31.<>
Adrien :
Paso el micrófono al encargado de dar inicio al desfile de modas, después del pequeño discurso que hice como líder de la casa de modas.
Bajo del palco viendo con detenimiento que todo se este consumando tal y como ha sido planeado, ante mis ojos miles de personas me sonrien y saludan. Sin embargo, yo solo puedo concentrarme en ella.
La bella mujer de cabellos azabaches que me mira disimuladamente a lo lejos, con ese tenue vestido negro entre su cuerpo, que provoca que mis nervios se pongan de punta, a pesar de que quiero estar a su lado no puedo, debo estar al lado de Kagami por hoy día, solo un día más.
Veo a mis hijos no muy lejos de nosotros, lo que más me sorprende es que no se miran, ni siquiera sé dirigen la palabra. Ayrus se dedica a mirar hacia la dirección de Lyn, sonriendo como si hubiera algún secreto entre ellos.
Siento que nadie me ha contado la historia completa de esos tres.
—A continuación, presentamos este precioso diseño hecho por la majestuosa diseñadora Marinette Dupong— dice el hombre viendo pasar a la modelo por la pasarela.
Todos aplauden mientras el reflector se dirige hacia mi azabache, ella sonríe con ese brillo característico en su mirada, luce radiante y muy segura de si misma.
Al llegar al costado de Kagami pierdo la conexión con Marinette, aquella mala mirada de la japonesa me persigue con recelo, su hastío me obliga a permanecer seguro en su lado.
—¿Podrías al menos disimular por hoy?— pide más como un reproche, mientras finge una sonrisa al público que nos observa de vez en cuando —Deja de humillarme de esta manera.
—No te estoy humillando— digo calmado —sabes muy bien que todos desde hace tiempo saben de nuestro alejamiento.
La japonesa gira sus ojos hacia mi con delicadeza, percibo algo de lágrimas en sus pupilas pero las quita inmediatamente. Una sonrisa se instaura en sus labios y de un sopeton recibo un beso por parte de ella, en la comisura de mis labios.
—Disfruta lo que verás.
Todo sucede en cuestión de segundos, que cuando menos lo pienso, Kagami ya se encuentra arriba arrebatándole el micrófono a aquel hombre, los reflectores la señalan y yo no comprendo lo que pasa.
—Disculpen la interrupción— dice con la voz entrecortada —pero quería decir algo muy importante, quiero felicitar el espléndido trabajo que hicieron los diseñadores en este desfile— sonríe y luego apunta a una dirección —sobre todo, a Marinette Dupain Cheng, por ser una excelente diseñadora... Y amante de mi esposo.
¿Qué?
Ella no pudo haber dicho eso.
Siento como de inmediato todas las miradas se apoderan de mi, los reflectores se dirigen hacia Marinette, yo la observo y puedo ver qué se muere de verguenza.
—Si, es así tal y como oyen— continua Kagami, realmente no puedo reaccionar —Adrien y Marinette llevan siendo amantes desde hace meses, encontrándose en un apartamento a lo lejos de la ciudad— sus ojos me observan seriamente —tengo pruebas de ello, además hay un último dato y es lo más inesperado que pude descubrir de estos dos. Adrien y Marinette son los superhéroes de París; Ladybug y Chat Noir.
En ese instante las pantallas grandes se ven cubiertas por muchas imágenes de la azabache y yo besándonos, o entrando al apartamento; más aún las imágenes donde yo estoy transformado en Chat Noir y ella en Ladybug. Siento como mi corazón comienza a doler y la sensación de vacío se instaura en mi.
—¿Qué tienen que decir al respecto?— habla nuevamente Kagami —Nada, simplemente son unos idiotas. Espero que ahora sean felices, con el cargo en su conciencia y que estén de testigos todo este público, ahora pueden continuar con el desfile.
Todo se jodió.
Lynette :
Mis pupilas comienzan a cristalizarse en cuanto las palabras dichas por esa señora cobran sentido en mi cerebro. Al principio me quedo estática, mi cuerpo no emite ningún movimiento debido al shock en el que me deja esa noticia.
Nada de lo que dijo puede ser cierto. Mi madre no sería capaz de hacer eso.
Ella no.
Todo el público mira directamente hacia mi madre, muchos murmuran cosas entre ellos de manera despectiva, otros impresionados por saber la identidad de sus superhéroes, por mi parte intento mirarla sin llorar pero me es imposible, todos nos señalan.
Al observarla, me acerco rápidamente con la esperanza de escuchar una respuesta buena de su parte. Sé que todo esto es una confusión.
—No es cierto— susurro como una afirmación, sin embargo, ella no me responde —Mamá, dime qué no es cierto.
Sus ojos están llorosos y tiene el cuerpo alterado, me mira con tanta necesidad que siento miedo de lo que vaya a salir de su boca, no me siento preparada.
—Mi niña, me siento muy mal, no quería que todo esto...
—¡Mamá, solo dime qué no eres la amante de ese señor!— alzo la voz cansada de tanto rodeo —te lo pido.
Ella baja la mirada, sus pupilas celestes deciden no mirarme.
Para este punto ya todos han escuchado nuestra discusión y realmente no me importa, lo único que quiero es saber la verdad.
—Tú madre y yo nos amamos.
Ante mi se presenta la peor de las imágenes, siento como mi corazón se paraliza y la sensación de vergüenza me inunda; el señor Adrien se acerca y abraza a mi madre con delicadeza, eso me confirma todo.
Me hace sentir peor.
—¿Cómo puede decir eso? Usted es un hombre casado y mi mamá enviudó hace poco menos de un año— digo con la voz entrecortada, no puedo asimilaro.
El rubio está a punto de hablar pero se ve interrumpido por la voz de mi madre, ella está llorando mientras a nuestro alrededor comienzan a asomarse varias personas
—¡Adrien, no digas nada!— grita alejando su cuerpo de los brazos de él, me mira e intenta hablarme —Lyn...
—No mamá, ahora no puedo hablar contigo.
La evito a toda costa y salgo corriendo hacia cualquier dirección, lejos de todos.
Al calmar un poco mis pasos y sentir como la adrenalina recorre mi cuerpo, me encuentro con una mirada abrumadora.
Aquella que ahora mismo logra partirme aún más el alma.
Él me observa detenidamente, sus ojos cristalizados me demuestran su dolor y no puedo soportar sentirlo.
—Lyn...
Avanzo a pasos rápidos ignorandolo, él persiste y yo continúo con mi huída, acelero mis pies y salgo finalmente del salón con los gritos de Ayrus por mi detrás.
Quiero huir de todos en este momento.
Sin embargo, él me alcanza y toma uno de mis brazos obligando a que me detenga, me gira hacia él con firmeza.
—¿Por qué huyes?— dice en un susurro, también quiere llorar.
—No puedo hablar contigo...— me pauso reprimiendo las lágrimas —déjame ir por favor.
Bajo la mirada, no puedo contener las lágrimas y caen una por una al suelo seco, aprieto mis puños e intento safarme de su agarre.
—No lo haré, sería un tonto si dejo que te vayas en este estado— farfulla —no quiero que te pase nada malo.
Siento como sus manos recorren mis mejillas y me elevan para mirarlo a la cara, no puedo hacerlo.
—!Lo siento!— digo quitando su mano —no puedo verte a la cara.
—¿Por qué no puedes hacerlo?— reclama —yo estoy aquí para ti.
—¡Me muero de vergüenza!— grito —mi madre se metió en la relación de tus padres ¿Eso no es suficiente motivo para alejarme de ti?
No dice nada, quizás porque al fin entendió mi dolor, pretendo marcharme pero algo me lo impide.
Muy pronto me veo rodeada por sus brazos, y con sus labios en los míos dejando besos en todo mi rostro, no me suelta para nada.
—No vuelvas a decir eso, no quiero que te alejes de mi— recalca firme, intento tranquilizarme —Por favor no sientas vergüenza, nosotros no tenemos la culpa de nada.
—Pero mi mamá...
—Mi papá también tiene que ver en esto, no le eches la culpa solamente a tu madre.
—Siento que esto es mucho para mí.
—Mírame— pide en un suspiro —si de algo te ayuda, quiero decirte que mi padre nunca amo a mi madre; lo sé muy bien, ellos solo se casaron porque yo estaba en camino— su voz se va apagando —soy la causa de ese matrimonio y también de ese engaño.
—No digas eso, tú no tienes la culpa.
—Al igual que tú, por favor sólo no huyas y abrazame fuerte— suplica y yo accedo —Gracias...
—¿Por qué?— dudo secando mis lágrimas.
—Por ser esa pequeña chispa de color en mi mundo gris.
Marinette :
—¡No tenías por qué decirlo!— grito entre lágrimas mientras paso una de mis manos por mi frente con desesperación.
Adrien me mira acongojado, intenta calmarme pero es imposible, no me puedo contener.
—Ya todo el mundo lo sabe Marinette— dice —Tú hija solo quería la verdad.
—Una verdad que yo tenía que decir, no tu— suspiro —yo iba a explicarle...
—¿Cómo ibas a explicarle lo evidente?— discute conmigo tomando una postura defensiva.
—¡No sé!— grito de nuevo.
Hace unos minutos que salimos del desfile y nos encontramos en el automóvil, meditando sobre todo lo que pasó.
—Yo iba a buscar la manera de hacerle entender a mi hija— me reprimo —ella debe estar odiandome porque piensa que soy tu...
Me quedo en silencio, no me gusta decir esa palabra, porque se muy bien lo que abarca y lo mal que me deja como mujer.
—Amante— termina de decir él con el rostro fruncido —Al final de todo, eso somos, amantes.
Mi corazón se estruja al escuchar esa palabra, soy una completa Imbécil por aceptar está relación a medias, no debía dejarme llevar.
Soy una estúpida.
—Tienes razón— lo encaro con fiereza —pero eso se acabó ¿Me oyes? Desde ahora no quiero nada contigo.
El rostro serio del rubio palidece, parece que recién se dió cuenta de la estupidez que dijo hace unos segundos.
—No puedes decidir eso— se indigna —nos acabamos de comprometer, tienes el anillo en tu dedo.
En ese momento levanto mi mano y retiro el anillo para entregarselo; en el fondo me duele demasiado, porque estoy enamorada de él pero ahora no me siento preparada.
—Nuestro compromiso nunca fue válido— digo secando mis lágrimas —Kagami no te firmó el divorcio y ahora sé porque.
—¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?— cuestiona sin tomar el anillo.
—Es lo mejor para los dos.
—¡No!— reniega tomándome por lo hombros —estas echando a la borda nuevamente nuestro amor, como lo hiciste hace 18 años.
—Nunca debí volver a París, tenia que quedarme en Italia y seguir con mi vida— susurro más para mí misma, aunque el lo escucha.
—¿Te arrepientes de lo que hemos vivido?— pregunta firmemente, sus orbes verdosos se cristalizan aún más.
Aprieto mis puños, me duele mucho el corazón y no sé como encontrar alivio en mi ser, ahora mismo quiero ir en busca de mi hija, solo ella debe ser lo más importante para mí.
—Me arrepiento con toda mi alma— farfullo sacando su agarre de mis hombros —Si no fuera por esto, mi hija no me odiaria ahora mismo.
—Teniendo todo en claro— habla él con cierta dureza —dejame decirte algo Marinette Dupain Cheng.
—Dilo de una vez.
—Eres una cobarde, te juro que está segunda caída no se volverá a repetir— al principio no comprendo —no me importa como lo haré, pero te sacaré de mi corazón para siempre.
—Yo también haré lo mismo— respondo fingiendo que no me duelen sus palabras.
—Espero que seas feliz— y finalmente me arrebata el anillo y abre la puerta de mi lado —ahora bájate de mi automóvil.
Una última lágrima cae en mi mejilla antes de salir de ese auto, mi corazón se estruja y siento que puedo morir en este mimsgo instante.
Está vez eso adiós es definitivo, aunque por dentro oído a gritos lo contrario.
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