23.<>

Adrien :

Aspiro ese olor delicioso que emana muy cerca de mi nariz, estoy impregnado de esa fragancia gracias a su cuerpo. Aún me cuesta abrir los ojos, me siento un poco cansado por todo lo que hicimos, pero la felicidad que tengo en mi ser es incansable, siento estar en el cielo.

Cuando al fin decido abrir mis ojos, la veo a mi lado, durmiendo tan tranquila, su cabello desparramado tapa un poco su rostro por lo cual arrastro mis dedos por su mejilla para apartar esos mechones.

—Eres tan linda hasta cuándo duermes— susurro a su oído sabiendo muy bien que no está escuchandome.

La azabache se remueve un poco llegando a posar su rostro en mi cuello, su aliento choca y me enerva. Lentamente va abriendo los ojos hasta mirarme fijamente, sus labios forman una sonrisa.

—Buenos días, mi amor— digo acariciando su cabello.

Ella se sonroja y no lo oculta para nada, ambos estamos contentos en este inolvidable momento.

—Buenos días, rubio— susurra besando mi mejilla.

Se para unos segundos, su semblante cambia de inmediato y eso me perturba, espero que no cambie de opinión de nuevo, está vez quiero que nuestra felicidad dure.

—¡¿Dijiste buenos días?!— grita sentándose de golpe, busca con la mirada la ventana y cae en cuenta que ya amaneció.

—¿Pasa algo?— pregunto también sentándome a su costado.

—Amanecí en tu casa...— lo dice casi sin poder creerlo —¡Amanecí en tu casa!

—¿Y eso que tiene?— me encojo de hombros con una sonrisa.

—¿No lo entiendes?— se tapa la boca en señal de preocupación —No he llegado a mi casa en todo un día y una noche, ¿Qué estarán diciendo mis padres y sobre todo mi hija?

Alzo una ceja, su expresión me confunde, es obvio que se encuentra asustada por lo cual la abrazo por detrás.

—Tranquila Mari, tú ya eres una persona adulta, puedes llegar a la hora que quieras.

—Precisamente porque soy adulta, debo darle ejemplo a mi hija, y mira que estoy haciendo, todo lo contrario— dice alterada.

—¡Mi amor!— le grito controlando sus movimientos —no te sientas culpable por nada, alguna vez teníamos que escapar de nuestra propia vida ¿No?

—Talvez...

—Y lo disfrutamos mucho— le regaló una sonrisa, ella me corresponde —El día de ayer fue increíble, y así lo será mientras estemos juntos, bogaboo.

—Es la primera que escucho ese apodo con alegría, las anteriores veces ya te hubiera dado una bofetada— admite y yo arrugo las cejas.

—Es que eras bastante difícil de convencer— confieso, ella me da una palmada en el hombro para luego echarse encima de mi.

—Solo tenía miedo a intentarlo de nuevo, además tú y yo habíamos terminado hace más de 17 años.

—¿Te das cuenta lo duradero que es nuestro amor?

—Ahora me doy cuenta— acaricia mis brazos que están rodeandola —te amo...

Y esas palabras logran provocar alivio y regocijo en mi ser.

[...]

—¿Te dejo en la puerta de tu casa?— pregunto ya a unas cuadras de la misma.

Marinette niega inmediatamente con la cabeza —No quiero que nadie nos vea, aún no Adrien.

Estaciono el automóvil a una cuadra de su casa, ella me sonríe tiernamente lo cual me da más ganas de decir lo que tengo guardado.

—¡Como quisiera gritar a los cuatro vientos que te amo Marinette Dupain Cheng!— levanto la voz y ella inmediatamente posiciona sus manos en mi boca.

—!Shhhh! Alguien te puede escuchar— dice con los ojos agrandados —¿Acaso eres un chiquillo adolescente?

—No— exclamo —pero tú me haces sentir como uno, eres tan sexy y hermosa mi amor, provocas en mi cosas que ni siquiera puedo explicar y quiero gritarselo a todos, que tengo a la mujer más extraordinaria de todas conmigo.

—¡Cállate! Haces que me sonroje y no sepa que decir— ella tapa su rostro, luego de unos segundos vuelve a mirarme —Ya debo irme, felizmente aún es temprano y nadie notará que no dormí en la casa, eso espero.

Abre la puerta del carro y está a punto de salir, me indigno al instante por su accionar y la atraigo hacia mi con rapidez.

—¿No piensa despedirse señorita?— digo mirándola a los ojos con firmeza, ella se sorprende por lo rápido que fue mi movimiento.

—¿No crees que estamos en un lugar público? Cualquiera podría vernos— se excusa por lo cual observo hacia todos lados, no hay nadie.

—Mari, son las cinco de la mañana, nadie nos está viendo— insisto acercando mis labios, ella rueda los ojos y al final termina  sonriendo para luego besarme.

Es un beso corto pero muy satisfactorio, no puedo explicar lo feliz que me siento.

—Te veo de aquí a unas horas en el trabajo— susurra separándose de mis labios.

—No prefieres que venga a recogerte.

—Ya te dije que no, yo puedo ir tranquilamente, no quiero generar rumores.

Asiento resignandome a su negación.

—Me saludas a Tikki, dile que la quiero también— digo una vez que ella sale del automóvil.

—Lo mismo para el dormilón de Plagg— susurra y luego se marcha a pasos rápidos.

No puedo quitar de mi rostro esa estúpida sonrisa mientras conduzco hacia la empresa, sin dudas mis días mejorarán mucho con ella metida en mi corazón.

Lynette :

Me remuevo entre las sábanas, el frio invade mi cuerpo por lo cual me obligó a levantarme en busca de otro cubrecama, antes de llegar al armario visualizo mis ojeras frente al espejo, son notorias pero no puedo evitarlas.

Me quedé haciendo la tarea hasta las tres de la mañana, apenas he dormido dos horas. Porque podré estar sin estabilidad emocional y con el corazón roto, pero incumplir con mis deberes jamás.

Es mi realidad, por mucho que duela.

Además de esta horrible gripe que agarré por terca ayer, me dan ganas de estornudar cada rato, por desgracia Ayrus tenia la razón, me agripe por la lluvia.

Cómo odio darle la razón, pero no puedo hacer nada.

De pronto algo llama mi atención, el sonido de unos pasos me distrae y salgo silenciosamente abriendo la puerta de mi habitación. La imagen que veo me sorprende enormemente.

Mi corazón se paraliza por un segundo, siento como una corriente eléctrica se apodera de mi cuerpo y lo mantiene estático, abro mi boca demostrando turbación y para este momento mi respiración es un desastre.

Mamá camina lentamente hacia su habitación, claramente no durmió en su cama y lo digo por los tacones que sostiene para evitar que suenen en el suelo. Al parecer no se percata que la estoy mirando y termina entrando al cuarto.

Me acerco hacia su puerta y busco escuchar o lograr ver algo a través de la ranura de la misma.

—No me reclames nada— escucho decir a la voz de mamá, con quién estará hablando.

—Debo hacerlo Marinette, no puedes llegar a esta hora— una voz chillona aparece —¿Y si alguien te vió? ¿Dónde estabas?

Mis pupilas se agradan al conseguir visualizar un pequeño cuerpo flotante a través de la ranura, al principio pienso que estoy un poco somnolienta pero luego recuerdo que ya había visto antes ese tipo de cuerpecitos flotantes.

La piel se me eriza y mi quijada comienza a temblar del miedo.

—Tikki, no vas a creer todo lo que me está pasando— dice mamá con un tono de regocijo —Yo estaba con...

En ese momento me doy cuenta de la estupidez que cometí, había estornudado debido a la gripe que tengo, mamá se percató de ello.

Me deslicé de inmediato hacia mi cuarto procurando que no se den cuenta que estaba allí. Me encierro en mi habitación y finjo hacerme a la dormida, aventandome a la cama.

Ella no se demora ni unos segundos en entrar a mi habitación con sigilo y buscarme con la mirada.

—Lyn, aquí estás, sigues durmiendo— susurra tomando asiento a mi lado.

Mantengo los ojos cerrados para hacerlo más creíble.

—Como quisiera poder contarte todo mi niña, pero sé que si lo hago...— su hablar se pausa y suelta un largo suspiro —podrias odiarme para toda tu vida.

Siento que mi corazón se estanca al oírla, tengo mucho miedo de lo que sea que esté ocultando, quisiera levantarme y gritarle que me diga todo pero mi cobardía puede más y me quedo quieta.

Ella finalmente se marcha, no sin antes dejar un beso en mi frente.

Debo averiguar qué es lo que me oculta, sobre todo la misteriosa existencia de esos seres voladores.

¿Serán duendes?

[...]

Después de una larga clase de biología, finalmente suena el bendito timbre de receso, guardo mis lapiceros y cierro mi cuaderno para salir al patio del colegio.

Camino tranquilamente por el contorno, el clima fresco y suave comienza a inundar mi cerebro de paz; siempre amé este tipo de clima.

Hasta que mi cielo azulado y despejado se torna en uno gris y lleno de tormentas. La imagen de Ayrus cruza lentamente por mis ojos, con la pelirroja a su lado.

Ambos ríen de cosas que no logro escuchar. Ambos lucen felices.

"Tranquila, tranquila" mentalizo a mi cabeza.

—Hola, Lyn— maldita pelirroja.

Ayrus y ella se paran al frente mío, Ada no le suelta la mano ni por un segundo. El rubio busca mirar cualquier otra cosa que no sea yo, hago lo mismo.

La indiferencia duele.

—Hola— respondo mostrando la más fingida de las sonrisas. Mi gripe no colabora.

—¿No estás con Kairos? Deberías buscarlo.

Suelto una pequeña risa burlesca —Soy su enamorada, no una garrapata para estar pegada a él todo el día.

Al parecer ella capta mi indirecta por lo que deja de sonreír.

De pronto siento una mano tomar la mía y entrelazarla con sus dedos, subo la mirada para encontrarme con un Kairos sonriente, me mira tiernamente y luego deposita un corto beso en mis labios.

—Hola mi amor— me dice, luego mira a su hermano —hola chicos ¿Qué hacían?

Ayrus me mira por una milésima de segundo con esos ojos violetas, sus labios se mantienen rectos.

—Conversabamos con Lyn— claudica —me estaba contando lo feliz que es contigo.

Presiona sus palabras apretando los dientes y forzando una sonrisa.

—¿Cierto? Yo también soy muy feliz con mi chica italiana.

Él dijo aquellas mismas palabras que solo Ayrus me decía cada que me veía, no puedo ocultar mi incomodidad y masajeo mi rostro. El rubio me mira nuevamente al oir esa frase, sus pupilas se dilatan y suelta de inmediato la mano de la pelirroja.

—¿De dónde me dices eso? Nunca lo hacias— pregunto.

—Al tu ser proveniente de Italia, se me ocurrió llamarte así desde ahora mi amor— acaricia mi mejilla.

—Bueno, nosotros los dejamos— habla Ada con un aire de arrogancia —tanta dulzura empalaga y los hace ver ridículos.

Toma de nuevo la mano del rubio para arrastrarlo hacia la cafetería, sin embargo, él no le hace caso y termina separando sus manos.

—Creo que está vez prefiero ir al aula y repasar un poco de historia antes del examen— coloca las manos en su bolsillo —Tu deberías hacer lo mismo.

—Pero íbamos a comer juntos— hace un puchero.

—Será otro día Ada.

Sonrío ante la actitud de Ayrus, pero qué conformista soy, me encanta ver cómo aleja a la pelirroja pero sufro cuando tampoco se acerca a mi.

Realmente estoy muy mal como para permitir que una simple acción genere tanta emoción a mi ser.

Pero no puedo ni quiero evitarlo, Ayrus sigue provocando latidos acelerados a mi corazón.

✓✓✓✓✓✓✓

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top