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No llegué a tiempo...
Después de algunos meses comenzó su tormento.
Sentía un vacío cada que miraba a ese chico por los corredores de la escuela, solía evitar verlo por un sentimiento de culpa en su pecho.
Comenzó a notar cambios en si mismo que jamás se imaginó tener, estaba más estresado que antes y muy muy irritable. Se sentía enojado todo el tiempo.
Hoy tuvo que mostrar unos papeles a la universidad, tenía que presentar el ticket de su pago de algunos exámenes para poder recogerlos y pasar sus materias. Pero no encontraba el dichoso papelito en ningún lado.
— ¡Te juro que no sé dónde lo dejé, Mephiles!
— ¿A dónde fuiste ese día después de pagar esa cosa?
— Ahm...oh no...la casa de...¡Agh! —refunfuñó.
La casa de su ex novio, Maurice.
— Bien, solo hago esto y me voy...no se p-porque estoy tan nervioso...
Miró su reflejo en la entrada de un local, estaba sudando y estaba muy sonrojado. Hoy es sábado, por lo que aquel chiquillo estaría en su casa muy probablemente.
"Shadow, ¿Podemos ver esta película?—
¿Hm?, ¿Cuál, está?—
¡Sip!—
¿No crees que es muy infantil? —
¡Esas son las mejores! —"
Sonrió un poco, ese día no le había gritado ni golpeado. Pudo ver sus ojitos brillar dulces mientras compartían bebidas y chucherías por toda la plaza comercial, disfrutaron de una película tierna y finalmente se despidieron cuando el azebache llegó a su casa; porque sí, el azebache no se dignaba a ir a dejar a "la novia" porque no quería que le vieran con él. Siempre lo dejó regresar sólo.
Frunció el seño confuso mientras retomaba la caminata al departamento.
¿Lo quería enserio?
Todo el camino a esa casa lo pensó, pensó demasiado y no llegó a una conclusión, solo a la puerta de ese chico.
La recepcionista lo dejó pasar como si nada, estaba muy entretenida viendo vídeos en internet así que no tuvo problemas. Llegó al número 15 decorado con una estrellita mal pegada, tragó saliva nervioso, tocó la puerta.
Pero nada.
Volvió a tocar con la esperanza de que Maurice estuviera adentro para contestarle, pero no fue así. Se le hizo extraño, a lo que sabía de su rutina, prefería pasar los fines de semana en casa.
— Quizás hoy quiso sa-
Un vidrio quebrado sonó por dentro, lo que lo hizo recapacitar y comenzar a forcejear la puerta mientras la golpeaba.
— ¿Sonic?, Sonic abre la puerta, necesito algo mío que dejé aquí —esperó respuesta nervioso, pero nada—...¿Sonic?, ¿¡Sonic estás bien!? —forcejeó más insistente.
No se escuchaba nada en el interior, ¡no podía romper el maldito cerrojo! Miró a los lados con desespero mientras veía objetos con los cuales podría romper el pestillo. Tomó un martillo de entre unas herramientas en frente de un florero, estuvo a punto de dejar caer aquel metal cuando...
— ¿Si...?
Abrió la puerta.
— ¿Un ticket?, Ahmm...un ticket...escuela...
Esto era muy extraño, llevaba más de veinte minutos pensando en esa pregunta que poco le importaba la respuesta ya. Sus ojos temblorosos y su falta de reacción le preocupaban, seguía afuera del departamento, en la puerta de entrada; miraba el poco estado de alerta que tenía el muchacho.
— Tengo sueño...
Entrecerraba sus ojos mientras comenzaba a respirar un poco más fuerte.— Lo siento...de verdad yo-
— ¿Puedo pasar?
Se estaba arriesgando un poco, pero necesitaba ese ticket y sersiorarse de que aquel vaso roto tuviera algo que ver con ese comportamiento tan poco sano. El de ojos verdes le dejó pasar un poco tambaleante, cerró la puerta tras unos minutos de haber entrado.
Miró y buscó, hasta ahora no había nada raro.
— ¿Puedo servirme un poco de agua?
— aham...
Una mentira piadosa para poder entrar en el lugar donde, muy probablemente, estaba aquella evidencia hecha trocitos.
Para cuándo se dio cuenta ya era muy tarde.
El bote de pastillas vacío, el vaso de vidrio quebrado junto a la llave de agua abierta y el tremendo sonido que hizo el cuerpo de Maurice al caer al suelo; le pusieron los pelos de punta
Dió la media vuelta despacio y con miedo a encontrarlo ahí en el suelo, y temió con más razón cuando un hilo de sangre salía de su nariz.
— Después te traje aquí...y mírame ahora—le hablaba vagamente—...esperando a que despiertes de tu coma por sobredosis de antidepresivos.
Acarició su mano, temía perder ese tacto.
— Hubiera dado lo que fuese por evitar todo esto...t-te lo juro...
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