೬𐇵☕Café #5: Bombón☕ຼ້ೂ

Me encontré con Fanny en la puerta de la cafetería, la había llamado en la noche para contarle cómo iba todo con Álvaro y el plan que había ideado para que pasaran tiempo juntos.

Ambas entramos y nos sentamos en la mesa cerca de la ventana, que por suerte estaba desocupada.

— Hola Kate... Y hola... Fanny.— Saludó tímidamente Álvaro.

— Hola, Kate me contó que te gusta el básquet. ¿Jugamos esta tarde? — Fanny fue directo al punto.

— Claro... Está bien. Mira, este es mi número.— Álvaro anotó su teléfono en una servilleta.— No tengo idea de cuándo terminaré hoy, así que llámame luego y acordamos. Tú también anótalo Kate, por si las moscas.

A pesar de que Fanny permanecía callada anotando el número en su celular, noté enseguida el brillo en sus ojos, estaba emocionada.

— ¿Qué van a pedir?— Preguntó Álvaro.

— Unas galletas de mantequilla.— Agregó Fanny.

— Yo un bombón.— Indiqué.

— ¿Bombón? No sabía que aquí vendían bombones.— Fanny frunció el ceño confundida.

— Hablo de un café bombón tonta...— Especifiqué.

Café Bombón ☕: Leche condensada y espresso, en ese orden de manera ascendente.

Álvaro fue enseguida a preparar nuestros pedidos.

— Buenos días amores míos. — Llegó Steve inesperadamente .

— ¡Amor, que sorpresa!— Exclamé sorprendida, ya que no me había avisado que vendría.

— ¿Qué haces aquí idiota? No avisaste.— Le saludó Fanny despectivamente, como de costumbre.

— ¿A quién le dices idiota, idiota? — Preguntó Steve despeinando bruscamente a Fanny.

— Ay... Se aman.— Suspiré internamente de ternura.

Álvaro colocó los pedidos sobre la mesa, y una malteada para él, luego se sentó a mi lado, ya que Steve se sentó junto a Fanny.

Steve le lanzó una mirada fría y desnaturalizada.

— Amor, él es Álvaro, nos hicimos amigos en estos días... Luego te cuento. — Intenté explicar de manera concisa el hecho de que Álvaro se sentara junto a nosotros en la mesa.

— ¿Vas a pedir algo? — Le preguntó Álvaro a Steve.

— No... Gracias, compraré un sándwich para llevar en el mostrador antes de salir.— Respondió Steve.

Álvaro miró hacia la mesa.

— ¿Hoy no trajiste tu libreta?— Me preguntó dándole un sorbo a su malteada.

Fanny comía sus galletitas, y yo probé mi bombón.

— ¿Qué libreta?— Preguntó Steve.

Abrí los ojos como platos y posé mi mirada fija y acribillante sobre Álvaro.

— Ups... — Emitió Fanny un sonido deteniendo su proceso de masticación.

Un silencio incómodo nos abrazó.

— ¿Alguien me responde?— Preguntó Steve.

— Es una libreta donde escribo...— Confesé. — Por las mañanas la traigo y escribo un poco mientras disfruto un café.

— ¿Escribes? ¿Escribes qué?— Preguntó Steve haciendo una mueca con sus labios.

— Una novela... Romántica. — Le respondí.

— Steve... Kate tiene mucho talento, deberías convencerla para que lleve ese sueño más lejos.— Opinó Fanny.

— Ayer estuve leyendo un poco y me pareció genial. — Agregó Álvaro .

— ¿De dónde sacas esas fantasías Kate?— Preguntó Steve entre risas.— ¿Tú? ¿Escritora? Me parece que estás ilusionada.

— ¿Qué?— Preguntó Fanny dejando caer su galleta sobre la mesa.

— Es ridículo... Por favor... Baja de esa nube, aférrate a la realidad y olvida esas estupideces. Eres editora... Estás cerca de los libros. Confórmate con eso.

Nunca antes me había sentido tan mal en mi vida, estaba despedazada. Pero sobre todo, una decepción insoportable cayó sobre mí tras escuchar esas hirientes palabras de Steve.

— ¿Cómo te atreves? ¿Cómo pudiste hacer algo así?— Preguntó Álvaro mirando a los ojos a Steve.

— ¿Disculpa?— Prácticamente Steve lo interrumpió.

— ¿Quién te da derecho de decir esas cosas sobre Kate? ¿Qué poder tienes para decidir sobre su futuro o cuestionar sus sueños? Sentiría vergüenza ahora mismo si fuera tú, y pediría disculpas inmediatamente. Kate tiene talento, y merece ser feliz, es algo que debe decidir por ella misma, y tú, deberías apoyarla. ¿Quién rayos te crees que eres?— Cuestionó Álvaro.

— Su novio... ¿Lo recuerdas? Tú solo eres el meserito que conoció hace unos días, no te metas en nuestras vidas o de lo contrario no dejaré que te acerques a ella...— Respondió Steve con un tono amenazante.

— ¡Ey, ey! Vamos a calmarnos. — Fanny se levantó e intentó apaciguarlos.

— No peleen... — Interrumpí.— Siempre supe que era una idea tonta y descabellada, que una oruga sueñe con convertirse en mariposa, no significa que podrá hacerlo.

— Kate...— Intentó comentar Álvaro.

— Tranquilo... Olvidemos que todo esto pasó.

— Yo mejor me largo de aquí. — Agregó Steve arrogantemente, para luego besar mi mejilla e ir al mostrador para comprar su sándwich.

— Es demasiado extraño, Steve no suele ser así, es el novio perfecto. — Comentó Fanny.

— Sí que lo es, todos tenemos defectos, por eso no puedo enojarme con él, ha sido incomparable. Además, sabía que si le contaba, algo así podría pasar, para él es muy repentino todo esto de mi novela.

— ¿A qué se refieren con que es el novio perfecto?— Preguntó Álvaro.

— Llevamos 3 años de relación y nunca me ha puesto un dedo encima, nunca se ha embriagado, o me ha sido infiel. Me compra flores muy a menudo, me dedica canciones, me lleva a lugares hermosos y prepara deliciosas cenas para mí. Cualquier cosa que desee, lo que sea, el busca la manera de que sea mía. Me pone por delante de todo y todos, nunca se estresa conmigo a pesar de su trabajo, ni me grita ni hemos discutido en todo este tiempo.

— Parece irreal...— Agregó Álvaro.

— Ya ves... Por eso es perfecto.— Añadió Fanny.

— ¿Entonces qué le ha pasado hoy?— Preguntó Álvaro.

— Eso sí, a veces cuestiona mis ideas, las soluciones que tengo para los problemas, mis formas de actuar y de pensar... Siempre ha sido así, pero termino haciendo lo que lo mantenga feliz, por eso no discutimos, después de todo una buena esposa debe mantener contento a su marido.— Expliqué.

— No discuten porque no lo enfrentas...— Opinó Álvaro.

— ¿Por qué no cambiamos de tema?— Pregunté asqueada de charlar sobre eso.

— ¿Cuál tema? Tienes 15 minutos para llegar a la editorial.— Me recordó Fanny.

— ¡Oh, por dios!— Exclamé.

— Puedes irte... Yo pagaré.— Se ofreció Fanny.

— ¡Gracias! ¡Adiós!

Y así, los dejé solos para llegar a tiempo al trabajo.

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