೬𐇵☕Café #26: Almond Milk☕ຼ້ೂ
Las tijeras que tenía en casa perdieron su filo, así que antes de visitar la cafetería decidí pasarme por una tienda de utensilios escolares y comprar unas nuevas.
Justo en el momento que atravesé la entrada sentí que algo pinchó suavemente mi torso, la punta de las tijeras había roto el bolso.
Oh Dios mío.
— ¿Y eso?— Preguntó Álvaro mientras pasaba por enfrente mío llevando un pedido a la mesa cerca del umbral.
— Me estoy preguntando lo mismo desde hace un par de segundos.— Respondí lanzando agresivamente el bolso a la primera mesa que encontré en mi campo visual.
Álvaro fue hasta el mostrador para llevar vajilla sucia y anotar mi orden.
— Pudiste haberte lastimado... Por suerte solo atravesó el bolso. ¿Qué lleva tu orden de hoy?— Preguntó sacando la punta del bolígrafo.
— Un café Almond Milk, unos brownies y dos pasteles de nueces para llevar.
Café Almond Milk☕: Espresso, leche de almendras y espuma de leche de almendras, en ese orden de manera ascendente.
— Tienes un gran pedido hoy... Es raro. — Cuestionó.
— Hoy tengo mucho trabajo en la editorial, me quedaré hasta tarde... Compro el almuerzo en el restaurante de enfrente, pero como estaré hasta la noche compraré los dos pasteles de nueces, uno para mí y el otro es para Steve cuando vaya a por mí.— Expliqué.— Oh... Hoy es un día en que quisiera que la tierra me tragara, tengo mucho papeleo en el trabajo, debo visitar a mi madre cuando salga de allí desde hace unos cuántos días y para colmo se ha roto mi bolso favorito... ¡Es un desastre!
¿Qué quiere la vida de mí? ¿Qué clase de karma es este?
— ¿Te gustan las pulseras?— Preguntó dibujando una sonrisa.
— Pues... Si... ¿Pero a qué viene esa pregunta tan repentina?— Fruncí el ceño.
— Ya verás, espera un minuto a que prepare tu pedido.
Álvaro se retiró al mostrador, dejándome confundida.
— ¿Qué otra cosa puede salir mal hoy?— Me pregunté a mí misma.
De repente mi celular vibró, era un mensaje de Fanny.
Mejor Amiga Fanny❤️: Hoy planeaba visitar la cafetería, pero cuando bajaba las escaleras me resbalé con un juguete de Snoopy y tengo un moretón en la cadera, no te preocupes, no es nada grave pero siento un dolor insoportable. Ven a verme en cuanto puedas, necesito contarte sobre la noche en que visité a Álvaro y no, no puede ser por teléfono. Besos.
Entonces me di cuenta en ese momento, que las cosas sí podían seguir empeorando.
— Aquí tienes tus brownies y tu café almendrado... Antes de irte pasa por el mostrador para entregarte los pasteles, demorarán un poco.— Regresó Álvaro unos minutos después acomodándose frente a mí.
— Huele delicioso... Por lo menos esto ha salido bie... — Derramé un poco el café sobre mi camisa blanca.— ¡Genial! ¡Fantástico! ¡Puedes seguir siendo cruel conmigo destino!— Exclamé con mi paciencia hasta el límite.
— Calma Kate... Aver, veamos, tu trabajo no es algo con lo que pueda ayudarte, tampoco puedo ayudarte con la ropa, y no puedo arreglar tu bolso, pero las cosas pueden mejorar... Mira, dame el bolso y las tijeras.
No entendía que pretendía hacer, pero si en verdad mejoraría la cosas no dudaría un segundo en entregárselos.
Mientras bebía lo que quedaba de mi café y comía mis brownies, Álvaro cortó finísimas y largas tiras del bolso de cuero, y luego las trenzó de una manera muy peculiar.
— ¿Qué estás haciendo?— Pregunté observando su proceder con detenimiento.
— Ya verás... Espera un poco.
— Fanny se ha caído de las escaleras... Pero me dijo que no debemos preocuparnos, que no es nada grave. Aún así deberías llamarla e ir a visitarla.
— Lo haré... Tranquila, espero que en verdad esté bien.— Respondió notándose la preocupación que tenía.
Unos minutos después Álvaro terminó de enredar las tiras, había confeccionado una pulsera.
— Es muy bonita...
— Ves... No había forma de reparar tu cartera, pero por lo menos pudo aprovecharse.— Agregó mientras colocaba la pulsera en mi muñeca.— Se ve muy bien en tí.— Susurró sonriente, aunque pude escucharlo.
— Me encanta... Gracias por tratar de alegrarme un poco el día.
— Pero... Espera...— Soltó mi mano y se quedó pensativo.— Sí hay una manera de arreglar el asunto de la mancha de café en tu ropa.
— ¿La hay?
— Tu camisa es prácticamente idéntica a la mía, intercambiemos, de todas formas yo trabajo con café así que sería algo normal, y así tú irás limpia a la editorial.
— Pero es tu uniforme...
— Tranquila, lavaré tu blusa cuando vaya a casa y la traeré mañana, entonces me lo devuelves.
— ¿Crees que me servirá?— Pregunté levantando las cejas, estaba dudando si los botones del pecho cerrarían.
— Intentémoslo.
Álvaro y yo fuimos hasta el baño, y mientras esperaba a que desatara su corbata en el umbral, mis ojos estaban ansiosos por divisar lo que estaba a punto de aparecer ante mí...
— Toma, hay un pestillo, si gustas puedes pasarlo.— Dijo entregándome su camisa.
Inmediatamente mis ojos recorrieron su abdomen, y aunque era delgado, sus meses de levantamiento de pesas en la prisión se notaban a simple vista.
— ¿Kate?
Me encontraba completamente distraída.
— ¿Kate?... ¡Kate!— Exclamó.
— Oh...— Emití un sonido avergonzada.
Rápidamente tomé la camisa y cerré la puerta, luego me apoyé de espaldas a la misma y cubrí la mitad de mi rostro con mis manos, abriendo los ojos como platos.
Por Dios... ¿Qué acabo de ver?
Recordando que estaba esperando fuera me quité la blusa y me puse su camisa, por suerte me quedó, aunque no a la perfección, apretaba bastante mi pecho y me quedaba bastante larga, pero por suerte pude meterla dentro de la falda.
— ¿Qué te parece?— Pregunté abriendo la puerta.
— Pues... Te quedó pero... ¿Puedes respirar bien?— Preguntó mientras sus ojos se clavaron en un lugar indebido.
Inevitablemente me sonrojé.
— ¡Perdón! ¡Lo siento!— Se disculpó para luego sonrojarse al igual que yo.
— Descuida... Está bien, sí me queda ajustada de pecho, pero la usaré, agradezco tu ayuda... Aunque no me agrada la idea de que tengas que estar todo el día con mi blusa sucia, y no sabemos si te queda.
— Bueno, probemos. — Álvaro se vistió con mi blusa, y le quedaba algo apretada. — Ajusta un poco... Aunque los dos estamos en la misma situación. Pero no me importa pasar todo el día así, además estoy feliz porque pude ayudarte, y porque sentiré tu olor todo el tiempo.
Me sonrojé de nuevo.
— Debo irme...— Decidí huir tras experimentar el mariposeo de nuevo.— Pero también estoy feliz porque sentiré tu aroma a café durante todo el día...— Admití aún sonrojada, sentía como la sangre ardía en mis mejillas. — Nos vemos.— Me despedí alejándome del umbral del baño.
Sin embargo, al llegar a la salida, algún impulso descabellado actuó en mí por encima de la razón, y regresé hasta él, besé su mejilla y entonces pude irme, con la cabeza hecha un lío y también arrepentida... Pero no solo mi mente se encontraba aturdida, sino también mi corazón.
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