Capítulo XV: Snake
Tomar el lugar de su hermana desde niña siempre ha sido fácil. Mentir por ella se convirtió en su forma de demostrarle su amor. Son gemelas idénticas, tienen esa telepatía poco comprobada en sus épocas. Mientras el mundo avanzaba y ellas estaban criogenizadas, se reafirmó la veracidad de dicha conexión. Todo a base de una conexión energética exacta ya que el ADN de los gemelos idénticos hace que se procese su sistema neuronal la información de forma idéntica.
No es necesario saber qué ocurre con Sugar ahora, porque Snake siente su miedo. Su sacrificio debe valer algo con tal de huir hacia el territorio donde las máquinas no han podido y querido conquistar. ¿Por qué? Claro, existe una razón. Una que la humana sabe gracias a la voz familiar que se ha instalado en su cabeza.
Pero esta noche por su hermana hará un sacrificio mayor. En el punto exacto donde Sugar fue extraída, en ese minúsculo tiempo-espacio, Snake la reemplaza. Una modificación en su vestuario y el previo análisis de interacción entre su hermana y el cyborg le da todo para cometer su objetivo.
—¿Te encuentras bien? —pregunta hacia el cyborg que se retuerce en el suelo con sus brazos, cubriendo su cabeza.
La humana se pregunta qué tiene de especial ese chico, por qué él, por qué Aelon la dejó en manos de otro cyborg para llegar a este momento, por qué no desde un principio fue dejada junto a su hermana como mascota de Erion. Las preguntas continúan abordando su cabeza, mientras se acerca y trata de ayudar a su nuevo amo.
Él no notará la diferencia, piensa.
Él no la notará.
—¿Puedo ayudarte? —Se arrodilla para tomarlo del hombro y voltear el cuerpo del joven hacia ella. Necesita verlo a los ojos. Necesita saber que él es diferente a todo lo frívolo con lo que se ha encontrado.
Este no es el futuro que le prometieron los humanos. En algún punto algo salió mal, pero la pregunta es por qué Aelon se metió en su mente y le dijo todo aquello que ahora está pasando. Pensó que eran solo sueños. Sueños oscuros con el amor prohibido de su hermana. El que a escondidas jaqueó la red tecnológica de la empresa médica de su familia y les brindó puesto entre unas de las cajas millonarias para el nuevo futuro; sin preocupación de enfermedad y con tecnología superior a lo acostumbrado. Uno donde los creadores de ciencia ficción se quedaban cortos.
Él le advirtió de esto, mientras estaba criogenizada. Tal vez los millones de humanos que se criogenizaron por enfermedades mutables en todo el planeta después de su cura terminaron como mascota para este nuevo mundo. Solo tal vez. Ya no se siente segura.
—¡Déjame! —protesta el cyborg, alejándose del tacto de la humana para terminar por levantarse.
Las palabras están claras. Erion sabe qué debe hacer. Si lo atrapan antes de los días marcados por muy dueño de Humano® será capturado y acusado de traición. Lo llevarán a "La Torre", un lugar conocido como la purificación robótica, será modificado y le darán un nuevo propósito. Toda la información que ha venido recolectando en su procesador se dará de baja.
Toma el control de sí. Se sacude los pantalones medianamente y acomoda su saco. Lleva su atención al suelo. Ahí donde la humana sigue de rodillas y la cabeza cabizbaja sin intención de mirarlo. Es extraño. Siente que tal vez fue muy duro con ella. La joven desconoce todo sobre su plan, entonces, ¿por qué? ¿por qué tratarla así de grosero?
—Discúlpame. —Se arrodilla para estar al nivel de ella.
Toma sus manos que están sobre el vestido y las entrelazas con la suyas.
—Mírame —demanda.
La humana obedece.
Lo mira algo atónita. Escéptica, quizás. Él desconoce que es la primera vez que ella tiene un trato así de cordial desde su despertar. El joven es diferente a su amo, Drago, quien no tiene la menor idea que su estrategia por hundir al cyborg es una telaraña de sucesos predichos en un pasado. No tan lejano, puede ser. Qué puede deducir ella si todo lo vivió en sus sueños, y su misión es cambiar el destino de su hermana, porque el suyo está condenado en todas las alternativas posibles de realidad.
—¿Puedes solo mirarme y decirme qué te ocurre? —susurra el cyborg, mientras nota la duda de su mascota cuando ésta se atreve a mirarlo.
Los labios de la humana tiemblan. Él analiza con su visión biónica el ritmo cardíaco de su mascota. La radiografía 4D que capta al mirar directo al corazón de la joven le muestra el bombeo acelerado de la sangre en ese sitio. Está nerviosa.
—No podemos volver a mi apartamento —anuncia Erion, soltando las manos de la que cree es Sugar—. El oculto que está en la reunión debió mandar a la red el dato de tu infracción al código de habla. —Se levanta, pero antes que decida estirar su mano para que la humana la tome como apoyo para levantarse, ella se pone de pie—. Nos quedaremos aquí por hoy.
Snake sacude la parte delantera de su vestido. Una copia del verdadero que empieza a fallar con una pequeña abertura hacia un lado de la cintura. Ella lo siente. Se endereza. Le sonríe al cyborg para que éste solo se fije en su rostro y no se percate de la falla.
—¿Dónde dormiremos? —Es lo único banal que puede decir Snake frente a su obvia perdición.
Él se dará cuenta, se entumece en sus adentros. ¿Qué debo hacer? Me descubrirá. Entonces, piensa en lo único con lo que está relacionada con su amo. La desnudez. Inventar que se siente incomoda con la prenda y que prefiere estar desnuda a tenerla puesta puede resultarle, pero sabe que él no es Drago y que en sus actos solo hay una línea de respeto que al parecer mantiene con su hermana.
—No puedo seguir con estas prendas puestas —se queja.
El cyborg estudia su anillo. No puede hacer cambio de prendas con la red, porque después podrán ser localizados. Solo puede efectuar el desvanecimiento de todas las prendas que su mascota posee así que, piensa en algo que ayudará.
—Te abrazaré —comenta Erion, llevando su atención hacia a su mascota que lo mira confusa—. Cerraré mis ojos y cuando tus prendas se desvanezcan te daré la espalda para darte mi saco.
Snake intenta comprender las palabras de Erion, pero para cuando lo hace éste avanza inmediatamente a abrazarla. Se queda estática. Parpadea varias veces. ¿Cuándo fue la última vez que recibió un abrazo? Fue cuando se despido de su hermana en el pasado.
Un hormigueo empieza a perseguir su cuerpo. La misma sensación de las prendas que Drago desvanecía con su tacto cuando la quería expuesta ante él. Frágil y disponible. Pero Snake nunca fue y ni es así. Cuando él lo hacía ella solo lo miraba con la única expresión que podía darle. Una carente de emoción alguna. Una vacía.
—Terminó —escucha al cyborg. Un escalofrío ataca su sistema, alentando a las vellosidades de sus brazos ponerse de punta.
La humana suspira.
Intenta decir algo, pero el cyborg se despega de ella manteniendo sus ojos cerrados como lo anunció previamente junto a darle la espalda. Erion hace desvanecer el accesorio de su hombro y se retira el saco para dárselo a su mascota.
—Ponte esto hasta encontrar algo más idóneo en el siguiente piso de la cúpula. —Extiende hacia atrás la prenda que Snake coge para ubicársela sin demora.
—Listo.
Erion voltea ante la señal.
Pero algo en particular sigue igual. Algo que no le quiere prestar tanta atención, porque debe continuar con el siguiente paso.
—Vamos, dame tu mano para ir al piso 4. —Extiende su mano, pero esta vez la mascota no la toma. Ella duda en esa acción. Ellos ya tienen una especie de rutina cuando de teletransportarse se trata. No es necesario que él le pida la mano, porque su mascota simplemente se la da.
¿Qué ocurre? Se cuestiona el chico.
Niega con su cabeza.
No quiere perder tiempo. Se ubica rápido a lado de la mascota y pasa su brazo por la cintura de ella. Uno, dos... Sus cuerpos se materializan en un gran cuarto de proyecciones holográficas de diferentes fotografías de rostros humanos, flotando en el centro del espacio alrededor de una esfera dorada.
Lo que son las paredes, aquellas están llenas de recortes de periódico de la época humana. Un recuerdo del monstruo en que puede llegar a convertirse un ser que una vez decidió dejar de ser una bestia y caminar en dos patas para darle paso a la evolución hasta el punto de terminar como en sus inicios. Sin conciencia. Sin entendimiento. Sin propósitos. Sin humanidad.
—¿Dónde estamos? —susurra Snake.
Erion suelta su agarre que más que un anclaje de unión lo siente como un atrevimiento de su parte. Una invasión a un cuerpo que no necesita ayuda o da su permiso para tocarlo. Ante su incomodidad, improvisa:
—Qué curioso que eso mismo dijiste cuando arribamos al piso 1.
Eso la toma de improvisto a Snake.
—¡Ah, sí! —exclama, poco convencida de su actuación se da la vuelta para ir por unos de los recortes en la pared que sobresale.
Erion se va a una esquina a arrinconarse y descansar ahí en lo que recarga energía para un siguiente salto de tiempo. Lateletransportación dentro de la cúpula es más densa a medida que los nivelessuben y al evitar dos niveles anteriores todo empeora, pero su mascota no debever qué hay en dichos espacios. La experiencia de las habitaciones que va conociendo son más que suficientes en su cuota de realidad actual.
Mira cómo la humana observa y toca un papel. Él lo leyó en el pasado. Conoce toda y cada una de la información que se detalla en cada recorte. Pero Snake no. Su corazón se estruje cuando lee la primera línea que no es nada más que un pretencioso título para atraer al morbo.
"Niño de 8 años mata a su madre de una puñalada por un juego virtual."
—¿Llegamos a eso? —La voz de Snake es rasgada.
Erion alcanza a escucharla, pero no responde. No lo hace, porque algo que ve en el tobillo izquierdo de la humana lo hace levantarse e ir directamente hacia ella. La jala por el brazo y la voltea para enfrentarla.
—¿Dónde está ella? —Mira enfurecido.
Snake se bloquea.
Solo puede mirar los ojos del cyborg que se iluminan en sus pupilas en un arco de luz fosforescente.
—¡Maldición! ¡¿Dónde está?! —Erion sacude el brazo de la humana.
El lunar que tiene en su tobillo la delata. Su mascota no lo tiene. Simplemente ella no tiene ningún lunar. Su piel es tan limpia que se preguntó si alguna parte de su cuerpo tiene un pequeño defecto.
—Por ahora está a salvo —dice Snake, sin más.
—La tiene él, ¿verdad?
—Así es como debe de pasar.
Las palabras se desvanecen en el aire cuando sin previo el cyborg pierde control de sus emociones y termina de hacer lo que su primo espera, llevando con él a Snake. Se teletransporta a la cúpula de Asia. Su acceso a las otras cúpulas es total. Y esta no sería la excepción. Está dentro. Todo está oscuro.
Solo por segundos.
Segundos en los cuales un choque de electricidad invade todo su sistema circulatorio. Cae al suelo inconsciente ante un grito lejano que emula su nombre.
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