oo. prologue.
𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐅𝐀𝐋𝐂𝐎𝐍𝐑𝐘!
HAVE A BEAUTIFUL SEASON
AND TRY NO TO DISGRACE
YOUR FAMILY IN THE PROCESS.
«mantenerlo en la familia»
¡n o s i g n i f i c a t i r a r t e
a t u f a m i l i a r! ¿s a b e s ?
Tony Baddingham era el rey del mundo. Era un hombre inalcanzable, era un Lord, cualquiera abriría las piernas para él, y en cambio, luego de tan solo tres meses, quien estaba de rodillas, suplicante, era él.
— Vamos, calabacita, por favor.
Sofía debía admitir que los ojos de Tony tenían un no-se-que. Brillaban como los de un cachorro, y podía pasar de ser un idiota, a un completo saco de lágrimas y súplicas, tan obediente y sumiso, que a Sofía le daban ganas de cuidar de él. Su madre nunca hizo un buen trabajo, toda su atención siempre fue para Bas, y ahora, Tony volvía a suplicar por atención, no queriendo perder contra su hermanito bastardo un.
— No dejaré a Bas, Tony.
Y las palabras parecían destruir al hombre. Sofía parecía haberle quitado el corazón y aplastarlo contra su mano, porque él se lanzó más contra su regazo, manchando sus muslos descubiertos con sus lágrimas, aspirando la fragancia, dejándose embelesar por lo único que ella estaba dispuesta a darle.
Tony estaba abierto a negociar, y se lo hizo saber.
— Sólo dime el precio. Sólo... déjame ganar, Sofía.
La manera dulce y desesperada quebró algo en la chica. La sensibilizó, al menos un poco.
Con algo de esfuerzo levantó a Anthony del suelo y acunó su rostro entre sus manos, mirando cuán vulnerable se veía. Despeinado, con los ojos llenos de lágrimas y la voluntad destruida.
Oh, ¿Pero qué mujer no podía enloquecerse ante tal muestra de pleitesía obsesiva? Sofía era sólo humana, y siempre ha sido débil.
— No eres bueno para mí.
— Pero te quiero...
Él lo dijo, como si ella fuera algo que podía comprar tan fácil, algo que obtener, una especie de premio. A veces se preguntaba si alguna vez le diría que la quería, como el sentimiento, en vez de sólo sentirse dueño de su piel.
Todo lo que tenía, todo lo que alguna vez aspiraría, estaba servido. Tony le daría todo, tan sólo debía nombrarlo como las veces anteriores.
— Pagaré cualquier... precio. Por favor, Sofía.
Pero ahora, completamente cansada de la rutina, Sofía en realidad no creía querer nada. ¿Qué tanto puedes darle a alguien que ya lo tiene todo?
Ella le acarició las mejillas sin afeitar de dos días, y depositó un suave beso en su nariz alargada.
— No puede darme lo que quiero, y yo tampoco, porque no nos queremos, no de la misma forma.
Querer y querer. Dos palabras idénticas, con significados tan diferentes.
Si tan sólo Sofía no hubiera dicho que sí la primera vez, nada de esto estaría sucediendo. Y quién sabe, quizá ninguna estúpida batalla hubiera comenzado, y se habrían solucionado muchísimos errores.
Pero no era tiempo de arrepentirse, de nada servía. Sólo quedaba mirar el futuro, y si Sofía intentaba mirarlo de la mano de Tony, este, sólo sería un camino infeliz y vacío para ella.
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