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(。☬ Ushijima Wakatoshi ☬。)
u.a.
Año 2089
Las montañas están llenas de miedo por los helicópteros acechando los aires en busca de los amotinados de la sociedad. La sociedad construida para desmembrar los corazones, mutilar las expresiones humanas, matar a las almas amantes.
Últimamente las facciones están cobrando más fuerza, haciendo estremecer la legítima ley de la sociedad contra la que se encuentran encarnizados. Vagando en especies de cementerios, vagando vida, vagando amor. Si Ushijima no se hubiera metido con Kara, nada de eso hubiera pasado; al menos eso murmuran los altos mandos. Pero entre la nostalgia de presenciar el acto de quererla o escoger quedarse sin sentir ni odio hacia sí mismo, Wakatoshi Ushijima ha elegido ser un obstinado.
Wakatoshi ha escogido ser otra mutación conspirativa de la vida que había estado demandando todas su raíces. ¿Por qué cuando cumplían los 12 tenían que renunciar al amor? ¿Por qué cuando los ojos le brillaban, recibía críticas destructivas? ¿Tan malo era? ¿De dónde nacen sus facultades simpáticas? Siempre le habían dicho que la gente de la tierra cuando se sonrojaban, era porque la noche los atacaba o sentían frío. Nada de esas explicaciones incluía al euforia, la adrenalina, la vergüenza. Una vez que conoció a Kara, el mundo adquiría colores extravagantes de aquellos que no aprendía en la escuela, ni de sus padres.
—Los Soplones de Dorothy¹ estaban agrupados en la colina este. No tengo ni idea de para qué.
Cuando Kara y Wakatoshi pasaban por la calle baja junto a la arboleda, se escondieron. Imitando fantasmas entre la penumbra de los faroles que alumbran un tono azul incluso más fuerte que cualquier piedra preciosa.
Ver al oficial pronunciar esas palabras no fue lo suficiente como para alarmarlos, no logran atacar de pánico su espina dorsal, porque saben que no son los únicos buscados. Porque el cabello corto de Kara vuela por el viento helado, mientras sus manos se pasean por el duro pecho del castaño, buscando calmar más que los nervios, la horrible sensación de molestia.
—¿No crees que es hasta gracioso?
—¿Gracioso? –Wakatoshi frunce las cejas pero sin destruir la calma con la que se maneja todo el tiempo.
—Ellos no esperan que nos quedemos.
Por las colinas, los gritos cruciales de la revolución están comenzando a tomar forma.
Ambos giran rápidamente en la dirección. Juntando de bruces una especie de tonalidades significativas en el pecho, esas cosas que el líder Ukai había bautizado como “emociones”, que se arremolinan y chocan atractivas sin contener para nada el resto de átomos por su cuerpo. Como queriéndose unir también a la fiesta.
El ex-oficial le toma de la mano, le besa el dorso y continúan el camino. Sabiendo en debidas cuentas que encontrarse con los demás era lo que los mantendría al margen de la marcha esplendorosa.
¿Qué sería de su vida si Kara no hubiera aparecido? Lo más seguro es que estaría en uno de esos helicópteros buscando las supuestas amenazas que las facciones organizaban en su contra. Sin esperar ningún tipo de cambio a su monótona vida diaria, sin indagar en las banalidades que le hicieron ingerir con tanto peso a sus doce años.
Pero la satisfacción de haberla conocido era la respuesta. Más que eso, ahora mismo la mira y sabe que Kara es la respuesta. Con el cabello esponjoso de un rubio cenizo, no puede mentir con que podía ignorarla así ya no sintiera nada. Que el fuego de los castigos lo consumieran antes que olvidar sus primeros encuentros. Ella buscaba información, pero encontró más que eso.
Encontró un aliado matutino, de esos que no se van. Hasta se preocupaba, porque más de una vez Kenjiro le hizo una biopsia pero aseguraba que la Eutanasia Simpática había sido diluida de maneras impresionantes. Wakatoshi sí sentía, sólo que no lo mostraba por completo. Y eso era un avance. Una provocación a esos sentimientos que le desbocan la vida en un milisegundo.
Cuando se encuentran con el resto del grupo en zona baja de la colina sur, Satori le da un recibimiento acalorado junto al resto del comando púrpura. Asegurando que ya Wakatoshi al estar ahí era un bautizo inminente y que no habría vuelta atrás después de eso.
Y el castaño lo sabe. Sabe que en tales desmedidas circunstancias, habían llegado demasiado lejos. Esa noche, tres fiscalías iban a caer, junto con el Capitolio de Bronce. No debían irse. Debían quedarse.
El lema de las facciones en su mayoría es ésa: «Una vez que sientes algo correr por tus venas, debes quedarte para terminar la experiencia completa».
Pero para Wakatoshi, la experiencia jamás se completaba. Tampoco tenía apuro. Quizás el supuesto encanto de lo que le estaba pasando jamás se terminaba. Como si mutara sin detenerse una vez descubierto y transformarse sin pausa alguna. El pestañeo siempre se enlazaba con Kara, su corazón gigante y la fé que le dominaba.
—Kara.
Cuando fue liberado de los brazos del pelirrojo, la llama con el brillo en los ojos, de ese por el cual le regañaban sus superiores. Llenos de una flama incontenible que le argumenta toda las variantes que se creían desiguales.
—Dime.
Sin hacerse esperar, sin percatar las masas aglomeradas a su alrededor, le toma por la cintura y besarle de la forma en que no cualquiera besa. Traduciendo las letras invisibles a una especie de ronroneo amoroso, expresivo, inflado de amor casi irreal y robarle el aire frío para volverlo caliente.
—Te amo –sus labios rozaban los contrarios, incrementando la crudeza tan hermosa de su confesión–.
—Lo sé –le acuna la palma posada en su rostro. La dureza de su reacción. La sonrisa imborrable–. Yo también.
Aunque las cosas esa noche salieran mal, aunque ya no pudieran contar las estrellas, aunque sus destinos no se volvieran a cruzar en otra vida, tenían que gritar que se amaban, porque era un milagro descubrir que estaban vivos y que se querían.
Porque ellos seguían siendo los mismos, porque nunca habían cambiado.
Ya que Wakatoshi era un rey con una corona que alumbraba sus caminos y Kara su persona con corazón de león.
(。☬ King and Lionheart - OMAM ☬。)
Álbum: My Head is an Animal
2011
(¹) Simplones de Dorothy: en este universo alternativo, la sociedad buscó erradicar en grandes porciones los sentimientos junto a sus efectos, como amar, física y emocional a través de una eutanasia a los elementos “simpáticos” del cerebro.
- Dorothy Tennov (1928-2007): Psicóloga estadounidense. Introdujo la Limerencia en el campo de la psicología en su libro Love and Limerence. La Limerencia en este universo alternativo más que un trastorno psicológico, es la cosa horrible, viéndolo como un deseo carnal y a herejes radicales quienes lo practican. Por ello el nombre de Los Simplones de Dorothy, me pareció adecuado. Destruyeron todo lo que tenga que ver con el amor pero los escritos de Dorothy jamás murieron.
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