Comienzo Suga y Zico

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Declaro mi amor por esta couple. En serio, la amo, y eso que no tenía pensado hacerla en un principio. Fue algo que surgió y me gustó mucho como quedó. Me alegro miles de que también os agradara :)




[Suga]

Si algo me gustaba de Zico era su despreocupación por el que pensasen. Hacía lo que quería cuando quería, y nunca obligaba nada a nadie, consiguiendo embaucar a las personas de mil formas diferentes. Era una persona admirable a mi parecer. Muy irritante en algunos momentos, pero admirable.

Ni siquiera haciéndomelo en medio de aquel pequeño cubículo se preocupaba de cosas externas, centrándose únicamente en mis labios, mi cuello, mi erección y en embestirme con todas sus ganas. Cada movimiento, cada choque, cada roce los hacía sin distracciones. Yo era su primer y último punto de concentración. 

Gemí sobre sus labios al tiempo que me venía, manchando su mano y parte de la pared. Él no tardó en acompañarme, golpeando la pared con fuerza. Tras recuperar el aliento, se deshizo del condón y comenzó a vestirse, igual que siempre.

- ¿Vienes a tomar algo?

Levanté la vista ante aquellas palabras que me pillaron totalmente desprevenido.

Acabábamos de hacerlo en los baños de su universidad, como tantas otras veces desde aquella noche en la fiesta, pero nunca habíamos llegado a más de eso. Cortábamos en el sexo, dejando todo lo sentimental a un lado. No quería meterme en una relación, pues en la única que tuve ya la cagué lo suficiente para todas las próximas que hubieran venido.

- ¿Qué?

- ¿Te quedaste sordo de tanto gemir? –le saqué el dedo y volví a mi cometido, subir la cremallera de mis pantalones. - ¿Entonces vienes?

- ¿Quieres hacerlo otra vez en la cafetería o qué? –pregunté ahora mirándome en el espejo, intentando normalizar mi imagen. Los chupetones y marcas que cubrían mi cuello me daban bastante igual, era más importante mi flequillo, el cual persistía en no quedarse quieto.

- ¿Por qué solo piensas en eso?

- Porque no hay otro motivo por el cual quisieras pasar tiempo conmigo.

- Quizás si lo haya.

"Oh no, mierda. Malo. Peligro."

Me giré lentamente hacia Zico, rezando para encontrar una burlona expresión, algo que me diera a entender que sus últimas palabras iban a broma. Que no había querido insinuar nada con ellas.

- ¿Qu-qué quieres decir?

- Que puede que me gustes.

- No.

Mi miró sorprendido y se rió en mi cara. ¡Yo muriéndome y dándole total seriedad al tema y él se reía en mi cara! Este tipo de cosas son las que me resultaban irritantes. Me gustaban a veces, pero la mayoría del tiempo no las soportaba. Era raro. Con Zico todo era raro.

- ¿No? –sonrió y se acercó, arrinconándome contra el lavabo. Gracias a Dios el baño estaba vacío, porque algo me decía que aun habiendo personas, Zico no se cortaría ni un pelo.

- No...

Me acarició la mejilla, descendiendo por ella hasta llegar a mi barbilla y sujetármela con fuerza, impidiéndome apartar la mirada.

- Me gustas.

- Zico, en serio, par-

- Me gustas. Me gustas mucho. No entiendo qué hay de malo en eso.

- ...

- ¿Qué ocurre?

- ...

- Respóndeme –aflojó el agarre, ahora más sosteniendo que sujetando. Con la mano libre agarró la mía por debajo, comenzando a hacer pequeños círculos en caricias sobre la palma.

- No sirvo para eso. No sirvo para las relaciones.

Soltar esa frase me dolió como hacía tiempo que no me dolía nada. Por un instante recordé perfectamente las palabras de ese chico del cual ya casi ni recordaba el rostro. De Jimin. Del día en que rompimos.

- ¿Por qué piensas eso?

Levanté la vista, centrándome de nuevo en la conversación. Zico me miraba más serio que de normal, quizás hasta preocupado. Jamás le había visto de esa forma.

- Porque es la verdad. No importa, pero es la verdad. –sonreí débilmente, sintiendo un nudo en mi garganta. – Me enamoro de una persona pero no puedo evitar acostarme con otras. No sirvo para ser fiel.

- Sexualmente.

- ¿Eh?

Sonrió ante mi repentino desconcierto a su respuesta.

- He dicho sexualmente. No puedes ser fiel sexualmente.

- ...

- No tiene nada de malo saber diferenciar el amor del sexo.

- Zico, no entiend-

- Si entiendo –Me acomodó el flequillo, tal y como estaba haciendo yo hacía unos segundos, y por alguna razón cuando lo hizo él no volvió a moverse ni descolocarse. Sonrió y acarició tiernamente la mejilla, haciéndome enrojecer. Odiaba que hiciera eso, ¿por qué tenía que sonrojarme si no me gustaba? Era ridículo – ¿Vamos entonces a tomar algo?

- ¿Estás seguro de que luego no te vas a arrepentir? Una vez que me invites a algo ya habrás pagado. No habrá vuelta atrás.

- Estoy seguro de que quiero gastar ese dinero en ti.

Y me besó como nunca antes lo había hecho. Como solo había experimentado con una persona en mi vida. Con el mismo sentimiento que lo hacía Jimin en el pasado. Igual de cursi, igual de sincero.

- Por cierto, dejando los dobles sentidos a un lado... –se apartó y rascó la nuca con nerviosismo, causándome gracia. Era muy tierno. – en realidad no tengo dinero, así que nos invitará Rapmon.

- En realidad lo daba por hecho.

- ¿Ves lo genial que eres? Es normal que me gustes.

- Cállate.

- Sobretodo cuando te sonrojas.

- Zico...

- Justo como ahor... ¡ah! ¡Eso dolió!

- Te aguantas, por no callar...¡EH! ¡¿Qué haces?! ¡Bájame, idiota!

- Me recuerdas bastante a la princesa haciendo eso, igual de adorables.

- ¡Que me bajes ahora mismo!

- Rectifico. Tú eres mucho más adorable.

- ¡Zico!

Rió y salió del baño conmigo en brazos, ignorando mis gritos y amenazas. Riendo en todo momento y saludando a cada persona que nos miraba. Fue horrible.

Inmaduro y vergonzoso.

Algo digno de mi eterna antipatía.

Fue...

- Zico

- Vale, ya te bajo...

Me depositó en el campus, alejándose unos pasos, probablemente esperando un golpe que nunca llegó. En su lugar le besé y abracé con fuerza.

Fue perfecto.

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