Cap. 8
-¡Finnie!-dije emocionada, abrazando a ese chico casi tan bajo como yo.
-¡Reagie!-dijo imitando mi acto después de despertar de su pequeño trance.- Ya te extrañaba...- dijo terminando con el abrazo.
- Y yo a ti...- dije al separarnos- ¿Peter...?
-Sigue durmiendo- comenzó a salir del apartamento- Tengo que irme, no hagas nada que no yo haría
Rodé los ojos.
-¿Porqué me dicen eso?
- Porque eres capaz de todo.
- Si, claro- Exclamé con ironía para después sacarlo a la fuerza del departamento, no sin antes gritarle:- ¡Adiós, que te vaya bien!
Entré al departamento y tomé rumbo a la habitación de Peter.
Al entrar, el pelinegro gigante de dos metros estaba acostado a la orilla de la cama individual, tapado con un edredón azul marino y el resto de su cama era blanca. Me quite el short y me escurrí entre sábanas y par de brazos hasta quedar en una buena posición abrazada por Peter.
***
Sentía en el pecho una pequeña presión y entre mis extremidades, algo no cuadraba por lo que abrí de poco a poco los ojos por la luz en la habitación. Me tomó por sorpresa el encontrar un cuerpo más pequeño entre mis brazos, un cuerpo al que me adaptaba cuál pieza de rompecabezas y que expiraba una suave fragancia de Vainilla.
Reachel siempre me había parecido hermosa, pero el verla dormida entre mis brazos me daba una vista más serena, veía aún más de cerca sus largas pestañas, sus pequeñas pecas, su suave piel de porcelana y su pequeña y fina boca. Tenerla tan cerca me permitía sentir el pacífico latido de su corazón y me daba tiempo de pensar... Reflexionar sobre todos esos momentos que hemos pasado juntos, sobre cómo las cosas que hacíamos juntos cobraban un aura de especialidad que creaba una burbuja de felicidad que lográbamos expandir y expandir hasta reventar. Verla me otorgaba una ventura que no sentía desde hace años.
Al cabo de un rato, Reachel abrió lentamente los ojos y, mirándome maternalmente, me sonrió mostrándome su curiosa dentadura de dientes fijos por arriba y torcidos de abajo, pero sin duda generaban una sonrisa sumamente peculiar.
- Hola- le dije
- Hola- respondió sonriente.
Compartimos la sonrisa y nos preparamos para desayunar juntos. Juntos, incluso el más sencillo acontecimiento cobraba vida propia.
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