El gran salón estaba lleno de estudiante esa mañana de lluvia, los truenos sonaban sin parar y los relámpagos iluminaban la sala como el flash de una cámara fotográfica.

Teddy Lupin comía tranquilamente y observa con atención la pareja que discutía frente a el.

-¡Potter!- exclamó Jean mirando al chico.

James la miro de reojo sin dejar de hablar.

-¡Mi padre se enterara de esto!- exclamó Jean antes de abandonar la sala.

James miro a Teddy.

-Mujeres- exclamó él chico Potter- Y todo por qué no le di la razón.

Teddy sonrio de lado, de pronto una lechuza color negra entro a la sala y dejó caer un sobre arriba del chico

-¡Uy, una carta!- rio James y sonrio de lado.

El chico castaño rio y desdobló la carta, sonrio sin poder evitarlo al mirar de quien se trataba y se levantó de la mesa sin decir nada.

                                ***

En la torre de astronomía una chica de cabello rubio esperaba a una persona en especial mientras veía por la ventana unos cuantos copos de nieve que caían del cielo dandole la bienvenida al invierno.

-Interrumpo- hablo una voz detrás de ella haciéndola sonrier.

Lentamente la rubia le sonrió mirándolo a los ojos

-No, te estaba esperando.

Teddy le sonrió y se poso al lado de la chica.

-De acuerdo. ¿Que pasa?

Hydra le sonrió mirándolo de reojo

-No padre siempre me habló que los chicos malos intentarían enamorarme con cosas estúpidas. Pero jamás me habló de los chicos lindos quienes con cartas y romance hacen que te enamoren con facilidad.

Teddy sonrió.

-Tal vez no soy una persona muy linda ni mucho menos tierna. No soy esas típicas chicas con voces chillonas a las  que deben ser rescatas, me gusta Ted

Teddy paso una mano por la cara de la chica y sonrió.

-Y yo no quiero eso de ti. Me gustas como eres Hydra, eso es lo que me llamo la atención de ti, no quiero que cambies por nada ni por nadie solo te quiero así como eres.

Las manos de los chicos se entrelazó mientras ambos sonrieron.

-Yo a esto le llamo travesura realizada.

Teddy soltó una risa en tono bajo.

-Yo también.

Y ambos se quedaron ahí sin soltarse de la mano porque al fin se habían encontrado y a pasear de ser muy distintos ambos eran tan iguales.