Hug Me

Nos llaman por nuestros nombres, entramos y nos invitan a sentarnos, uno al lado del otro, pero no demasiado cerca.

Del otro lado de un gran escritorio, una mujer nos está hablando, pero no sé qué diablos está diciendo, no puedo prestarle atención, solo tengo mis ojos y mi mente en ti.

Te miro, pero tú sí les estás prestando atención a la mujer y cada tanto te veo asentir. No puedo dejar de mirarte, hace tanto que no te veía.

Observo tu nariz recta, tu piel nívea; tus labios están apretados, haces el esfuerzo por no decir algo que quieres. Mil veces por día tu rostro aparece en mis pensamientos, pero tenerte así tan cerca, tan real me emociona.

Tu cabello está más naranja, me gusta cómo te queda, todos los colores te quedan hermosos.

Aprieto mi puño para contener las ganas que tengo de acariciar tu cabello.

—Señor Kim... Señor Kim... ¿Me oyó?

Asentí, sin tener idea de lo que dijo. Me miraste por primera vez desde que llegamos, quise regalarte una sonrisa, pero inmediatamente apartaste la mirada y la dirigiste al piso, como si allí hubiese algo interesante...

Nos hemos convertido en enemigos, pero yo odio ese papel, no quiero hacerte más daño, no quiero que me hagas más daño. No puedo superar esta tristeza en mi corazón, son muchas las noches sin dormir, se siente como si estuviera en el mismísimo infierno.

Mi mente viaja a ese día, vuelvo a escuchar las palabras imperdonables que me dijiste, esos ojos enfurecidos, esa fría expresión con la que me mirabas.

Las palabras que dijiste en ese momento hicieron de nuestra relación algo efímero, crearon un muro de hielo entre nosotros, hasta que nos dijimos un adiós lleno de resentimientos y arrepentimientos.

Oh mierda, incluso nuestra cama tallada de flores que solía ser tan hermosa, es como un recuerdo marchito con aroma a soledad.

Mientras los días pasan, el vacío que dejaste se hace más grande.

Por qué estamos aquí, yo no quiero estar aquí. Me gustaría mostrarte todo lo que tengo, si me dejaras hacerlo, mi corazón late solo para abrazarte fuerte.

Quiero tomar tu mano y salir corriendo de este lugar, no podemos seguir cometiendo errores. No debemos.

Mírame, aunque sea un instante, quiero leer tus ojos, necesito saber qué piensas, si todavía hay esperanzas...

Yo no dejo de mirarte, y tú me ignoras, me esquivas.

No puedo contenerme más y pongo mi mano sobre la tuya, que descansa sobre tus piernas cruzadas. Noto que te sorprende, me miras con curiosidad y te regalo mi mejor sonrisa, una "sonrisa cuadrada" como siempre me decías.

Pude ver tu duda, finalmente me regalaste una mueca tímida, que no llegó a ser una sonrisa, y retiraste tu mano de la mía.

La mujer sentada del otro lado me miró con dudas, como si yo estuviese haciendo algo indebido.

—Si les parece bien les leeré el acta.

Asentiste.

Asentí.

¡Eres tan linda!

Sigo sin escuchar todo lo que está diciendo, solo puedo clamarte en mi mente, que por favor no me hagas esto a mí, tú me conoces bien, sabes bien quién soy; por favor solo abrázame hasta que tomes esta sinceridad en tus brazos nuevamente, abrázame aunque sea un poco, sin decir nada...

Pero no lo digo, mis labios no se abren, mi grito se queda ahogado en la garganta.

Ahora yo también miro el piso, buscando encontrar el valor que no tengo, las palabras que no llegan.

— ¿Están de acuerdo?

—Si —dijiste sin titubear.

Yo no podía decir lo mismo, claro que no estaba de acuerdo, pero terminé asintiendo con la cabeza, cobardemente.

Siento que mis ojos se empañan, no quiero llorar, pero no sé si voy a poder evitarlo.

Te pusiste de pie y yo hice lo mismo por acto reflejo.

La mujer te indicó dónde debías firmar y lo hiciste, sin siquiera dudarlo. Luego me indicó donde debía firmar yo y extendió un bolígrafo hacia mí.

Me quedé petrificado, mi corazón empezó a latir inquieto, tan fuerte que pensé que podrías escucharlo.

Si firmo todo terminará.

Siento que el aire no llega a mis pulmones, podría desmayarme ahora mismo, mis manos se sienten húmedas y frías.

Cierro y aprieto fuerte mis ojos, siento una lágrima escaparse.

Suspiro hondo y me inflo de valor, es ahora o nunca.

— ¡Yo te amo a ti, yo te amo Denisse! —Grito con mi último aliento de esperanza, antes de este largo silencio —. Puede parecer débil e infantil, pero son mis verdaderos sentimientos. Por favor quédate a mi lado.

Me miras con tus ojos muy abiertos, tus labios también están abiertos y quisiera besarlos.

Tomo tus manos, no dejes ir a mi mano mientras la sostienes en la tuya.

Te veo bacilar, tu labio inferior tiembla en la duda.

Y yo te beso, porque no puedo resistirlo más, porque te necesito, porque te amo.

Te dejas besar, recibes mi lengua en tu boca y le das la bienvenida con tu lengua.

Te atraigo hacia mi cuerpo envolviendo mi brazo en tu cintura. Apoyas tus manos en mi pecho, con duda aun, pero sigues besándome.

Un carraspeo nos vuelve a la realidad. Ambos miramos a la mujer que nos mira incrédula del otro lado del escritorio.

—Señores Kim, si no están seguros de querer divorciarse, podemos dejar esto sin efecto.

Te miro y luego de tanto tiempo vuelves a sonreírme y eso es todo lo que necesito para sentirme feliz.

Tomo tu mano y salimos a prisa de ese funesto lugar para no regresar nunca. Ya aprendimos la lección.

Yo te amo. Tú me amas.

— ¡Abrázame! —Te pido de manera suplicante— ¡Abrázame Denisse, y ya nunca más me sueltes!

***

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top