Viaje: Día 3 (1)


[Jungkook]


Era absolutamente impresionante. Seguro que mi cara era la misma que cuando vi a Jimin bailar por primera vez, pero es que no podía evitarlo. ¡Había cantidad de elefantes y eran enormes! ¡Y lo mejor de todo era que tan solo estaban a unos pocos metros de nosotros!

Ya habíamos dejado atrás cualquier clase de hotel y desde este momento estaríamos siendo transportados de lodge en lodge. Eran algo así como especies de casas situadas en medio de la sabana o monte. Vamos, el alojamiento que iríamos tomando a lo largo del camino, pues nuestro Safari ya había comenzado.

- ¡Jungkook, Jungkook! – Tae se acercó a mí corriendo, rodeando rápidamente el vehículo que nos estaba transportando. - ¡Vamos a hacernos una foto!

Asentí emocionado y posamos con los elefantes atrás nuestro. Debido a que el sol nos cejaba, Tae salió con un ojo medio cerrado, mostrando una expresión muy graciosa. Obviamente no tardé en partirme de risa.

- ¡Shhhhhhhhh! ¡Jungkook, no seas escandaloso! –Miré desconcertado a mi amigo. Esa frase solía decírsela Jin a Tae, no Tae a mí. De hecho era irónico que Tae se la dijera a cualquiera. Levanté una ceja, esperando con curiosidad a las siguientes palabras de mi amigo. – Si te ríes así les darás miedo y se irán. Tienes risa de foca.

- ¡Oye! –fruncí el ceño y le golpe no muy fuerte con el dedo en la frente. – Además, están a casi diez metros. No escucharían ni los gritos de Hope.

- ¡Claro que sí! ¿No has visto las orejas tan grandes que tienen?

- Eso no tiene nada que ver con la capacidad auditiva, Tae.

- ¿Y tú que sabes? ¡Es de lógica que sí!

- ¡Es obvio que no!

- ¡Que sí!

- ¿Entonces tú eres la excepción que rompe la regla o cómo? Con esas orejas deberías estar escuchando la respiración de Mickey!

- ¿Cómo iba a poder hacer eso si Mickey está en Core... ¡OYE! ¡Serás idiota! ¡Vuelve aquí, dientes de conejo!

Reí y comenzamos a rodear el coche, él persiguiéndome y yo huyendo. En un momento que casi estuvo a punto de alcanzarme, aproveché y puse al primero que encontré en medio, quien resultó ser Suga. Tae, sin preocupación alguna, se lo llevó por delante.

- ¡OYE MOCOSO! ¡Suéltame!

- ¡Venga mentita! –Ah sí. Ahora Tae también llamaba así al rapero, y todo gracias a mí. Soy genial. –¡Corre un poco más y alcanzamos al galleto!

- ¡Que yo no quiero alcanzar a nadie, idiota! ¡Y menos corriendo!

Al final el juego terminó derivando a agarrar a Suga de las muñecas y tirar de él, dejando completamente de lado la persecución. Era mucho más gracioso ver como se quejaba y hacía amagos de tropezarse cada dos pasos. Y como Jin estaba demasiado ensimismado en tomar fotos al paisaje nadie nos regañaba, pues los demás disfrutaban tanto de la escena como nosotros.

- Bueno, creo que ya está bien – dijo Zico con una divertida sonrisa, cruzándose con nosotros de frente y agarrando al peliverde, subiéndoselo al hombro y provocando que tuviéramos que soltarle. Suga soltó un bufido y comenzó a dar varios golpes en la espalda de su novio para que le bajara, quien lo hizo de inmediato. - ¿Te salvo la vida y así es cómo me lo pagas? –preguntó Zico con exagerado dramatismo.

- ¡Cómo se te ocurre quedarte mirando y riéndote! ¡Tenías que haber venido en el primer segundo!

- Oh, venga. Fue divertido. – Suga le fulminó con la mirada y el rubio estalló de nuevo en risas. –Está bien. Te vengaré para compensártelo.

Y segundos después éramos Tae y yo quienes huíamos de las manos de Zico. Tae comenzó a correr y saltar a la vez, imitando el sonido de Tarzán, y yo me escondí detrás de Jimin a la primera oportunidad que encontré. Me revolvió el pelo con diversión y rodeo con el brazo en ademán protector. Pensé que Tae iba a hacer con Hope lo mismo que yo, pero en su lugar se giró y saltó sobre Zico, comenzando una nueva guerra, pero esta vez de cosquillas. Incluso el guía, con quien nos comunicábamos por medio del inglés, terminó uniéndose a la diversión.

Y básicamente así pasamos el resto del día, hasta que se hizo de noche, se nos agotaron las pilas y fuimos al lodge.

¡WOW!

Cada cosa nueva que veía era mejor que la anterior. Ese sitio era absolutamente genial. Ni extremadamente grande, ni pequeño. Era perfecto, acogedor y con un decorado muy agradable, adaptado al ambiente. Y lo mejor de todo era que ese nos pertenecía únicamente a nosotros, ya que dimos las habitaciones justas. De hecho, gracias a nuestro gran número, todo el safari lo hacíamos solos.

- ¡Me pido la habitación con vistas a los leones!

- Pero si no hay leones por aquí, idiota. –Respondió Suga.

- ¡Pues con vistas a elefantes!

- Es de noche. Si consigues ver algo más que el marco de la ventana, date por satisfecho. –Continuó Rapmon.

- ¡Entonces... -Tae se detuvo en seco e hizo un puchero pensativo. Finalmente se giró a su novio y sonrió. – En ese caso puedes elegir tú el cuarto.

Hoseok rio y comenzó a subir las escaleras, seguido de todos los demás. Todas las habitaciones estaban en el segundo piso, y efectivamente eran cuatro justas. Comenzamos a andar por el pasillo tranquilamente hasta que Tae volvió a gritar.

- ¡Esta! ¡Esta! ¡Hobi, elige esta!

"Menuda forma de dejar elegir..." pensé sonriendo con ironía. En realidad me parecía bastante tierna la niñería de Tae, era como si ese chico no tuviera maldad alguna en su interior.

Fuimos apropiándonos de las habitaciones a medida que andábamos. Como Jimin y yo éramos los últimos, nos tocó la del final del pasillo. Nada más entrar soltamos las maletas encima de la cama y me dejé caer de espaldas en ella. Estaba muerto de cansancio.

- Estoy muerto de cansancio... -informé con los ojos cerrados, escuchando la risa de Jimin de fondo.

- No me extraña. Te has pasado todo el día corriendo.

- Sí –sonreí al recordar lo bien que había estado. Fue realmente divertido. – Me lo pasé bien.


Click


Abrí los ojos de inmediato al escuchar el sonido de la cámara, encontrándome a Jimin con una en las manos.

- ¿Acabas de hacerme una foto?

- Acabo de hacerte una foto –sonrió satisfecho y seguidamente la comprobó en la pantalla de la cámara. Debí haber salido bien, pues estuvo observándola casi un minuto. – Wow...

- ¿Qué pasa, enano? Enséñamela.

Negó sonriente y se escondió la cámara tras la espalda.

- Esta foto la guardaré solo para mí.

- ¡Pero si salgo yo!

- Me da igual. Sales demasiado bien para que te vean otros.

- ¡Estamos hablando de mí mismo, Jimin! –Se echó a reír pero igualmente negó con la cabeza. Yo hice el amago de levantarme, el cual duró tres segundos, pues del cansancio volví a dejarme caer sobre el colchón. No tenía fuerzas ni para dar un paso, así que lo mejor sería dejar el tema de la foto.

Él se marchó a duchar y yo me terminé quedando dormido, decidiendo que ya madrugaría a la mañana siguiente para darme una ducha. A los pocos minutos volví a abrir los ojos, encontrándome en la misma posición y con la habitación a oscuras. Jimin seguía duchándose.

"La cámara. Ahora puedo ver la foto."

Y eso fue lo que hice. Agarré la cámara y busqué la última imagen tomada.

Salía yo tumbado en la cama, iluminado con la leve luz de la habitación. Mis ojos estaban cerrados, pero no con fuerza, simplemente relajados; como si estuviera durmiendo. Tenía el pelo revuelto y una tímida sonrisa se asomaba por mis labios. Era una foto realmente buena.

- ¿Bonita verdad?

Pegué un respingo al escuchar esa voz a milímetros de mi oreja. Giré la cara y me encontré con su rostro casi pegado al mío. Al igual que yo en la foto, él también sonreía. Sin previo aviso me quitó la cámara de las manos y comenzó a observar él la foto más de cerca, rozando ligeramente con los dedos el cristal de la pantalla. Finalmente levantó la vista y se quedó mirándome a mí.

- ¿Qué pasa? – pregunté desconcertado. Yo ya sabía que no tenía un rostro precisamente feo, pero aún así no tenía sentido que me mirase de esa forma. Negó con la cabeza, aún sonriendo, y apartó un mechó de mi frente.

- Nada.

Por algún motivo me sonrojé. No por incomodidad o vergüenza, simplemente me sentí abrumado. Jimin me miraba de esa forma en la que puedes hablar con los ojos. Expresando perfectamente lo que piensas.

- Cr-creo que mejor iré a bañarme ahora.

Y salí apresuradamente de ahí, con el corazón a mil por hora. Igual que los primeros días de relación. Al volver de la ducha, ahora más despejado y despierto, me encontré a Jimin dormido bajo las sábanas con la cámara aún en las manos. Me metí bajo el colchón, a su lado, y dejé un beso en su mesilla al tiempo que me inclinaba a quitarle y guarda el aparato que aún reposaba en sus manos con mi foto en la pantalla. Y solo en ese momento me percaté de un detalle de la foto que antes había pasado desapercibido a mis ojos.

Sonreí y la apagué, entendiendo porque a Jimin le gustara tanto esa foto, pues en mi bolsillo se asomaba una pequeña pieza de madera con forma de puzzle.


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