Azu sube a la azotea. Se sienta a su lado, en el borde, dándole un golpecito en el hombro. Mira sus pies colgando en lo alto de la ciudad.

–¿Qué tal, Gallo?

–Deseando ver a mi familia. ¿Y tú?

–Deseando hacer la actuación.

Él le da una calada a su cigarro. Azu lo mira.

–¿Tienes otro?

El joven saca un cigarro del bolsillo de su camisa y se lo pasa. Saca el mechero de su pantalón. Azuleima lo coge, enciende el cigarrillo y le da una calada. Mira al horizonte.

–¿Qué te pasa, Sonrisitas? 

–Nada, ¿por qué?

–Te veo muy pensativa. Venga, no me engañes. Sé que te pasa algo.

Azu respira hondo. Da una calada y deja salir el humo por su boca lentamente, viendo cómo se difumina en el cielo.

–Hay una chica.

–Wooow. La antiromántica artista se ha fijado en alguien.

Azuleima golpea su hombro mirándolo con enfado, él se ríe. La chica niega con la cabeza y vuelve a dar una calada a su cigarro. Su amigo hace lo mismo pensando.

–¿Y cuál es el problema?

–En realidad, hay varios.

–Pues empieza a contármelos. No te cortes, tenemos tiempo.

La rubia observa el humo alejándose de su boca. ¿Por dónde empieza? A veces desearía no haberla conocido. A veces, desearía estar a su lado cada segundo.

–Bueno, lo primero de todo, es que me recuerda a Ishtar. –El chico hace una mueca– Sólo que ella no es posesiva, y eso es bueno.

–Punto para la chica misteriosa.

–Sí, ese es el otro problema.

–¿Cuál?

–Que no hay quien la entienda de lo misteriosa que es.

–¿Por qué?

Azu da otra calada, se concentra en la sensación del humo quemando su garganta y vuelve a expulsarlo intentando hacer formas que terminan siendo nubes difusas.

–Me besa y luego me pregunta si me gusta su mejor amiga. Tan absurdo como eso. Se duerme sobre mi pecho y luego se encabezona en que yo sólo podría sentir algo por su mejor amiga. Esta mañana hizo un recuento de por qué no podría ser por las otras chicas que ambas conocemos y ni siquiera se nombró a sí misma.

–Espera, espera, espera. Pero eso es que hay algo más, creía que sólo tenías una amistad con ella.

–No, sólo es eso.

–¡Acabas de decir que la besaste y que dormísteis juntas!

–Sí. Pero me da la impresión de que para ella es sólo un juego. Me besa porque le digo que se calle, me dice que la calle yo y acabamos besándonos. Se durmió sobre mí porque necesitaba un abrazo. Nada más.

–Pero aún así dudas que ella sí sienta algo...

–Sí.

–¿Por qué?

–Hace ya algunas semanas, su exnovio la dejó en la mierda, por lo que me quedé a consolarla y terminé durmiendo en su salón. Cuando me desperté, ella estaba golpeando su saco de boxeo, estaba fatal. La abracé y se echó a llorar por Dios sabe cuánto tiempo. El caso es que, cuando terminó de llorar, me dio un beso muy tierno. Lo hizo como si me diera las gracias por acompañarle, pero te juro que se sintió como algo más, como mucho más... Y después está la manera en la que me mira, y su manera de actuar conmigo. Se queja si su mejor amiga la abraza, pero parece buscar excusas para tocarme, para sentirme cerca.

–¿Has dicho que su exnovio la dejó hace poco?

–Sí.

–Peliagudo.

–Lo sé.

–¿Y es bisexual?

Azu suspira.

–Según ella, hetero.

–Joder, Azu, es que no das una.

–Ya...

–Pero... ¿Si es hetero por qué te besa?

–Créeme, yo me hago la misma pregunta.

–¿Quién es?

–Leia.

–¡¿Leia?! ¿La chica del pub?

–La misma.

–Joder. ¿Y qué dice tu madre?

–Que desde tan lejos no puede psicoanalizarla.

–Obvio.

–Y que si tan confusa estoy, que le pregunte.

–¿Lo has hecho?

–Lo he intentado. Le he preguntado por qué es tan pesada con que me gusta su amiga, pero no suelta prenda. Le he preguntado si le pudiera gustar una mujer, pero dice que no le ha pasado.

–Hay una posibilidad...

–¿Cuál?

–¿Y si ella sabe que tú le gustas a su amiga y por eso no quiere interponerse?

–Podría ser. –Da otra calada pensando, parpadea– ¿Pero qué sentido tendría que me bese delante de ella entonces?

–Ninguno. ¿Las cosas acabaron muy mal con su ex?

–Con todos ellos, en realidad. 

–Peliagudo. ¿Y si es como tú y simplemente le ha dado la espalda al amor?

–Lo es. Pero eso no quita que yo siga queriendo saber qué pollas quiere.

–Azuleima... Si ella te dijera que le gustas, ¿saldrías con ella?

–No, no lo creo.

–Entonces no le des más vueltas.

–Pero ella me gusta muchísimo, Gallo. Y es muy raro que alguien te bese y luego se comporte distante o haga de celestina. Me confunde.

–Pues entonces, no la beses.

–Pfff...

–Yo tampoco esperaba que fueras a hacerlo.

Azuleima se aguanta la risa y lo golpea. Él sonríe terminándose su cigarrillo.

–¿Cómo crees que debería comportarme con ella?

–Como tú siempre lo haces: como lo sientas. Déjate llevar. 

–¿Y si me hago ilusiones y me termino haciendo daño?

–Déjate llevar bajo la perspectiva de que ella no quiere nada a no ser que te demuestre lo contrario. –Azuleima asiente observando los edificios que tienen en frente– Incluso podrías pedirle salir, a ver cómo reacciona.

–No...

–¿Por qué?

–Porque no quiero perderla. Imagínate que la relación se vuelve incómoda.

–Si es lo suficientemente racional, lo aceptará, te dirá que no siente lo mismo y seguiréis siendo amigas como si nada.

–¿Pero y si me dice que sí? Yo no estoy preparada para tener una relación.

–Azuleima, ¿estás contenta con la relación que tenéis tal como está?

–Sí... Supongo que sí.

–Pues si no quieres que pase nada, deja de darle vueltas. No te tortures tanto y disfrútala. Déjalo fluir.

–Tengo la cabeza hecha un caos.

Gallo se ríe.

–Y no me extraña, Sonrisitas. –Acaricia su cabello y besa su sien– Creo que vas a necesitar pararte a pensar en qué es lo que sientes y qué es lo que está pasando.

–Sí... O simplemente dejarlo fluir.

–Para mí, esa es la mejor opción.

Azu dibuja una leve sonrisa. Pasa una mano por la cresta de cabello que le da el apodo a su amigo.

–Bueno... Gracias por haberme escuchado, Gallo. La verdad es que me siento mejor ahora que lo he soltado. Y lo veo más claro. Dejaré que el tiempo marque su curso y ya. Ella dice que me he convertido en su mejor amiga. Quizá sea eso nada más. Y por mí, mejor, porque así podré disfrutar de su compañía sin forzarme a tener una relación para la que no estoy preparada.

–Así se habla. Tú disfruta de lo que tienes.