Lección 29
Cómo presenciar un reencuentro
JiMin miraba con curiosidad el interior de la estación de trenes de Seúl, había mucha gente caminando de un lado a otro y varias pantallas a los alrededores que mostraban infinidad de personas posando o sólo información. El robot sólo conocía los lugares cercanos al edificio, las tiendas que estaban cerca y el parque, por lo que su cara de curiosidad no necesitaba explicación.
Min bostezó porque era más temprano de lo que acostumbraba y HoSeok se reacomodó la mochila que había preparado para los dos días que estarían en Daegu, TaeHyung debía trabajar y JungKook tenía clases, por lo que la despedida fue corta y rápida, la pareja se despidió con un beso y JungKook le dijo a JiMin que quería jugar con él pronto, mientras que YoonGi lo despeinó y arruinó su lindo peinado para ir a clases.
Los tres estaban sentados en una banca esperando a que llegara el tren de las ocho, serían alrededor de tres horas hasta Daegu y la reunión familiar era a la una de la tarde. El rubio estaba sentado al lado de YoonGi y este decidió tomar los minutos que faltaban para dormitar un poco.
—Iré a comprar un poco de agua —avisó Jung, YoonGi asintió y JiMin miró el camino que tomaba el hombre hacia una máquina dispensadora que había a pocos metros de ellos.
Observó luego a YoonGi, este iba abrigado y sus mejillas estaban rojas por el frío.
—Hyung —YoonGi zumbó con los ojos cerrados, frunciendo ligeramente su nariz rojiza—, ¿está muy cansado?
—Un poco —respondió roncamente, abriendo un poco sus ojos—, casi no pude dormir ayer.
—¡No!, sabía que debía quedarme despierto —golpeó puño cerrado sobre su palma mientras fruncía su entrecejo y Min rió de manera floja.
—Adorable —levantó su brazo hasta rodear los hombros del rubio y con su mano enfundada en un guante de lana, acarició la nuca ajena. JiMin soltó una risita.
HoSeok regresó y los miró con una ceja alzada mientras se volvía a sentar a su lado.
—¿Son así de cariñosos siempre? —los señaló con un movimiento de su mentón, tomando luego un sorbo de su agua.
YoonGi se encogió de hombros y lo miró por unos cortos segundos con una expresión aburrida en el rostro, Jung entendió el mensaje de "no es tu problema" y no preguntó más nada.
Pasaron unos cuantos minutos en silencio hasta que el tren llegó y los tres se levantaron cuando las vías rechinaron, JiMin parecía realmente entretenido viendo todo lo que ocurría alrededor por lo que el pelinegro tomó su mano, evitando perderlo de vista. YoonGi pensó entonces que debía mostrarle más de la ciudad al contrario, quizás estaba siendo un poco egoísta con mantenerlo en su casa sólo porque a él no le gustaba salir.
Dentro del tren había calefacción y los tres se quitaron sus abrigos al momento de sentarse en los acolchados muebles, YoonGi se acomodó en el hombro de JiMin una vez este estuvo lo suficientemente cerca y se quedó completamente dormido, ignorando el golpeteo nervioso de su corazón por regresar a su ciudad natal.
[🚈]
YoonGi tuvo una extraña sensación de nostalgia y varios recuerdos lo azotaron cuando puso el primer pie fuera de la estación de Daegu, fue tan fuerte que automáticamente tomó la mano de JiMin buscando algún tipo de apoyo y el robot no dudó en corresponder el agarre.
El hombre tenía sólo dieciocho años cuando pasó por las mismas calles con la idea fija de no volver de nuevo a su casa y, ahora que lo pensaba siendo un adulto, quiso golpear a su yo del pasado por ser tan infantil. Al final, sus padres habían tenido razón con su sueño de ser rapero; todo un fracaso.
Tampoco se sintió mejor cuando estuvo frente a su casa, HoSeok le pagó al taxi y tocó el timbre pero él aún no podía moverse, los recuerdos volvieron al igual que la culpa y tuvo que tragar repetidamente con fuerza el nudo que se formó en su garganta en el momento en que su madre abrió la vieja puerta.
—Hola señora Min —ese fue Jung, inclinándose respetuosamente hacia la señora, ella le sonrió con tristeza y le dio un fuerte abrazo. Ellos llevaban más tiempo de no haberse visto, HoSeok había sido aceptado en una universidad de artes en Seúl cuando tan sólo tenía quince años y era ese tipo de amigo a quien la mujer trataba como su propio hijo.
YoonGi seguía con su tormenta mental entre acercarse o salir corriendo hasta que sintió que sus pies por fin habían decidido caminar. Miró al robot, dándose cuenta de que este lo empujaba poco a poco y cuando este se dio cuenta de que lo estaba mirando, le dedicó una suave sonrisa. HoSeok se hizo a un lado y la mujer encontró los ojos de su hijo, YoonGi automáticamente bajó la mirada y se plantó en el suelo de nuevo, evitando moverse en absoluto.
La mujer se acercó al pelinegro, sus manos tomaron las mejillas del hombre y este levantó lentamente su cabeza, mirando con melancolía a la mujer que hacía años no veía, ahora tenía unas cuantas arrugas y lucía cansada, por lo que se sintió como el peor hijo de todos.
—Mamá...
—Oh, Yoonie —susurró con la voz rota y lo abrazó, siendo correspondida de inmediato. El dulce aroma de su progenitora calmó los latidos alterados de su corazón y un suspiro roto fue soltado de su parte.
—Soy un idiota, lo sé, debí regresar pero... pero era tan terco y... tenía miedo, yo... —balbuceó, la mujer negó con la cabeza. YoonGi estaba a punto de romper en llanto y ella no quería reencontrarse con su hijo de esa manera.
—Está bien, no importa. Ya hablamos de eso por teléfono, mi amor —acarició su rostro suavemente, Min recordó cuando era un niño pidiendo ser consolado y su corazón se estrujó con dolor. Dios, la extrañaba tanto—. Estás conmigo ahora, y eso está bien.
—No debería haber sido de esta manera...
La expresión tranquila en el rostro de la mujer pareció vacilar, YoonGi sabía que se estaba haciendo la fuerte, era algo que siempre había admirado de ella. Seguramente su madre había llorado más que nadie, pero no significaba que podría terminar de desahogar todo su dolor, los padres no deberían recibir noticias como las que ella recibió ese día.
Los ojos de la mujer vagaron por el rostro de su hijo, detallando mejor sus facciones maduras hasta que se desvió un poco, notando a la persona que estaba parada a un metro de él. Lentamente se separó del pelinegro y miró a JiMin, limpiándose rápidamente algunas lágrimas rebeldes con sus manos.
—¿Quién es él? —le preguntó a su hijo casi en susurro, luego miró al robot y le sonrió vacilante como saludo, JiMin sólo hizo una gran inclinación hacia ella.
—Es... —se puso nervioso de repente—... uh...
—Es un robot —respondió Jung castamente—, vive con YoonGi.
La expresión de ella cambió a una de duda y ligera consternación, el sólo pelinegro suspiró.
—Es una larga historia.
—Ya veo... —dijo no muy convencida, al final se dio media vuelta—. Bueno, pasen, está haciendo frío.
El robot se acercó hasta el pálido y este le dedicó una sonrisa como disculpa, sabía que su madre era algo dura. JiMin sólo se encogió de hombros, haciendo caso omiso a la clara expresión de disgusto de la madre de YoonGi.
JiMin sabía que debía esforzarse y eso haría, tal y como se lo prometió a YoonGi.
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