Capítulo 4
Cuando se sentaron a la mesa, Keldarion miró a los gemelos y dijo:
"Mantened los ojos abiertos."
Elladan y Elrohir asintieron, comprendiendo a lo que se refería. Sin perder el tiempo, recorrieron el lugar con la mirada en busca de posibles amenazas o asaltantes ocultos. Ajeno a sus preocupaciones, Legolas apoyó la barbilla en la mano y sonrió.
"Bueno, esto es interesante –dijo-. Es como un déjà vu. ¿No vinimos una vez a emborracharnos y acabamos metidos en un lío con los hombres? ¿Creéis que me secuestrarán otra vez?"
Los tres elfos se miraron y luego se volvieron hacia Legolas y gritaron:
"¡NO!"
Legolas parpadeó, aturdido por la reacción.
"Hey, no hace falta que me arranquéis la cabeza. Solo bromeaba."
"No tiene gracia" –Keldarion llamó la atención de la chica de la taberna, indicándole que ya habían decidido lo que iban a pedir.
"Y tampoco tienen gracia tus acciones imprudentes, Legolas –agregó Elladan-. Podríamos haber acabado metidos en un lío."
"Sí, tuvimos suerte de que no la tomaran con nosotros –Elrohir sacudió la cabeza y luego se enderezó-. Bueno, ¿qué diablos estoy diciendo? ¡Esas mujeres sí que la tomaron contigo!"
Elladan y Keldarion sonrieron.
"¡Tienes razón! ¡Oímos que te llamaban hermoso ángel!"
Legolas se sonrojó. Con aire ausente se tocó el pelo, un poco ansioso.
"¿Todavía tengo rizos de esos en el pelo?"
En lugar de responder a su pregunta, sus tres compañeros estallaron en carcajadas. Legolas se rindió y cambió de tema:
"Muy bien, ¿qué hacemos aquí? No vais a emborracharme, ¿no? Porque no voy a caer en eso. Otra vez."
"No estoy tan seguro de eso" –murmuró Elrohir con una sonrisa, que fue recompensada con un golpe de advertencia en las costillas por parte de su gemelo.
"Para serte franco, Legolas, tenemos una sorpresa para ti" –dijo Keldarion haciéndole señas más impacientes a la camarera.
"Oh. ¿Y cómo va a ser eso?" –Legolas arqueó una ceja, sonriéndole a su hermano.
La camarera se detuvo por fin junto a la mesa, agobiada e intentando recuperar el aliento.
"Siento el retraso, pero ha sido un día largo y soy la única que sigue lo suficientemente cuerda como para seguir atendiendo las mesas de este patético basurero y ya estoy tan hecha polvo que no puedo atender a tan hermosos elfos como se merecen aunque eso no importa, ¿qué les pongo?"
Los cuatro compañeros la observaron en silencio durante unos segundos, sorprendidos de que pudiera hablar tanto y tan deprisa sin tener que pararse a coger aire.
"Bueno, eh... -Elladan tosió intentando ocultar su risa-. Querríamos cuatro vasos de hidromiel y el especial de la casa que está escrito en la entrada."
"¿Cuál?"
"¿Perdón?"
La mujer puso los ojos en blanco, con aire aburrido.
"Todos los platos de aquí son especiales. Al menos eso es lo que piensa mi jefe. Pero si me preguntas a mí, ¡lo que cocina no vale la pena! No creerías lo que usa para freír el pescado y..."
"Solo tienes que traer la tarta de manzana 'Dulce como la Miel', la crema de arroz 'Suave y Sabrosa' y un plato de la sopa de champiñones 'Aliento de Fuego'" –la interrumpió Keldarion enseguida antes de que empezara con otra perorata.
"¿La sopa de champiñones 'Aliento de Fuego'?" –las cejas de la mujer se elevaron.
"Sí. Eso dije."
Ella se encogió de hombros.
"Está bien. Iré preparando el funeral."
Entonces la chica se apartó de la mesa y corrió hacia la cocina, murmurando para sí misma sobre la estupidez de ciertos elfos. Loa cuatro compañeros se miraron durante un momento antes de empezar a reírse a carcajadas.
"Esa mujer es muy... eh... interesante" –dijo Elrohir sin dejar de reírse.
"Así es, Ro –dijo Elladan-. Una esposa perfecta para ti. Seguro que eres tan interesante como ella."
Eso hizo que Elrohir se callara, miró a su hémelo e intentó darle una patada en las piernas por debajo de la mesa. El hijo mayor de Elrond lo esquivó por los pelos.
"Oh, por el amor de los Valar –suspiró Keldarion-. Siéntate, Ell. Y Ro, deja los pies donde no puedas golpear a nadie. Estamos aquí por una razón y no es para que os matéis unos a otros."
"¿Y se puede saber para qué? –dijo Legolas-. ¿Para gastarme una broma?"
Keldarion se llevó una mano al pecho, fingiendo que se sentía herido por lo que había dicho.
"¡Eso me duele, hermano! ¿Qué te hace pensar que yo te haría algo así? Estás aquí para comer y relajarte, enano. Nosotros pagamos."
"Uhju –Legolas lo miraba, escéptico, con los brazos cruzados sobre el pecho-. ¿Debo decir 'gracias' o 'no, gracias'?"
"Oh, ni lo menciones" –respondió Keldarion con una sonrisa.
"Bien –Legolas puso los ojos en blanco al ver cómo su hermano evadía la pregunta-. Pero tengo curiosidad. ¿De dónde demonios salieron los nombres de esas comidas? ¿Sopa aliento de fuego? ¿No sé qué suave? Quiero decir, ¿de verdad hace falta que les llamen así?"
"Lo sabrás cuando los pruebes" –dijo Elladan, volviendo a su asiento.
"La comida de aquí es fantástica, Legolas. Confía en mí" –agregó Elrohir.
"¿Confiar en ti? –resopló Legolas-. ¡Seamos realistas!"
No mucho después, la camarera volvió cargando con una gran bandeja. Colocó con un golpe los vasos de aguamiel delante de ellos y luego dejó los platos.
"Disfrutad" –anunció y siguió su camino.
Los elfos parpadearon.
"Bien. Um... -Elladan se rio-. La comida puede que sea genial, pero el servicio es pésimo."
"Estoy de acuerdo –dijo Keldarion. Luego empujó la crema de arroz hacia Legolas-. Ten. Come. Es buena para el crecimiento."
Legolas frunció el ceño, desconfiado.
"¿Por qué tengo que comerme esto y tú pides la sopa de champiñones?"
Los tres elfos se miraron entre ellos, lo que hizo que Legolas sospechara todavía más.
"¿Qué? ¿Le habéis hecho algo a mi sopa? ¿Por eso quieres que me la coma?"
"Mira, enano, no le pasa nada a la sopa –dijo Keldarion con tono de 'soy el hermano mayor así que haz lo que digo'-. Come. Te va a gustar, lo prometo."
"Pero, ¿por qué no puedo comerme yo esa sopa?" –Legolas sabía que sonaba como un niño pequeño, pero no le importaba.
"Porque es demasiado picante para ti."
Legolas no se lo creyó. Ni un poquito.
"¿Demasiado picante? ¡Pero es una sopa de champiñones! ¡No debería ser picante!"
"Bueno, pues esta lo es."
"Entonces, ¿por qué la pediste?"
"Porque me gusta –mintió Keldarion, suspirando con dramatismo-. De verdad, Legolas. La sopa es demasiado fuerte para ti. No creo ni que puedas tragártela."
"Oh, ¿conque demasiado fuerte para mí? –con el ego un poco herido, Legolas cogió el plato de Keldarion y agarró la cuchara-. Entonces veamos quién es más fuerte, la sopa o yo."
Mientras sus compañeros contenían la respiración, Legolas hundió la cuchara en la sopa y se la llevó a la boca. Entonces abrió los ojos como platos, sorprendido al ver que estaba deliciosa.
"Está muy buena –cogió otra cucharada-. No sé qué querías decir conque era demasiado fuerte para mí, a menos que la quisieras para ti o..."
Legolas se congeló, dejando la cuchara suspendida en el aire.
Algo está mal, pensó entrando en pánico y mirando la sopa, horrorizado. ¡La lengua y la parte posterior de la garganta le empezaban a arder!
"¿Legolas? –preguntó Keldarion con suavidad-. ¿Qué pasa? ¿Es demasiado picante para ti?"
Tardó bastante en contestar, pero consiguió hacerlo con una frágil sonrisa.
"No, para nada. Me gusta el sabor de esta sopa, gracias" –respondió, hablando entre dientes. Su boca parecía haber estallado en llamas, pero se negó a dar marcha atrás. Su orgullo estaba en juego. Para intentar deshacerse del sabor, Legolas cogió el vaso y se bebió el aguamiel.
Pero eso fue lo peor que podía hacer. Se quedó sin aliento cuando el ardor de su boca se intensificó. Con los ojos llorosos, miró a sus tres compañeros que lo observaban fijamente. Keldarion parpadeaba, Elladan estaba boquiabierto y Elrohir se mordía el labio para evitar reírse.
"¿Entonces cómo está, Legolas?" –preguntó el gemelo más joven.
"Genial –dijo Legolas con los dientes apretados y una sonrisa falsa-. No es nada para alguien tan fuerte como yo."
O más bien para alguien tan estúpido como yo, añadió mentalmente. Sabía que lo acababan de engañar. Había caído en la trampa de cabeza. ¡Ay! ¡Soy tan tonto!
"Ahora sé por qué la llaman 'Aliento de Fuego' –añadió con falsa bravuconería-. Me preguntó qué le ponen para hacerla tan picante."
"Creo que pimienta negra –dijo Elladan, señalando los granos oscuros que estaban en la sopa-. Puede que también le pongan chile seco para obtener ese resultado."
Legolas se estremeció involuntariamente. ¿Pimienta negra? ¿Chile seco? Valar. ¿En qué me he metido?
Sintiendo lástima por su hermano, Keldarion le acercó el plato de pastel de manzana.
"Aquí. Come un poco de esto. El sabor dulce aliviara el ardor de la boca."
Legolas lo miró, con el rostro tan rojo que parecía casi púrpura.
"¿Quién ha dicho que mi boca esté ardiendo?" –se quejó.
Vaya. Keldarion retiró el pastel.
"Uh... bien, entonces. Pero, ¿estás seguro...?"
"Estoy seguro –dijo Legolas, cortante-. ¿No vais a comer o solo vais a mirarme a mí?"
Sus tres compañeros cogieron sus cucharas al instante y empezaron a comer, manteniéndose alejados de la sopa mortal.
Pero Legolas no. Moriría antes que admitir que había caído en la trampa. Así que para que no se burlaran de él, bajó la mirada hacia su plato, respiró hondo y reanudó la angustiosa tarea de acabar su comida.
Y yo me pregunto... ¿Qué necesidad tiene de acabarse el plato? O_O'
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top