2. <>
Ayrus :
¿Alguna vez han sentido que se enamoraron a primera vista?
¿O qué la vieron y su cerebro mando un mensaje diciendo "es la correcta"?
Pues yo sí lo he sentido, es algo que no puedo explicar, es que combina conmigo, me complementa a la perfección, es lo más hermoso que me ha pasado.
—Ayrus ¿ya decidiste si llevarte o no esa chaqueta?— alardea mi hermano mientras se prueba unos lentes oscuros —llevas mucho tiempo mirándote al espejo.
Si es cierto, pero es que no puedo dejar de admirar mi nueva chaqueta negra de cuero, me he enamorado de ella, es lo que realmente necesito para lucirme en la exposición de cuadros de mamá, me encuentro muy atractivo.
O "hermoso" como dijo aquella chica italiana.
—Esta es la ideal— afirmo alejandome del espejo y dirigiéndome a la recepción de pagos —¿Kairos ya escogiste lo que te vas a poner?—
El pelinegro alza su rostro dejándome ver unos lentes muy estilosos en sus ojos, río levemente ante la mirada de Radio Rebel que me lanza; pongo mis manos en señal de que su elección fue buena y comenzamos a pagar las compras.
—¿Por qué yo no puedo tener mi propia tarjeta de crédito?— pregunta él, cruzado de brazos en cuanto salimos de la Boutique, me exaspero porque ya es la tercera vez que repite lo mismo.
—Ya te dije que eres menor de edad, por eso no puedes tener una tarjeta de crédito, papá no lo permitiría— niego con la cabeza mientras entramos al automóvil.
—Es injusto que me traten como un niño, tú solo me llevas 3 años, eso es muy poco— se coloca el cinturón de seguridad.
Lo miro aguantando la risa, es que la forma en la que hace sus berrinches es única.
—Para mi y para nuestros padres sigues siendo un puberto de tan solo 15 años— él se mofa de mis palabras y comienza a reír sin parar —Lo digo en serio, eres un niño—
Ruedo los ojos al darme cuenta de la burla que soy para él, sigo con el recorrido con la vista al frente hasta que veo por el espejo retrovisor como mi hermano recupera el aire de tanto reír y me dice algo que me deja sin palabras:
—Entonces si yo soy un niño, ¿qué es aquella chica de mi salón con la que tuviste un romance?—
Paciencia...
¡Denme paciencia para aguantar a este remedo de adulto!
—Hasta donde recuerdo; ella tenía 14 cuando tu ya cumplias los 17, siendo así, ella seria considerada una niña para ti ¿no?— me mira con una ceja alzada —Una niña logró volver loco a mi hermanito, y eso que nisiquiera llegaron a ser algo oficial—
Respira...
—En primer lugar Ada y yo nunca tuvimos un romance, solo fue una simple amistad que quizás en algún momento confundimos por algo más— declaro —y ella no parecía una niña, de hecho es más madura que tú, lo bueno es que hasta ahora conservamos una amistad sana— sonrío estacionando el automóvil al llegar a nuestra casa.
—Siguen conservando la amistad solo porque es la hija del mejor amigo de papá, porque sino te aseguro que ella no quisiera volverte a ver— reclama con el rostro serio.
—Dices eso ya que estabas dolido porque ella nunca te vio con otros ojos, creo que fue tu primer amor hermano— salimos del vehículo para adentrarnos a la casa con las bolsas de compra en las manos.
Kairos me examina con una mirada llena de enfado, cruza sus brazos y se sienta en el sofá mientras ignora lo que ya había dicho, por mi parte prefiero no seguir con la conversación y avanzar hacia mi habitación, aunque en ese preciso momento escucho como susurra algo imposible de entender, volteó de inmediato y le pregunto de nuevo.
—¿Qué dijiste?—
El peliazul suspira y conecta su mirada con la mía, girando solamente la cabeza.
—Aún me gusta Ada— dice con una expresión amarga —pero sé que ella sigue interesada en ti—
¿En serio?
—No creo que sea así, ya ha pasado un año de ello, probablemente Ada pueda verte de otra manera—
Pese a lo que digo; Kairos simplemente no cambia su postura, permanece con un rostro desanimado, me sorprende lo mucho que puede cambiar de un segundo al otro.
—Ada te sigue queriendo, no lo dudes— se levanta del sofá y camina hacia las gradas pero antes de perderse dice algo más —para ella yo solo soy un amigo—
—¿Sucede algo?— la voz de papá interrumpe mi detenida observación.
Papá baja de las gradas mientras mi hermano sube, aparentemente recién se ha bañado
—Nada padre, solo algunos problemas menores con mi hermanito menor; ya sabes cosas de adolescentes inexpertos— minimizo la discusión.
—Bueno solo espero que no sea grave— murmura —¿ya están listos?—
—Casi— busco con la mirada detrás de él, con la esperanza de encontrar a mamá pero no tengo éxito —¿Dónde está mamá? ¿No debería venir contigo?—
Su rostro instaura una mirada vacía, sacude su cabello y procura sus lentes en el cajón de la sala, al volver a encontrarse con mis ojos interrogantes, por fin responde.
—Supongo que ya debe estar en la sala de exposición, ordenando sus cuadros y mandando a todos como siempre— dice con total tranquilidad.
—Pero deberías estar con ella, es tu deber como esposo— reclamo con enojo —mamá no merece esto—
—Tú madre fue quien quiso irse sin mi— alisa su camisa con las manos y se desliza hacia la cocina que se encuentra a unos pocos pasos.
—¡Sé muy bien que no están pasando por un buen momento como pareja, pero al menos deberían intentar mantenerse juntos para reconciliarse!— grito exaltado.
Él voltea de nuevo y con el rostro enardecido se acerca a mi.
—Hijo, lamento decirte que tú madre y yo no podemos estar juntos, no nos queremos, es así de simple— levanta las manos dándole menos importancia a mis palabras —yo me casé con ella sólo porque...
—¡Anda dilo! ¡Es por mi culpa!— vocifero furioso —¡el inexperto jovencito Adrien Agreste se casó con mi mamá solo porque estaba embarazada de un hijo no deseado!—
Lynette :
¡Es hermoso!
Esta es la mejor exposición de cuadros que he visto en mi vida, me encantan todos los cuadros, en realidad la autora de estas pinturas y dibujos es una artista nata.
Observo detenidamente los cuadros mientras la tía Alya pasea en busca de algo para tomar, sí, vine con ella porque mamá se rehusó completamente a venir conmigo, nunca entendí la razón pero respeto su decisión. En cambio Alya, su mejor amiga, a quien considero como mi tía, me esta acompañando junto a su hija Ada, me encanta convivir con ellas.
—Kagami Tsurugi— leo la firma del autor y me sorprendo al reconocer ese nombre, creo que ya había escuchado hablar de ella en una exposición en Italia.
—Ada ¿Conoces a la señora Tsurugi?— pregunto al ver como ella saluda moviendo la mano a la mujer de cabellos azulados que se encuentra muy a lo lejos.
—Por supuesto que sí, ella es la esposa del mejor amigo de mi padre— alardea la Morena, rebatiendo su melena anaranjada —mi familia es muy íntima con la suya—
—No lo sabía, pero que bueno debe ser conocer a una persona con un gran talento— ella asiente con la vista puesta en otro lado, quizá busca a un amigo.
—¿Me esperas un momento? Buscaré a mamá es que ya se tardó—
—No te preocupes— Ada se va de manera fugaz, en tanto yo prefiero quedarme viendo un cuadro en especial.
La pintura lleva como título "La lágrima de un amor no correspondido", vaya título más triste y desolado, analizo los colores con delicadeza, no es que me crea una especialista, pero aprendí a identificar los sentimientos plasmados en los tonos de colores que usan, además del excelente dibujo de una gota de lágrima gigante, hasta podría ver mi reflejo allí.
Es impresionante...
—Es la pintura que más odio— habla alguien en mi costado, por lo que instintivamente giro hacia aquella persona y reconozco de inmediato esos ojos violetas.
El rubio esboza una sonrisa ladina mientras sus manos están metidas en los bolsillos de su pantalón jeans, tiene una postura relajada y cómoda con la chaqueta oscura que lleva puesta.
No respondo absolutamente nada, pues no sé que decir, alguien que es casi un completo desconocido me está hablando y niquiera sé su nombre.
—¿No me reconoces chica italiana?— vuelve a intentar socializar conmigo, esta vez alzando las cejas y pestañeando un par de veces.
—Si te reconozco— susurro por fin —eres el chico del ascensor—
—Me agrada ese apodo— frunce los labios y ríe al pronunciarlo —Pensé que nunca te volvería a ver, pero mira como son las cosas, estás justamente en la exposición de cuadros de mi madre—
¿Cómo?
—¿Tú mamá es Kagami Tsurugi?— cuestiono quedando boquiabierta.
Su rostro sereno afirma repetidas veces mi pregunta, al pasar de unos segundos en los que me mantengo muda, el rubio hincha sus mejillas de aire y los sopla para afuera en señal de aburrimiento.
¿Por qué no se va?
Yo no tengo nada para hablar con él, al menos por ahora no sabría de que socializar. Miro de reojo como sigue parado ahí sin moverse a otro lado, simplemente decide observar esa pintura que supuestamente odia.
Y no sé como fue o porque sucedió, pero la curiosidad dominó mis palabras y giré quedando en frente de él.
—¿Por qué te desagrada la pintura?—
Aquel chico de ojos violetas se sorprende ante mi repentina pregunta, pestañea un par de veces y sonríe de manera altiva.
—¡Vaya! La chica italiana por fin vuelve a hablar conmigo— finge emoción —¿A qué debo tanto honor?
—Deja de burlarte, solo te hice una pregunta, pero si no quieres responder lo respeto— adjunto una mirada arisca y pretendo marcharme.
—Ese cuadro me trae malos recuerdos— murmura logrando que me paralice y no avance más —Mamá lo hizo cuando yo estaba en su vientre—
Me quedo meditando esas palabras por unos cortos segundos, realmente aún no entendía el odio a ese cuadro, pero tampoco insistiría en saber la verdad, no me compete.
—Gracias por responder a mi pregunta— esbozo una sonrisa leve con mis labios por primera vez para él.
El chico del cual ni siquiera sé su nombre me devuelve una sonrisa tierna.
—¿Sabes algo?, tienes una sonrisa muy bonita—
Trago saliva al oír ese halago, inmediatamente mis mejillas comienzan a tomar un color carmesí, debo admitirlo, soy una chica bastante emocional, mi ser reacciona sin previo aviso cuando algo me causa nervios o me provoca emoción, no sé porqué pero esas palabras me hicieron sonreír por un buen momento.
—Tú también tienes una sonrisa bonita— declaro rápidamente —No es que no hayan más sonrisas bonitas o que tú seas el único, obviamente hay más personas, tú eres parte del montón—
El muchacho arruga sus cejas sin entender mi estúpido trabalenguas, ¡que vergüenza!, no puedo ser así de inmadura y enredarme con mis propias palabras.
—No quise decir eso, claro que sonríes muy bonito, me recuerdas a mi gatito de la infancia, era un felino muy glotón y aunque no lo creas sonreía— ¡Vaya! Eso sonó aún más peor.
—Estoy aprendiendo mucho de ti en tan solo un par de minutos— dice elevando los hombros.
—¿Qué puedes saber de mi?, si no conoces ni mi nombre— al fin puedo calmar mi habladora boca.
—Eso se soluciona ahora mismo— se acerca de forma prudente —¿Cómo te llamas chica italiana?—
—¿Por qué habría de decírtelo?— cuestiono tomando una distancia —como ya lo había dicho antes no me inspiras confianza—
—¿y por eso te sonrojaste cuando te dije que tenías una sonrisa Bonita?—
¿Por qué tarda tanto en venir Ada y su mamá?
¿Dónde están?
—Debo irme— argumento mi excusa de fuga y doy pasos hacia adelante.
—Estoy seguro que te volveré a ver chica italiana— murmura a mis espaldas —por cierto, yo soy Ayrus Agreste—
¡Así que ese es el nombre del chico del ascensor!
》》》》
Sin palabras... aprecien al prototipo de Ayrus en multimedia💗😏
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top