೬𐇵☕Café #32: Tonic☕ຼ້ೂ
Me encontraba fuera de la cafetería debatiendo si debía o no entrar. No estaba segura de querer escuchar a Álvaro decir que él y Fanny eran pareja.
Soy la peor persona del mundo.
Al mirar a través de la ventana, noté que ambos estaban sentados juntos en una mesa.
Di un paso atrás aflijida, y me sentí un estorbo.
Aunque sabía que me dormiría en el trabajo sin beber mi café, no lo pensé mucho y me marché para no interrumpirlos.
Ellos están mejor sin mí.
Ese día en la noche.
La noche estaba nublada, ni una sola estrella podía verse en el cielo. Y mientras me dirigía hacia mi casa, pasé justo por el lado de Café Contigo.
Mis pies por sí solos me habían llevado hasta allí.
— ¿Kate?— Preguntó Álvaro, se encontraba parado en el umbral.
— Buenas noches.— Respondí.
— ¡Vaya ojeras! ¿Por qué no has venido esta mañana? Estaba preocupado por ti...
Sí, como no... Tenías la mejor compañía del mundo y pensabas en mí.
— ¿Puedo entrar?
— ¿Desde cuándo preguntas si puedes entrar? Eres un cliente... Es obvio. ¿Estás bien?— Preguntó él con una expresión de confusión en su rostro.
— Descuida, solo estoy algo mareada... Necesito beber café.— Respondí adentrándome en la cafetería y sentándome en la primera mesa que encontré.
— ¿Qué vas a ordenar?
— Un café tonic, por favor.
Café Tonic☕: Mezcla de espresso y agua con gas.
— Enseguida.
Unos minutos después Álvaro regresó con mi pedido, la cafetería se encontraba completamente vacía.
— Tienes el cordón desatado.— Se percató él, para luego arrodillarse y hacer un lazo de cuatro orejas.
— ¿Dónde aprendiste a hacer ese nudo?
— En un campamento de verano al que fui de niño.
— Oh... Un campamento.— Suspiré.
— ¿Recordaste algo de aquella época?— Preguntó él sentándose frente a mí.
— No... Yo... Nunca fui a un campamento.
— ¿Cómo? ¿Qué persona en su niñez no asistió a al menos un campamento de verano?
— Mis padres no me lo permitían, recuerdo muy bien que mis amigas traían fotografías en sus cámaras, dibujos y lindas historias que contar. Yo solo deseaba ir con ellas, vivir esas experiencias... Pero nunca pude. Mientras ellas se divertían, yo permanecía en casa, encerrada.— Le conté.
— Ey... Lo siento Kate.— Respondió comprensivo.
— Tranquilo, pasó hace mucho. Pero no quiere decir que lo haya olvidado, nunca supe ni sabré lo que se siente ir a un campamento de verano.
De repente, comenzó a llover torrencialmente, y recordé aquella noche en que me torcí un tobillo y Álvaro me rescató.
— Estas circunstancias me recuerdan a aquella vez que por necia te torciste un tobillo en la entrada y terminamos empapados por la lluvia.— Me recordó él.
— Disculpa que te pregunte de repente, pero es que lo recordé justo ahora. ¿Cómo te ha ido con Fanny?
— Pues... No pude decirle.— Respondió mirándome a los ojos.
— ¿Pero qué sucedió? Estabas tan decidido...
— ¿Por qué no viniste esta mañana?.— Ignoró mi pregunta.
— ¿Por qué esquivas el tema?
— ¿Por qué tú has esquivado desde que llegaste el tema de que no hayas venido en la mañana?
— ¿Ves? Me ignoras...
— Y tú ignoras lo que digo...
— ¡No lo entenderías!— Exclamé levantándome del asiento.
— ¡No lo entiendo porque no me explicas!
— ¡No puedo explicártelo! ¡Es demasiado complicado!— Le grité para luego correr hacia la calle.
La imponente lluvia me había empapado.
— ¿Por qué estás tan extraña Kate? — Preguntó Álvaro, el cual se encontraba parado detrás de mí, empapado.
El agua helada corría por nuestros cuerpos.
— ¿Por qué te importa? ¿Por qué?— Pregunté desesperada mientras las lágrimas comenzaban a inundar mi rostro, pero por suerte la lluvia no permitía que se vieran a simple vista.
— ¿Por qué no habría de importarme? Sé que necesitas tu café mañanero, es normal que me preocupe si no vienes por él.
Las luces de un auto que pasó rápidamente nos iluminaron.
— Tienes a Fanny... Ella te gusta, quieres estar a su lado. Y así debe ser... Estás hecho para ella Álvaro. Llegué a la entrada esta mañana, pero decidí que lo mejor sería continuar mi camino porque ví a través de la ventana que se encontraban desayunando juntos.— Le expliqué y me giré avergonzada, quedando de espaldas a él.
— Ha pasado tiempo, y aún así no logras darte cuenta Kate... ¡No me importa quien esté conmigo! ¡Puede ser el mismísimo Papa Francisco o Michael Jackson salido de su tumba! Si no estás tú... Nada funciona... Ni mi día, ni mi cabeza, absolutamente nada. Tal como tú necesitas beber tu café mañanero, yo necesito verte cada mañana. No interrumpes nada que me encuentre haciendo, no importa quien se encuentre conmigo, no me sentiré cómodo ni completo... Si no estás tú.
Mis ojos se encontraban abiertos como platos y mi respiración se encontraba bastante agitada.
Unos segundos después, aunque sabía que me arrepentiría de eso, me giré bruscamente y quedé frente a él. Luego me acerqué de a poco a su rostro mojado, y posé mis labios sobre los suyos.
Él tomó mi cintura entre sus manos y me siguió el beso como si el mundo se acabara al día siguiente.
— ¡Lo siento!— Exclamé empujándolo con fuerza.
Finalmente, avergonzada corrí hacia mi casa bajo las fuertes lluvias, mientras él gritaba una y otra vez mi nombre.
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