo convenció. - sonrió él.
En parte podría ser cierto, Daemon había aceptado a Helaena y a Aegon con mucha dificultad pero gracias a Rhaenyra había aprendido a tomarles un cariño sincero y especial y en ello encontraba la ventaja de molestar a alguien que odiaba, nunca lo dejaba pasar.
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La reina Alicent había estado rezando en su mente por la vida de los pequeños príncipes desaparecidos, pero no podía concentrarse totalmente en ello, sus ojos estaban fijos en la princesa heredera que no dejaba de mirar hacia la puerta con su mirada perdida.
-Rhaenyra, estoy seguro que ellos estarán bien- dijo Daeron con una débil sonrisa, mientras se movía de un lado a otro con el pequeño Viserys en sus brazos.
Ella alzó su mirada, saliendo de sus pensamientos y le dedicó una sonrisa triste.
-Pronto estarán a tu lado- dijo la reina acariciando su cabello. -, debemos tener fe en los dioses, ellos los protegen.
Rhaenyra no sentía que los dioses estuviesen haciendo mucha protección al permitir que sus niños estuvieran expuestos de esa manera, el corazón le vibraba con fuerza.
-El fuego rojo y el fuego azul se enfrentarán- murmuró Helaena, todos le miraron con atención. - el fuego rojo, el fuego azul.
-¿Helaena? - murmuró Alicent con confusión.
La princesa parpadeo un par de veces, lo había visto tan claro como el agua. Sintió como la sangre se movía con ardor a través de las palmas de sus manos pero estaban limpias, no como en su sueño, estaba el ardor, pero no la sangre.
-Yo... no es nada- respondió dejando de mover sus manos. Su hermana mayor la miraba fijamente, Rhaenyra sabía que era una soñadora. -, ellos están por volver, estoy segura hermana.
Alicent compartió una pequeña mirada con su hija, siempre había sabido que su pequeña niña era perseguida por las pesadillas pero no entendía de qué manera aquellos sueños podían atormentarla incluso despierta.
-¿Son caballos? - preguntó Daeron, su hermana, Rhaenyra se puso de pie. -Han regresado- dijo Daeron que observaba por la ventana.
La reina y las princesas salieron de inmediato de la habitación.
-Esperen... ¡Hel! - llamó a su hermana pero ella no le escuchó. -¿Y yo qué hago contigo? - preguntó al pequeño Viserys, el bebé le regaló una sonrisa. -Supongo que debo llevarte conmigo.
Daeron salió con el pequeño niño en brazos, ganándose una mirada de desaprobación de su abuelo, Otto.
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Las puertas de la fortaleza se abrieron para ellos, Daemon miró con furia poco contenida a cada guardia que miraba a su paso, de haber sido dagas habría terminado con la vida de cada uno de ellos sin equivocarse una sola vez.
-Daemon parece querer matar a todo mundo- susurró Aegon.
-Probablemente lo haga si no sale el culpable de esto- dijo ella.
-Quiero una explicación- exigió el rey.
-Majestad, todo parece un descuido...
-No me parece Lord mano, que esto haya sido un descuido. -- dijo Laena aún cubierta de sangre.
-¿No ha dicho que la mujer se encontraba fuera de la realidad? - cuestiono. - Es imposible de ser así, que fuera intencional princesa.
-¿Y usted qué opina Lord Larys? - preguntó Jace mirando desafiante al hombre Strong que le regaló una pequeña sonrisa, con ese semblante tan tranquilo que solía poseer.
Todos los presentes se sorprendieron ante la mención de Jace al hombre, esperando una respuesta por parte de él.
-Mi principe, he buscado información, la mujer es una pobre alma en pena, llegó hace algunas lunas a la fortaleza por el cargo de un robo y magia negra. - respondió tranquilamente.
-¿Y cómo se justifica el veneno? - preguntó Daemon qué comenzaba a perder la paciencia.
-Bueno, la verbena es muy común en presos como ella, príncipe... creí que usted lo sabía. -Daemon lo miró con cierto aire ofendido.
-Yo no solía ir por las celdas regando venenos, detenía a la gente en la calle cuando cometían un delito y si merecían la muerte se las daba, cuide sus palabras Lord Strong- amenazó.
Helaena compartió una mirada con Laena, las dos miraban con incredulidad a Larys Strong.
-Eso es una crueldad- dijo la princesa bondadosa. -, darles verbena a los presos es de bárbaros.
-No princesa, son malas personas, la verbena se les da para estar bajo control, es por eso que este incidente sucedió, ha habido un gran descuido y la vida de nuestros príncipes se ha puesto en riesgo.
El rey miraba con atención a cada persona en la pequeña sala de reuniones, sus ojos iban de persona en persona, cansado y con confusión, atento a cada cosa que decían.
--¡No hable de la vida de los príncipes como si realmente le importara! - Daemon se puso de pie con hermana oscura firmemente en su mano.
-¿Dónde está el guardia responsable de todo esto? - preguntó la reina para sorpresa de todos. - quiero una respuesta ahora mismo.
-Ha escapado, majestad. - respondió Larys agachando la cabeza.
-Escapó- Daemon soltó una risa sarcástica. -- escuchen esa mierda, quiero su cabeza.
-Entonces tendrá que buscarlo Lord Larys, usted sabe mucho acerca de lo sucedido y nadie mejor que el consejero de los rumores para tal deber ¿no es así? - la voz desafiante de la reina lo hizo romper su semblante tranquilo.
-Haré mi mejor esfuerzo majestad. - respondió el hombre.
La reina se ganó una mirada desconcertada por parte de su padre, pero ella no bajó el rostro en ningún momento, por el contrario, tomó con firmeza la mano del rey y le devolvió la mirada.
-La princesa Laena se ha encargado de la mujer, no hay manera de conseguir información más que el guardia que ahora ya no está aquí. - dijo la mano del rey.
-¿Intenta decir que debí dejarla con vida después de que me atacará con un cuchillo? - preguntó Laena molesta.
El dolor la hizo moverse un poco incómoda en su lugar, apretó las manos a los costados de su vestido, tratando de respirar por la nariz y soltar el aire poco a poco por la boca.
-No princesa... no quise decir eso, solo digo que ella era la única fuente de información.
-Ella no se llevó a los dos príncipes sola, alguien debe haberla ayudado- dijo Baela ganándose la atención de todos. -, ese guardia debe ser encontrado.
-Majestad, tal vez deberíamos olvidar este mal suceso por el momento, en lo que encontramos al hombre- sugirió Larys Strong mirando al rey.
-¿Olvidarlo? - la princesa Rhaenyra se puso de pie mientras Joffrey y Aegon se aferraban a cada lado de su cintura. -¡No quedará olvidado! Si mis hijos están inseguros en su propia casa ¿qué puedo esperar fuera de esta fortaleza?
-Pero princesa, todo parece indicar que ha sido un terrible accidente, la mujer es una presa qué sin razón ni conciencia en su cabeza, desahuciada por los dioses actuó de manera errónea, el hombre debió huir por temor a ser reprendido.
La puerta se abrió dejando entrar a Luke y Rhaena, ambos venían despeinados y con sus ropas hechas un desastre, Laena frunció el ceño con confusión, Luke evitó la mirada de todos colocándose detrás con las manos en su espalda.
-Pues debe de tener miedo- dijo Daemon. -, si aparece le arrancaré cada miembro yo mismo.
-¿Y cómo consiguió la verbena y el cuchillo? - preguntó Laena tratando de contener su enojo contra los dos hombres.
-Debió tomarlos cuando escapó, claro está princesa. - respondió la mano del rey.
-Esto es absurdo- bufó la princesa heredera.
-Absurdo sería continuar con este tema, buscando conspiraciones donde es evidente que no las hay princesa Rhaenyra, sugiero que, seamos conscientes y dejemos que el mal rato pase, por el bien de los pequeños príncipes. -Daemon curvó una sonrisa, la mano tranquilizadora de la menor de sus hijas lo hizo contenerse a su actuar, Rhaena era toda la representación de paz que conocía.
-Laena, no- Aegon la sostuvo de la mano cuando dio un paso hacia Otto, quería matarlo ahí mismo por su hipocresía y falso interés.
-Debe haber un cambio de guardias reales majestad, por la seguridad de todos aquí, es necesario. - dijo Laena mirando hacia su abuelo. - Los que tenemos no han demostrado más que su incompetencia.
-Puedo hacerme cargo mi rey, yo soy el comandante de la Guardia Real después de todo. - respondió Ser Criston.
-Oh si, claro, porque ya vimos lo eficiente que es como el Lord Comandante de la Guardia Real- dijo Laena sin más, Ser Criston la miró fijamente y jamás había sentido tanto odio como en ese momento, ni siquiera con la madre de la bastarda.
Aemond miró a Ser Criston y después a su madre que miró con preocupación a su escudo juramentado, aquel hombre que les había servido fielmente por años, que había fungido como una figura paterna para el príncipe y un amigo para la reina.
-Entonces deberíamos reprenderlo a usted por lo que sucedió hoy Ser Criston, usted está a cargo de esos hombres. - dijo Jace.
Tal comentario solo había incrementado el desprecio que sentía por los príncipes Velaryon.
Daemon miró con orgullo a sus hijos.
-Son muchos hombres a mi cargo y esto jamás había sucedido antes príncipe Jacaerys y le aseguró que no se va a repetir de nuevo, creo que Lord Mano y Lord Strong tienen razón, el hombre debió asustarse ante su castigo por tal descuido y huyó, no me excusare por él, pero puedo asegurar que cada hombre que posee una capa blanca es leal a mi rey.
-Ya basta- dijo el rey finalmente. - Ser Criston, quiero que entregue al hombre que ha puesto en peligro la vida de mis nietos por su descuido y de no ser así, por todos sus años de servicio usted dejará su cargo como Lord Comandante y volverá a sus deberes como guardia, es mi última palabra. -Alicent miró a su esposo con cierta sorpresa.
Ser Criston tragó saliva, nunca había sido humillado de tal manera.
-Lo haré mi rey, lo traeré ante usted.
-Padre- la voz de la princesa hizo que todos contuvieran el aliento. -, yo creo que lo mejor será que volvamos a Dragonstone - Laena y Jace miraron a su madre con confusión. -Helaena y Aegon se irán con nosotros.
-Eso no será necesario. Por favor, quiero que los guardias doblen sus turnos, que cada uno de mis hijos y nietos tengan un guardia a su lado, no quiero más incidentes. - ordenó el rey. - Ahora, quiero que mis nietos Joffrey y Aegon reciban un banquete por el susto que recibieron, eso les hará sentir mejor.
-Como ordene, majestad.
Todos abandonaron la habitación a excepción de su madre, sus hermanos más pequeños y Daemon, la reina y la mano del rey, Laena sabía que ellos no se quedarían tan tranquilos con aquella situación y ella tampoco.
-Padre, realmente creó que es lo mejor, volveremos cuando esta situación se aclare, no puedo exponer a mis príncipes a un peligro mayor- insistió la princesa.
La preocupación de Rhaenyra estaba justificada, sin embargo no para el rey. Daemon la miró en apoyo y se colocó a su lado.
-De eso ni hablar hija mía, hace poco que volvieron y lo de hoy no va a repetirse, no pueden planear irse y ya, no hasta después de las bodas- dijo el rey mirándoles con un poco de tristeza.
-Viserys, tú has hecho lo mejor que es para tu familia, yo haré lo que es mejor para la mía. -Daemon le regaló una mirada a su hermano.
-Príncipe, no olvide que es el rey con el que habla- dijo Otto.
-Y usted Lord Mano, no olvide que el rey es mi hermano- ambos se miraron desafiantes.
La reina dio por concluida la reunión, era la primera vez que el rey mostraba una negativa ante su hija, la luz de sus ojos y la alegría de su corazón, aunque no había atacado una orden, era así cómo se sentía, se les había prohibido dejar la fortaleza.
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-Laena, príncipe Aegon- Kenna la iba abrazar hasta que la miró-, sabes que mejor abrazos no. - dijo sonriendo.
-Kenna- dijo ella respirando profundo y sonriendo.
-Me da gusto que esten bien todos, y tu, princesa, me amarás porque te he pedido un baño con agua calientita, seguramente debe estar listo ya.
Laena miró a Aegon, él le sonrió.
-Supongo que todos necesitamos un baño... ¿segura que estas bien? - preguntó de nuevo.
-Lo estoy, de verdad Aegon- respondió ella sonriendo.
Él la miró sin estar muy convencido de su respuesta, dudó antes de alejarse de ella- está bien, te veo más tarde- dejó un beso en su frente y se marchó, dejándola con Kenna.
-Oye, en verdad te ves pálida entre tanta sangre- dijo Kenna con preocupación -, pero te sigues viendo muy bonita, como cuando le pateaste el trasero al fastidio Lannister.
-Lady Kenna, nunca dejes de ser tu- dijo Laena tomándola del brazo, ambas se encaminaron hacia su habitación.
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-¿Qué es esto? - preguntó Kenna alzando una camisa de lino y después otra. -Oh... por todos los dioses, Laena, ¿acaso el príncipe Aegon recuerda que tiene una habitación propia?
-Lo recuerda cada mañana, cuando debe tomar un baño y buscar ropa limpia. - respondió la princesa que se encontraba sentada sobre la cama.
-Laena si alguien se entera...
-Nadie se va a enterar- dijo ella riendo. -, no lo hace siempre, solo a veces cuando le pido que se quedé.
-Supongo que eso no es seguido ¿verdad? - preguntó Kenna en tono meloso, Laena solo puso los ojos en blanco.
-Ayúdame con esto, por favor- pidió.
Su amiga la ayudó a deshacerse del traje de jinete, Laena se metió al agua, los rugidos de su dragón ya no se escuchaban cerca de la fortaleza, seguramente su reina blanca se había alejado o había regresado a la cueva.
-Iré a ver a mi casi prometido y a pedirle a una de tus damas que te prepare un vestido ¿está bien? - preguntó Kenna.
-Si, adelante ve y Kenna- Laena señaló el escote invisible en su propio cuerpo. -, Daeron no podrá resistir eso. -Su amiga sonrió satisfecha y abandonó la habitación.
Cuando sintió el agua caliente se sintió un poco mejor, el dolor se desvaneció de inmediato, soltó un suspiro de alivio; pasó por su cuerpo la esencia de lavanda y se lavó el cabello con jabón de rosas, era un baño rápido y poco reparador pero sentía urgencia por hablar con sus hermanos.
Unos minutos después una de sus doncellas entró para ayudarla a vestirse.
-Princesa- sonrió la chica. -¿El vestido rosa le parece bien hoy?
-El que elijas será perfecto Saury.
Laena deseaba poder quedarse más tiempo en el agua caliente, aún el vapor humeante salía de la bañera, con mucho pesar permitió que la doncella atara los nudos del vestido y que peinara su cabello.
-Laena- llamaron a su puerta.
-Pasa - dijo.
Saury miró a Laena, esta le dio un asentimiento de cabeza, la chica acomodó el cabello de Laena antes de salir de la habitación.
-Tuve un sueño- susurró Helaena. - el fuego rojo y el fuego azul.
-¿Qué quiere decir eso? - preguntó.
-Yo soy el fuego rojo Erys, pero no logro descifrar quién es el fuego azul... pero se que muere por mi culpa, su sangre corre por mis manos, lo he visto.
-Un fuego azul...¿qué fuego es ese? - preguntó.
-No lo sé Laena, pero habrá una guerra... Lo he visto.
-¿Tu crees que es mi culpa? - preguntó. -¿Cómo evitaremos qué pase eso?
Helaena la tomó de la mano y negó.
-Por supuesto que no, tu eres una salvación. - Helaena estaba convencida que Laena era la princesa prometida en su sueño, con fuego y hielo. - Los dioses no me permiten verlo todo, pero nuestras bodas deben cambiar algo para bien, deben ser una bendición.
-Soy una portadora de la muerte, así me llamó esa mujer...
-No eres una portadora de muerte, bueno, no de esa manera- respondió ella tranquilamente. -¿Por qué te llamó así? - preguntó.
-La dama de la noche, una estupidez así dijo.
-Una mujer... ¿No dijo Larys que era una bruja? - Laena asintió. -Tal vez una de sus diosas, las brujas suelen adorar a otros dioses.
-No lo sé Helaena, pero me causó escalofríos, como si realmente supiera lo que decía. Es complicado de explicar, pero estoy segura que no fue un accidente.
-Si matas a Larys Strong, si lo matas Laena caerá una desgracia mayor. No es tiempo, no todavía. - dijo Helaena, la princesa le miró con los labios entreabiertos.
Helaena sabía lo que Jace y ella habían tratado de hacer.
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Laena bajo las escaleras su semblante era más tranquilo, aunque todavía no se sentía bien. El agua caliente había sido un gran remedio para su malestar, miró los ojos violeta de Aegon esperando al pie de la escalera con una sonrisa a un lado de Jace, que esperaba a Helaena.
-Tío- murmuró Laena.
-Ya no deberías decirme así- ella soltó una pequeña risa.
-¿Prometido suena mejor? - Aegon hizo una mueca pensativo. - Mi sol. - susurró a su oído, el príncipe sonrió.
-Mi luna- respondió.
Los príncipes vieron con asombro el banquete que los sirvientes habían preparado, la mesa estaba llena de comida y pasteles de chocolate, de vainilla, de limón, de cualquier cosa que haría a un niño estallar de felicidad.
-¿Quieres pastel? - preguntó Jace a Helaena.
-Solo si recuerdas cual es mi favorito- Laena vio a su hermano palidecer por un instante.
-¿Limón? - soltó Jace.
-¿Me preguntas o lo afirmas?
-Estoy seguro- Helaena sonrió negando con la cabeza.
Aegon se rió de Jace, Laena frunció el ceño.
-¿Tu sabes cual es mi pastel favorito? - preguntó con las manos en su cintura.
-Por supuesto- dijo Aegon- cierra los ojos.
Ella lo hizo.
Sintió sobre sus labios el dedo índice de Aegon y el betún de chocolate.
-Te lo dije- susurró.
-Te daré un punto por ello. -Laena pasó su lengua por sus labios, Aegon no pudo apartar sus ojos de ella cuando la vio.
-Mierda, si haces eso de nuevo te llevaré a la habitación o al cuarto de la cocina, no me importa.
-Gracias Aegon, no me interesa saber a dónde llevas a mi hermana, pero que no sea el cuarto de la cocina por favor- murmuró Jace mirándole con una mueca de desagrado.
-No el cuarto de la cocina le pertenece a Baela- sonrió Laena traviesa.
-¿De verdad? - preguntó Aegon. - Y yo creí que era suficiente cada rincón de la taberna de Snow. - Laena le golpeó en el estómago, él solo se encogió de hombros.
-¡Erys! - Joffrey entró corriendo y la abrazó, Laena hizo una mueca de incomodidad pero aun así correspondió el abrazo.
-Ojitos, ¿ya viste? pastel de todos los sabores para ustedes.
Aegon sintió como un pequeño dedito golpeaba en su pierna, agacho su mirada y encontró a Aegon III mirándole y estirando sus brazos hacia él.
Miro hacia los lados en busca de Jace y su hermana para que lo salvaran de aquella situación, pero ellos ya se encontraban al otro lado del comedor.
-Hola personita pequeña- el príncipe lo tomó en sus brazos sin saber muy bien qué hacer. - Te deje con tu mamá hace un instante, ¿no tiene que dormir o algo así? - preguntó.
-No, quiero- el pequeño señaló el pastel de chocolate.
-Creo que eres su persona favorita- dijo Joffrey sin soltarse de Laena.
Aegon abrió sus labios y los cerró sin saber que decir, el pequeño platinado le sonrió y se abrazó a su cuello con fuerza.
-¿Y qué se supone que haga ahora? - preguntó Aegon a Laena.
-Puedes empezar por darle un pedazo de pastel antes de que te muerda a ti. - dijo ella, guiando a Joffrey a la mesa.
Aegon le pidió a una de las doncellas que le diera un trozo del pastel, la muchacha lo hizo y cuando iba a tomar al pequeño príncipe, él se negó.
-¿Sabes comer solo? - preguntó, su sobrino asintió.
-Por supuesto, tiene tres onomásticos tío, no es un bebé. - respondió Joffrey.
-Pues lo parece- dijo Aegon en voz baja, Laena no pudo evitar sonreír.
Aegon III permaneció en las piernas de su tío mientras comía pastel de chocolate, Daemon y su madre les observaban del otro lado del comedor, ambos les regalaron una sonrisa.
-Erys, ¿mañana si podremos ir a pozodragón? - preguntó Joffrey.
-No lo sé ojitos, tal vez- sonrió ella.
-Extraño a Tyraxes- dijo cabizbajo. -¿Crees que también me extrañe?
-Estoy segura que si, tranquilo Joffrey si todo se estabiliza pronto te prometo que iremos a Dragonstone por él.
La música se hizo presente, Laena miró a Kenna acercarse a Daeron para invitarlo a bailar lo cual era todo menos digno de una dama de alta cuna, pero alguien tenía que esforzarse y al parecer Kenna era esa persona, la reina le sonrió.
Daeron miró a su madre con molestia, no pasó desapercibido aquello para Laena, sin embargo como todo un príncipe hizo lo correcto y se puso de pie tomando a Lady Kenna de la mano.
-¿Princesa? - preguntó Jace a Helaena.
Su tía, dejó el pastel de vainilla sobre la mesa y estiró su mano hacia él, los dos se posicionaron a un lado de Daeron y Kenna, mientras bailaban con una sonrisa sincera.
Laena estaba segura de que nunca había visto ese brillo en los ojos de su hermano, Jace.
-Así es como debe ser- dijo el rey, mirando a su familia con una sonrisa.
Aemond era el más incómodo ahí, le había tocado compartir asiento a un lado de Baela que no dejaba poner los ojos en blanco cada vez que sus miradas se encontraban.
-Podrías al menos disimular tu odio- susurró. -¿No dijiste que somos familia?
-Podrías al menos disimular que no puedes dejar de mirarme con tu ojo, me incomoda- respondió Baela, llevándose la copa de vino a sus labios.
Aemond estiró su mano para tomar la jarra del vino al mismo tiempo que Baela.
-¿De verdad? - preguntó ella.
Él la tomó, llenando ambas copas.
-Que caballeroso- dijo con ironía.
-Siempre, pero no podrías saber de caballeros ya que te juntas con puros mozos de cuadra, cocineros o guardias.
-Ya que pasas tanto tiempo observandome deberías saber que esos hombres son más honorables que tú. - Aemond curvó una sonrisa.
-Aemond- el rey lo llamó, incluso la reina pareció sorprendida ante eso. -Se un caballero hijo, invita a Lady Baela a bailar.
-Preferiría bailar con una cabra querido tío, muchas gracias- respondió ella, el rey rió ante lo que pensó era una broma.
-Jóvenes, siempre tan bromistas y alegres- dijo a su esposa.
-Aemond- insistió la reina con una incómoda sonrisa.
El príncipe no tuvo más remedio que ponerse de pie y ofrecer su mano a Baela.
-Solo un baile y ya- murmuró entre dientes.
Daemon lo miraba fijamente, sintió un nudo en su garganta ante esa mirada penetrante.
-Sería un placer, primo.
Los dos comenzaron a bailar, Aemond solía jalarla de las muñecas con fuerza hacia él y ella se movía como una serpiente sigilosa sin apartar sus ojos de él, era acaparadora la manera en que su lenguaje corporal luchaba por estar juntos pero al mismo tiempo evitarlo.
-Tú me debes una explicación- dijo Daemon a Luke sin apartar sus ojos de Baela.
-Pues... yo, sí lo sé. - murmuró.
-Dilo, ¿donde estaban cuando llegamos?- le exigió.
-Fuimos por té- dijo Rhaena. -, después ir a donde le pediste a Luke.
-¿Té? - Daemon lo miró finalmente a los ojos, Luke lo miró con terror. -Espero que no de luna...
-Padre... - se quejó Rhaena.
-¡No! - dijo Luke de inmediato, su madre le miró con preocupación. -Por supuesto que no, Daemon. - susurró.
-Bien, ¿averiguaste algo?
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-Mierda, sí lo hizo- dijo Aegon cuando miró a su hermano menor sacar a bailar a Baela.
-Mieda- dijo Aegon III.
Laena lo fulminó con la mirada y Joffrey contuvo una risita.
-No, no, no digas eso Aegon, no es correcto- dijo el príncipe de inmediato tratando de enmendar su error, pero su sobrino se rió.
-Mieda- repitió.
-Felicidades, le acabas de enseñar una nueva palabra, tío- Laena negó con la cabeza tratando de ocultar su sonrisa.
-No digas eso niño, di... no sé, relámpagos o algo así- Aegon pequeño frunció la nariz ante lo que su tío le dijo. - dilo, di eso relá-mpa-gos.
-¡Repanganos!- exclamó Aegon sonriendo y con su boca cubierta de chocolate.
Laena y Joffrey se rieron ganándose la atención de todos.
-Eso es mejor- suspiro Aegon.
-Oh sí, sin duda- dijo Joffrey burlón.
Aegon se removió en los brazos de su tío y bajo, se fue corriendo al otro lado de la mesa hasta llegar con sus padres, Joffrey permanecía en la silla a un lado de Laena comiendo pastel de limón y vainilla.
-Estoy seguro que Daemon dice cosas peores- susurró.
-No frente a ellos- dijo Laena, nuevamente ese dolorcito en el vientre la molesto.
-Laena- Aegon sonrió acercándose a ella un poco más, Joffrey le miró con los ojos entrecerrados- ¿te veré esta noche?
-Tengo algo que hacer, con mis hermanos.
-¿De noche?
-¿Por qué susurran? - preguntó Joffrey.
-Deberías estar dormido- dijo Aegon, su sobrino le mostró su lengua.
Laena le dio un beso en la frente a Joffrey, este sonrió.
Después del banquete las personas comenzaron a abandonar el salón, el rey fue el primero en hacerlo, después lo hicieron su madre y Daemon con Aegon y Joffrey en sus brazos que habían caído rendidos ante el sueño.
-Descansa- Aegon la besó en los labios al pie de la escalera, ella se giró y lo miró.
-Está bien si me miras irme, por eso lo hacemos, y luzco genial haciéndolo ¿no? - preguntó con una sonrisa coqueta.
-Laena Velaryon- susurró Aegon cuando la vio subir las escaleras.
Cada paso que daba era como si lo hechizara, ni siquiera tenía que decir aquello, él la hubiera mirado irse con o sin su permiso, porque simplemente no había manera en que sus ojos dejaran de mirarla ni un segundo, era preciosa de pies a cabeza, sus caderas se movían con gracia y su cabello a veces solía moverse con su andar dejando ver las ondas definidas de su cabello castaño brillar a la luz de las velas, era una imagen hermosa de ver, todo en ella era hermoso para él.
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-¿Qué te pasó en la mano? - preguntó Jace a Luke.
-Rhaena y yo seguimos a Larys Strong a las calles de seda y tuve que encargarme de un problema. - respondió.
Laena sonrió orgullosa.
-Bien duendecito, demuestra quien es el hombre- Baela lo golpeó en el hombro, Luke se hizo el que no le dolió.
-Descubrimos algo- dijo Rhaena. - Larys Strong se vio con una mujer, no pudimos verla bien porque llevaba algo que cubría su cabello, pero rubia estoy segura que no es.
-¿Los escucharon? - preguntó Laena.
-Estaban discutiendo sobre una mujer, la mujer con la que estaba dijo que había perdido todo a causa de alguien y Larys le pidió que no fuera impulsiva y que nada había sido suyo nunca, fue todo lo que pudimos escuchar.
Laena y Jace compartieron una mirada. La princesa dio un paso hacia atrás cuando sintió nuevamente dolor en su vientre, pero lo disimuló bien.
-Estaban en una casa de placer ¿sirve de algo? - preguntó Luke.
-No sé- respondió Jace. - intento saber de qué manera se relaciona esto con lo que sucedió.
-La mujer que se llevó a nuestros hermanos, me habló de su dama de la noche, Helaena cree que se refiere a una de las diosas a las que veneran las brujas.
-Seguimos igual entonces- Baela se dejó caer en la cama. - sin nada. -Baela miró a Laena-¿Será amante de Larys Strong?
-No creo, ese asqueroso no podría tener ni siquiera una mosca tras él, dudo que las mujeres que trabajan ahí acepten acostarse con él- respondió Laena sintiéndose asqueada de solo pensar que alguien quisiera a un hombre como Larys Strong.
Laena se quedó pensando, no tenía sentido todo aquello en ese momento para ella... pero pronto lo tendría.
-Debemos estar pendientes de lo que sucede dentro y fuera de este lugar, no podemos deshacernos de Larys- dijo Jace, Laena no se sorprendió, Helaena le había dicho lo mismo.
-No, lo necesitamos vivo y Jace, es momento de que Helaena esté presente en nuestras reuniones, la necesitamos aquí. -su hermano suspiro.
-Lo sé...
-No estoy en contra de eso, pero puedo preguntar ¿por qué? - preguntó Baela.
-Helaena es soñadora, sabe más que nosotros sobre lo que sucederá una vez que nuestra madre suba al trono. - dijo Laena mirando a su hermana.
-Como Daenys... -- murmuró con sorpresa Rhaena.
-¿Y Aegon? - preguntó Baela.
Sus hermanos la miraron, Laena sintió su estómago contraerse.
-Él sabe sobre mis sueños- dijo Helaena al pie de la puerta, Jace sonrió cuando la vio.
La princesa soñadora cerró la puerta del pasadizo y se acercó a sus sobrinos.
-Debemos esperar después de las bodas, mi sueño debe cambiar una vez que unamos nuestra sangre. Lo único que no es predecible es si eso suceda, que pueda soñarlo, los dioses juegan sus cartas como quieren y podrían no mostrar nada.
-Eso suena complicado- dijo Luke.
-Tendremos que hacer algo... - Helaena miró sus manos como si la sangre estuviera ahí, Jace las tomó entre las suyas y le dio un beso.
-Estaremos preparados para lo que suceda, siempre supimos que no sería fácil que una mujer suba al trono y que estamos en peligro. -Laena miró a sus hermanos.
La puerta se abrió de golpe, Daemon miró a sus hijos y sobrina juntos en la habitación de Luke.
-¿Qué demonios hacen todos aquí? - preguntó.
-Permanecemos juntos- sonrió Baela. -conviviendo, ya sabes padre, como hermanos.
Daemon les miró con desconfianza.
-No se les ocurra salir- advirtió mirando específicamente a Baela. -Y no se les ocurra dejar a esos dos solos- dijo mirando a Luke y Rhaena.
-¿Sabes? Helaena también está aquí- se quejó Luke.
-Cierto pero estos son tus aposentos no los de Jace, niño- dijo y después miró a Helaena- buenas noches bichito. - La princesa sonrió.
-Buenas noches tío, Dae. - Daemon sonrió, les dio una última mirada y cerró la puerta tras él.
Luke dejó salir un suspiro de irritación, Rhaena colocó su mano sobre su pierna, él se relajó al instante ante su toque.
-Bien supongo que es todo por esta noche, ¿verdad? - preguntó Rhaena.
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Todos volvieron a sus habitaciones, Laena sintió que el dolor en su estómago estaba regresando, durante su regreso a su habitación pasó por la de Aegon.
-No está.
Laena se llevó una mano al pecho.
-Me asustaste Aemond- dijo Laena.
-Te lo dije, fue al lecho de pulgas, como suele hacerlo con regularidad. - el príncipe Targaryen la miró a los ojos. - Supongo que sabes eso.
Ella sintió algo en su pecho, desde que habían estado juntos estaba segura que Aegon no había regresado a las calles de seda, descubrir lo contrario había causado algo en ella.
-Me sorprende que tú estés aquí... Ya que Aegon no es el único que comparte el gusto por las casas de placer ¿o vienes de ahí? - preguntó Laena.
Aemond frunció los labios, justamente planeaba ir allá.
-Intentas mantener tu orgullo, hazlo Laena- ella sintió las palabras de Aemond como un golpe. - mi hermano jamás se ha tomado nada en serio, así que deja de intentar serlo por tu propio bien.
-Lo conozco Aemond, te sorprendería saber lo mucho que conozco a tu hermano, él me quiere- dijo Laena en un hilo de voz.
-Entonces búscalo y mira donde está, y con quién está, te sorprendería saber, ve, anda ve... - la reto Aemond.
-Ya basta, Aemond- Laena estaba molesta, sentía como su vientre dolía cada vez un poco más.
-¿Te ama? yo... -Aemond la tomó por los brazos sin lastimarla, sintiéndose frustrado por la situación. - Yo...
-¿Tú qué? - Laena lo miró fijamente con los ojos cargados de furia- ¿Me amas? No, seguramente no. No sabes el significado de esa palabra.
Aemond se alejó de ella, era verdad. No sabía realmente el significado de eso, porque quería a Laena pero se había dado cuenta de algo, no podía decir que la amaba, porque si la amara no desearía a su hermana.
-Ah- se quejó Laena doblándose del dolor.
-Laena... ¿estás bien? - él se acercó de nuevo a ella.
-No te acerques- ella lo apartó con su mano, irguiendo su espalda.
-Aemond, Laena- dijo Helaena con cierta sorpresa. -¿Todo bien? - preguntó la princesa con su tono conciliador.
-Helaena- Laena la miró con ojos suplicantes. - ¿Vamos a mi habitación?
-Por supuesto, Erys. - Helaena le sonrió a su hermano. -Descansa hermano.
Ambas se marcharon dejando a Aemond solo en medio del pasillo, con confusión.
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En cuanto se acercó a la puerta el dolor la hizo doblarse de inmediato, tomandose de la pared con fuerza.
-¿Qué sucede? - preguntó Helaena acercándose a ella.
-Mierda - maldijo cuando otro dolor la atravesó un poco más fuerte. -Ahhh.... -se quejó llevando sus manos al vientre.
-Erys- dijo asustada la platinada sosteniéndola por el brazo.
-La cama Hely- le dijo apenas audible- necesito ir a la cama.
Su tía la ayudo guindola al interior, sin embargo fue una tortura para ella porque el dolor que sentía le impedía dar más de cuatro pasos seguidos.
-Dioses, Laena... - murmuró Helaena.
Su mirada estaba fija en la sangre que sentía le corría por entre las piernas, la que había manchado sus zapatos rosas de satén y perlas.
-Yo... - las palabras quedaron en su boca, mientras el dolor se extendía hasta su espalda baja.
Helaena se sentó a su lado, no supo qué hacer en ese momento.
-No... No sabía- murmuró sin poder apartar la vista de su vestido nuevo, el rosa comenzaba a mancharse con su sangre.
El dolor era fuerte pero Laena se quería obligar a no llorar por más que doliera, no quería llorar, quería golpear a Aegon por no estar ahí, quería golpear a Aemond por haberle dicho eso, quería irse de ahí y desaparecer, pero el punzón la obligaba a arrojar sin querer hacerlo el producto que había dentro de ella.
-Todo estará bien, Laena- dijo su tía finalmente sosteniendo su mano.
-Estoy perdiendo un bebé Hel- la voz no era más que un hilo frágil qué podría romperse en cualquier segundo.
Laena ni siquiera podía creer que tales palabras estuviesen saliendo de su boca, un bebé que solo había sido visible ante ella por un par de horas y no lo sospecho ¿cómo hacerlo? tan silencioso, tan pequeño y tan invisible, sentía su cuerpo temblar y el dolor clavarse como una daga no solo en su vientre sino también en su garganta.
-Estoy contigo, estamos juntas en esto, lo prometo. Déjame buscar ayuda y buscar a Aegon... - la platinada se puso de pie, pero la princesa la tomó de la mano con fuerza.
-No, no te vayas, no me dejes sola Helaena- suplico mirándola asustada.
Y a decir verdad la princesa no recordaba haber visto nunca a su sobrina con miedo a algo, no desde Ser Criston cuando eran pequeñas.
-Aegon no está aquí, fue al lecho de pulgas- Laena sollozó sin poder evitarlo.
-Laena...
Helaena sintió las lágrimas acumularse en sus ojos cuando vio otro dolor atravesar el cuerpo de su sobrina, pero también se sintió un poco molesta con Aegon, ¿qué hacía ahí? no sabía, pero seguramente debía haber una buena razón, porque no tenía duda de que su hermano amaba a Laena.
-No se lo diremos a nadie, prometelo, promete que no se lo dirás a nadie Helaena, promételo- dijo haciendo presión en su mano con fuerza cuando su vientre se contrajo.
-Pero Aegon... - Laena hizo una mueca de dolor y negó de inmediato con la cabeza.
La princesa soñadora quería poder hacer algo por ella o haberlo soñado tal vez para prevenirlo; pero en cambio estaba ahí, viéndola sufrir en silencio, tomando únicamente su mano.
-No Helaena, él se culpará de alguna manera, yo lo sé, él buscará una forma de culparse por esto y no quiero eso, no quiero que sepa, esto es mío, no es de él. -Laena limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, había dolor en su voz, pero era un dolor más allá de lo físico, era el dolor de sentirse traicionada.
Aegon se había molestado cuando la vio con Aemond, pero él se había ido, se había marchado a las calles de seda y ella estaba ahí, sintiendo como una parte de su corazón abandonaba su cuerpo, como las piezas rotas que se habían reconstruido volvían a desmoronarse.
-Incluso cuando tu estas sufriendo sigues pensando en protegerlo a él, no hagas eso, Laena, no guardes este dolor para ti sola.
-No está aquí, se fue Helaena, él se fue a ese lugar. - dijo Laena con sus manos en su vientre mientras las lágrimas caían de sus ojos.
Helaena le miraba con dolor, en un punto medio donde no sabía que hacer, por un lado sabía que Laena la necesitaba y por otro, estaba su hermano.
-No me mires así. No me voy a romper por algo que nunca estuve destinada a tener. - dijo firmemente tratando de contener las lágrimas pero el dolor que sentía se lo impedía.
-Lo siento tanto Laena, pero mi hermano te ama, estoy segura- susurró Helaena.
La princesa Laena se había acostumbrado a muchas cosas, pero principalmente al dolor y la pérdida.
-Eso creía también- respondió Laena con voz débil. -eso creí.
La princesa se quejaba en voz baja mientras sus manos se aferraban a las sábanas, su tía se acercó y acarició su cabello, "estoy contigo", susurró.
Laena sentía que el mundo colapsaba en un instante y por un instante estaría bien, no podía romperse, no cuando su familia la necesitaba, ella no sería como su abuela Aemma, ella no podía morir ahí, pero así se sentía, el charco de sangre la hacía ver su propio destino, portadora de la muerte.
-Es mi culpa- sollozó.
-No Laena, no lo es. - dijo Helaena negando con la cabeza.
Todo lo que tocaba moría, todo lo que quería se iba y lo que amaba la lastimaba. Portadora de tragedias, portadora de dolor, portadora de muerte, sentía como su respiración se aceleraba y Helaena alejaba los mechones húmedos de su rostro.
-¿Dime que hacer Laena? - le preguntaba Helaena con preocupación.
-Dejame Hel... solo déjame- pidió.
-Laena, estamos juntas en esto, pero estas sangrando mucho- su tía hacía pequeños masajes en su espalda.
- Solo deja que el dolor termine- Laena trago saliva y cerró sus ojos, tratando de canalizar su dolor, sus manos se apretaban con fuerza a su estómago y sus rodillas descansaban sobre el piso-, cuando pase estaré mejor.
El rugido de su dragón se escuchó a lo lejos, si Moonlight volvía a rugir de aquella manera las personas sabrían que algo no estaba bien con ella, pero era imposible que su dragona no sintiera el dolor de su jinete.
Alguien llamó a la puerta, ambas se miraron asustadas.
-¿Laena? - era la voz de su hermano. -Laena voy a entrar.
-No lo dejes, no lo permitas- susurró Laena, empujando a Helaena lejos de ella.
La princesa soñadora se puso de pie con sus manos temblorosas, no solía mentirle a las personas y no sabía si podría hacerlo con Jacaerys.
-Jace- habló en bajito Helaena abriendo un poco la puerta. -tu hermana está durmiendo, ¿necesitas algo?
Su prometido la miró a los ojos, no había nada en su mirar que le dijera algo.
-Helaena te amo, pero sé que me estás mintiendo. - respondió el príncipe abriéndose paso a la habitación de su hermana.
-Jace espera... Jace... - intentó detenerlo, pero fue imposible.
Laena miró a su hermano que estaba de pie, frente a ella mirándola fijamente con sorpresa.
-¿Cómo lo supiste? - preguntó con voz rota.
-Lo sentí- respondió Jace.
Laena aperto los labios con fuerza, su hermano se acercó a su lado, entonces rompió en llanto nuevamente en los brazos de Jacaerys, su hermano la abrazó y la alzó del piso dejándola sobre la cama, ella recargo su cabeza en su hombro.
-Laena...
-No puedo Jace, no puedo con esto, duele demasiado. - sollozó.
Jace miró a Helaena, había demasiado que decir en aquel momento pero ninguno se atrevió a decir nada, no cuando Laena se encontraba sufriendo en aquel momento.
Los minutos pasaron lentamente para la princesa dragón, hasta que el dolor fue cediendo, entonces lo supo.
-Se ha ido, terminó- murmuró con la voz rota.
Laena sintió como aquello terminaba, como su corazón reducía la fuerza de sus latidos, como una parte de ella quedaba vacía... Destruida.
-Hermana, estoy aquí- Jace se sintió molesto porque Aegon no estuviera ahí, porque Laena no dijera nada, quería salir y buscar a su tío y golpearlo por dejar a su hermana sola cuando más lo necesitaba.
-No importa Jace, no duró más que una puesta de sol. - pero si importaba.
Un bebé con Aegon ¿Cómo hubiese sido? Seguramente con su sonrisa y su cabello... Laena cerró los ojos, no quería pensar en algo que no había durado más que un instante.
Su hermano soltó un suspiro, sabía que no debía discutir con ella... no en ese momento.
-¿Qué puedo hacer por ti? - preguntó Jace.
-Quemalo todo, por favor- le pidió en un hilo de voz.
Jace entendió de inmediato lo que quiso decir su hermana, le dio un momento de privacidad con Helaena que la ayudó a vestirse.
-Laena... -susurró.
Su hermana asintió, Jace lanzó el vestido rosa, el camisón blanco, las sábanas de la cama y los zapatos de satén al fuego de la chimenea, solo sobrevivieron dos pequeñas perlas, mismas que Helaena le entregó, ella las apretó con fuerza en su mano.
-Estoy bien- murmuró con los ojos rojos.
-Iré por un té- Laena miró a su tía de inmediato. -, no diré nada, pero necesitas tomar algo para el dolor y comer, perdiste mucha sangre.
Laena decidió no discutir, no quería comer nada, no le importaba la sangre que había perdido, no quería tampoco que ninguno de los dos estuviera ahí; solo había deseado abrazar a Aegon, pero él no estaba y ella lo detestaba por eso; pero no tanto como se odiaba así misma en ese momento por haber perdido a su bebé... ¿Aegon la culparía también si lo supiera? sería justo, tal vez.
No había nada que ella pudiera decir para explicar lo que estaba sintiendo, pero mientras la sangre corría por sus piernas ella había deseado que se detuviera, que se quedará. Lo había deseado en un instante, así como duró en ella, un instante, como una estrella fugaz.
-Necesitas descansar, es obvio que no estás bien. No puedes dar siquiera un paso sola, Laena- dijo Jace molesto cuando ella quiso caminar y casi se cae, su hermano apenas alcanzó a tomarla por los brazos.
-¡No estoy mal Jace! - gritó molesta empujándolo, pero era claro que lo estaba cuando las lágrimas la invadieron de nuevo. - No estoy mal...
La hizo acostarse de nuevo, Laena vio como los ojos de Jace también dejaban escapar lágrimas y la abrazó.
-Eres mi hermana, y sé que sientes como si una parte de ti estuviera muerta por dentro, pero me mostraste un poder que es suficientemente fuerte como para llenar el sol de oscuridad. - susurró Jace. -No estás sola, siempre me tendrás a mí.
-Jace... - sollozó aferrándose a su hermano con fuerza.
El dolor de Jace de Laena y el dolor de Laena siempre sería de Jace.
-No me voy a romper, no lo haré.
-No, no lo harás, tu eres Laena Velaryon- dijo su hermano besando su frente.
Jace no recordaba haber visto a su hermana llorar de aquella manera nunca, no después de la muerte de sus padre; sabía que perder un bebé era muy doloroso físicamente para ella, pero nada se comparaba con lo que seguramente sentía en su interior; había algo que se sentía doloroso para él también y eso era ver como el brillo de la mirada de su hermana se apagaba nuevamente.
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-¡Agon!- los ojos de Gaemon se iluminaron con emoción.
El pequeño de dos onomásticos corrió hacia él, se suponía que debía estar dormido sin embargo parecía muy despierto.
-Siento no haber venido en estas semanas, ¿han estado bien? - preguntó sonriendo.
Harriet sacó un trozo de pergamino de su vestido y comenzó a escribir.
-Muy bien, gracias a las monedas que nos dejaste la última vez- leyó Aegon. - ¿Cómo estás tú?
-Me voy a casar, Harriet. - La rubia agrando una sonrisa. - Con la castaña bonita de la taberna, ¿recuerdas? - la chica asintió con la cabeza y escribió algo.
-Claro que lo recuerdo, solo sabes hablar de ella desde que te conozco.
Aegon se sintió cohibido ante eso, no sabía que solía hablar demasiado de Laena, a veces era inconscientemente aquello, no podía evitarlo. Siempre había sido una parte importante de su vida desde que tenía memoria, en sus enojos, en sus tristezas y pocas alegrías, en cualquier situación, Laena siempre tenía algo que ver.
-He pensado en hablar con Laena de ti y Gaemon- la rubia le miró con cierta sorpresa.
El príncipe deshizo el nudo que ataba la pequeña canasta que llevaba, le entregó un trozo de pastel de limón a Gaemon, el niño sonrió con emoción.
Harriet negó con la cabeza.
-Le agradaría, además ella sabría que es aquí a donde vengo.
La chica se apresuró a escribir, Aegon esperó pacientemente a que lo hiciera.
-No quiero causarte problemas Aegon, las personas creen que Gaemon es tu hijo, ¿y si ella también lo piensa? No... haz hecho mucho por nosotros, no podemos arruinar esto para ti.
Aegon también había sentido dudas y miedo por ello, pero estaba seguro que Laena no dudaría de él, no si le explicaba las cosas y lo que había sucedido.
-Se lo explicaré, ¿o quieres que te deje sola? porque sabes que no puedo hacer eso, nunca lo haría, te lo prometí, eres mi única amiga y Gaemon necesita hablar con alguien o nunca aprenderá a hacerlo.
Harriet miró a su pequeño niño, el niño rubio de mejillas regordetas le sonrió con su pequeño bigote de betún en los labios.
-Podrías decirme también a que le tienes miedo, no a Laena, a lo demás.
Aegon leyó sus labios.
-Tu abuelo- la chica le dio la espalda.
-Lo sé, Otto es un asco. - Aegon se acercó a ella. - Pero no se acercará a ti de nuevo, le pediré ayuda a Rhaenyra y te irás a Dragonstone con ella, lejos de desembarco del rey.
La rubia le miró con duda.
-Lo prometo, mi hermana aceptara, tendrás un trabajo y Gaemon será preparado para ser un caballero de la guardia real, será educado.
Aegon no se lo había pedido antes a su hermana porqué había dejado a Harriet sola después de lo que había sucedido, hasta que la culpa lo consumió y no le dejaba dormir, hasta que el alcohol ya no era suficiente y volvió pidiendo perdón.
-Crees que debes cuidar de mí por lo que me hizo tu abuelo, pero ya te dije que no debes sentirte responsable de eso, porque no lo eres. - leyó en la nota de la rubia.
-Pero lo soy- insistió.
Harriet sentía como su corazón se comprimía cada vez que miraba a su hijo, le aterraba que un día ese hombre apareciera y matara a su hijo, más ahora que sabía que en cualquier momento podía suceder, se había preocupado tanto por ocultar su existencia que aceptar lo que Aegon le ofrecía significaba exponer a la única razón de su vivir.
-Lo pensaré- dijo moviendo sus labios.
Aegon asintió.
-Ven Gaemon, mira. - el príncipe le mostró un dragón de madera. -Encontré esto, fue de mi hermano Daeron cuando pequeño, ya no lo necesita ¿verdad?
-Dagón- dijo Gaemon tomando la figura de madera con emoción, entonces el rugido de uno se escuchó con fuerza y furia.
Harriet y Aegon compartieron una mirada.
Aegon sintió que su corazón latió con más fuerza de lo normal por un momento, solo por un instante, la rubia colocó una mano sobre su hombro.
-Dagón mami- el pequeño le mostró el dragón a su madre.
Ella le sonrió, mirando con nostalgia la figura de madera.
-Agon, ¿ Ya vash? - preguntó el pequeño con su mirada triste.
-Volveré, te lo prometo- dijo revolviendo el cabello del menor con su mano.
Harriet le sonrió al príncipe Targaryen, recibiendo el pequeño costal de monedas que le ofrecía.
-No te sientas mal por recibir el dinero de esta manera, pronto tendrás un trabajo porque sé que te gustaría ganarlo por ti misma, cuidense ¿de acuerdo? Gaemon- el pequeño lo miró. - cuida de mamá.
-Shi- el pequeño asintió, aunque no tenía idea de lo que eso significaba.
Aegon sonrió y se marchó de ahí, avanzó unos cuantos pasos pero una voz lo hizo detenerse de inmediato.
-No creo que Laena merezca eso.
El príncipe soltó un suspiró y giró despacio para encontrar a su hermano menor mirándolo molesto.
-Daeron, ¿ahora te dedicas a seguirme? pensé que eso era cosa de Aemond.
-Lo digo en serio Aegon, ¿cómo puedes venir aquí y no pensar en lo que esto puede significar para Laena? - Aquella repentina preocupación de su hermano por Laena le molesto.
-¿Te gusta Laena, Daeron? - preguntó con una pizca de molestia. -Porqué es mi prometida, pero eso ya lo sabes, no necesito aclararlo.
Daeron sonrió.
-Eres un imbécil, por supuesto que no me gusta Laena... ¿Sientes celos? - preguntó. - ¿Con qué derecho? cuando vienes aquí por las noches.
-Mira Daeron- dijo Aegon molesto.
Su hermano se acercó a él.
-No estoy haciendo nada malo, ayudó a Harriet porque es mi amiga, pero tu no lo entenderías porque jamás has tenido un amigo, solo sabes estudiar y servirle al puto de Ormund Hightower.
-¿Por qué la ayudarías? - preguntó su hermano. -¿te carcome la culpa de haber tenido un bastardo? no sabía que eras tan sentimental, hermano.
-Ya te dije que Gaemon no es mío Daeron, entiéndelo de una jodida vez.
-Gaemon- susurró Daeron sorprendido. -¿Así se llama? Gaemon... ¿Estás seguro que no es tuyo?
-Se supone que madre te envió a Antigua para que no fueras un imbécil como yo, y mírate Daeron, ya te dije que no lo es, ¿por qué me jodes la existencia con eso? - preguntó Aegon irritado.
-Bien, supongamos que te creo- Aegon soltó una risa cansada y se llevó las manos al rostro.
-No importa si me crees o no, solo me importa lo que Laena pueda pensar, así que por tu bien guarda tus pensamientos para ti mismo, -el platinado sintió la necesidad de agregar algo más- nadie sabe que Gaemon existe, así que más te vale mantenerlo así, por su bien.
-¿Por qué? - preguntó Daeron.
-Tu abuelo es un asco- escupió Aegon con desprecio. -Me voy Daeron, te recomiendo hacer lo mismo... antes de que Otto mande guardias a buscarte. - sonrió y se alejó de ahí.
Daeron miró la puerta de aquel lugar, y después vio a su hermano alejarse con la capa desgastada ocultando su identidad. El corazón le latía precipitadamente, solía ser bueno para tomar decisiones en cuanto a su deber como príncipe, pero nunca en las cosas que tenían que ver con lo que él quería.
-Te detesto Otto- murmuró para si mismo.
Se acercó a la puerta y llamó, la chica de ojos verde claro y cabello como el oro le miró sorprendida.
-Harriet- dijo colocando su mano en la puerta cuando ella intentó cerrarla. - tenemos que hablar.
Ella negó, Daeron suspiro molesto y entró a la fuerza, cerrando la puerta tras él.
-No era una pregunta, vamos a hablar.
Harriet sintió sus manos temblar, sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente y sacó el pergamino que solía llevar a todos lados con ella.
-No hay nada que hablar, por favor vete- leyó Daeron.
-¿Gaemon es hijo de Aegon? - preguntó tomándola de las manos. -Dímelo, porque tú prometiste algo.
Ella negó.
-Tu también prometiste algo- pudo leer los labios de la rubia, Harriet intentó alejarse de él.
-¿Es mío Harriet? - preguntó Daeron viéndola a los ojos. - ¿Gaemon es mío?
Ella negó.
-Sé sincera.
Daeron la soltó de las manos y la dejó escribir.
-Gaemon es mío. Solamente mío.
El príncipe platinado no había estado cerca de ella desde aquella última vez, tampoco sabía lo que le había sucedido cuando se fue.
-Lo siento- se puso de rodillas ante ella y la abrazó por la cintura, sin molestarse en contener las lágrimas que le abandonaron. - lo siento tanto, yo en verdad pensé que te estaba protegiendo, perdón.
Harriet también lloró pero sus brazos estaban inmóviles, no sabía qué hacer el príncipe Targaryen que había robado su corazón estaba ahí, después de dos años de rodillas ante ella, una niña del lecho de pulgas, una bastarda de la calle indigna de él.
-No es culpa de Aegon lo que sucedió... fue mía. Perdóname, no lo merezco, pero perdoname. - suplico.
La rubia tenía ganas de gritar, pero sería inutl porque ningún sonido saldría de su boca. Tampoco todas aquellas cosas que quería decirle a Daeron. Ella se echó hacia atrás, alejándose de Daeron.
-Vete- dijo moviendo sus labios.
El príncipe se puso de pie, con el dolor enmarcado en el rostro. Harriet tuvo que mirar hacia otro lado, porque sabía que si lo miraba a sus ojos violetas su corazón cedería ante él, y ya no podía hacer eso. Nunca más.
-Harriet...
Ella alzó su mano y puso distancia cuando se acercó, negó con la cabeza.
Daeron supo que era momento de marcharse, ya la había lastimado bastante. No solo le había destruido la vida, lo que quedaba de ella se dedicaba a sobrevivir gracias a su hermano, no gracias a él...
Harriet debía esconder la existencia de Gaemon... Gaemon... su hijo, tenían un hijo.
¿Y que clase de familia tenía él?
No pudo evitar maldecir en sus adentros y sentirse un asco por dentro, odiaba ser un Hightower, odiaba ser un Targaryen.
-Me iré, pero volveré- advirtió.
Cuando se fue de ahí, la rubia llevó una mano a su pecho y se dejó caer sobre la puerta, escondiendo su rostro entre sus rodillas, todo estaba mal.
Este es el capítulo más largo que he escrito, así que espero que lo disfruten mucho entre lágrimas, bromi.
La verdad quiero agradecer sus comentarios y sus votos, eso es lo que nos motiva a los escritores a seguir. ❤️✨
Gracias a @dark @kari @iam @xjelae greciadaz55
por ayudarme cuando mi mente está apuntó de colapsar, las amo. 🥺💚
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