Final: cómo romper un corazón.
YoonGi bostezó en grande cuando entró a su casa, JiMin venía detrás de él con una sonrisa de oreja a oreja y daba un par de saltitos con alegría. Ellos habían estado celebrando como podían hacerlo un grupo de adultos con un niño y un robot, pero había sido suficientemente cansado como para que YoonGi quisiera ir a acostarse pese a que no eran ni las diez de la noche, quizás era mentalmente más viejo de lo que lo eran sus amigos.
Ambos se quitaron las pesadas ropas y se pusieron su pijama, sabían que no iban a salir más en la noche y YoonGi quería acurrucarse con JiMin en el sofá, así que le pidió que encendiera la televisión y buscó algo para comer mientras tanto.
JiMin usaba el suéter rosa que parecía ser su favorito y luego de colocar un canal en el que sabía que daban el dorama que le gustaba a YoonGi, se giró para mirarlo. El hombre tarareaba una canción mientras sacaba un bowl y lo dejaba sobre la isla de la cocina, había decidido hacer palomitas.
—YoonGi —escuchó al otro llamarlo y se giró, encontrándose con el lindo rubio del que estaba enamorado. Le sonrió y JiMin se sentó en el sofá con sus piernas cruzadas, luciendo como un niño inocente—. ¿Si ese hombre te contrata en su empresa significa que vas a poder cumplir tu sueño? —preguntó, sus ojos prácticamente brillando en entusiasmo y YoonGi sintió sus propias mejillas un poco más calientes.
El pelinegro cerró los estantes y abrió su boca, pero no estaba seguro de qué explicar primero. JiMin lucía siempre como un niño pequeño emocionado, inocente y dulce, así que él se sentía obligado a ser lo más comprensivo posible y mejor explicativo que pudiera. Pese a que fue algo que no notó al comienzo del experimento, ahora se arrepentía de haber largado a JiMin lejos los primeros días de su estadía.
—Bueno... no lo sé, no creo que sí o sí me vaya a contratar, es decir... —comenzó a divagar, nervioso por hacerse ideas demasiado repentinas sobre lo que había sucedido y se acercó un par de pasos al sofá, viendo como JiMin se veía cada vez más curioso—. Tengo que hacer una entrevista y enseñarle lo que hago, no es como que ahora sí tengo un trabajo, sólo... Tengo una oportunidad —se encogió de hombros, no queriendo darle más vueltas de las que sabía que le daría cuando fuera a dormir.
—Oh... seguro le gustará lo que puedes hacer —le sonrió, apoyándolo con buena energía y YoonGi no pudo evitar sonreír igualmente—. Eres muy talentoso —halagó y YoonGi sintió el calor subir a su rostro.
—Gracias...
—Además, ahora estás buscando oportunidades y quieres lograr más cosas que las que habías estado buscando cuando yo llegué aquí —señaló—, eso es grandioso —le dijo y YoonGi estuvo de acuerdo, aunque no estaba seguro de que eso fuera completamente mérito propio.
—Honestamente, tú has sido lo único que me sigue impulsando a seguir —confesó, inclinándose hacia el sofá para sentarse frente a JiMin y cuando este formó una mueca de no entender lo que decía, él continuó—. Me has ayudado mucho, me has apoyado en cada una de las cosas que han sucedido a lo largo de estos meses, y estoy infinitamente agradecido contigo —dijo, tomando su cintura.
Otra vez tenían las piernas cruzadas sobre las otras en el sofá, tan cerca del otro que podían sentir el calor ajeno. YoonGi amaba esa posición tanto como estar sobre el pecho de JiMin y acarició la cintura ajena con la punta de sus dedos.
—"Infinitamente" es mucho... —comentó sorprendido y YoonGi rió.
—Lo es —admitió, levantando su mano y colocándola sobre la mejilla de JiMin con cariño. Sus propios ojos se sentían brillar y su corazón latía con amor, quería congelar ese momento y mantenerse así para siempre—. Aunque incluso siendo así... no llega tan lejos como lo mucho que te quiero —dijo torpemente, riendo un poco al final de la cursi oración.
Sus orejas se pusieron rojas al igual que sus mejillas y JiMin ahora lo miraba con una expresión indescifrable, sus cejas un poco curvadas hacia arriba. YoonGi le devolvió la mirada y trató de entender esa expresión en el rostro del robot. Él creía de todo corazón que JiMin estaba avergonzado, que realmente estaba sintiendo cada una de las cosas que él podía sentir en su propio corazón. Entonces el rubio curvó sus labios suavemente en una casi invisible sonrisa y luego de relamer sus labios, YoonGi se acercó a JiMin, rozando ambas bocas.
JiMin se aferró a sus brazos, sus ojos cerrándose como reflejo.
—Yoon... —casi suspiró y YoonGi no estaba seguro de cómo reaccionar a eso.
De repente, la puerta fue tocada con desespero y YoonGi chasqueó la lengua. Besó rápidamente los labios de JiMin y este rió, luciendo igual que siempre.
—Dame un segundo, debe ser SeokJin —se levantó y caminó hacia la puerta mientras JiMin observaba con curiosidad desde el sofá.
Sin embargo, cuando YoonGi abrió la puerta, no había ningún SeokJin del otro lado, sino un claramente agotado NamJoon que lucía como si no hubiese tenido ni una sola hora de sueño desde la última vez que habló con él. El pelinegro frunció sus cejas con confusión y cualquier pregunta que se le hubiera venido a la mente fue interrumpida cuando NamJoon entró a la casa sin siquiera esperar que lo invitaran.
—Lo siento por lo inoportuno —sonó casi enojado, quizás frustrado, mientras caminaba directo hacia el sofá—. Debí llamarte, lo sé, pero han pasado muchas cosas y yo... —negó con la cabeza y YoonGi frunció el ceño cuando lo vio tomar la muñeca de JiMin para levantarlo del sofá—. Vamos.
—¿Hyung? —JiMin preguntó con curiosidad y YoonGi se apresuró hasta donde ellos estaban.
—¿Qué sucede? —YoonGi se interpuso entre el hombre y la puerta.
—Tengo que llevarme a JiMin —lo jaloneó un poco y JiMin lo siguió con torpeza, luciendo confundido y algo preocupado.
—¿Qué? No —reaccionó en defensa y cuando Kim lo miró, se aclaró la garganta—. Explícame, no puedes venir a casa así como así y tomar de esa manera a JiMin —sonó enojado, estaba a punto de decirle que lo soltara.
—Hyung, debo ponerme los zapatos antes de salir... —murmuró JiMin con algo de cautela, mirando sus pies dentro de calcetines y YoonGi quiso lanzarse a protegerlo.
NamJoon, en cambio, movió un poco su mandíbula, luciendo aún más frustrado ahora. YoonGi ni siquiera se movió, pero la mano de NamJoon seguía apretando la muñeca del rubio quien observaba todo con una expresión de no entender nada.
—Te lo explicaré, pero debo irme ahora, no tengo tiempo —dio un paso hacia delante y YoonGi sintió su corazón en pánico.
—¿A dónde lo vas a llevar? —sonó asustado.
NamJoon ahora lucía confundido, extrañado por la reacción de YoonGi y el pelinegro pensó que había sido demasiado obvio. Aunque, bien, si no era el momento ahora, entonces no lo sería nunca.
—YoonGi...
—Escucha, no sé lo que está pasando, pero no puedes hacer esto —casi jadeó, sonaba demasiado confundido—. Necesito saber cuánto tiempo te lo vas a llevar, y quiero que hablemos sobre esto porque yo realmente quiero... quiero conservar a JiMin —expresó, tan cortamente como pudo, tan serio como jamás había estado.
NamJoon ahora lucía aún más confundido y sus hombros cayeron un poco, casi como si el aire hubiese salido por completo de su cuerpo. No podía creer lo que estaba escuchando y YoonGi apretó la mandíbula mientras esperaba una respuesta del hombre.
—JiMin ni siquiera te pertenece —contestó, escuchándose tan tosco que YoonGi sintió una punzada en su pecho. NamJoon estaba mostrando una faceta que el pelinegro no conocía y que no tenía idea de dónde había salido.
—Sobre eso es lo que quiero hablar...
—No, no hay nada que hablar —cortó NamJoon—. JiMin es un robot, mi robot, y lo necesito de vuelta —sentenció, su expresión enojada se mantenía junto con una de incredulidad y YoonGi sabía que su agarre se había afirmado porque notó una mueca de molestia en el rostro de JiMin—. El experimento acabó, YoonGi.
—¿Qué? ¡Era un año! ¡Aún tengo tiempo! —se defendió con lo que tenía y NamJoon estaba más que estupefacto.
—¿Por qué insistes al respecto? —exigió saber—. Cuando llegaste a KimTec lo único que te importaba era el dinero, ¿qué demonios cambió ahora?
YoonGi apretó sus labios y no dijo nada.
—No tiene sentido, no puedes... —entonces se calló, su expresión iluminándose con una idea que no quería expresar y ahora sus ojos profundos miraban a YoonGi con pena, casi dolor—. YoonGi... no me digas que tú...
—No te lo lleves —cortó—, por favor —lo miró con dolor, soportando las ganas de tomar a JiMin y encerrarse con él en su habitación.
Ahora NamJoon suspiró, sus ojos cerrándose momentáneamente mientras soltaba la muñeca de JiMin. YoonGi pensó que lo había convencido y casi sonríe cuando JiMin lo miró, luciendo igual de aliviado que él, incluso contento. Sin embargo, NamJoon ahora miraba al rubio con ojos serios, una expresión completamente gris a comparación de lo que YoonGi había presenciado en el pasado.
De inmediato, el pelinegro abrió la boca para pedirle a JiMin que se acercara a él, pero NamJoon se había adelantado.
—Lo que crees que ves —comenzó—, es sólo una reacción automática y prefabricada —explicó con calma—. JiMin es un robot, no importa qué te haya hecho creer, él no puede sentir nada que tu sientas, simplemente finge que lo hace —sentenció, oyéndose serio y hasta decepcionado.
YoonGi mordió el interior de su mejilla y quiso reírse en su cara porque aquello era una mentira, claro que lo era, es decir, ¿cómo no podría serlo? El rubio le había demostrado cientos de veces que era más que piezas y circuitos, que era más que un cerebro artificial simplemente reaccionando y calculando, JiMin era más y él estaba tan seguro que extendió su mano hacia el contrario, sonriéndole con cariño.
JiMin se acercó de inmediato, tomando su mano y mirándolo de la misma manera.
—¿Hyung está enojado? —le preguntó a YoonGi en voz baja y este negó, mirando a JiMin como si fuera el tesoro más precioso de todos—. Dijo que el experimento acabó, pero...
—No, tranquilo... es un malentendido...
NamJoon suspiró profundamente, pasando sus manos sobre su rostro para espantar el estrés. Miró a ambos, preocupado y dolido, YoonGi lo entendió como derrota y decidió hablar.
—JiMin no se quiere ir —dijo seguro—, no lo puedes obligar.
NamJoon negó con la cabeza y miró al robot.
—No hagas esto más difícil —le dijo y YoonGi estaba perdiendo un poco la paciencia.
—JiMin es más que un robot —expresó.
NamJoon entendió que definitivamente no había otra manera de llevarse al rubio que no fuera la que estaba pensando y siendo honestos, no quería hacerlo. Sin embargo, viendo el reloj de su muñeca, se dio cuenta de que había perdido demasiado tiempo.
—JiMin —llamó el más alto, captando la atención del contrario—. Desactiva el reconocimiento emocional y de expresión facial —los ojos del rubio brillaron en azul, luciendo casi hipnotizado y YoonGi lo miró con consternación—. Código de desactivación "RFE9594" —finalizó.
De repente, toda expresión en el rostro de JiMin desapareció, dejando detrás de él una cara vacía de indiferencia. Todo el aprendizaje hasta el momento fue llevado a segundo plano para desvelar lo que se ocultaba detrás: un simple robot.
—¿JiMin? —YoonGi tomó su rostro con ambas manos, luciendo preocupado. El robot no formó expresión alguna mientras lo miraba y el pelinegro miró a NamJoon casi con pánico—. ¿Qué le hiciste?
—Apague todo lo que daba la ilusión de que sintiera algo; no puede reconocer tu voz preocupada, mucho menos puede reconocer tu expresión de miedo, así que no puede responder a ello —explicó, viendo con seriedad como el otro negaba con la cabeza y comenzaba a tratar de hacer reaccionar a JiMin—. Eso es lo que es JiMin.
YoonGi se negó a aceptar esa explicación.
—Hey, hey —buscó su mirada, recibiendo una simple expresión apagada con ojos grises—. JiMin, dime algo...
—No entiendo qué quiere...
—No, no —negó con la cabeza, lágrimas amenazando con bajar por sus mejillas—. Oye, ¿te gustan los doramas, cierto? Aún no hemos terminado el que te gusta —buscó una reacción, pero nada salía. Su corazón estaba comenzando a desesperarse y tomó sus manos—. ¿Quieres ir a la pista de patinaje? Te lo había prometido, sé que te encanta ir ahí, dime algo de eso, ¿por qué no me dices qué piensas de mi trabajo? —su voz se quebró y JiMin simplemente parpadeó.
—No me pueden gustar los doramas ni la pista de patinaje. Por favor, no apriete tan fuerte mis manos —fue lo único que dijo.
YoonGi no fue capaz de retener sus lágrimas por más tiempo.
—Pero... JiMin —sonó desesperado y observó con dolor cómo el otro se soltaba de su agarre—. Espera...
—El experimento terminó —dijo, dando un par de pasos lejos de YoonGi—. Ha sido un placer atravesar este camino con usted, espero que nos encontremos de nuevo y que yo sea una mejor versión de mi mismo para entonces —explicó con una voz monótona, dedicándole una reverencia pronunciada y YoonGi no podía creer lo que estaba viendo.
—Realmente no quería hacer esto, pero estás negándote a ver lo realmente es este JiMin —escuchó la voz de NamJoon, pero él ni siquiera lo estaba mirando. Solo era capaz de observar como el dulce rubio que lo había hecho sonreír desde que apareció en su vida ahora lucía como si le hubiesen arrancado el alma del pecho y él sentía que el aire le faltaba—. No esperaba que sucediera todo esto y es mi culpa ya que debí prestar más atención, así que lo siento mucho.
YoonGi jadeó una risa y dio un par de pasos hacia atrás, mareado. Se apoyó en la isla de la cocina y llevó una mano a su cabeza. No podía creer que estuviera pasando por algo así, se suponía que ese era un gran día, se suponía que había recibido la mayor oportunidad de su vida y se suponía que estaba sentado con JiMin en el sofá, disfrutando de estar juntos, ¿por qué ahora estaba llorando desconsoladamente mientras se sostenía para no caer al suelo?
—JiMin... —lo llamó con dificultad, mirándolo con tanto dolor que no entendía cómo la expresión del lindo chico no cambiaba en absoluto—. Realmente te quiero —sollozó—, ¿lo sabes, verdad?
NamJoon apretó sus labios y YoonGi volvió a sollozar cuando no escuchó una respuesta.
—No hay manera que pueda responderte a eso —comenzó el más alto, acercándose a JiMin—, no importa cuánto le digas que lo quieres, JiMin jamás te contestará.
YoonGi frunció sus cejas, su llanto deteniéndose un segundo.
—¿Qué? —lo miró con consternación.
—No puede responderte —repitió—, ni siquiera con su reconocimiento activado. Lo diseñé específicamente para que no respondiera a algo así, para que esto no sucediera —dijo, mirando con atención cómo la expresión de YoonGi ahora se veía el doble de consternada.
—Pero... —jadeó—. Pero, JiMin... él... —se acercó un paso y NamJoon lo observó con atención—. Él me respondió... —dijo con un hilo de voz.
—Eso es imposible.
—Lo hizo, hace unos días se lo dije y él...
—YoonGi...
—¡Lo hizo! —señaló, luciendo desesperado. ¿Acaso había enloquecido?—. Lo juro... él...
—JiMin, te quiero —NamJoon miró al robot, y aunque este le regresó la mirada, nada salió de su boca—. Te quiero —insistió y el otro continuó sin decir nada—. JiMin, te amo —insistió y JiMin simplemente parpadeó.
—Lo siento, no entiendo —dijo el robot y NamJoon regresó su mirada a YoonGi.
—No... —YoonGi negó—. No tiene el reconocimiento activado, tú... tú mismo lo dijiste...
—No puede responder, entiéndelo —bramó NamJoon.
YoonGi miró al rubio con tanta confusión dentro de él que ya ni siquiera sabía lo que estaba sintiendo con exactitud. ¿Acaso lo había imaginado? ¿Realmente había llegado al punto de crear algo como eso en su cabeza? Él juraba haberlo escuchado, juraba que era su dulce voz responderle con el mismo amor que él sentía y sintió como algo dentro de su pecho se rompía de tan sólo pensar que había sido una ilusión que él mismo se había obligado a creer.
¿Acaso no podía caer más bajo? ¿Por qué? ¿Por qué tenía que sucederle algo como eso? ¿Por qué se había enamorado tanto de JiMin si sabía en lo que se estaba metiendo?
Ni siquiera se dio cuenta del momento en el que sus lágrimas volvieron a caer por su rostro, ni siquiera notó cuando sus piernas perdieron fuerza, dejándolo de rodillas en el suelo. Se sintió vacío de repente y mirando los ojos de JiMin de nuevo, se sintió aún más herido, porque seguía pensando que detrás de esa expresión apagada había algo escondido que era obligado a mantenerse a oculto, cuando la realidad era que esa expresión gris sin una pizca de humanidad, era lo que se escondía detrás de esa preciosa sonrisa que lo había enamorado.
—YoonGi...
—Largo... —ladró, adolorido. NamJoon se apartó y lo miró con preocupación—. Sólo... vete... por favor —jadeó, sus manos cubrieron su rostro por la vergüenza mientras el contrario suspiraba.
NamJoon le prometió explicarle lo que estaba sucediendo, le dijo que no era su culpa todo esto y él ni siquiera pudo reaccionar más. Su cuerpo entero se sentía como un cascarón vacío y ni siquiera tuvo la fuerza suficiente como para tomar a JiMin del brazo y pedirle que se quedara, porque el robot sólo lo miraba sin verlo realmente.
JiMin le dedicó una última mirada antes de que NamJoon cerrara la puerta de la casa en la que había vivido durante los últimos meses, la casa que habían decorado juntos para navidad y la casa que se había convertido en un refugio para el pelinegro.
El sonido de la puerta cerrándose fue suficiente para que algo dentro de YoonGi terminara de romperse, porque su llanto fue incontrolable esa noche.
NamJoon maldijo mil y un veces mientras encendía el auto, lamentándose por lo ocurrido y conduciendo hacia quien sabe donde, murmurando insultos que iban dirigidos para él mismo mientras se veía desesperado por llegar a su destino. El robot simplemente miró sus manos, ojos cargados en una oscuridad total, y antes de que NamJoon le pidiera que se apagara, su último pensamiento fue YoonGi.
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