೬𐇵☕Café #28: Frapuccino☕ຼ້ೂ
— ¿Has visitado a Fanny?— Le pregunté a Álvaro mientras acomodábamos las mesas.
— No... Planeo visitarla esta tarde, le llevaré unas flores.
Brillante, genial.
— Se pondrá feliz cuando te vea...— Añadí con una leve sonrisa.
— Sabes... Me preguntaba qué habías decidido decirle a Steve al final.— Esquivó el tema.
— Terminé diciéndole lo que tenía previsto, que era un sueño frustrado de juventud de mi madre. — Expliqué.
— ¿Se lo ha creído?
— Eso espero... Me he divertido mucho aquí, a pesar de que mis primeros clientes ayer no resultaron los más amables, me alegra no haber tenido que lidiar con algo similar durante el resto del día y la noche. Se que ya lo he hecho, pero me gustaría volver a agradecerte el haberte arriesgado y mentido a tu jefe sobre mí...
— Haría cualquier cosa por tí Kate.— Respondió seriamente .
Inmediatamente el modo nerviosa se activó en cuanto esas palabras penetraron mis oídos y el cerebro procesó la información. Me sonrojé como era de esperarse, y no tenía idea de qué responder ante eso... Pero ya me conocen, solo decidí callar.
Aunque intenté ocultar mis nervios, Álvaro notó lo rojas que estaban mis mejillas y lo desesperado en mi mirada.
— Bueno... Tú eres una gran amiga... Haría cualquier cosa para ayudarte.— Intentó aclarar a pesar de que noté su nerviosismo tras verme.
Es cierto, Álvaro y yo solo somos amigos, y así debe ser...
Unos minutos después nos sentamos a la mesa para desayunar rápidamente antes que llegaran los clientes, bebí un café frapuccino y comí un sándwich de huevo, mientras que Álvaro solo tomó una botella de leche, noté que le gustaba bastante.
Café Frapuccino☕: Mezcla de espresso, jarabe de caramelo, leche, hielo y crema batida.
Luego me dirigí al mostrador y tomé una jarra de cristal entre mis manos para llevarla a la cocina, cuando de repente se escurrió de entre mis dedos y cayó. Por suerte Álvaro la atrapó unos centímetros antes de llegar al suelo.
— ¡Lo siento!— Me disculpé inmediatamente.
— Descuid...— Intentó decir cuando de repente di un paso hacia atrás y me golpeé la cabeza con una repisa, provocando que un plato se resbalara de su sitio. Álvaro ágilmente lo atrapó, pero cuando nos dimos cuenta estaba acorralándome contra la pared.
Uno de sus brazos sostenía el plato, mientras que el otro se encontraba apoyado en la pared, justo al lado de mi rostro. Su torso estaba pegado al mío, al igual que nuestros rostros.
Oh no, no, no, no, típica situación cliché de película de adolescentes.
— Estás algo torpe hoy...— Musitó en mi oído para luego mirarme a los ojos.
— Siento haber...— Intenté disculparme, pero estaba demasiado ansiosa hasta para terminar una miserable frase.
Nuestras miradas estaban conectadas, era como si nuestros ojos intentaran expresarle algo al otro.
— ¡Ey!— Nos gritó uno de los meseros.— ¿Podrían besarse fuera del establecimiento? Los clientes están llegando y los están observando... Tengan la decencia de por lo menos encerrarse en el baño.
— Nosotros no...— Intentó explicar Álvaro tras separarse de mí.
— Es que...— Probé justificarme.
— Solo tomen los pedidos y ya está.— Nos cortó y rápidamente se dirigió a una mesa para atender unos clientes.
Salí de ese rincón contra la pared y tomé una libreta con un bolígrafo para tomar las notas.
— ¿Está bien señorita?— Preguntó un niño que se encontraba sentado en la mesa que decidí atender.— Es que está muy roja... Y sofocada.
— Es que... Bueno... Gracias por la preocupación...— Respondí entre suspiros, mientras sentía el sudor correr por mi espalda y frente.
Intenté reponerme como pude mientras la madre del pequeño me observaba seriamente.
— Perdón por el estado en que he venido a atenderlos... Buenos días. ¿Qué desean?— Pregunté educadamente intentando ocultar mis terribles nervios.
— Unas galletas de chispas, un chocolate caliente, un espresso y unos Nuggets para llevar. — Ordenó su madre.
— Enseguida, y reitero mis disculpas.
Me dirigí a la cocina para hornear las galletas y freír los trozos de pollo, mientras el café se preparaba en la máquina.
Busqué en la alacena el chocolate en polvo y coloqué un poco en una taza grande, luego vertí el agua hervida del fogón y añadí azúcar y un poco de leche en polvo.
Unos minutos después coloqué las galletas recién horneadas en un plato llano, y este en una bandeja circular. Luego puse en ella la taza con el chocolate caliente, y busqué el espresso.
De repente, un fuerte aroma a quemado penetró mis fosas nasales, y comencé a observar todas las hornillas y hornos de la cocina, hasta que me topé con lo que menos imaginaba... Mis Nuggets quemados... Los trozos de pollo se encontraban completamente negros.
— ¡Por Dios!— Exclamé al notar el desastre que había provocado.
¡Todo esto es culpa tuya Álvaro! ¡Nada de esto sucedió ayer! ¡Me has desconcentrado!
Mis pensamientos no se encontraban en los Nuggets ni nada de lo que había preparado, sino en el maldito mesero de abundante cabello castaño y hoyuelos en la mejillas.
Di un fuerte paso atrás por el estrés, y ahí estaba él, sosteniéndome entre sus brazos para que no chocara.
Mi mirada volvió a perderse en la suya, mientras sus manos sostenían mi brazo y cintura.
— ¡Qué demonios están haciendo! ¡Por todos los cielos!— Exclamó el mismo mesero que nos había regañado un rato atrás. — ¡Han dejado que se prenda en fuego el pollo!
El mesero corrió hacia la hornilla donde de encontraban mis Nuggets quemados y colocó el sartén bajo el fregadero abriendo la llave. Inmediatamente un humo espeso comenzó a emanar del sartén y los restos rostizados.
Mientras tanto Álvaro se encontraba aún sosteniéndome entre sus brazos, ambos estábamos observando la escena sin procesar bien del todo lo que ocurría.
— ¡Supongo que ustedes desean incendiar algo más que la cocina! ¡Ya les dije que fueran a vivir su romance fuera de aquí!— Nos gritó enojado mientras el humo desparecía poco a poco.
— No... No... Es un malentendido...— Me soltó Alvat e intentó nuevamente explicarle al chico.
— ¡Los pedidos de la mesa 4!— Exclamé tras recordar que tenía la bandeja preparada con el resto de los pedidos exceptuando los Nuggets.
Inmediatamente llevé la bandeja y me disculpé por la demora, aunque también mentí diciendo que me olvidé anotar los Nuggets cuando los mencionó.
Noté la molestia de la señora por el rato no tan corto que llevaba esperando.
Álvaro... Álvaro... Por favor no alteres más a mi inestable corazón.
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