11. <>

Marinette :

—¡¿Por qué no me lo dijeron antes?!

Los kwamis me miran asombrados ante mi reaccionar, y no es para menos, estoy bastante enojada, no puede ser que me digan que mi hija vio a uno de los kwamis, varios días después.

—Yo sólo bajaba por un poco de galletas— susurra Pollen, el Kwami de la abeja.

En sus ojos se refleja el arrepentimiento por haber hecho algo que no debía hacer, suspiro y trato de sonar tranquila para no asustarlos más.Tikki se coloca a mi costado susurrando algo en mi oído.

—Es que las galletas se acabaron hace un par de días—

—¿Cómo? Si llene su despensa la semana pasada— digo sorprendida, todos se quedan en silencio dándome a entender que comieron por demás.

—Pollen come demasiado— reclama uno de ellos.

—No te hagas que tú también comiste doble el sábado— señala Kalkki —es más, todos son unos glotones, pensé que Plagg era el único pero no, ustedes son peor—

—Tú también no te libras Kalkki, si comiste más de la cuenta— exclama Mullo.

—Oye no puedes...

—Ya basta— los silencio a todos con unas palabras —Dejen de culparse unos a otros—

Esta discusión no podía seguir, y menos con mis padres en la sala, los gritos se escucharían y mi secreto de años sería revelado en un segundo.

Eso no debe pasar. Y todo por unas simples galletas.

—Lo más importante ahora es...— giro hacia Pollen, ya que ella fue vista por Lyn —¿Qué tanto te vio mi hija?—

Pollen adopta una mirada pensativa.

—No mucho en realidad— explica con cierto temor —Quizas un par de segundos, porque luego un chico le habló en la panadería—

—¿Un chico?— pregunto dudosa —¿Querrás decir un cliente?—

—Al principio pensé lo mismo pero no...— niega —ese chico la conoce porque escuché como la llamaba y luego salieron a tomar un helado—

—¿Cómo es aquel chico?—

—Tiene el cabello rubio y los ojos color violeta; es muy bonito— ella suspira —A mi parecer, Lyn tiene algo especial con él, ¿Y si le gusta?—

Al decir eso, todos los kwamis sueltan un sonoro "Awwwww" sus voces se unen al hacerlo y solo consiguen enojarme más, pero no por las galletas, esta vez es por Lynette.

¿Por qué sigue hablando con el hijo de Adrien?

—Lyn no puede gustar de ese chico— declaro firme.

—¿Por qué no?— preguntan al unísono —El chico parece ser una muy buena persona—

—Es hijo de Adrien—

—¿Y eso qué?— responde Pollen.

—Para mi, es un motivo más que suficiente para que Lyn no se acerque a él— doy por terminada la discusión —y por favor, no quiero que vayan merodeando por toda la casa sin fijarse bien, realmente espero que Lyn haya pensado que fue una alucinación lo que vio—

Eso basta para que salga de la habitación rumbo al de Lyn, hace un par de días que no llevamos una conversación fluida.

Necesito saber qué sucede con Ayrus.

Estoy a punto de tocar la puerta cuando su inconfundible voz aparece entre risas mientras escucha una llamada proveniente de su celular, mi mano queda al aire y con un debate.

La puerta está casi abierta.

No sé si hago bien escuchando la conversación de mi hija con ese chico.

—No le digas a nadie pero esa fue la peor vacación de mi vida— se escucha la voz de aquel joven —Literalmente mi padre me prohibió salir por un mes y todo por perder su contrato tan importante—

Lyn sonríe ampliamente y no contiene las ganas de reír frente al móvil, sus ojos se llenan de lágrimas por tanto reír.

—¡Eso no es nada!— exclama ella —Una vez mamá me obligó a comer picante todo porque había echado el paquete en la sopa—

Se escucha la risa de Ayrus por la llamada y no puedo evitar reír bajito, aún recuerdo esa travesura y lo mucho que me costó castigar a mi única hija.

—Al parecer tenemos unos padres estrictos— dice el rubio riéndose —¿Tú crees que ahora que trabajas juntos se llevan bien?—

—Con el carácter que tienen, no dudo que hasta sean mejores amigos—

Prefiero ignorar ese comentario y hacer como si no hubiese escuchado nada, decido marcharme pero en ese segundo Lyn parece despedirse del chico y colgar la llamada.

—Hasta mañana Chica italiana— se escucha por parte del rubio.

—Hasta mañana Chico del Ascensor— susurra la pelinegra.

—¿Qué haces?— me adentro en la habitación por sorpresa.

Lyn se sobresalta y me mira asombrada, sus ojos van hacia su celular y lo apaga por completo. Sonríe levemente y comienza a desatar su cabello para estar más cómoda.

—Mamá no sabía que ya habías llegado del trabajo— dice en cuanto le siento a su lado.

—Digamos que está vez tuve una tarde más desocupada— me acerco y la abrazo —¿Cómo estuvo tu día? ¿Tienes algo nuevo que contarme?—

Ella aprieta los labios y arruga las cejas, su expresión me hace saber que no quiere hablar sobre él.

—Nada nuevo, todo está como siempre— miente claramente.

—¿Segura?—

Asiente y me mira confundida —¿Por qué la insistencia? ¿Acaso estuviste espiandome?—

—¿Tendría algún motivo en especial para hacerlo?— contraataco y ella niega inmediatamente.

—No, para nada, es sólo que desde la llamada de la dirección has estado actuando extraña— frunce el ceno —¿Tienes algún problema con el señor Adrien Agreste?—

—¡No!— exclamo —él es mi jefe y solo mantenemos un tipo de relación extrictamente laboral, fuera de eso nisiquiera hablamos bien—

—¿Está bien?— la ojiazul duda por mis inestables monólogos y prefiero huir.

—Bien, ahora debo ir a hacer la cena, tus abuelos ya deben haber puesto la masa de pan— hablo rápido mientras salgo de allí —te llamo cuando esté lista la cena—

"No puedes ser tan obvia" me reproché a mi misma una vez estuve afuera de la habitación, en serio el destino se estaba ensimismando en que me acerque a Adrien y su hijo a Lyn.

Ayrus :

—¡¿A quién se le ocurrió mezclar las benditas matemáticas con letras?!—

Masajeo mi sien con los dedos, este problema me está volviendo loco y sin exagerar, miro y vuelvo a mirar los números para tratar de asociarlos con las letras pero simplemente no se me da.

Esto es una tortura.

Lo peor de todo, es que me quedan solo unos treinta minutos para acabar la práctica, y de pura suerte, debido a que la maestra de Ciencias no pudo asistir, ahora me encuentro en una situación crítica, nadie puede ayudarme y tampoco busco que lo hagan, prefiero quedarme con la nota más baja.

—¿Disfrutando de tu hora libre?— se oyó a alguien en mi costado.

Aquella persona se acerco colocando sus manos en la mesa mientras se sentó en la silla, me observo un segundo antes de girar hacia mi cuaderno, sus ojos se agrandaron e inmediatamente arrebato el lápiz de mis manos.

—¡¿Cómo puedes poner que la circunferencia tiene un radio de 3.000?!— me asombro por su reaccionar —los datos no son correctos, estás muy mal Ayrus—

—¿Cómo puedes saber eso sí eres tres grados menor que yo?— cuestiono intentando recuperar mi lápiz, ella se aparta —¿Qué piensas hacer?.

—Como tu amiga que soy, me gustaría ayudarte— sonrió y me apuntó con el lápiz —Además, este tipo de problemas son muy fáciles, solo es cuestión de saberte la fórmula.

Asiento mirando detenidamente al cuaderno, ella posa sus ojos en él y comienza a borrar los errores.

Muy pronto, me veo tan ensimismado en el montón de palabras que salen de su boca para explicarme el proceso del problema, suena tan bien que hasta puedo llegar a entender la práctica.

Sus labios se mueven al compás de sus manos, menciona miles de ejemplos y la fórmula correcta, me siento completamente impresionado.

Ella logra que mi cabeza conecté con el cuaderno.

—Aquí, solo colocas el signo del mayor— replica, sus ojos me miran expectantes.

Creo que me distraje un poco en esos ojos.

—¿Qué?—

La pelinegra me lanza una mirada de inercia, su mano viaja hacia su cabello y lo remueve en señal de desesperación. Bajo la vista sintiendo un poco de vergüenza por olvidar lo que dijo.

—El signo— señala con las cejas.

Diviso la hoja y me pierdo nuevamente. Ella suspira, al parecer ya la desesperé un poco.

—Mira, así—

De repente, su mano derecha tomo la mía y la unió entre si para luego alzar el lápiz y obligarme a escribir el signo negativo en el resultado.

Sonríe mirándome fijamente al finalizar su propósito, imito su acción y le devuelvo la sonrisa, ella aprieta los labios al sentir como mi mano no quiere soltar la suya.

Sé que debo hacerlo, pero ahora mismo me siento tan cómodo con su piel sobre la mía, simplemente me gusta sentirla.

—Y es así como terminas el ejercicio— dice con rapidez mientras aleja su mano, sus ojos se apartan de los míos y eso me pone un poco triste.

—Gracias— susurro.

—Bueno, creo que está vez un gracias no será suficiente— alza una vista de suficiencia.

—¿Qué es lo que quieres?— la miro dudoso.

La ojiazul relaja sus músculos y se apoya en el respaldar del asiento, me mira y suelta una risilla.

—Tengo un poco de penita para decirte— se encoge de hombros.

—Solo dilo— la aliento —no es como que me vayas a pedir que te bese o que sea tu novio, debe ser algo más accesible— bromeo y ella me ve con malos ojos.

—¡Ay sí, te sientes tan inalcanzable!— alardea —pero te aseguro que si alguien aquí pidiera que seamos novios, ese serías tú; es más, estarías rogándome—

—Confias mucho en tu belleza— cuestiono sonriendo de lado.

—No sólo en eso, aún no me conoces muy bien Ayrus, puedo llegar a sorprenderte mucho—

Al escuchar esas palabras, mi corazón da un salto, no se porqué, pero me invade un sentimiento extraño, lo cual provoca que me sienta aún más feliz.

Lyn se percata de ello, y deja de hablar, sus ojos se concentran en el piso y luego de unos segundos continua.

—En la clase de Artes, me dejaron un trabajo para investigar la vida de un artista, puedo buscar en Google, pero lo que realmente quiero es entrevistar la vida artística de tu madre— mis sentidos se activan al oírla, ella mira hacia ambos lados —En realidad quería pedirle ese favor a tu hermano, pero preferí hablar contigo, ya que eres mi amigo; aunque si no puedes yo...

—¡No!— paralizo su hablar —ya lo dijiste, soy tu amigo y yo debo conseguir la manera de que entrevistes a Kagami Tsurugi de Agreste—

—¿Puedes hacerlo?— dice emocionada.

—Es mi madre y no puede negarme nada, así que dalo por hecho— le enseño mi mano a manera de un trato.

Ella lo toma y así sellamos un compromiso nuevamente.

—Solo avísame cuando ella lo quiere y yo la cito en un café—

—Tengo una mejor idea— aviso levantándome —Yo te digo el día, pero vienes a mi casa para entrevistarla—

—¿A tu casa?—

Asiento repetidas veces pero al parecer ella no se convence.

—No sería un poco incómodo—

—Para nada, te voy a hacer sentir como en tu casa—

—Esta bien, acepto— dice al final.

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Nuevo capítulo...

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