T
–¿Esa no es Zahara? –pregunta Azu.
–¿Es una pregunta retórica? –inquiere Leia.
La rubia le golpea. Tú te ríes.
–¡Zahara!
Saludas con la mano. Ella se acerca a vosotras. Va dando salitos, sonriendo feliz.
–¿A qué tanta felicidad? –pregunta Leia frunciendo el ceño, pone las manos delante de sí y da un paso atrás– Aléjate de mí, por Satán.
Azuleima se ríe.
–Eres idiota.
Tú miras a Zahara.
–¿A qué tanta felicidad? –repites.
–Adivinad.
–Has encontrado una fábrica de chocolate perdida y piensas quedártelo todo para ti –prueba Azu.
Zahara pone los ojos en blanco, recordando las respuestas de Leonor y Fabiola.
–Vale, no, no adivinéis. Tengo novia. Y lo que es mejor: he llegado a los preliminares con ella.
La artista se mira las manos frunciendo el ceño, como si hubiera algo que le costara entender.
–Creo que no entiendo tu orden de prioridades.
–Yo sí –dice Leia–. Chócala, Zahara. Eres una buena aprendiz.
Zahara se ríe. Choca su mano.
–¿Y quién es? –preguntas.
–Celia.
–Espera... ¿Celia la Celia con la que yo me lié por despecho?
–Ouh yeah. Celia la Celia que está buenorra como para mojar el pan... O como para comérsela entera sin pan ni na'.
–Tardarías lo suyo en comértela –bromea Leia.
–Mejor para mí, mayor disfrute.
La pelinegra sonríe levemente de medio lado, aunque pronto sus ojos se apagan y su sonrisa palidece.
–¿Qué ocurre? –le preguntas.
–Nada... Recordé a Nico. Mi gordito.
–Eso me recuerda, –Miras a Zahara– has de seguir la regla de oro.
–¿Qué regla de oro?
–¿La regla de oro no era no enamorarse de heteros? –pregunta a su vez Azu.
–La otra regla de oro.
–Oooh, sí. –Azu la mira seriamente a los ojos– Nunca, jamás, por nada del mundo, te enamores. Y me da igual que sea tu novia, tú no te enamores, por si acaso.
Os reís.
–Sí, esa –respondes–. ¿La quieres?
–No. Por ahora no. Me gusta muchísimo, pero no estoy enamorada de ella.
–Por ahora va bien –comenta Leia.
–Sí. Ahora sólo tienes que huir antes de que te enamores –agrega Azu.
–Joder, pero qué pesimistas sois.
–Huuuuyeeeee –dices intentando poner voz fantasmagórica.
Ellas se ríen.
–Sólo una cosa, ¿dices que lleváis desde hace poco como novias y ya habéis llegado a los preliminares? –pregunta Leia– ¿Cómo ha sido eso?
–Sí, bueno... Estuvimos a punto de hacerlo, si no fuera porque llegó su compañera de piso y nos pilló así en la entrada de la casa... Ella ya estaba en bragas.
Leia suelta una carcajada.
Tú te golpeas la frente con la mano. Azu ríe.
–¿No podíais esperar hasta llegar al dormitorio? –preguntas.
–No. La verdad es que no –responde ella entre risas.
Realmente ya sólo se ríen porque la risa de Azu es muy contagiosa, lo que te hace reír a ti también.
–Esta tía es peor que yo –comenta Leia.
–Tuviste tu primera vez a los catorce con un desconocido –le recuerdas.
–Bueno, vale, sí, sigo siendo peor.
Zahara se ríe.
–Tengo que recuperar el tiempo perdido en el armario.
–Yo llevo toda mi vida fuera del armario y no he follado todavía, no sé yo a qué viene tanta prisa –comenta Azu.
–Y eso que esta es vieja –responde Leia–. Az, se te pasa el arroz.
La artista le pega una colleja.
–Casi prefiero que me mandes a callar.
–No que te aprovechas.
Leia se aguanta la risa. Tú niegas con la cabeza sonriendo. Esas dos son incorregibles.
–¿Cómo va a aprovecharse de que le digas que se calle? –pregunta Zahara.
–Yo le digo que se calle, ella me dice que la calle y bueno, sólo conozco una manera de callarla –Se encoge de hombros.
–Es un juego entre ellas –añades.
–¿Cómo te sientes cuando tu amiga hetero da más besos a una chica que tú, Valeria?
Se ríen. Tú la miras amenazante, pero acabas por reír también.
–Es Leia –respondes cuando dejas de reír–, de ella me espero cualquier cosa.
–¿Incluso un asesinato? –bromea Zahara.
–Na', Leia no mataría ni a una mosca.
–¿Qué harías si un día llego diciendo que he matado a alguien, Val?
Haces como que te lo piensas.
–¿Dónde está el cadáver?
–Conmigo no cuentes –dice Azu–, porque te denuncio.
–Bueno, ya sabemos quién es la racional y quien me quiere mucho o tiene un trastorno psicópata severo... –Golpeas su hombro entre risas– Y ahora... Val, tengo que hablar contigo.
Os reís a pesar de su tono serio. Si no la conociérais, os lo hubierais creído.
–Oye, va en serio, que esta mañana he matado un mosquito, no sé qué hacer con el cadáver.
–Eres idiota –responde Azu entre risas.
–Cállate.
–Cállame.
–No, que me pegas tu idiotez.
–No es contagiosa.
–¿Segura?
–Puedo prometerlo, pero si quieres hacemos un experimento y lo comprobamos.
–Sí, está claro que Leia está peor que yo –comenta Zahara.
Volvéis a reír. Azu asiente con la cabeza. La pelinegra se aguanta la risa para mirarla seria de brazos cruzados, de modo que Zahara se esconde detrás de ti hasta que se le escapa un leve levantamiento de su comisura derecha.
Me gusta verte reír, ¿sabes?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top