೬𐇵☕Café #3: Capuccino☕ຼ້ೂ
El humo del café me abrazó al adentrarme en la cafetería, estaba feliz y tranquila luego de despertar y recordar la maravillosa cita que había tenido la noche anterior, Steve me había llevado a cenar a un restaurante caro y lujoso, además, alquiló un grupo de mariachis y me dedicó una serenata en medio del parque.
Era el novio perfecto.
Me senté en la mesa que quedaba justo al lado de la ventana, la verdad es que era mi lugar favorito, pero la mayoría de las veces estaba ocupada.
— ¿Qué beberás esta vez? — Preguntó el mesero para tomar mi pedido.
— Un capuccino y unos brownies.
— Enseguida.
Café Capuccino☕: Espresso, leche y espuma de leche, en ese orden de manera ascendente.
No sabía cómo entablar una conversación con el mesero de forma discreta y que pareciera lo más normal posible, hasta que recordé lo que había sucedido el día anterior.
"Que seas muy feliz con tu compromiso... Kate."
— Aquí está.— Colocó el capuccino y el plato de brownies sobre la mesa.
— Disculpa no haberte respondido ayer... Estaba apurada, debía llegar a mi trabajo y solo tenía 10 minutos. Gracias por tu comentario, y perdona la actitud de mi novio. — Abrí paso a la conversación de manera para nada sospechosa.
— Descuida...— Respondió.
— ¿Cómo sabes mi nombre?— Pregunté curiosa.
— Tu amiga gritona lo ha mencionado, sería extraño si no lo supiera. — Explicó.
— ¿Así que la opinión que tienes de Fanny es "la chica gritona"? —Me dije internamente. — Fanny es hiperactiva y alegre... Pero no es mala persona.— Aclaré, comenzando a introducir el tema.
—No lo parece la verdad, parecía muy feliz con tu boda. —Expuso.
— Sí, es mi mejor amiga y también es una gran amiga de mi prometido.
— Ya veo... Me gustaría seguir charlando pero debo volver al trabajo, disfruta tu café.
— Espera... ¿Cuál es tu nombre?
— Álvaro.— Mencionó señalando el pequeño cartel en el botón del bolsillo de su camisa.
— Oh...— Emití un sonido avergonzada. — Que tonta... Entonces... Álvaro, sigue haciendo bien tu trabajo.
Álvaro asintió con la cabeza y fue al mostrador a preparar más pedidos.
Le dí un sorbo a mi capuccino, un solo trago de café me extasiaba por completo.
Mientras observaba por la ventana, una pareja traía una pequeña niña de las manos.
Siempre soñé con tener dos pequeños, pero había renunciado a ese sueño porque a Steve no le agradaban los niños. Era el chico que toda chica necesitaba en su vida, pero ese era uno de sus defectos, y no somos perfectos, ni lograremos serlo nunca.
Álvaro se acercó para retirar la taza sucia y el plato y dejar la cuenta.
De repente un niño pequeño corrió cerca de él y se tropezó, cayendo bruscamente al suelo.
— ¡Mamá!— Exclamó el niño entre sollozos.
Álvaro lo levantó del suelo, y se sentó frente a mí con el pequeño sentado en las rodillas.
— ¿Te gustan los superhéroes?— Le preguntó al pequeño.
— Sí...— Respondió el niño secando constantemente sus lágrimas.
— Mira esto... — Álvaro tomó de su bolsillo el bolígrafo con que anotaba los pedidos, y dibujó en una de las servilletas de la mesa un superhéroe.
— ¿Te gusta?— Preguntó.
—...— El niño permanecía en silencio secándose la nariz y los pómulos, suspirando aún.
— Toma, es tuyo. ¿Te gustaría ser un superhéroe?
— ¡Sí!— Exclamó el pequeño.
— Bien. ¡Serás un superhéroe mucho mejor que el de este dibujo! Pero para eso debes comenzar dejando de llorar. ¿Qué te parece? ¿Eres lo suficientemente valiente?
— ¡Claro que sí!— Respondió el niño emocionado agarrando el dibujo.
— Espero que un día salves la ciudad de los villanos, te estaré esperando... — Álvaro bajó al pequeño de sus piernas, y este se marchó corriendo hacia su madre que lo buscaba.
Sin darme cuenta me encontraba sonriendo como una tonta, estaba fascinada con lo que mis ojos acababan de presenciar.
— Me llevaré esto. — Dijo Álvaro levantándose de la silla y tomando la vajilla.
— ¿Te gustan los niños?— Pregunté.
— Mucho... Me gusta interactuar con ellos.
— ¿Puedo hacerte una pregunta un poco indiscreta?
— Adelante.
— ¿Por qué eres tan serio y sin expresiones faciales? Cambió mucho tu forma de comportarte cuando estabas compartiendo con el niño.
— Es que... No quería parecer que tenía exceso de confianza con los clientes, es mejor ser serio, pero no desagradable, con ellos. — Explicó.
— Te sugiero algo, no es que seas como Fanny, tan gritona y resaltante, pero una sonrisa no está mal. ¿Qué crees?— Opiné con una pequeña sonrisa.
— Seguiré tu consejo... Gracias por tu sugerencia. — Respondió dibujando una sonrisa, tenía hoyuelos en las mejillas.
— Eso... Mucho mejor.— Agregué.— ¿Sabes? Puedes llamarme por mi nombre a partir de hoy... Y también a Fanny, presiento que se van a llevar muy bien.
Álvaro asintió con la cabeza y llevó la vajilla sucia al mostrador.
Dejé el pago sobre la mesa, y con una sonrisa en el rostro me fui a trabajar.
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