13. Plan de búsqueda
CAPÍTULO 13
Varias horas después, pasado el mediodía, Sam, Elizabeth y Steve parten hacia una de sus "reuniones", provocando que el moreno no deje de molestarlos con que esto será una cita de tres.
Es Wilson quien toma el asiento de conductor en el auto, Steve le ofrece ir a Elizabeth de copiloto, pero ella opta por tomar todo el asiento de atrás.
—Iremos a mi casa, si no les molesta —murmura el conductor y sonríe ante la mirada incómoda del ojiazul.
—¿En serio, Sam? —pregunta el Capitán.
—Dejé algunas cosas y las necesito en mi nueva habitación dentro del complejo, además, ¿qué mejor lugar que el hogar?
Steve ya no hace algún comentario, sin embargo, apenas están lo suficientemente lejos del complejo, Elizabeth se asoma entre los asientos de ambos y le da un pequeño beso al rubio en su mejilla.
—¿Esto será un largo viaje? —le pregunta a su amigo y este asiente con la cabeza —. Bien, creo que dormiré un poco.
Elizabeth no lo piensa demasiado y se acurruca en los asientos, quedando dormida en poco tiempo. Steve la observa a ratos por el retrovisor y luego le coloca su chaqueta por encima, pues la ve encogida de frío. Sam suelta una risita, que provoca que el rubio lo mire.
—¿Qué? —pregunta el ojiazul.
—Nada —responde Wilson y vuelve a reír —. Nunca pensé ver semejante hecho histórico: el Capitán América enamorado —susurra.
Steve no puede ni responder, así que simplemente sonríe un tanto nervioso. Es extraño escuchar que se refieran a él como alguien "enamorado", pues no se sentía de esa forma desde Peggy. Sin embargo, ahora se da cuenta de que los sentimientos por ambas son diferentes, pues mientras por la Agente Carter tenía demasiada admiración, estaba embelesado con su belleza y se sentía realmente estúpido cuando estaba en su presencia; con Elizabeth es algo similar, más la confianza que tiene hacia ella y ese extraño bienestar al tenerla en sus brazos, es como si todos sus pensamientos de timidez hacia las mujeres desaparecieran, y con ella sintiera entera tranquilidad.
Sam se da cuenta de lo pensativo que se ha quedado su amigo, también se percata de que en ocasiones observa a la joven que duerme en la parte trasera y mantiene su sonrisa.
[...]
Cuando llegan a la casa de Sam, este se adelanta y Steve se queda despertando a Elizabeth, quien se aferra un poco a la chaqueta del rubio antes de abrir los ojos y encontrarse con su dulce mirada azulada, quien le regala una sonrisa antes de ayudarla a salir del auto para caminar hacia la puerta del hogar.
Ellos dos entran a la morada, observando el perfecto orden y la sencilla decoración del mismo. Sam vuelve unos instantes después de la que creen que es su habitación, de ahí trae una caja con algunos papeles.
—Bien, supongo que nuestra cita toma un rumbo más serio —dice Wilson poniendo la caja sobre la mesa y sacando primeramente aquel expediente que Natasha le entregó a Steve después de la supuesta muerte de Fury.
El ojiazul observa aquellos papeles y este a su vez le entrega la carpeta a Elizabeth, quien ya la había visto en fotos, pero ahora la estudia con más dedicación. Le llama la atención la imagen más reciente y definida de James, pues puede observar a la perfección la mirada sin vida del ojiazul, como si no quedaran sentimiento en él o si, estos fueran un completo caos, que no pudiera expresarlos.
—Él no está bien —susurra la joven obteniendo la atención del par de varones —. Sólo miren sus ojos, vean esa mirada tan vacía y... triste —agrega.
—Al parecer, durante todos estos años, le borraban la memoria después de cada misión que cumplía como el Soldado del Invierno —le explica Sam, sentándose en una silla frente a ella —. Luego de lo que pasó en Washington y la pelea con Steve, algo pasó dentro de él que, no logró matarlo y en cambio, lo salvó —murmura.
Elizabeth observa a Steve con cierta melancolía. Había escuchado un poco de aquel acontecimiento, la "caída de SHIELD", y lo mal herido que terminó el Capitán ante la pelea con el afamado Soldado del Invierno, quien nunca antes había dejado incompleta su misión.
—¿Te recordó? —cuestiona la chica mirando al rubio y este asiente con lentitud, mientras toma un lugar junto a la chica y frente a Sam.
—Eso creo. Mientras él peleaba, pude ver por unos segundos a mi mejor amigo, al Bucky Barnes con el que solía convivir en los 40's —responde y baja la mirada —. Y cuando desperté para enterarme que gracias a él había sobrevivido porque me salvó de ahogarme, comprobé que no me equivoqué. Detrás de ese títere que HYDRA formó, estaba mi amigo —concluye.
Elizabeth siente un nudo en la garganta. Ella mejor que nadie tiene una historia detrás de incomprensión y miedo sobre lo que podía y pudo hacer; quizá no era tan diferente a James Barnes y por eso podía entenderlo. Le duele pensar que aquel hombre vivió durante años en contra de su voluntad, siendo vilmente utilizado para asesinar y entrenado para lo mismo, sin tener un mínimo de idea de todo lo que hacía, pero que ahora buscaban hacer que pagara.
—Debemos encontrarlo —dice Elizabeth con decisión —. ¿Qué tienes hasta ahora, Sam? Además de lo que me enviaste la última vez.
—No mucho más. Desde antes de lo de Washington, HYDRA se encargaba de borrar todo rastro sobre él, pero ahora que escapó, pude encontrar algunas imágenes poco después del incidente —explica sacando un sobre con fotografías impresas —. De ahí, no hay más, al menos aquí en el país. No entiendo cómo, pero logró cruzar el mar y llegar a España. Hay una imagen de él captada por una cámara de vigilancia, además de un par de testimonios reportados, pero que fueron tomados como una broma, porque no es más que su propia voz.
—La gente no se arriesgaría a tomarle una foto al Soldado del Invierno —comenta Elizabeth y ellos asienten.
—Hay un par de declaraciones más que afirman haberlo visto en Sofía, Bulgaria, pero de estos no hay ninguna imagen de cámara, aunque fuera un indicio —continúa diciendo. Pero hay un pequeño patrón en cuanto a su vestimenta y es fácil localizarlo, si vas con los ojos muy abiertos.
—¿Hablas de su vestimenta? —interroga la chica.
—Las sudaderas anchas y largas, los extraños guantes de piel para ocultar su mano y la textura de esta, las ocasionales gorras y capuchas por encima —declara Sam afirmando a lo dicho por la joven.
Steve se mantiene en silencio, al menos por ahora. Se pone a pensar en este periodo de adaptación al que se enfrenta su amigo, aquel en el que él tuvo la oportunidad de contar con algunos miembros de SHIELD y parte de sus actuales amigos y compañeros.
—Creo que sería bueno hacer un viaje a Europa, me quedan algunos contactos y creo que puedo hacerles una visita —sugiere Sam.
—¿No es un poco arriesgado? —le pregunta Steve rompiendo su silencio.
—Lo es si digo que voy en búsqueda de James Barnes. Pero creo que merezco unas vacaciones, antes de que toda la acción y responsabilidad como nuevo Vengador inicie —murmura estirándose en su silla, obteniendo una sonrisa por parte de sus compañeros —. Puedo obtener más en ese lado del mundo, que intentando interceptar cosas desde aquí.
—Podríamos agendar un recorrido en los alrededores de los sitios en donde se reportaron los testimonios, quizá puedas interceptar alguna cámara privada. Existen unos codificadores que pueden entrar fácilmente a cualquier sistema y formando una pequeña base de datos con rasgos físicos, pueden buscar específicamente a la persona que reúna aquellos requisitos. Con el patrón de vestimenta que repite Bucky y mientras no corte su cabello, puede ser muy útil —explica Elizabeth jugando con algunas fotos.
—¿De dónde saber todo eso? —le pregunta Sam con sorpresa.
—SHIELD, dah —susurra ella con burla —. No sólo te forman en dar golpes y en desactivar bombas. Los sistemas de seguridad no son fáciles de burlar, pero si cuentas con el equipo adecuado, son pan comido.
—Está bien pero, ¿de dónde obtendremos esos equipos? —vuelve a interrogarle Wilson, Steve sonríe.
—Bueno, tienen suerte de que Maria Hill me pidiera ayudarle a revisar algunas cosas que Stark diseñó para los nuevos agentes —comenta ante la atenta mirada de los varones —. Hay uno en específico, parece un teléfono celular cualquiera, pero hackean las cámaras y varios sistemas en segundos, no dejan rastro, no dan indicio de nada y, burlando la misma seguridad de Stark, creo que podrían servirnos. Nada ha sido aún inventariado, ni mucho menos activado, así que podríamos tomar prestados algunos equipos —sugiere con una sonrisa.
Sam empieza a aplaudir echando su silla un poco hacia atrás. Mira a Elizabeth con la boca abierta y luego su mirada va hacia Steve, quien está casi igual de sorprendido.
—Tu chica es una caja de sorpresas, Cap —se burla el moreno —. Definitivamente me declaro tu más grande fan, Elizabeth.
La joven sonríe con orgullo y luego choca los cinco con su amigo, para que después este haga el mismo gesto hacia Steve. Luego de esto, guardan las cosas y se trasladan hacia la pequeña sala que está al lado, Sam sugiere pedir algo para comer y toma el teléfono para llamar a la pizzería y no complicarse demasiado.
El rubio aprovecha para sentarse al lado de Elizabeth en el sillón. Ella le sonríe y su gesto se hace mayor, cuando Steve toma con delicadeza su mano y la acerca a su rostro para dejar un pequeño beso sobre su dorso.
—Gracias, Lizzie —susurra el ojiazul mientras la mira a los ojos y da un nuevo beso en la piel de la chica.
—Inicié haciendo esto por la admiración que te tenía, luego Sam y tú me parecieron un gran equipo y supe que estaba haciendo lo correcto, pero ahora que veo a Bucky, que puedo observar lo dañado que está, me siento comprometida a traerlo de vuelta —le dice con sinceridad —. Él está solo enfrentándose a esta nueva realidad, Steve.
—Para mí fue complicado, sé que para él lo será aún más —concuerda Rogers con la mirada puesta sobre su mano unida a la de Elizabeth.
—Vamos a encontrarlo y vamos a ayudarlo, cueste lo que cueste —afirma la azabache.
Steve no responde y solamente inclina su cabeza hacia ella para poder unir sus labios en un beso, aunque de inmediato se separan al escuchar a Sam regresar. Pareciera que su compañero los logró ver, porque la sonrisa que les dedica no es nada común, además de que muestra sus intenciones para sentarse en medio de ellos.
Elizabeth se corre hacia una esquina y Steve lo hace al lado contrario, logrando que Wilson se acomode en el sitio deseado.
—Los 30 minutos ya están corriendo —murmura y pasa sus brazos por encima de los hombros de ellos —. Me encanta ser un mal tercio —declara con una gran sonrisa en su rostro.
—Que no se te haga costumbre —responde Elizabeth con buen humor.
—Pero si es muy divertido verlos así de incómodos. Además, ya les dije, si ustedes me dan dinero para dulces, les dejaré tener una cita en paz —bromea.
—Esto no es una cita —murmura Steve.
—Y con Sam a nuestro lado, nunca lo será —concuerda la joven.
Sam los molesta un poco más, antes de que Steve se levante con la intención de poner la mesa, pues ya han pasado 20 minutos y la comida debe estar próxima a llegar. La joven se ofrece a ayudarlo, así que Wilson decide quedarse en el sillón.
—¿Cómo es que Sam es tu amigo? —le pregunta la chica al ojiazul.
—Oye, sigo aquí —reclama el nombrado mirando a la joven con fingido recelo.
—Es un buen hombre y un gran amigo, compartimos ideales —responde Steve.
—Yo lo describiría más como un hermano medio molesto y medio bromista al que puedo molestar —le corrige Elizabeth obteniendo una mirada indignada por parte de Sam, pero antes de que este pueda reclamar, la pizza llega y él tiene que recibirla.
[...]
Un par de horas después, los tres vuelven al complejo. Sam lleva cargado el auto con su equipaje, en donde además de ropa y algunos artículos personales, van escondidos algunos de los archivos primordiales centrado en Bucky. Una vez que llegan, Steve ayuda a su amigo a llevar las cosas a su habitación, mientras Steve se aparta de ellos.
Una vez que el par de amigos terminan de llevar las cosas, el rubio recibe un mensaje de la joven pidiéndole a ambos que vayan a su habitación.
—Pasen —murmura Elizabeth cuando escucha los golpes en la puerta.
De inmediato la vista de Sam se concentra en los dispositivos sobre el escritorio de la joven, acercándose a ellos para observarlos con mayor atención.
—¿De verdad? Eso fue demasiado rápido —murmura Wilson con incredulidad.
Elizabeth lo mira con una ceja alzada y él finge realizar una reverencia, provocando que Steve sonría con orgullo.
—Sólo conseguí 3, pero son suficientes, Sam se llevará 2 y nos quedaremos con uno para entablar la conexión. Los adaptadores ya los tengo y puedo encriptar toda la información que obtengamos, para que no entre en la base de datos de las instalaciones, será seguro y nadie notará lo que hago, además, ninguno de estos ha sido activado, así que será fácil. Sólo necesito que seas discreto Sam, haremos tu recorrido por lugares turísticos y es cuando encenderás el dispositivo, yo haré lo demás —dice la joven con precisión.
—¿Qué haré yo? —cuestiona Steve con curiosidad.
—Esto puede sonar un poco extraño, pero, te encargarás de alejar a todos de mi habitación —murmura la joven con cierto sonrojo en sus mejillas.
El moreno estalla en una profunda carcajada, pues su mente rápida entiende el significado de las palabras dichas por la chica. Por el contrario, el rubio se mantiene serio y aún más confundido.
—Mientras tú estés en mi habitación, nadie nos va a molestar por el simple hecho de darnos "privacidad" —agrega ella con nerviosismo.
—Cap, la misma privacidad con la que yo bromeo —susurra Sam totalmente divertido por la escena —. Para que tengan sus momentos para besarse y hacer demostraciones de amor —reitera y de inmediato Steve se sonroja.
—Wanda no puede entrar en mi cabeza y ha jurado no meterse en los pensamientos de los demás —dice Elizabeth intentando desviar el tema —, pero necesito que mantengas tu mente en otros asuntos, Steve. No te centres tanto en la investigación de Sam, porque ella percibirá tu preocupación.
—Está bien, intentaré mantener mi mente ocupada —responde el ojiazul —. Compraré los boletos de avión para Sam.
—Cap, yo puedo hacerlo... —le interrumpe su amigo.
—Quiero hacerlo. Sé que es tu deseo salir de viaje, pero también debes recordar que vas en una misión y que es por mi culpa, así que quiero obsequiarte esos boletos —aclara.
—Bien —responde Sam y luego sonríe —, sólo porque no quiero que te humilles suplicando y que la chica que te gusta, te vea.
Ellos acuerdan comprar los boletos para dentro de 5 días, dándole el tiempo suficiente a Sam para preparar su equipaje y documentación, así como que ellos se encarguen de formular un recorrido que lo haga pasar desapercibido, pero donde él pueda investigar sobre el paso de Bucky por el continente Europeo.
Por esa razón terminan comprando los pasajes en uno de esos Tours por Europa, que garantizaría que él viajara junto a otras personas como un turista más, teniendo un día para realizar su investigación y pudiéndose conectar a las cámaras que más personas vigilan ante la afluencia de turistas.
El plan parecía perfecto y no tenían mucho tiempo qué perder, así que al día siguiente, Steve acompañado de Elizabeth, consiguen un lugar para Sam en un Tour por 30 días en el viejo continente.
Wilson empieza a correr la voz sobre sus sorpresivas vacaciones, presumiendo su felicidad y emoción por conocer aquellas ciudades. Al verlo tan contento, sus compañeros dentro del complejo no hacen más que brindarle recomendaciones y sus buenos deseos, sin sospechar en lo más mínimo en el verdadero objetivo.
El plan inicia y en los días pactados, Sam parte hacia Europa, llevando con él aquellos discretos "celulares" y su maleta llena de ropa, por suerte Stark ha formulado los dispositivos con inteligencia y son imperceptibles para los radares y las máquinas de aeropuerto, por lo que, con un poco de suerte, Sam pasa las revisiones.
[...]
Por ahora se encuentran realizando su habitual entrenamiento. Elizabeth ha terminado de correr y ahora golpea uno de los sacos de box. Pietro se acerca a ella con rapidez, mientras Wanda corre hacia ellos demasiado agotada.
—¿Estás ocupada? —cuestiona el sokoviano mirando a la joven que no deja de repartir golpes —. ¿Lo estás? ¿Podemos pedirte algo?
Elizabeth asiente y detiene su ejercicio, pero su mirada se traslada hacia la gemela que viene jadeando totalmente cansada y se deja caer en un intento de descansar.
—El ejercicio aún no es mi fuerte —susurra Wanda muy agitada —. Dile tú, Pietro.
El peliblanco mira a su hermana con pena, pero luego hay burla en él. Después su atención se traslada hacia Elizabeth quien se ha alejado brevemente para traerle una botella de agua a la joven.
—Queremos ir a un club —suelta de pronto el sokoviano, ganándose una mirada sorprendida por parte de la Agente —. Pensamos en decirle a Natasha, pero ella aún nos da un poco de miedo y tú no nos asustas, entonces, ¿nos acompañarías?
—¿Puedo llevar a Steve? —pregunta la joven con las manos sobre su cintura.
—Intuíamos que lo llevarías, él también nos agrada —balbucea Wanda un poco más tranquila.
—¿Eso significa que sí? —interroga Pietro con emoción.
—Cuenten conmigo —responde y ambos jóvenes se abalanzan sobre ella para abrazarla, aunque Wanda tarda un poco más, pues le cuesta levantarse del piso.
Ellos acuerdan un horario esta misma noche y luego Pietro toma a su hermana en brazos para llevarla a su habitación y que ella descanse, mientras que él tiene otras cosas por hacer.
Una vez que Elizabeth se queda sola en el gimnasio, Steve entra al mismo. Este le sonríe y camina hacia ella, pues él ya ha entrenado desde hace varias horas.
—¿Terminaste? —le pregunta y se acerca para besar cortamente los labios de la chica.
—Sí, por ahora he dado todo —responde y sonríe —. Steve...
—Dime.
—Wanda y Pietro me pidieron acompañarlos esta noche a un club, ¿te gustaría ir con nosotros? —cuestiona ella con ilusión.
—¿A un club? Lizzie, siento que no es lo mío, apenas si puedo con las fiestas que ofrece Tony. Presiento que no seré una grata compañía para ustedes —responde nervioso.
—Para mí siempre eres la mejor compañía, por favor, siento que ellos me abandonarán apenas tomen confianza y no me quiero quedar sola —agrega, en un intento de convencerlo, cosa que claramente sucede.
Steve medita las palabras de la chica, ¿quedarse sola? Luego recuerda los tipos de personas que ha visto en las fiestas de Tony, lo descarado e irrespetuosos que pueden ser algunos, es especial los hombres, ¿qué tal si alguno se quiere acercar a Elizabeth? Sabe que ella es capaz de defenderse sola, pero su instinto de protección es aún mayor.
—Iré con ustedes —dice decidido.
—Perfecto, te veo a las 8:00 pm en la puerta principal —declara y deja un beso más en los labios del rubio, para luego tomar sus cosas y en lugar de ir hacia las duchas, Elizabeth prefiere ir a su habitación para darse un baño y prepararse, ya que se debe reincorporar a sus actividades junto a Maria Hill.
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